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procedieron a poner los cimientos precisos para degenerar al ciudadano
en súbdito, al trabajador en esclavo y convertir sus derechos en papel
mojado... Volveremos a caer en la misma trampa y seguiremos atrapados en el mismo círculo vicioso... quienes detentan el poder real no se presentan a las elecciones, de ahí que cambiando de partido no se cambia nada...
no
se trata de cambiar, se trata de romper... hay que escapar de este
sistema y construir otro; uno que esté al servicio de las personas y no
de la economía, la falsa democracia o las “razones de Estado”
24 DE MAYO: OTRA APOTEOSIS DE LA FARSA
El próximo domingo se celebrará la
culminación de una nueva mascarada. Bajo la consigna de la
responsabilidad, del “deber” ciudadano, del miedo al cambio o del deseo
de tal, o del temor a perder las prebendas que el partido de turno o el
Sistema les garantiza, millones de españoles se dirigirán a legitimar
con su voto un modelo de Estado injusto e implacable, donde los que
tienen el verdadero poder y la capacidad de decisión no aparecen en las
listas electorales, dejando el torneo y la lid –sea a nivel municipal,
autonómico o general– para los que buscan medrar y corromperse
poniéndose bajo cuerda a su servicio, salvo algunas honrosas excepciones
que, en buena parte, aún están por ver.
Fustigado de modo insoslayable por
prensa, radio y televisión acerca de lo que ellos pomposamente llaman
“la fiesta de la Democracia” y yo considero “la apoteosis de la Farsa”,
me pregunto qué se ha hecho de nuestra memoria. Si el grueso de la
ciudadanía la conservara, no podrían permitirse los políticos de los
partidos que se han alternado en el poder o de sus acólitos clientelares
la osadía de jactarse de lo que se jactan, de reclamar para sí la
confianza de la gente y de mentir de forma tan descarada como lo hacen.
Sabemos que es proverbial su falta de vergüenza, su vasallaje al lema de
que “el fin justifica los medios”, su indecente desahogo y ese
insufrible e implícito convencimiento de que tratan con subnormales a
los que pueden engañar cuantas veces quieran; pero nada de eso les
serviría si repasáramos, serena y racionalmente, nuestros archivos
memorísticos y compusiéramos con ellos el verdadero cuadro de la
realidad; esto es: el cuadro de la verdadera realidad.
El huracán de locura que ha venido
asolando España en este episodio intitulado “crisis”, bajo el que se
esconde y refocila la estafa más ruin y despiadada perpetrada contra el
pueblo trabajador de todo el territorio de la Unión Europea entre otros,
no ha sido sino la culminación de la obra destructora emprendida hace
décadas, con total meticulosidad y alevosía, por el capitalismo
financiero y los políticos a su servicio, buscando exterminar, entre
otras cosas, el Estado del bienestar.
Sin detenerse ante motivo o
consideración alguna, procedieron a poner los cimientos precisos –como,
en 2011, la modificación del artículo 135 de la Constitución española y
ahora el temible y arcano TTIP entre la UE y EE.UU.– para degenerar al
ciudadano en súbdito, al trabajador en esclavo y convertir sus derechos
en papel mojado carente de vigencia, al tiempo que, con cruel
minuciosidad, iban vendiendo el país, arruinando el comercio, la
ciencia, la industria, las artes y la esperanza de generaciones enteras
de españoles condenados al paro, al exilio o al parasitismo más
alienante, y podando a base de recortes cuanto sustentaba nuestros
servicios públicos, principalmente los suculentos “bocados”, para la
codicia privada, de la Sanidad y la Educación. Paralelamente, se iba
tejiendo una inmensa tela de araña; una red de corrupción y expolio que,
más que salpicar, anegaba a los dos principales partidos de la
aristocracia política: ese PPSOE, que unirá realmente sus siglas, sin
trauma alguno, en cuanto el panorama político lo haga necesario para
seguir teniendo –ahora en comandita– la sartén por el mango.
