Por qué apoyar 'Mover ficha'.
Esta semana saltaba la noticia. El
presentador de La Tuerka, profesor de la Complutense y tertuliano
habitual, amenazaba con presentarse a las elecciones europeas en una
candidatura unitaria y popular.
Las reacciones no se hicieron esperar y
desde la derecha nos encontramos con lo previsible, todo tipo de
calificativos que van de radical a chavista pasando por proabertzale,
nada nuevo bajo el sol. Lo interesante políticamente son las reacciones
que se han producido en la izquierda ya que, la furia, las babas y las
vísceras han superado considerablemente a las de la derecha. Se dice que
Javier Parra, Secretario General del PCPV, continúa en estado de trance
y ha convertido su Facebook en una cruzada personal contra el citado
profesor. Dice que los accionistas de Cuatro y La Sexta están impulsando
a Pablo Iglesias. Es curioso, cuando el diario Levante entrevistó al
citado secretario general, nadie lo pusimos en nómina del entramado
mediático. Sería prudente que no se atreviera a transitar ese camino
empedrado, pues algunos podríamos salir por bulerías y recordarle a
Moral Santín, a Bankia o los recortes que en Andalucía el PSOE acomete
gracias al apoyo de Izquierda Unida. La Real Politik
ya se sabe, es muy jodida. La inercia funciona como funciona e infinidad
de amigos, compañeros o sencillamente oyentes del grupo, han venido a
pedirme airadas explicaciones. No debería darlas pero me gusta la guerra
y el combate de ideas y aquí estamos. No me siento cómodo apoyando esta
candidatura (en esto coincido con Alba Rico, quién me lo iba a decir)
porque todo el mundo sabe el espectro teórico del que provengo: sé que
muchos de los que me felicitaron por este artículo (http://www.diario-octubre.com/2013/07/29/la-clase-obrera-hoy-canis-e-informaticos-respuesta-a-pablo-iglesias/ ) y lo colgaron en sus blogs y portales, hoy me van a lapidar.
He apoyado a Pablo Iglesias por
distintos motivos (y me represento a mí mismo, no a mi grupo. Todavía
tendrá que reunirse el soviet supremo). El primero y más obvio es porque
es mi amigo. Lo conozco personalmente y puedo dar fe de que se trata de
una persona honesta que cree en lo que dice. Además (a diferencia de
otros) nunca he tenido trato personal con cúpulas políticas o sindicales
y me resulta grata la idea de que un conocido dispute el poder, será
cosa del egorrevisionismo (no deja de resultar hilarante que se acuse de
revisionismo desde las filas de IU, pero ese es un debate estéril).
Supongo que era un paso inevitable pero muchos se sorprenden —o se hacen
los sorprendidos— cuando en la cabeza de todos la idea de ver a Pablo
Iglesias metido en política se materializaba cada vez que sintonizábamos
la Sexta para verlo machacar a Marhuenda, Eduardo Inda o Alfonso Rojo.
Es algo que, como se suele decir en el barrio, estaba cantado. Y estaba
cantado por otro de los motivos por el cual apoyo esta candidatura:
resulta insultantemente evidente que ahora mismo sería el mejor y más
idóneo de los candidatos. Podría ponerme el disfraz de cínico y tirar de
corrección política y hablar de humildad endulzando este escrito, pero
me la he dejado en casa y voy a poner las cartas sobre la mesa y los
puntos sobre las íes: ¿alguien puede mirarme a los ojos y decirme que
un Lara, un Centella o un Meyer son mejores candidatos que Pablo
Iglesias? Por tanto aplicando la lógica, Pablo debería ser el candidato
de ese ansiado frente de izquierdas. ¿O por un momento Izquierda Unida
piensa que puede vencer bajo esas siglas? Eso no lo cree ya ni Julio
Anguita (como le dijo al Follonero), de ahí el Frente Cívico. ¿Queremos
vencer? ¿O sumar unos poquitos escaños más? Con IU tenemos asegurados
unos poquitos escaños de más dada la situación económica y política del
país; con un candidato nuevo y un frente común se podría incluso hasta
soñar. Lo que es seguro y siendo cautos, es que sumaríamos. Claro que
está la lógica y luego la lógica interna de los partidos. Aquí es dónde
surge el conflicto y dónde nos topamos con la madre del cordero de todo
este embrollo.
La lógica aplastante nos dice que el
candidato más preparado e idóneo debería encabezar un frente común, pero
la lógica de partido nos dice que ni por asomo: un buen candidato es
aquél capaz de soportar infinitos y tediosos procesos internos, un
burócrata profesional que debe resistir hasta que las mentes más lúcidas
del partido abandonen. La lógica aplastante nos dice que Tania Sánchez y
Alberto Garzón son los más adecuados para ser portavoces en el
congreso, pero la lógica de partido nos coloca a Cayo Lara y a Centella.
