...El chaleco amarillo comprendió que el pueblo es él, y recordó lo que le enseñaron en la escuela pública, laica y gratuita: “La Revolución Francesa eliminó para siempre las desigualdades sociales ante la Ley, e hizo del pueblo el único soberano”. El chaleco amarillo es pueblo, ergo… es soberano...
... “No es
el representante el que fija los límites de la soberanía de los
representados. ¿Porqué debiese estar limitada nuestra soberanía?
¿Con qué legitimidad puede alguien limitar los derechos de los
ciudadanos, que son, precisamente, la fuente de la legitimidad?”...
“En política no hay ‘expertos’: todos somos
iguales y tenemos derecho a un voto.”
La reflexión va más allá:
elegir es no votar. Elegir significa designar un “electo” que es
el que vota todo en nuestro nombre, prescindiendo de nuestra opinión.
Al elegirle, abdicamos de nuestra propia soberanía durante 4, 5 o 6
años.
Acto VIII. Los chalecos
amarillos no ceden. On ne lache rien!, es su divisa. Son refractarios
a los discursos vacíos, a las promesas mentirosas y a las cortinas
de humo. Ahora, las mujeres decidieron salir a la calle. Solas.
Porque no solo hay que alimentar a los hijos, parar la olla, dirigir
la casa, mantener ocupadas las rotondas… sino también demostrar
que la suya es la Fuerza Tranquila. Los violentos están en el
gobierno. Lo cuenta Luis Casado… y no será el último episodio…
“Sediciosos, facciosos,
agitadores, violentos, ‘casseurs’ (destructores)…”
Así se refiere a los chalecos
amarillos Benjamin Grivaux, ministro vocero del gobierno de Emmanuel
Macron. Un coro de cacatúas periodísticas repite en los medios:
“Sediciosos, facciosos, agitadores, violentos, ‘casseurs’…
Luego, cuando los chalecos amarillos denuncian el periodismo
tarifado, infame, manipulador y a las órdenes del poder, los
cagatintas se lamentan como vestales impolutas: “Los chalecos
amarillos atacan la libertad de prensa”…
Sin embargo, una de las
características más evidentes del chaleco amarillo, junto a su
determinación, su capacidad de sacrificio, su generosidad y su
humanismo, es su voluntad de actuar pacíficamente. Como para
demostrarlo, este domingo, –víspera de Epifanía–, salieron a la
calle -solas- las mujeres chalecos amarillos. Haciéndole frente a
una cohorte de policías armados hasta los dientes para la guerrilla
urbana, gritan al unísono: “¡Dame un beso!” “¡Dame un beso!”
(Un bisous! Un bisous!).
Los mensajeros armados de la
paz y el orden ponen cara de culo y se tornan hacia su comandante:
“¿Qué hacemos jefe?”
Sábado, Acto VIII del
movimiento que sacude Francia hasta sus cimientos, el número de
manifestantes dobló con relación al sábado anterior, desmintiendo
al gobierno y a los medios que afirman, contra toda evidencia, que el
movimiento pierde fuerza.
Los chalecos amarillos son un
movimiento revolucionario, ejemplar e histórico. Salen a la calle,
se reencuentran y rehacen la sociedad… El pobre suele hacerse
pequeñito, baja la voz y la cerviz, vive como disculpándose de
estar ahí, culpabilizado de su pobreza por los winners, los
expertos, los que saben, el riquerío y sus sirvientes. El chaleco
amarillo comprendió que el pueblo es él, y recordó lo que le
enseñaron en la escuela pública, laica y gratuita: “La Revolución
Francesa eliminó para siempre las desigualdades sociales ante la
Ley, e hizo del pueblo el único soberano”. El chaleco amarillo es
pueblo, ergo… es soberano.
Frente a la crisis de régimen
surgen dos caminos: unos, los demócratas, exigen ampliar, extender
los derechos ciudadanos, practicar la democracia directa. El
referendo de iniciativa ciudadana (RIC) traduce esa voluntad del
pueblo de decidir de lo que le concierne. Otros, los autoritarios,
apuestan al hombre/mujer providencial que, imponiendo otro orden, el
suyo, le restituya a Francia el orden y la tranquilidad que hacen las
delicias del gran capital.
En este bivio, en esta
alternativa, surge otra vez, como en setiembre de 1789, la diferencia
entre izquierda y derecha: la izquierda lucha contra los privilegios,
se opone a ellos, los declara inadmisibles. La derecha protege los
privilegios, vive gracias a ellos, y los justifica por ser de ‘origen
divino’ o el premio de la riqueza acumulada despojando al pueblo.
La costra política instalada
llora el fin de la democracia representativa. Los chalecos amarillos
responden que las reglas de la representación deben ser definidas
por los representados. No por los representantes. Es el pueblo el que
debe fijar los límites de la representación, la misión del
representante, y establecer los mecanismos de control que le permitan
revocar al representante si este no obedece el mandato recibido de
quienes lo eligieron.
¿Democracia representativa?
Sí, pero como en la Atenas de Pericles: mandato breve, no renovable,
revocable, controlado y sin privilegios.
La masa de periodistas
sirvientes no entiende. Por eso no para de preguntarle a los chalecos
amarillos: “Pero… ¿cuáles son sus reivindicaciones?”
Emmanuel Macron propuso “un
gran debate nacional”. Y se apresuró a fijar los límites del
debate. “No podemos deshacer lo que ya hemos hecho”, declaró,
jupiteriano. Antes de insinuar los temas que a su juicio pueden ser
discutidos.
Los chalecos amarillos,
recordando una vez más la Revolución Francesa, retrucan: “No es
el representante el que fija los límites de la soberanía de los
representados. ¿Porqué debiese estar limitada nuestra soberanía?
¿Con qué legitimidad puede alguien limitar los derechos de los
ciudadanos, que son, precisamente, la fuente de la legitimidad?”
“Hay cuestiones muy
técnicas”, osa argumentar algún politólogo, suerte de
comentarista deportivo surtido de muchas pelotas. La respuesta no se
hace esperar: “En política no hay ‘expertos’: todos somos
iguales y tenemos derecho a un voto.”
La reflexión va más allá:
elegir es no votar. Elegir significa designar un “electo” que es
el que vota todo en nuestro nombre, prescindiendo de nuestra opinión.
Al elegirle, abdicamos de nuestra propia soberanía durante 4, 5 o 6
años.
La Constitución, que debe
proteger al ciudadano, sus libertades y sus derechos, es en realidad
una prisión política que nos mantiene maniatados. No hay ningún
artículo de la Constitución que niegue abiertamente la soberanía
del pueblo (a menos que se trate de la Constitución chilena). Pero
la Constitución establece que las leyes las vota el Parlamento, no
los ciudadanos. Los representantes, diputados y senadores, votan
leyes que les convienen a ellos y a sus mandantes.
Ese hecho, verificado no solo
en Francia sino en el mundo entero, es el que lleva a los chalecos
amarillos a reclamar su derecho a controlar y a revocar a los
electos. Porque los electos, los representantes, instituyen su propio
poder, despojando al pueblo de su soberanía.
Étienne Chouard, un militante
que piensa y hace pensar, sostiene que no se trata de pasar a la 6ª
República, sino a la primera democracia… Hasta ahora ha
prevalecido el poder de la oligarquía, sector social privilegiado
que impuso el sufragio como la mejor herramienta para preservar su
poder. Desde hace 25 siglos sabemos que la herramienta de la
democracia no es el sufragio sino el sorteo: Montesquieu, Rousseau y
otros grandes pensadores lo dijeron, antes de que esta gran verdad
fuese convenientemente ocultada.
Étienne Chouard opina que
esto no es una democracia porque, si uno examina la realidad, el
demos no tiene el kratos.
En democracia ningún poder
financiero debe ser dueño de los medios de comunicación. En
democracia la moneda no puede estar al servicio del gran capital en
manos de un Banco Central privatizado. Así como hay soberanía
política, debe haber soberanía monetaria.
La revolución ciudadana de
los chalecos amarillos no solo sigue viva, sino también grávida de
una profunda reflexión relativa al tipo de sociedad que debemos
construir.
Lo que no es óbice u
obstáculo para escuchar una vez más la pregunta babosa del
periodista teledirigido: “Pero… ¿cuáles son sus
reivindicaciones?”
La respuesta es simple. Los
chalecos amarillos, o sea el pueblo, quieren recuperar el kratos…
(Polítika)
07/01/2019
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La fiebre amarilla. Lo reconozco, tengo la fiebre amarilla. La de los "chalecos amarillos" franceses. ... y mas

