El siniestro baile de los traidores. Francisco González Tejera

Al señor Arenas Bocanegra, Vicesecretario General del PP, le parece perfecto que el ministro del interior, Fernández Díaz, haya recibido en el ministerio al imputado por corrupción, Rodrigo Rato, incluso afirmó “que no tendría problemas en verse con él en su despacho y que ya lo felicitó en navidades”. Si esto sucediera en cualquier país democrático del mundo tendría que dimitir de forma automática por la vía de urgencia, jamás un pueblo que no esté arrodillado y pisoteado por una dictadura permitiría este tipo de vergonzosas declaraciones.
Ni Arenas, ni el católico ministro, responsable de la seguridad del estado, parecen tener ningún tipo de remordimiento, les importa un bledo lo que puedan pensar millones de personas víctimas de todo tipo de corruptelas y pelotazos, cuyos responsables directos son gran parte de estos degenerados personajes, los mismos que ahora están siendo procesados judicialmente.

Escándalos que cada día observamos con mucha tristeza en las televisiones, escuchamos en las radios, leemos en los periódicos, detenciones, tramas de todo tipo, de todos los colores posibles, lo más rocambolesco y putrefacto de la historia de España, la marca de la miseria, del hambre infantil, de los desahucios, de las miles de muertes anuales por suicidios económicos, del fallecimiento de cientos de miles de enfermos y enfermas dependientes, a los que el gobierno retiró las ayudas, la única salida que les quedaba para mantenerse con vida.
 
Las declaraciones de Javier Arenas insultan la inteligencia, atacan ferozmente la yugular de las personas honradas, humillan a quienes ya no pueden más, quienes sobreviven con sueldos de miseria, con ridículas prestaciones, con exiguas ayudas sociales que vulneran los más elementales derechos humanos.

Ya parece que no queda vergüenza en este partido, que la perdieron cuando comenzaron muchos de sus miembros, no se sabe cuándo ni en qué momento, a cobrar en sobres, a vivir a cuerpo de rey, a codearse con los más granate de la oligarquía española, heredera directa de la criminal dictadura franquista.

Mi indignación es la de muchas personas honestas, las que luchamos diariamente por alimentar a nuestras familias, las que sufrimos el austericidio, los recortes salvajes, el desempleo, las políticas depredadoras de un gobierno que no pertenece al pueblo, que es propiedad de la banca, del putrefacto poder financiero, que avergüenza a la gente de bien, las que cada día miramos el negro futuro y se nos quitan las ganas de seguir viviendo, las que nos mantenemos en píe y seguimos luchando para que nuestras hijas, nuestros hijos puedan tener un mañana de progreso y dignidad.

Señor Arenas sus palabras hacen sangre, destruyen, hacen daño, se burlan de la miseria y el hambre de nuestro pueblo.
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