La masacre como política imperial. Lilia Solano... y mucho mas

15 junio 2015    Article en PDF : Grabar en formato PDF

Los colombianos hemos sufrido las consecuencias de todas las intervenciones de la política norteamericana, la razón básica que da Washington para librar en nuestro territorio sus guerras, es la de la amenaza para la región y para la seguridad interna de Estados Unidos. Es aquí donde la guerra contra las drogas ha oficiado como uno de los factores de justificación.

En los tiempos del Plan Colombia, el curso de las argumentaciones fue: “debemos apoyar a Colombia porque está perdiendo la lucha contra las drogas”. Esta fue la respuesta de Clinton a Pastrana frente a la solicitud de apoyo para un programa de Paz, al calor de los diálogos de Paz en su momento.

Vivimos un momento crucial de nuestra historia, en el que debemos profundizar en la toma de conciencia respecto a la estrategia imperial de dominación y es válido recordar el contexto histórico de la Alemania nazi en los años treinta del siglo XX. Cuando Alemania preparaba su estrategia de desarrollo, la divulgaba y mantenía el apoyo de países como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Alemania logro este apoyo, porque estos países vieron en el fascismo la estrategia necesaria frente al socialismo, tanto en la Unión Soviética como en otros movimientos socialistas en sus propios países.

Esto empezó a verse con el fascismo italiano, en 1921 cuando Benito Mussolini fue apoyado a pesar de su régimen represivo contra los socialistas italianos y la política de apoyo a Mussolini resultó muy útil hasta mediados de los años treinta. Cuando el nazismo llegó al poder en Alemania, recibió la aprobación de los países occidentales democráticos por una razón sencilla, los poderes occidentales veían en el nazismo la solución para Alemania, donde avanzaba el movimiento socialista más grande del mundo. Lo aplaudieron porque los comunistas y socialistas estaban en campos de concentración, sus partidos destruidos, sus medios de comunicación prohibidos y muchos de sus líderes muertos.

Esta estrategia les proporcionaba confianza a las democracias occidentales, que le dieron todo su apoyo al nazismo. No producía sospecha, sino por el contrario les daba ánimo. Todos creían en la fortaleza nazi frente al socialismo y el comunismo.Ni en la guerra civil española se dieron cuenta de lo que ocurría o no se dieron por enterados.Apoyaron otra vez al fascismo, que ganó esta guerra por el apoyo militar de la Alemania nazi y la Italia fascista. Las democracias occidentales vieron con beneplácito estos triunfos. Nuevamente soñaban con los avances anticomunistas.

Esta misma miopía como estrategia, la encontramos en nuestros días. Desde hace muchos años Estados Unidos se ha levantado como la fuerza principal de la globalización de las transnacionales y ese es su principal interés a defender. Desde la llegada de George Bush (hijo) a la presidencia gracias a un fraude, hemos visto diversos acuerdos internacionales desmantelados y el rol de la ONU está limitado. Desarrollan campos des de concentración, siendo uno de los más conocido, el de Guantánamo. Son campos sin ley aceptados por las poderes mundiales; que están convencidos de que son necesarios para defender al mundo occidental.

Fuente: Investig’Action

Es muy claro que las democracias occidentales no se preocupan por los derechos humanos, ni por el Estado de derecho. Se preocupan de lo que llaman, la defensa frente a las “conspiraciones mundiales”, que han inventado estos mismos países y como consecuencia están dispuestos a la violación sistemática de los derechos humanos y a la alienación del Estado de derecho.

Pero las conspiraciones las inventan en función de sus propios intereses y para la imposición de su poder. Es muy claro que la invención de tales conspiraciones mundiales es una técnica social para abolir los derechos humanos en función de una estrategia adelantada por el poder que se impone.

Esta era la posición de las democracias occidentales cuando celebraron el establecimiento de campos de concentración para los socialistas en los países fascistas. Se sentían en estrecha conexión. Y siguieron ilusionados hasta el ataque de la Alemania nazi a Polonia en 1939. Este ataque destruyó la ilusión, ya que fue un ataque no provocado, justificado como guerra preventiva.