Este sábado pasado ha tenido lugar el Acto VIII, la octava movilización y han ocurrido tres cosas relevantes: la primera, que ha habido mucha más gente que en las dos precedentes, recuperándose la gente tras las navidades; la segunda, que los manifestantes arremetieron contra un alto cargo del gobierno en su despacho y tuvo que salir escoltado; la tercera que un ciudadano -boxeador profesional, eso sí- se enfrentó con los puños a la policía en un ejercicio claro de autodefensa.
DOSSIER. CHALECOS AMARILLOS, LA LUCHA DE CLASES EN FRANCIA. ...y mas
A la violencia del estado de la clase en el poder y sus guardias le llaman orden, a la resistencia del pueblo en defensa y demanda de sus legítimos derechos, de sus vidas le llaman violencia..., la lucha de los chalecos amarillos continua a pesar de la brutal represión policial, judicial, administrativa ...
Los satélites están cambiando de sol. Intensificación de las contradicciones interimperialistas. Ángeles Maestro. Militante de Red Roja.----y mas
"...Les guían exactamente los mismos objetivos en la lucha a muerte por competir en mejores condiciones en la selva del capitalismo, erigida sobre la explotación – sin más límites que la lucha de clases – de la clase obrera y de la naturaleza.
Por ahí no hay esperanza alguna. El dilema sigue siendo: socialismo o
barbarie. La conquista por parte de la clase obrera del poder político,
única posibilidad de destruir el monstruo capitalista que aniquila la
humanidad exige conocer sus debilidades y, sobre todo, sus divisiones y
enfrentamientos..."
Chalecos amarillos, "acto IV" el orden reina en Macronia. Rémy HERRERA ... y mas

