Entrevista exclusiva al primer Comandante del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, en Colombia. Resumen Latinoamericano TV
“Un proceso de paz donde la sociedad no tenga una participación
protagónica y que los asuntos del modelo no se puedan discutir, no es ni
paz ni proceso de paz”, expresará el líder máximo de la insurgencia....
“sigue empeñado en lograr la paz para Colombia con
transformaciones que den justicia, democracia, equidad y felicidad”.
Entrevista exclusiva a Nicolás Rodríguez Bautista, comandante máximo del ELN de Colombia
“La guerrilla colombiana está inserta en la vida del país desde siempre”
Resumen Latinoamericano, 21 de febrero de 2015 -
Plena mañana en la selva colombiana. El sol encandila con una luz clara,
casi blanca, que atraviesa recta a los árboles. Sentado sobre un
tronco, pausado y calmo como lo será en el transcurso de la entrevista,
el comandante máximo del Ejército de Liberación
Nacional (ELN), Nicolás
Rodríguez Bautista –conocido por su alias, Gabino-, recibe a Resumen
Latinoamericano para charlar sobre diferentes temas que atraviesan la
historia y la actualidad colombiana.
Vestido de fajina, con el fusil sobre las piernas y la gorra verde
que lo caracteriza, las palabras de Gabino, llanas y concretas, apenas
serán interrumpidas por el cacarear de un gallo que se despierta a un
nuevo día. Como escenario en esta entrevista sólo resaltarán de fondo la
bandera colombiana, el estandarte rojo y negro del ELN y la espesura de
la selva que irá calentándose con el transcurso de los minutos.
En junio de 2014 se conoció que el ELN y el gobierno del presidente
Juan Manuel Santos habían comenzado una fase exploratoria para
establecer los diálogos de paz que, hasta el momento, tendrían como sede
a Ecuador. Los puntos centrales de las negociaciones, que hoy están en
plena discusión, son la participación de la sociedad colombiana en los
diálogos, llevar adelante las transformaciones necesarias para construir
una democracia para la paz, la situación de las víctimas del conflicto
interno armado y su finalización, y la posterior implementación de los
acuerdos y su refrendación.
“Un proceso de paz donde la sociedad no tenga una participación
protagónica y que los asuntos del modelo no se puedan discutir, no es ni
paz ni proceso de paz”, expresará el líder máximo de la insurgencia.
A principios de 2015, el ELN realizó su V Congreso en el cual se
reunieron los principales comandantes de todo el país. Pese al asedio
permanente de las fuerzas armadas colombianas, el encuentro se llevó a
cabo y finalizó con una declaración final en la que se afirmó que el
grupo insurgente “sigue empeñado en lograr la paz para Colombia con
transformaciones que den justicia, democracia, equidad y felicidad”.
En las líneas finales de ese documento, la guerrilla recordó que hace
“más de 50 años nos alzamos en armas porque entendimos que las vías
legales estaban cerradas para las luchas del pueblo; hoy así lo seguimos
considerando”, pero a su vez explicó que la administración de Santos
“ha planteado su disposición a poner fin al conflicto armado, y para
ello ha convocado a la insurgencia”. Por esa razón, desde el ELN
manifestó que asistirán a un diálogo “para examinar la voluntad real del
gobierno y del Estado colombiano; si en este examen concluimos que no
son necesarias las armas, tendríamos la disposición de considerar si
dejamos de usarlas”. Por último, remarcaron que el Ejecutivo colombiano
“tiene la disyuntiva de persistir en su política de guerra y
pacificación o atreverse a un verdadero camino de paz deseado por todos
los colombianos”.
La postura del ELN va en consonancia con las negociaciones de paz que
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de
Santos desarrollan desde 2012 en La Habana, Cuba, y que tienen un
fuerte respaldo en todo el continente.
En este diálogo, Gabino también se referirá al rol de la juventud,
tanto en la sociedad civil como en la insurgencia, y explicará el
aumento de los conflictos sociales en el país. Y sin dudar, afirmará que
desde el comienzo de su lucha insurgente ha “soñado con la paz para mi
país y para todos los pueblos del mundo. Quizá esa ha sido mi mayor
aspiración”.