Poco tiempo después Estados Unidos y Gran Bretaña desataron la Guerra Fría, la que de igual forma fue una lucha por el poder sobre el mundo. En este tiempo se trataba de imponer el poder de los países capitalistas sobre el mundo. Cuando se logró el derrumbe del socialismo, otra vez se creyó en la instauración de una comunidad mundial, solamente de países capitalistas.

Es claro que las luchas por el poder mundial empiezan en el siglo XX, en esta época los poderes de Europa y los Estados Unidos lograron dominar el mundo y se lo repartieron entre ellos. Para seguir la conquista tenían que atacarse entre sí. De esta manera nacieron las guerras mundiales y la Guerra Fría. De ahí se desprenden las luchas por el poder mundial, con una estrategia sencilla pues se trataba de constituir un poder por encima de todos los poderes del mundo.Al término de la Guerra Fría aparece un mundo pluriestatal con una superpotencia. Surge entre los llamados halcones, muy estrechamente vinculados con el American Enterprise Institute (la central de las empresas multinacionales estadounidenses), para quienes el Presidente Bush, fue algo así como un títere a su servicio.

Al existir un poder militar mundial, faltaba entonces un nuevo poder económico y financiero mundial que lo sustente y los Estados Unidos se lanzaron a esta conquista. Por eso, no se trata simplemente del petróleo de Iraq, pese a que se trata también del petróleo o el petróleo de Venezuela; el petróleo lo podrían comprar y los países productores lo venden. Se trata, fundamentalmente del poder sobre el mundo en lo económico y lo financiero, y el petróleo es una de las llaves de este dominio. Bush lo proclamo claramente: “Somos una fuerza militar sin paralelo, tenemos el derecho de actuar en todo el mundo para imponer la economía de mercado y garantizar la seguridad energética y podemos atacar a quien consideremos una amenaza o a cualquier país que pueda convertirse en una competencia militar”.

Estas guerras no se pueden entender como simple consecuencia de la sed por el petróleo y de ganancias. Las ganancias sirven de pretexto para la guerra, y se las obtiene si se puede; pero la guerra se hace aun cuando no haya ganancias. Quieren el poder, no una parte sino todo el poder. No quieren apenas petróleo, sino todo el petróleo, así como luchan por dominar toda el agua, todo el trigo, todo el arroz, todos los genes, todas las ganancias. Lo de esta potencia mundial es una estrategia que no conoce límite. Con tanto para acumular, se lanzan sin siquiera calcular. ¿Para qué van a calcular las ganancias si está apostando por el todo? Inclusive están dispuestos a matar a todo el que haga preguntas, con tal de dominarlo todo, a condición de que los otros no posean nada y se tengan que postrar, al igual que hacen postrar a sus prisioneros frente a ellos como lo vimos en la guerra de Irak y en otras guerras.

Lograr el poder sobre el mundo, necesita de un enemigo presente en el mundo entero, que amenace al que quiere todo el poder, y para defenderse entonces éste debe tomar el poder sobre todo el mundo. Estamos siempre frente a la construcción de una “conspiración mundial”, la cual obliga a aquel que quiere tomarse el mundo, a tomar el poder mundial. Solo que como no existe tal enemigo, se lo inventan.

Se inventaron el monstruo de la “conspiración mundial". Este monstruo obliga a conquistar el mundo para entonces liberarlo de este poder monstruoso que en realidad no existe sino que es una estrategia. En efecto, desde finales del siglo XIX se empieza a hablar de “conspiraciones mundiales”. Cada nueva perspectiva de conquista del poder sobre el mundo crea su “conspiración mundial”. Eso se inicia con el invento de la conspiración mundial judía; en nombre de la lucha contra ella, la Alemania nazi busco el poder mundial.