¿Por qué los franceses se manifiestan con violencia? Por Frédéric Lordon ...y mas
"...Los ofendidos han estado mucho tiempo sin decir una palabra, han
soportado las agresiones económicas, el desprecio de las élites, las
mentiras de los medios de comunicación, la brutalidad policial.
Las instituciones se encuentran atrapadas en un colapso porque los chalecos amarillos no son un “movimiento social”: son un levantamiento popular.
El genio “malvado” de la reciprocidad violenta ha salido de la
botella. Los primeros tweets de los primeros manifestantes relatan el
asombro de quienes fueron apaleados sin justificación ninguna. Ese
asombro inicial ahora se ha mutado en cólera..."
En estos días todas las instituciones de la violencia neoliberal se
han exhibido desnudas. Basta conversar con los estudiantes que fueron
gaseados con gas pimienta y rodeados por policías con perros. Ellos como
el resto de los franceses no olvidarán esa imagen.
Ahora el cuerpo policial comienza a tener sudores fríos. Se sienten
solos en sus cuarteles. Desde que se quemó la prefectura de
Puy-en-Velay, saben de qué son capaces los “otros”.
Las instituciones se encuentran atrapadas en un colapso porque los chalecos amarillos no son un “movimiento social”: son un levantamiento popular.
La movilización de los «Chalecos Amarillos», nueva etapa de luchas en Francia. Rémy HERRERA ...Y MAS

LOS CHALECOS AMARILLOS. FRANCIA....los miserables se cansaron de pagar con sus dificultades los excesos de los poderosos...

No tardaremos en saberlo; pero si la izquierda clasista sigue abandonando la calle y las luchas, ya saben quien ocupara ese espacio.
En el estado de los borbones, los carburantes, la electricidad, la vivienda..., han subido seguramente mas que en la vecina Francia, y la transferencia de capital publico a esas oligarquías ha sido aun mayor, en aplicación de las mismas políticas?
¿Cual sera la respuesta organizada del movimiento obrero y popular?
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..."Hoy Francia amaneció paralizada por más de 2.300 manifestaciones de bloqueo de rutas, incluyendo los Campos Elíseos, organizadas por cientos de miles de ciudadanos movilizados contra lo que estiman un saqueo organizado del pobrerío."...
¿De verdad el problema clave es el Tribunal Supremo?. + ¿Quién manda aquí? . Ángeles Maestro ... y mucho más

El escándalo producido por la
decisión del Pleno del Tribunal Supremo de invalidar una sentencia firme
de la sala de lo Contencioso del mismo Tribunal ha tenido la gran
virtud, no sólo de mostrar “quién manda aquí”1, sino de hacer
inocultable la podredumbre que impregna a “las más altas instancias del
Estado”.
JUGOSO EDITORIAL DE LA REVISTA REDROJA , número 16.OCTUBRE 2018... Y MAS
Línea de demarcación frente al progrerío desviacionista (o la comedia no sabrá repetirse sino en forma de tragedia)
- Editorial de la revista de Red Roja, número 16
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