Al margen de esa podredumbre, pero
infestada de torpezas, de incoherencias y presa de una pertinaz
incapacidad para superar la errónea identificación de la izquierda con
el PSOE, aparece Izquierda Unida, cuya desunión interna, falta de
iniciativas y de velocidad de respuesta, han propiciado que haya sido
fagocitada en buena parte por Podemos, pese a contar con miembros de
reconocido prestigio, tal que Julio Anguita, y otros de ilusionante
lucidez y juventud, como Alberto Garzón. En un territorio mucho más
conservador, aparecía la tercera alternativa de Unión, Progreso y
Democracia, de Rosa Díez, convertida hoy en “tercera vía muerta” abocada
a la catástrofe final que, a buen seguro, habrán de certificar las
Elecciones Generales del próximo otoño.
Circunscribiéndonos únicamente a
los de ámbito nacional, nos queda por reseñar los dos partidos
emergentes: Ciudadanos y Podemos. El primero, cuya base se encuentra en
la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya, ha irrumpido en dicho
ámbito con una fuerza tan súbita e inesperada como sorprendente. Y por
más, sospechosa. Sobre todo por la cobertura obtenida en los medios de
comunicación generalistas –No se olvide: todos ellos órganos de
propaganda y adoctrinamiento del Sistema– y la manera acrítica de
aceptarlo e incluso bendecirlo como un vitaminado repuesto del PP.
Podemos ha tenido una arrancada
espectacular. Fundado en enero del pasado año, le bastaron cuatro meses
para lograr cinco escaños en las Elecciones Europeas y convertirse en la
cuarta formación más votada de España. Incluso ha llegado a aparecer
como la primera fuerza política en intención de voto. Su origen se
encuentra en los movimientos de “indignados”, el 15-M y Democracia Real
Ya, y su talante abiertamente rupturista, su desmarque de la que
denominó “casta” política y la radicalización de sus propuestas
fundamentales para la regeneración democrática –aspecto éste utilizado
en la propaganda de todos los partidos, incluidos los menos
democráticos–, hizo temblar la “solidez” del panorama político,
llenándolo de nerviosismo y de malos augurios para la continuidad del
“chiringuito”. En contraprestación, se rodeó de un halo ilusionante que
calaba hondo en las clases más castigadas por el neoliberalismo, que
veían en la formación de Pablo Iglesias el viento de progreso que
limpiara la pestilente atmósfera política y económica del país y le
diera el golpe de timón necesario para librarnos de una vez por todas de
la tiranía de los mercados y los mercaderes. De ese modo atrajo hacia
sí muchísima gente. Sin embargo…
Hoy Podemos se distingue bastante
menos de aquella “casta” a la que fustigaba sin cesar. Pareciera como si
al hacer tangible la posibilidad de tener un considerable peso
específico en las altas instituciones del país, se olvidara de encabezar
la necesaria e imprescindible ruptura, de legitimar la necesaria
auditoría de la deuda, de liderar la posibilidad de abrir un nuevo e
imprescindible proceso constituyente que permitiera afrontar los
tremendos retos que tiene el estado español de una forma radicalmente
distinta a la que nos está llevando a la mayor de las ruinas. Se nos ha
vuelto más “tibio”, más ambiguo, menos “indignado”. Podemos puede
convertirse en Pudimos incluso antes de empezar. Y esto es de resaltar,
pues, no debemos olvidar que, pese a su incontestable capacidad de
convocatoria, Podemos aún no ha hecho nada significativo en el ruedo
político. No ha tenido oportunidad, es cierto; pero a veces sus
dirigentes, con su altanería y prepotencia, dan la impresión de
comportarse como si contaran ya con el respaldo de toda una “revolución”
y comienzan a recordarme al cínico Felipe González del 82.
El próximo domingo, la ciudadanía
depositará con sus votos la confianza en una de estas cinco –u otras–
formaciones políticas para elegir sus alcaldes o gobiernos autonómicos.