Una nueva “conspiración mundial” se originó durante la Guerra Fría, la “conspiración mundial” comunista, que recibe su elaboración más contundente en el tiempo de Reagan quien se inventa el “Reino del Mal”, dirigido por el Kremlin. A esa conspiración sucede la conspiración mundial terrorista, creada por la administración de Bush hijo. Es un invento igual que los otros, aunque logren que muchos crean en ella. Se apoya en los atentados de Nueva York, de igual modo que el régimen nazi se basó en el “Reichtagsbrand” (incendio del Parlamento). De esa forma se logra un impacto inmediato que sirve para provocar el miedo en la población frente a la “conspiración mundial”. Más tarde se lanza el asalto al poder mundial, para dominar a las fuerzas nefastas que actúan mundialmente.

Todo es puro invento, un gran cuento bien montado En el caso de Nueva York, todavía no se sabe quiénes en realidad fueron los responsables. No hay razones para creer en la existencia de ninguna organización mundial terrorista con capacidad de ser una amenaza mundial. No existe tal amenaza de la “conspiración mundial” terrorista. Pretenden crear miedo y lo logran creando esta conspiración y la construyen usando todos los medios a su alcance. No cuenta, de por sí, con ningún personaje como Bin Laden ni con ninguna organización que mundialmente sea un peligro. Por ende, pueden prescindir de ellos fácilmente y sustituirlos por nuevos ejes del mal por inventar y por ampliar. Lo mismo que en las “conspiraciones mundiales” anteriores, los hechos son completamente irrelevantes.

Lo que se requiere es el fantasma de la conspiración mundial para justificar un asalto al poder sobre el mundo. En la guerra de Kósovo se recurrió al argumento de que la intervención militar en Serbia era con el fin de impedir un holocausto y defender los derechos humanos El argumento se mostró totalmente eficaz. El propio ministro alemán de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, lo utilizó. Era, desde luego, un argumento mentiroso. Aun así, en este caso se supo quién inventó el argumento. Lo hizo una empresa de publicidad encargada de diseñar la estrategia publicitaria de la guerra. Pero este no es un caso aislado, todas las estrategias de las guerras y de las armas son discutidas con estas agencias publicitarias que orientan la opinión pública y son muy eficaces en usar los medios masivos de comunicación para darles rostro a los monstruos creados por la estrategia militar.

Se confirma por consiguiente la estrategia de la violencia del poder, la de la masacre, la tortura, del terrorismo de Estado. Hay una estrategia del petróleo, del comercio, etc. Sin ella no funcionan ni la violencia ni los negocios. En nombre de esta estrategia se controla el mundo.Se crea un conjunto ideológico criminal, vinculado al control del poder mundial. Esta estrategia requiere de una “conspiración mundial” que es necesario derrotar. Esta encarnación se encuentra hoy en el dominio mundial de empresas transnacionales, que solo mediante el asalto al poder por una potencia, se puede proyectar mundialmente como un poder por encima de todos los poderes.

Por lo tanto, la nación elegida fue aquella que habia monopolizado el poder de las armas. Así pues, estamos frente al hecho de que comenzó una nueva guerra mundial, con un único país que la hace, mientras todos los otros la tienen que sufrir sin poder contestar. Es una guerra de muchas guerras, una después de la otra. Estas guerras tienen en mucho el aspecto de masacres que transforman a los países en tumbas colectivas y anónimas. Ha cambiado de significado de la palabra libertad, resulta por consiguiente una estrategia de la violencia, del poder, de la tortura, del terrorismo de Estado. Y la libertad es la del libre exterminio de los otros. Es la libertad como derecho “a atacar a quien consideren una amenaza o a cualquier país que pueda convertirse en una competencia militar”. Es la libertad que Estados Unidos ejerce ahora y anuncian que la ejercerán durante un largo futuro. Disponen de listas de los países por aniquilar, y en la Casa Blanca se decide durante el desayuno, cual país será el próximo. Podemos leer esas listas porque las publican, pese a que inicialmente son tentativas. Resultan de reuniones en Washington y sin temor reconocen que les toca globalizar las masacres.