-El gobierno del presidente Santos afirma que el modelo
económico no está en discusión en Colombia. A la vez, el ELN insiste con
poner en cuestión el modelo minero energético, uno de los pilares de la
economía en el país. ¿Es esa una de las trabas para que los diálogos
encuentren el punto en común entre el ELN y el gobierno?
-Pienso que no. No es solamente ese el asunto, creo que hay otras
cosas de fondo que no permiten que la paz, en realidad, arranque. Un
proceso de paz donde la sociedad no tenga una participación protagónica y
que los asuntos del modelo no se puedan discutir, no es ni paz ni
proceso de paz. Creo que en junio se aprobó la participación de la
sociedad en el proceso de paz. Nosotros decimos que debe ser una
participación protagónica , de manera que, si la sociedad va a
participar, es ella la que en buena medida tienen que definir buena
parte de la agenda. Nosotros colocamos la primera piedra, pero el
desarrollo de muchos asuntos con el proceso de paz en todo su conjunto
por supuesto que tiene que definirlo la sociedad colombiana.
-¿Cómo se imagina la inserción de los guerrilleros en la vida
civil y política del país, en algunos casos después de décadas de
clandestinidad y con la existencia de sectores paramilitares y
guerreristas aún activos?
-La guerrilla colombiana está inserta en la vida del país desde
siempre. Que los medios de comunicación, y que el gobierno y otra gente
no los reconozcan, es la manera de pensar de cada uno. Pero nosotros no
estamos ni en la ultratumba ni estamos en las selvas inhóspitas, estamos
con la gente. La mayoría de los hombres y mujeres del ELN no tienen el
fusil encima y no tienen el uniforme militar, sino que están en las
calles, en las iglesias, en las veredas, en las plazas públicas, en los
sindicatos y a lo largo y ancho del país. Estamos insertos
económicamente, políticamente, culturalmente y de diferentes maneras en
la vida del país. Entonces no nos podemos imaginar una inserción porque
ya, de hecho, estamos insertos en la vida del país y en la sociedad
colombiana. Ahora, ¿cómo podría ser un proceso de acción política sin el
uso de las armas? No me atrevo a especular y quizá es mejor dejarle a
la misma vida su creatividad y su realismo.
-Las comandancias y vocerías que se conocen del ELN responden
a una línea histórica de combatientes, como es su caso y el de los
otros integrantes del Comando Central que aparecen públicamente en el V
Congreso. ¿Cómo se suman las nuevas generaciones a las tareas de
dirección?
-En cincuenta años de confrontación con el enemigo, en esta guerra
que llevamos en Colombia, por supuesto que hay un permanente movimiento y
una permanente renovación de mandos. Si no fuere así hubiésemos
desaparecido. Por fortuna yo soy uno de los únicos vivos y activos desde
que comenzó el Ejército de Liberación Nacional. Muchos compañeros y
compañeras de la conducción estratégica han quedado dignamente en este
camino. De manera que en todos los Congresos se renuevan, se remozan, se
fortalecen los organismos de conducción y, por supuesto, el máximo
organismo que es la Dirección Nacional. Aparte del comandante Pablo que,
efectivamente, hace parte del Comando Central el ELN hoy, se vincularon
a la nueva conducción estratégica otras compañeras y compañeros. ¿Qué
ocurre? Nosotros somos un pequeño grupo de hombres públicos, lo que
llamamos los voceros oficiales. La gran mayoría de hombres y mujeres de
nuestro organismo de Dirección Nacional no son públicos. Quizá por eso
no se logra comprenden a cabalidad, o no es del manejo público, la
renovación y específicamente diversos nombres de compañeros que luego de
cada Congreso, y en este último, han ingresado al organismo nacional.
Necesitamos hombres y mujeres jóvenes que conduzcan esta organización
para que se junte la sabiduría, la experiencia, la veteranía con nuevos
aires, con nuevas fuerzas, con nuevas experiencias, pero también con
bríos porque la lucha sigue.
-¿Por qué no hay mujeres entre las primeras líneas de mando?
-Hay mujeres en todos los organismos de conducción y de base del ELN,
pero no son públicas. Es muy poco el personal asignado para ser voceros
públicos. Pero existen compañeras, no en la cantidad que quisiéramos.
