¿QUÉ NEGOCIAN EN SECRETO CIUDADANOS Y PODEMOS CON EL PSOE Y EL PARTIDO POPULAR? Por JUAN ANDRÉS PÉREZ RODRIGUEZ




   El nuevo “bipartidismo doble” del Estado español
 Las recientes reuniones sostenidas entre los dos viejos partidos españoles – PP y PSOE - y sus dos nuevos homólogos - Ciudadanos y Podemos - podrían compararse con los antiguos conciliábulos de cismáticos de la Iglesia. La única diferencia con aquellas conspiraciones es que no son encuentros entre herejes que se rebelan contra las reglas y la disciplina imperantes, sino todo lo contrario.


    Por el secretismo de dichos encuentros incluso el diario Público – uno de los órganos oficiosos de propaganda de Podemos - los ha denominado el “pacto del oscurantismo”. Y por su vieja y amañada forma podrían ser  bautizados como  “el pacto de los iguales”.



   Tal y como marca la tradición del “juego representativo”, los citados encuentros se efectuaron sin fecha, ni hora, ni lugar conocido de antemano. Posteriormente, fueron publicitados con una declaración consensuada a la  prensa, donde se comunicaron “todos” los pormenores de las reuniones.


   En la línea que marcan las buenas costumbres de la vieja política, Rajoy compartió mesa y mantel con Pedro Sánchez en una cena servida en Moncloa. Sánchez también se reunió con Pablo Iglesias en Madrid.



    La noticia sobre estas reuniones secretas causó cierto desconcierto entre los seguidores podemistas, que han tenido que encajar cómo Iglesias reproduce las mismas prácticas de la “casta política” que criticaba con dureza no hace demasiado tiempo.   



   Sin embargo, la tendencia a justificar cualquier decisión o acción del líder mediático continúa imponiéndose entre los partidarios de la nueva formación política.



   “Un poco de paciencia - solicitaba un simpatizante-  y ya nos dirán de qué se habló. Parece que fue una reunión muy preliminar sin debate de gran fondo, simplemente para poner las bases de debates futuros. Tal vez por ahora igual no hay gran cosa que explicar y por eso no se ha dado más bombo. Si sigue habiendo reuniones o se toman decisiones sin dar explicaciones podemos empezar a quejarnos pero por ahora me parece prematuro actuar en esta línea”.

   Un análisis frío de estas maniobras, no obstante, obliga a concluir que no hay nada nuevo bajo el Sol de la política española.   

    Ahora, cabría parafrasear la pregunta de H.G Wells en La Guerra de los Mundos. ¿De qué se asombran, si estaban advertidos por la propia trayectoria política que  la organización iba marcando al compás de su líder?

   Podemos surgió con la convicción de sus fundadores de que no existe ninguna alternativa política o económica más allá de la marcada por las propias instituciones del sistema. Y es por ello que apuestan por la institucionalidad, tal como recoge su documento fundacional “La crisis del régimen del 78, Podemos y la posibilidad del cambio político en España”.

   El partido de Pablo Iglesias, creado en enero de 2014 como una especie de muñeca Matrioska que lleva dentro de sí otra muñeca más pequeña y diferente, lanzó la consigna propagandística de "el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto", en el discurso inaugural de la Asamblea 'Sí se Puede' el Palacio Vistalegre de Madrid.

    Sin embargo, al presentar el programa económico de su partido Pablo Iglesias pasó a defender “un programa realista y pragmático, que permita salvar las conquistas sociales que se están destruyendo”. Un programa que, según reconoció el propio Iglesias, debería ser compartido por cualquier partido socialdemócrata europeo.

   Con una estudiada ambigüedad, Pablo Iglesias ha conseguido ilusionar, entre otros, a sectores sociales de izquierdas que quieren ver en su vertiginosa deriva hacia la orilla del PSOE una simple estrategia electoral. Pero el líder y cofundador de Podemos provocará aún mucho asombro a quienes siguen confiando en que una vez en “el poder” retomará todas las propuestas de cambio que ha  sido “necesario” ir dejando en el camino.


    Y es que, al fin y a la postre, Podemos no es más que un instrumento para contribuir a realizar, con formas remozadas, la labor que han desempeñado hasta la fecha los viejos partidos nacidos de la Transición: gestionar al capitalismo español.

    No cabe soprenderse, pues, por lo que haga en un futuro próximo un partido que encaja a la perfección con el espíritu y los intereses que dieron a la luz  el  Régimen del 78, con el que todo quedó "atado y bien atado"  tras la muerte del dictador. 


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