La nueva estrategia es de decapitación. Se trata de decapitar países, regiones, organizaciones e iniciativas por medio de decapitar a sus líderes. Se produce por medio de asesinatos masivos, pero selectivos, de los líderes de movimientos, instituciones y conjuntos sociales en general. Eso vuelve imposible cualquier acción humana, en vista de que no existe acción relevante que no sea social.

Parte de esta estrategia es la tortura sistemática individualizada para saber cuáles son estos líderes a todos los niveles, y así incluirlos en listas interminables. Una vez conocidos se los puede torturar y asesinar. Lo hicieron las dictaduras de seguridad nacional en América Latina para destruir los movimientos sociales, basándose en las “técnicas sociales” desarrolladas en Vietnam y enseñadas aquí por los torturadores formados en las escuelas militares norteamericanas. En la actualidad se trata de un aniquilamiento, solamente que no es indiferenciado como los aniquilamientos de los años treinta. También los asesinatos selectivos son masivos.

Un ejemplo muy típico lo representa la guerra contra las drogas, supuestamente contra la producción, tráfico y consumo que fue declarada e impuesta en todo el mundo por los gobiernos de Estados Unidos desde el Teodoro Roosevelt en la Conferencia de Shangai de 1907, pasando por Carter y Reagan en la Convención de Viena de 1965 y mantenida por todos sus sucesores. De esa guerra solo está excluido Estados Unidos. Es el único país al que nadie “descertifica” fumiga, ni castiga, ni persigue a pesar de ser el primer consumidor mundial de todo tipo de drogas y el principal receptor y “lavador” del dinero de las drogas del mundo. La morfina se popularizo durante la guerra civil de Estados Unidos y la adicción se llamaba “mal del soldado”; la heroína durante la guerra del Pacifico contra Japón: la marihuana y el hachís, LSD durante el auge de la contracultura californiana de los años sesenta; la cocaína durante la guerra del Vietnam.

El éxtasis y otras vienen de los Ángeles y New York. Los norteamericanos han fomentado la producción masiva de drogas. Directamente los pilotos veteranos del Vietnam llegaban a Yucatán en México o Santa Marta en Colombia, al Chapare en Bolivia o al Huallaga en el Perú para enseñar cómo se refinaba la coca. Han convertido el negocio de la droga en el segundo más grande del mundo, después del tráfico de armas y que deja en los bancos norteamericanos las ganancias de alrededor del 90% que el negocio produce.

Por la prohibición internacional de la producción, el gobierno norteamericano de obtiene el arrodillamiento generalizado de los gobiernos de los países productores, que van desde espacios aéreos, marítimos, venta de armas, venta de herbicidas, etc. para “combatir” los cultivos. Depende de quién cuente la historia, se tendría que nombrar quienes son los criminales.

El servilismo con que los gobernantes responden a las exigencias de Washington van desde las extradiciones hasta las fumigaciones que llevan décadas sin medir las consecuencias para la población. Desde los años ochenta cuando el entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, Lewis Tambs acuño el vocablo “narcoguerrilla” la lucha contra las drogas tomo el matiz de acción militar contra la insurgencia y de nada han servido los documentos y pruebas presentadas que muestran como el objetivo de esta guerra es criminal y termino siendo usado para perseguir el liderazgo de los movimientos sociales y la generalización de la violación de los derechos humanos y lo que el país recibe a cambio son palmaditas en el hombro a los gobernantes Estados Unidos sigue imponiendo de este modo su dominio, y lo pueden hacer porque poseen el monopolio tanto de las armas como del terrorismo de Estado en el mundo.

El consuelo que tenemos es que como lo han hecho siempre, le pegaran un tiro a quienes han sido sus más leales servidores. O como lo hicieron en el Congo, echando a un hospital al ya inservible Mobutu, a Trujillo en la Republica Dominicana, a Diem en Vietnam, llegaron ellos mismos a matarlo por ineficaces y darle el trabajo a uno más joven. Esto pasara en Colombia, la oligarquía nacional sigue siempre obediente al Imperio y defiende bien sus intereses, pero ya no los defiende con toda eficacia y el imperio exige no solo arrodillamiento sino ante todo eficacia para masacrar.

Fuente: Investig’Action



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