MOVER FICHA: CONVERTIR LA INDIGNACIÓN EN CAMBIO POLÍTICO. Una réplica al artículo "Pablo Iglesias Turrión, ¿saltó la talanqueta". Por Blas Padilla


   Según el trabajo de investigación realizado por el colaborador de este digital A. R. Suárez, "el mediáticamente conocido Pablo Iglesias Turrión, profesor de la Universidad Complutense y participante como tertuliano en algunas de las principales cadenas televisivas, se presentará a los próximos comicios europeos".
    Este trabajo de investigación, se ha concentrado en analizar a "algunos personajes", pero en modo alguno en analizar el manifiesto "PODEMOS".  Y para reforzar la "investigación responsable", lo refrenda con análisis realizados por el prestigioso estalinista caza trotskistas, el Profesor Manuel Navarrete.  A A.R. Suárez, por lo visto, no le interesa informar de otros "personajes" que también firman el manifiesto como son Alberto San Juan y Willy Toledo (ambos actores represaliados por el PP y PSOE), Marta Sibina (editora de la revista Café amb Llet), Cándido González Carnero (sindicalista, Asturies), Jorge Riechmann (poeta, activista ecologista), Cecilia Salazar-Alonso (activista de la Marea Verde-Madrid), Teresa Rodríguez (profesora de secundaria, delegada sindical y parte de Marea Verde Andalucía), Francisca Camacho (limpiadora de la Universidad de Cádiz y delegada sindical), Laura Mingorance (estudiante de la Universidad de Cádiz y parte de la Asociación Estudiantil Contra la Precariedad), Jesús Jaén, Carmen San José y Javier Cordón ( las tres activistas de la Marea Blanca-Madrid), Sixto Casado (sindicalista ferroviario), Elena Maeso ( Oficina Precaria, Madrid), Alejandro García (delegado sindical en McDonalds, Granada) y muchos valientes activistas, que este fin de semana pasada se la estaban jugando, resistiendo activamente contra trecientos mercenarios vestido de uniforme, que el Ministerio del Interior desplazo a la ciudad de Burgos para sofocar la protesta ciudadana contra la construcción de Bulevar de la calle Victoria de aquella ciudad, con el grito de LA CALLE ES DE BURGOS, BURGOS NO ES DE LACALLE y, que ésta resistencia logra derrotar al alcalde, cuyo apellido es Lacalle.  Sí, somos muchos que no pertenecemos a ése mundo mediático y que no hemos dudado en apoyar un manifiesto que está a la Izquierda de la izquierda.  Permítanme que exprese mi ego, el pasado lunes 13, yo mismo vi en Madrid el entusiasmo del actor Alberto San Juan con el manifiesto, y como en la Librería Marabunta comentaba el contenido del manifiesto y como el Teatro del Barrio del populoso barrio de Lavapiés iba a ser el escenario de la rueda de prensa que se celebrará el próximo Viernes día 17.

   Es importante decir que la candidatura a estas europeas no está decidida ni mucho menos.  Tenemos hasta primero de Marzo para presentar el proyecto, debatir, pedir apoyo a la ciudadanía y organizaciones políticas y populares.  Hay mucho trabajo que hacer, y también es posible que el proyecto no alcance el apoyo mínimo que nos hemos fijado y que lo estimamos en 50.000 firmas.  También cabe la posibilidad de que determinados personajes traicionen el proyecto.  ¿Por qué no?  No pasa nada, haremos nuestro balance y nos iremos para nuestras casas.


   En este artículo, no pretendo para nada, ser el defensor de Pablo Iglesias, ni tampoco defenestrarlo, pues ya existen muchos como A. R. Suárez que lo harán.  Yo pretendo, en las medidas de mis posibilidades, hablar y debatir sobre el Manifiesto que inspira el mover ficha, aunque muchos de los que apoyamos este manifiesto sabemos que gente a la izquierda de la izquierda como A. R. Suárez intentaran hacer explotar este proyecto.

     Al igual que en otros momentos de la historia, vemos hoy un continente europeo sumido en la perplejidad.  Mientras las mayorías miran con nostalgia el pasado perdido, unas poderosas minorías, sin otro criterio que su propia supervivencia, demuestran que el enriquecimiento es su bandera y la impunidad su horizonte.  Nunca en Europa ha habido tanta gente descontenta con la pérdida de derechos y, al tiempo, menos perspectivas de poder canalizar esa indignación a través de alguna opción electoral que emocione y que, al tiempo, demuestre capacidad de representación de las mayorías golpeadas y capacidad de gestión eficiente y comprometida que haga reales las mejores opciones posibles.  Resulta para muchos intolerable que en la mayor crisis del sistema desde el crack de 1929, las fuerzas que se dicen progresistas muestren su mayor debilidad, condenando a las mayorías de nuestros países a una suerte de melancolía que conduce a la resignación y a la depresión política.  Pero hemos pasado por peores momentos y hemos sido capaces de sobreponernos a las dificultades.  ¿Por qué debiera ser ahora diferente?

   Las elecciones al Parlamento Europeo se van a celebrar en un momento de profunda crisis de legitimidad de la Unión Europea.  En nuestro caso, estamos ante la mayor pérdida de credibilidad del régimen nacido con la Constitución de 1978.  Movimientos de indignación política como el 15M conectaron con una clara voluntad popular: no sacrificar más derechos en el altar de unos mercados guiados por la especulación y la rapiña.  La impotencia o dejación de responsabilidades de los Gobiernos, la incapacidad voluntaria de los partidos políticos de gobierno, la conversión de los Parlamentos en órganos burocráticos y sin capacidad política y el desconcierto de los sindicatos han dejado a la ciudadanía abandonada a su propia suerte.  Como en tantos otros países, la perplejidad está siendo utilizada para convertir las deudas privadas en públicas, para traspasar a grupos particulares los bienes comunes levantados durante décadas y para dedicar los últimos recursos públicos a la financiación de intereses empresariales particulares y estrechos. 

       Estamos ante un golpe de Estado financiero contra los pueblos del sur de la Eurozona.  Los que mandan están vendiendo el país y nuestro futuro a trozos.  El aumento de la represión (con leyes más autoritarias, incremento de las multas en un escenario de empobrecimiento económico e, incluso, dificultades para el ejercicio de derechos civiles y políticos) termina de completar un paisaje dominado por el agravamiento de las desigualdades sociales y de género y una mayor depredación de los recursos naturales.  No es extraño el pesimismo y el derrotismo que parece mostrar sectores a los que, sin embargo, les bastará una chispa de ilusión para salir de esa trampa de la desesperanza.

   Las leyes de seguridad ciudadana (que convierten en delito las formas de protesta inauguradas por el 15M), el regreso de la represión contra la libertad de las mujeres, el cercenamiento de la democracia en los ámbitos políticos locales, el mayor control de los medios de comunicación o el control de la judicatura quieren crear un escenario donde el miedo suspenda la democracia.  Formas que caminan hacia regímenes autoritarios envueltos en procesos electorales cada vez más vaciados de contenido.  ¿Tiene sentido que el 90% de la población que está sufriendo estas políticas no se dote de herramientas para crear un futuro más luminoso?

(*) Blas Padilla, ex sindicalista, trabajador de la construcción jubilado, coordinador sindical de Izquierda Anticapitalista Canaria, miembro de la C.C. de I.A.

 

 

 

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