Los habidos de poltrona se han unido a los que están adheridos a
ellas con pegamento del bueno para hacer una cuenta. En la misma noche
electoral juntaron boli y papel para sumar los resultados de IU y
PODEMOS. Esto les ha llevado a considerar la cantidad enorme de
concejales y poder que se podría conseguir, incluso en los parlamentos
autonómicos y en el Congreso en las venideras elecciones. Los líderes de
IU (Cayo Lara, Willy Meyer, Llamazares…) han explicitado con claridad
la necesidad de unirse, y los de PODEMOS (Iglesias, Villarejo…) se han
dejado querer. Éstos últimos, incluso, han anunciado el voto al Tsipras –
el líder de Syriza en Grecia- en la eurocámara, sin que los círculos
opinasen y pese a que los comunistas y anarquistas griegos están hartos
de denunciar el carácter socialdemócrata y reformista de Syriza,
verdadero heredero del PASOK, la socialdemocracia helena. Toda una
alegría para la estrategia de IU tras la imposibilidad de ir juntos en
una única lista.
Los programas de ambas organizaciones no tienen diferencias
insalvables y eso ayuda a la fusión, otra cosa es el sentir de los
votantes, sobre todo los de PODEMOS, que si hubieran querido votar a IU y
alzar a la coalición hasta el 20% y convertirla en alternativa al
bipartidismo, lo hubieran hecho sin problema alguno. Pero no lo hicieron
y optaron por una organización más asamblearia, sin contaminar por
pactos de subsistencia (disfrazados de “pactos de progreso”), ni por
líderes eternamente liberados más cerca de la casta que de otra cosa.
Las muchas energías positivas del legado del 15M donde se cuestionaban
pilares hasta entonces intocables del régimen, o el hartazgo de soportar
tantos recortes y merma de derechos, también están detrás del
espectacular resultado de PODEMOS.
Algunos incluso siguieron sumando la noche del 25, y unieron a IU y
PODEMOS, los votos del PSOE. Entonces el éxtasis fue total porque la
victoria sobre el PP sería segura. Un gobierno de izquierdas para acabar
con la derecha, una consigna que hasta Jordi Évole podría asumir y
difundir, porque a la postre estaríamos “salvados”. Cosas menores como
el programa o la destrucción del capitalismo no aparecieron por ningún
lado del cerebro de los sumadores. El PSOE va a afrontar en las próximas
semanas la elección de su cúpula, y no son pocos los actores
empresariales “progres” que han querido jugar la base de un sector
fuerte en votos a la izquierda del partido para que se repiense la
política de alianzas. De todos modos, las cartas parecen están marcadas.
Nos conducen –al igual que en la U.E - a un gobierno donde el PP y el
PSOE se repartirán los ministros de un mismo gobierno. Mientras ocurre,
podemos festejar.
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