Volveremos a caer en la misma trampa y seguiremos atrapados en el mismo
círculo vicioso. No lo digo sólo por aquellos insensatos o chupópteros
que arropen con sus votos a los que han propiciado esta ruina,
rescatando a bancos y cajas con nuestro dinero, desmantelando la Sanidad
y la Educación, multiplicando el paro, pagando la mitad de salario por
el doble de trabajo, convirtiendo en coto de caza y pesca los
contenedores de basura, poniendo las medicinas al alcance del dinero y
no de la salud, echando las persianas de cientos de miles de pequeñas y
medianas empresas; a esos a quienes no parece llegarles el fétido olor
de ver a un Rodrigo Rato o a un Pujol, o a un Blesa sueltos, deambulando
tan campantes por la calle. Lo digo sobre todo por quienes aún alientan
la esperanza de que el partido votado venga a cambiar las cosas. A
esos, vuelvo a recordarles que quienes detentan el poder real no se
presentan a las elecciones, de ahí que cambiando de partido no se cambia
nada. Además, no se trata de cambiar, se trata de romper. Y para eso
hay que escapar de este sistema y construir otro; uno que esté al
servicio de las personas y no de la economía, la falsa democracia o las
“razones de Estado”.
Recuerden también la validez de
nuestra “democracia”. Contemplen lo que le está ocurriendo a Syriza en
Grecia. Un partido mayoritariamente votado por los griegos, un partido
que se mantiene fiel a sus compromisos electorales de sacar al pueblo
heleno de la penuria en que lo ha sumido el austericidio diseñado por la
Troika. Un partido al que le están poniendo los “demócratas” europeos y
yanquis un pie en el pescuezo para que no pueda librarse de su cepo.
Esa es la verdadera imagen de nuestra “democracia”. Ese es el verdadero
rostro de la parodia de nuestras elecciones. Ese es el verdadero
discurso de nuestra “soberanía”, da igual que sea Grecia, España, Italia
o Portugal. Así que, ¿para qué mantener este despilfarro de campañas,
mítines, sobres, pegatinas, papeletas, asesores de imagen, jefes de
prensa, directores de campaña, etc.? Salga quien salga, van a seguir
mandando los mismos. Votar es hacerles el juego tanto a ellos como a
toda la “casta” política. Ese es el tan cacareado voto “útil”, útil para
ellos, se entiende. Aquí se impone salir del sistema. Y salir del euro.
Y escapar de la tela de araña que nos tiene atrapados. Y una buena
forma de comenzar a hacerlo es no participar, ignorar sus tretas y
cortinas de humo. Además, estoy convencido de que una abstención del 90%
les causaría más dolores de cabeza que todas las promesas de Podemos
juntas. Lo difícil, claro está, es lograrla. Tampoco sería por sí sola
una solución, pero sí el comienzo de la misma.
Si no me cree, vaya a votar. Le
aseguro que su papeleta, unida al conjunto de todas las demás, sufrirá
una singularísima metamorfosis una vez llegado su acuse de recibo a las
sentinas del Poder: se transformará en una sardónica y jubilosa
carcajada; una carcajada que no llegará a sus oídos, pero sí repercutirá
en su bolsillo, en su vida y en sus esperanzas.
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¿DÓNDE ESTÁN LOS CLAVELES?
("... se ha instalado una difusa subjetividad que tapa la visión, y le impide ver con claridad lo que está ocurriendo a su alrededor. Ha sido regresado a la caverna de Platón, ha sido condenado a seguir confundiendo las sombras con la realidad... prefiere seguir creyendo, que vive en un estado libre y soberano. Si saliera fuera sólo vería una miserable colonia sometida por poder financiero... Hace mucho tiempo que ya no oigo una frase que necesitaríamos, todos, llevar pintada en la frente: "Le llaman democracia y no lo es". Necesitamos una nueva siembra")
EL INSOPORTABLE CIRCO DE LA CAMPAÑA ELECTORAL
("Cualquier campaña electoral, también la de Andalucía, debería servir para denunciar la falsedad del juego democrático. Si alguien no lo hace, está asumiendo la derrota... no cree realmente en esa hiriente falsedad y aspira, como los otros, a pillar una silla manchada en esta partida de póquer amañada... O aquellos en los que, más o menos, uno podía creer... rescatan, para gritarla, la expresión 'Proceso Constituyente', o, por favor, que dejen de hablarme... Me quedaré leyendo una y otra vez aquella frase, "reformar para que nada cambie")
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Publicado por Duelista entre palabras
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