Red Roja lo viene defendiendo: ante la represión laboral
implacable de nuestros días, el lugar más libre en el que este nuevo
(viejo) proletariado puede volver a forjar su solidaridad y su
conciencia de clase es el barrio obrero. Por eso nuestra organización
considera prioritaria la creación de comités populares de barrio.
No es rentable hacer “tábula rasa” con el pasado; por eso podemos
extraer ideas de la fértil historia de nuestro movimiento comunista.
¿Qué mejor que los soviets o los CDR para ejemplificar lo que aquí y
ahora necesitamos para propiciar una salida revolucionaria a la crisis?
Así, lo que estamos planteando es en realidad recuperar el hilo rojo,
depurado de dogmatismo y folklore sin traducción práctica real.
Lo principal para un cuadro es su intervención en las luchas
populares en curso, a fin de hacer avanzar en su seno el cuestionamiento
del poder político real (y no solo de uno u otro gobierno). Además,
dado el contexto de “sectaria sectorialización” de las luchas, el barrio
resulta un contexto en el que darles unidad, visualizando que allí
todos tenemos problemas y enemigos comunes, lo que es natural en una...
clase.
También en esta “fiebre electoral de 2015” encontramos motivos para
priorizar la construcción de poder popular desde abajo. Aunque bajo
determinadas circunstancias lo electoral pueda ser otra herramienta,
debemos recordar una realidad más repetida que asimilada: las conquistas
sociales solo se alcanzan y consolidan a través de un pueblo organizado
fuera del institucionalismo burgués. Ya decíamos en el editorial del
anterior número (“Casta vs Sistema”) que estas conquistas se alcanzan
“no dependiendo de las reglas del enemigo para arreglar cuentas con él”.
Está claro que, gobierne quien gobierne, solo la presión del pueblo
organizado podrá compensar la presión de la clase dominante (cuyo poder
no dimana del parlamento burgués). Lo hemos repetido a menudo: la
revolución es una cuestión de fuerza. Los ataques del enemigo no se
harán esperar. ¿Quién salvaría a un gobierno popular si en vez de
bombardear la Moneda esta vez fuera bombardeada... la Moncloa? Tenemos
un precedente importante en nuestra guerra revolucionaria de 1936.
Pero hay ejemplos aún más recientes. En 1992 Hugo Chávez se jugó la
vida sublevándose contra el presidente Carlos Andrés Pérez, que había
masacrado a un pueblo hambriento que bajaba de las “villas miseria” para
atracar los supermercados. Esa sangría fue llamada “caracazo”. Diez
años más tarde era Chávez el presidente y la oligarquía le derrocaba con
un golpe de Estado. Y entonces fue el pueblo organizado, llegando desde
los barrios populares en lucha, el que salvó a Chávez cuando fue
secuestrado en el Palacio de Miraflores.
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Loren, ¿cómo nace el colectivo Barrio en Pie?
Barrio en Pie nace del agrupamiento de una serie de militantes y
activistas de distintas organizaciones y espacios de lucha que
compartíamos la impresión de que gran parte nuestra actividad política
(organización de charlas-debate, publicaciones de revistas, etc.) caía
en el autoconsumo, es decir, que tan solo llegaba a gente que ya estaban
más o menos “politizada”, o en todo caso a algún estudiante, pero no a
los vecinos, trabajadores y trabajadoras de nuestros barrios, a nuestra
verdadera razón de ser.
¿Crees que la izquierda ha tendido a aislarse dando la espalda a la realidad de la calle?
Sí, no tanto quizá por no conocer esa realidad, como por el tipo o
formato de activismo político que hemos venido realizando
(manifestaciones, charlas, etc.), el no adaptar las formas de nuestros
discursos a aquellos a quienes van dirigidos (abuso de tecnicismos,
folklorismo, etc.), el ciberactivismo, etc. Digamos que en general nos
hemos resguardado en nuestra zona de confort. A esto habría que añadirle
la, en mi opinión, gran lacra de nuestros días: el electoralismo. Si
queremos romper ese aislamiento, creo que es importante tener presente
que la gente de la calle nos escucha y es receptiva a nuestras ideas
cuando nos conoce y ya nos hemos ganado ese “derecho”, por haber
entregado comida en el barrio, ayudado en un conflicto laboral,
paralizando un desahucio o en cualquier otra problemática social.
¿Qué problemáticas sociales os habéis encontrado en el barrio?
Pues desconfianza hacia los vecinos inmigrantes, y a veces racismo.
También la falta de los recursos más básicos, paro, problemas de
vivienda, etc.
¿Qué habéis hecho hasta ahora y qué más cosas pensáis seguir haciendo?
Acabamos de finalizar nuestra primera actividad en el barrio en el
que estamos trabajando actualmente: la recogida y el reparto de 120
bolsas de alimentos a 40 familias. Los alimentos fueron aportados por
los propios vecinos, que fueron informados mediante buzoneo de todos los
pasos. También tenemos la idea de ofrecer clases de apoyo escolar y una
merienda gratis al menos una vez por semana, además de ayudar en los
distintos problemas con los que acuda la gente a nosotros. Por ejemplo
ya nos han consultado sobre problemas de vivienda. En este sentido creo
que hay que acercar “la lucha” a la gente del barrio y a los
trabajadores, es decir, darles a conocer y fomentar el que participen en
las plataformas antidesahucio, los sindicatos alternativos, etc. como
herramientas para solucionar sus problemas.
¿Qué os diferencia del mero asistencialismo?
A groso modo, en el contenido político con el que tratamos de
impregnar todas nuestras actividades. Así por ejemplo, en la misma
recogida de alimentos charlábamos con la gente y se repartían panfletos
en los que, además de pedirles su colaboración, se señalaba que, frente a
quienes se han enriquecido con la crisis, debemos unirnos y afrontar
los problemas colectivamente, sin importar la procedencia. Otra
diferencia es que nuestro objetivo es ayudar a la autoorganización de
los vecinos. En mi opinión, la clave es lo que dije antes: acercar las
luchas al barrio y el barrio a las luchas.
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