Al señor Arenas Bocanegra, Vicesecretario General del
PP, le parece perfecto que el ministro del interior, Fernández Díaz, haya
recibido en el ministerio al imputado por corrupción, Rodrigo Rato, incluso
afirmó “que no tendría problemas en verse con él en su despacho y que ya lo
felicitó en navidades”. Si esto sucediera en cualquier país democrático del
mundo tendría que dimitir de forma automática por la vía de urgencia, jamás un
pueblo que no esté arrodillado y pisoteado por una dictadura permitiría este
tipo de vergonzosas declaraciones.
Ni Arenas, ni el católico
ministro, responsable de la
seguridad del estado, parecen tener ningún tipo de remordimiento, les
importa un
bledo lo que puedan pensar millones de personas víctimas de todo tipo de
corruptelas y pelotazos, cuyos responsables directos son gran parte de
estos degenerados personajes, los mismos que ahora están siendo
procesados judicialmente.
Escándalos que cada día observamos con mucha tristeza en las
televisiones, escuchamos en las radios, leemos en los periódicos, detenciones, tramas de todo tipo, de todos los colores
posibles, lo más rocambolesco y putrefacto de la historia de España, la marca
de la miseria, del hambre infantil, de los desahucios, de las miles de muertes
anuales por suicidios económicos, del fallecimiento de cientos de miles de
enfermos y enfermas dependientes, a los que el gobierno retiró las ayudas, la
única salida que les quedaba para mantenerse con vida.
Las declaraciones de Javier Arenas insultan la
inteligencia, atacan ferozmente la yugular de las personas honradas, humillan a
quienes ya no pueden más, quienes sobreviven con sueldos de miseria, con ridículas
prestaciones, con exiguas ayudas sociales que vulneran los más elementales
derechos humanos.
Ya parece que no queda vergüenza en este partido,
que la perdieron cuando comenzaron muchos de sus miembros, no se sabe cuándo ni
en qué momento, a cobrar en sobres, a vivir a cuerpo de rey, a codearse con los
más granate de la oligarquía española, heredera directa de la criminal
dictadura franquista.
Mi indignación es la de
muchas personas honestas,
las que luchamos diariamente por alimentar a nuestras familias, las que
sufrimos el austericidio, los recortes salvajes, el desempleo, las
políticas depredadoras de un gobierno que no
pertenece al pueblo, que es propiedad de la banca, del putrefacto poder
financiero, que
avergüenza a la gente de bien, las que cada día miramos el negro futuro y
se nos
quitan las ganas de seguir viviendo, las que nos mantenemos en píe y
seguimos
luchando para que nuestras hijas, nuestros hijos puedan tener un mañana
de progreso y dignidad.
Señor Arenas sus palabras hacen sangre, destruyen,
hacen daño, se burlan de la miseria y el hambre de nuestro pueblo.
http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/
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