Los políticos son sirvientes de los ricos. Mumía Abú-Jamal

9-9-2015 Es imposible ver el presente grupo de políticos aspirantes a la Presidencia de los Estados Unidos y no ser pasmado por su nivel de servilismo a los deseos y necesidades de la clase adinerada.
Como perritos falderos que hacen piruetas en la presencia de sus amos, los politicos, con la dudosa libertad que les da la decisión Ciudadanos Unidos (Citizens United) de la Corte Suprema, se tiran a los piés de billonarios por mendrugos para servir mejor a sus amos.
 
Por éso, un billonario puede mantener media docena de aspirantes, y haciéndolo, puede determinar no solo quien es candidato, si no también, quien gana -- y que leyes serán promulgadas.
 
¿Y porqué no?  Ellos son sus dueños. ¿No?
 
Sin embargo, éso no es suficiente. Porque viene al caso la aparición del ejecutivo de bienes raíces de Nueva York, Donald Trump.
 
Donald Trump se jacta todo el tiempo de su enorme fortuna. Haciendo éso, Trump intimida a sus potenciales rivales, que están acostumbrados a arrodillarse ante los millonarios.
 
Pero él también representa la desconfianza de su clase, porque en lugar de emplear a políticos, él se hace candidato para asegurar que su clase social domina.
 
En verdad, éste no es solamente asunto de Republicanos, porque los Demócratas, que consiguen con sus discursos sentimentales el apoyo de los sindicatos y de la clase trabajadora, una vez en el poder, los Demócratas se dedican a defender los intereses de Wall Street -- que es la fuente de la mayoría de las donaciones que los llevó al poder.
 
La estrategia de los Demócratas, de hablar de asuntos laborales mientras favorecen al capital, fue vista en el destructivo Tratado de Libre Comercio, (NAFTA), que desapareció por millones los trabajos manufactureros de los Estados Unidos.
 
El ex Presidente Bill Clinton vendió febrilmente el tratado NAFTA como tratante callejero ambulante de cocaína crac, vendiendo sueños que terminan siendo pesadillas.
 
Hoy, los Clinton están de vuelta, presentándose como redentores de la clase trabajadora,  cuando su atesorado NAFTA se roba anualmente decenas de miles de trabajos, socava los sindicatos, y gana inmensas riquezas para Wall Street.
 
Cuando H. Ross Perot, el texano hombre de negocios y candidato a la presidencia en 1992-96, predijo que NAFTA iba a producir  un "gigantezco sonido de estafa" por los trabajos que se habrían transferido al extranjero, los sabelotodo de los medios de comunicación se rieron de él, haciéndolo aparecer como un estúpido.
 
Hoy la historia prueba que sus palabras fueron la verdad.  
 
Los políticos –sirvientes del capital-- prometen progreso, pero solo traen desastres.
 
 
©’15maj
 
 
Traducción libre del inglés enviado por Fatirah Aziz, Litestar01@..., hecha en  REFUGIO DEL RÍO GRANDE, Texas, EE.UU.

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