Quisiéramos que hubiese mitad de hombres y mitad de mujeres en todos los
organismos y en todas las actividades. La verdad no es esa, es más
escaso el número de compañeras que de compañeros en el ELN, sin embargo
es importante el número de compañeras que están en nuestras filas.
-¿Cree que en un futuro cercano se verán referentes jóvenes
al frente de su fuerza insurgente, o sucede que hoy la juventud
encuentra espacios de participación política que su generación no
encontró?
-En cuanto a la juventud, los voceros públicos del ELN son
reconocidos hombres e históricos, pero la cantidad de cuadros jóvenes es
importante en los diferentes niveles de la organización. La lucha en
Colombia exige mucho personal joven y con fortaleza para enfrentar las
diferentes realidades de la guerra. Además, en las estructuras de base
la gran mayoría de hombres y mujeres son muy jóvenes. Sin duda que esa
juventud es indispensable, porque si no fuera así las condiciones de la
lucha no nos permitirían la fortaleza que hoy tenemos a nivel humano.
Las juventudes en Colombia no tienen otras perspectivas, sobre todo los
sectores humildes, que la lucha. La ausencia de empelo, la ausencia de
porvenir, la ausencia de un futuro para las juventudes es algo de los
más difícil. Por ejemplo, es claro que el gobierno aprovecha esa “sin
salida” de la juventud para tener unas fuerzas armadas que superan el
medio millón de hombres. Eso demuestra lo difícil que es conseguir otro
empleo en Colombia y que, a pesar de los riesgos que eso implica, mucha
juventud se ve obligada a ingresar a las filas del Ejército colombiano.
En el caso de la insurgencia, la incorporación es clandestina y
desconocida, pero es suficiente para continuar la lucha. Esa es una de
las garantías que tiene la insurgencia colombiana: la juventud de sus
filas.
-La movilización social del campesinado, indígenas,
estudiantes, comunidades, fue protagónica en los últimos años. Si bien
hubo represiones e incluso muertos en las protestas, en general el
movimiento social está encontrando espacios de reconocimiento que hace
una década eran impensables. Tal vez el caso más notorio sea el de la
Cumbre Agraria, que tanto las FARC como el ELN han apoyado. Si el
movimiento social tiene mayores garantías, ¿eso no le quita sentido a la
lucha armada?
-Hasta ahora lo predominante son dos aspectos de la lucha de masas.
El primero es la movilización y lo segundo la organización, cosa que,
como insurgentes, saludamos y respaldamos. Pero de ninguna manera esa
situación afecta la lucha de los revolucionarios y la lucha insurgente
en Colombia. Por el contrario, si a las masas en sus luchas les va bien a
los revolucionarios nos va bien, porque una de nuestras tareas es
contribuir a fortalecer la lucha popular, la lucha de masas y la lucha
del movimiento social. Pero hay un asunto muy delicado: la movilización y
la organización de las masas. Pero los compromisos que hace el gobierno
con las organizaciones de masas los incumple. Les promete, pero no
cumple los acuerdos. Esa es una constante de todas las movilizaciones en
Colombia, de todas las luchas populares, por eso no hay otra solución
que persistir y pasar a mayores niveles de lucha por parte del
movimiento de masas y también por parte de los revolucionarios. De
ninguna manera lo que ocurre en Colombia debilita la lucha insurgente,
sino que la fortalece, la potencia y, en ese sentido, esa ha sido
siempre la lógica de los desarrollos.
-La suya, al igual que la de Camilo Torres o Manuel
“Marulanda” Vélez, es una figura de dimensiones legendarias en la
insurgencia colombiana. ¿Qué lugar sueña que le va a reservar la
historia de Colombia y de Latinoamérica?
-Desde que comencé la lucha he soñado con la paz para mi país y para
todos los pueblos del mundo. Quizá esa ha sido mi mayor aspiración. Y
ojalá que estando Colombia en una paz digna y con justicia social me
sorprenda la última hora de mi vida. Ahora, he luchado con la aspiración
de dar toda mi vida por la causa de la humanidad y espero hacerlo hasta
las últimas consecuencias para que quede mi paso por la lucha, por
Colombia y por esta Latinoamérica como la de un humilde soldado que le
dedicó todo a la causa más justa del pueblo colombiano y de los pueblos
de América Latina.
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