Se dice (y desde la lógica de partido es un argumento impecable) que se
trata de una candidatura desde arriba y sin contar con las bases, es
decir, el eterno comodín, ese santo grial al que recurrir para negar
esta candidatura, una especie de ente por encima del bien y el mal que
nunca se equivoca. ¿Qué bases? ¿Las que encumbraron a Carrillo, nos
vendieron en la Transición y nos obligaron a olvidar a nuestros abuelos
en las cunetas con un servicio de orden que se dedicaba a incautar
banderas republicanas en las manifestaciones del 77? ¿Las bases que
firmaron Los Pactos de La Moncloa? ¿O más recientemente las bases que
arrinconaron a Tania Sánchez en pos de Eddy Sánchez? A veces, por mucho
que algunos se empeñen en glorificarlas, hay bases que dan miedo y toman
decisiones terribles. Se suele decir que las cúpulas van por un camino y
las bases por otro, pero olvidamos lo evidente: quien elige a las
cúpulas son sus bases. Lo único sensato que han hecho mayoritariamente
las bases en la última década ha sido elegir a Javier Parra (un
comunista honesto y trabajador aunque un tanto cabezotas) como
Secretario General del PCPV, pero no podemos esperar otros 10 años.
En la misma línea que mitifica las bases
se grita una y otra vez que se hace sin contar con ellas: obviamente no
se cuenta con las bases de IU pero eso no significa que el proyecto
carezca de legitimidad. Ha pedido como condición el respaldo de la nada
desdeñable cifra de 50.000 firmas de apoyo. Miles de firmas que
probablemente no pertenecen a las bases de IU pero sí a la gente que
hemos participado en las mareas, en los movimientos sociales y en todo
tipo de movilizaciones. El problema es que hay quién piensa que el voto y
opinión de un miembro del partido vale más que el voto y la opinión de
un ciudadano anónimo que participa en detener un desahucio o en una
manifestación de estudiantes. Pero seamos sensatos, eso tendría sentido
si se tratase de un partido de vanguardia de revolucionarios
profesionales atrincherados en la clandestinidad armados hasta los
dientes y dispuestos a asaltar el Palacio de Invierno, en perfecta
confluencia con los sectores populares más avanzados. Y por Marx,
estamos hablando de Izquierda Unida no de los bolcheviques ni de los
espartaquistas alemanes. El que piense que el voto y la opinión de un
miembro de su coalición vale más que el de un anónimo luchador, es que
no ha entendido nada. Podría darse una vuelta por Latinoamérica para
analizar cómo confluyeron los procesos emancipatorios: allí no te pedían
carné de partido para poder participar de dichos procesos. Por cierto y
hablando de Latinoamérica, habrá gente que lleve lustros soportando
congresos y trabajando día a día con las bases, siempre desde la cómoda
oposición. Lo interesante es que tanto Pablo Iglesias como Juan Carlos
Monedero y sobre todo Íñigo Errejón, se han visto en la tesitura de
gestionar el poder (con todo lo que ello implica) trabajando codo con
codo con el gobierno bolivariano como asesores directos. Resultaría
ridículo que se les acusara de carecer de experiencia. Pero sigamos.
Se dice también que la candidatura no es
más que el enésimo intento de Izquierda Anticapitalista de acceder a
las instituciones, esta vez con una cabeza mediática visible. El
neo-trostkismo que vuelve a la carga con una nueva fracción.
Rotundamente falso, si así fuera yo no apoyaría esta candidatura. No es
ningún secreto que Izquierda Anticapitalista quiere ver mi cabeza en una
pica y por todos son conocidas las arduas desavenencias que hemos
tenido, sea entorno a la guerra en Siria o en Libia, sea entorno a
Santiago Alba Rico y sus declaraciones y artículos sobre dichas guerras.
Huelga decir que tampoco son ninguna novedad los permanentes
desencuentros que he tenido con el mismo Pablo sobre el concepto «clase
obrera», las experiencias socialistas, el EZLN o la historia del
marxismo occidental. De hecho continúo pensando que debería trabajar
tres meses en una fábrica sidero-metalúrgica para comprender por qué
algunos hablamos de clase obrera y no de nuevos sujetos emergentes. Pero
resulta que esto no va de debates teóricos, va de un país en plena
emergencia social con niños que se desmayan en los colegios porque no
hacen tres comidas al día y de familias que pasan frío porque no pueden
encender la calefacción. Esto va de sumar, de converger y de por una vez
por todas, enfatizar aquello que nos une y no aquello que nos separa.
