La respuesta a la matanza sionista demuestra que la ineficacia de la izquierda es profunda. Jorge López Ave

Lo que sigue no es ni pesimismo histórico, ni cansancio militante, ni desidia acumulada, ni mucho menos prácticas ninistas, solo necesidad de aportar en la eficacia de la lucha, en una época nueva que el capitalismo inauguró con su auto atentado del 11-S.

 La represión posterior habida sin apenas obstáculos, la destrucción de Iraq, de Libia, de Siria (aquí, es cierto, con una respuesta heroica del pueblo sirio), de Ucrania (con la respuesta antifascista en el Este del país), de Gaza…, junto a la instauración de una crisis económica que ha rebajado de un modo espectacular la calidad de vida de millones de personas y condenado al hambre a buena parte de la humanidad, son argumentos suficientes para que desde la izquierda nos planteemos la eficacia de los métodos de lucha tradicionales.

 Porque puede que estemos asistiendo al fin de algunos de ellos y descubramos que tenemos herramientas demasiado viejas para afrontar ataques destructivos de tamaña envergadura. El ejemplo de lo que ocurre estos días en Gaza, donde el ejército sionista en unos días ha matado a más de mil personas (centenares de ellos niños) con una impunidad avasallante, demuestra que muchas prácticas clásicas son obsoletas y apenas sirven para sacar la sonrisa altiva de los Obama-Netanyahu que en el mundo son.

Es decir, por duro que parezca, los bombardeos fascistas ya no son posibles pararlos con manifiestos de indignación firmados por cada vez menos intelectuales, ni con concentraciones ante las embajadas israelíes por muy numerosas que sean, ni con intervenciones de nuestro diputado más combativo arremetiendo contra el fascismo de un modo contundente, ni colgando videos y fotos en Facebook para que se tome conciencia de las consecuencias de la masacre, ni con artículos sesudos (casi idénticos a los realizados en el último bombardeo de hace unos años en Sabra y Chatila ) que webs y blogs solidarias publican sin pausa, ni con análisis empíricos-psiquiátricos del estado mental de los dirigentes israelíes, ni con una declaración en la ONU que acaba bloqueando con su veto el gobierno de EE.UU, ni promocionando el gandhismo, esto es, que la guerras son malas en sí y no traen nada bueno para ver si alguna vez puede calar la idea en la conciencia de los generales sionistas y dejan de matarnos. Queda siempre el consuelo de que nada de eso nos garantiza la victoria pero que la suma de todo ello nos acerca, hace posible que paremos el fascismo, que todo es importante y acumula aunque parezcan apenas gotas en el desierto. Pero admitamos que para cambiar, lo que se dice echar a los responsables del exterminio y no solo del gobierno, hace falta más. Revisar los métodos de lucha, nuestras praxis para hacernos con una herramienta revolucionaria no es ser ni revisionista ni pesimista, es la búsqueda de la eficacia para darle al enemigo donde le duela de veras.

Jorge López Ave
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