¿Hay quién se reserva su opinión a la espera de conocer el programa?
Menuda estupidez.
Me importa un pimiento el maldito
programa, mientras escribo estas líneas ni siquiera lo he leído, pero
puedo asegurar que, en líneas generales, es muy parecido al de IU, al de
IZAN, al de Bildu, al de las CUP, al PCPE, etc. En definitiva un
programa que cualquier persona meridianamente progresista suscribiría:
auditoría pública de la deuda, nacionalización de los sectores
estratégicos, un plan de vivienda social y la inmediata recuperación de
lo público (sanidad y educación) que nos saque de esta miseria extrema.
¿Reformismo? Como la copa de un pino, pero a veces hay que elegir entre
reforma y revolución o entre reforma y la nada. Supongo que incluso a
los guardianes del marxismo leninismo más ortodoxo les reconforta ver a
los jóvenes de Gamonal tirando piedras a las fuerzas de orden público
(aunque sea para evitar un Bulevar y no por la revolución socialista) o a
sus vecinos parapetándose en un desahucio con los compañeros de la PAH
(aunque la PAH abogue por un plan de vivienda social y no por una
revolución de corte bolchevique). Estoy seguro de que se emocionaron con
la lucha minera aunque entre sus objetivos directos no se encontrara la
instauración de un régimen socialista sino el mantenimiento de sus
puestos de trabajo. ¿O se atreverán a afirmar que los trabajadores de la
limpieza de Madrid eran una horda de reformistas que luchaban
únicamente por combatir un ERE y no por el socialismo? Cuidado que la
línea que separa reforma de revolución es demasiado compleja. Aviso para
navegantes: el que nos acuse de reformistas que se pregunte si ha
participado en alguna manifestación en defensa de lo público o en alguna
huelga. Si la respuesta es afirmativa que lo medite antes de gritar
aquello de ¡reformistas! Si la respuesta es negativa que se pudra. Son
los clásicos del marxismo los que nos recuerdan que en ocasiones la
clase obrera se ve en la obligación de trazar alianzas estratégicas, fue
el mismo Stalin el que defendió los Frentes Populares en los años
treinta: hoy la amenaza no es el Tercer Reich sino ese fascismo de baja
intensidad pintado de magenta que nos dice que la culpa es de los coches
oficiales, que sobran autonomías y que los españoles deben ir siempre
primero.
Volviendo al mundo real, Izquierda
Anticapitalista se encuentra en una posición débil y no tiene más
remedio que apoyar esta candidatura. Habría que ver qué harían si
tuvieran asegurados un 10 ó un 12% de los votos, pero bienvenido a la
política amigo, que no es otra cosa que un conflicto de intereses. Por
tanto la operación se perfila evidente. Si Pablo Iglesias recibe un
apoyo insignificante, Izquierda Unida se hará la sueca y le dará la
espalda. Por el contrario, si Pablo Iglesias supera con creces y de
forma muy holgada esa barrera de los 50.000 apoyos, Izquierda unida no
tendrá más remedio que sentarse a negociar. Así funciona el juego: hay
gente que no pega carteles, pero sí vota. Y su voto cuenta lo mismo. O
incluso a lo mejor votan por primera vez. Ahora apliquemos la lógica y
pensemos en los niños que no hacen tres comidas al día y no en intereses
partidistas: ¿Quién obtendría más votos? ¿Izquierda Unida tal y como
está o una candidatura común que englobe a Izquierda Unida, Izquierda
Anticapitalista y tenga a Pablo como candidato y cabeza visible
asentando un frente que podría consolidarse y romper el bipartidismo con
vistas a las generales? Apliquen la lógica aplastante, no la lógica de
partido. Es tan sencillo como apostar por los intereses generales en
lugar de los particulares. Las elecciones europeas son una falacia y no
restan, se trata de acumular poder de cara a las generales en un frente
que aglutine distintas sensibilidades entorno a un programa de mínimos.
Por último, me gustaría apuntar que
apoyo este proyecto siempre y cuando sea para sumar y sea para forzar
esa negociación con Izquierda Unida, una negociación que considero
legítima pues se haría con el respaldo de la gente en aras de formar ese
ansiado frente común. Si el apoyo a Pablo no es suficiente (para mí
tienen que ser algo más de 50.000 firmas) y la operación se va a reducir
a arañarle un 1 ó un 1,5% de votos a Izquierda Unida, tal como me he
subido a este proyecto, me bajaré. Sería contraproducente y un escenario
triste. No lo haría por IU sino por la gente que sufre este robo a mano
armada que se llama neoliberalismo. Una pequeña fracción sin más en la
izquierda sería velar por intereses particulares y no generales.
Firma si quieres forzar esa negociación por un frente común.
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