En pleno Ramadán la gente se mueve rápida en las calle desiertas para
alcanzar la sombra y descansar, quieren ahorrar toda la energía
posible. Parece una ciudad fantasma, hasta llegar a una escuela que
acoge 15 mesas electorales en el centro. De repente vuelve el bullicio
de las capitales africanas, una muchedumbre
desordenada se amontona
delante de la entrada, sin reparar en el sol. En el patio las colas son
impresionantes.
La gente vive las elecciones como el posible punto final de la
inestabilidad que ha vivido el país (de la cual hablaremos en un próximo
reportaje), y la comunidad internacional las ha puesto como condición
previa para reanudar las importantes ayudas económicas, como los 3250 millones
de euros donados para las elecciones por la Unión Europea y los 3
billones prometidos en ayudas y planes de desarrollo. Un proceso
electoral impuesto por intereses económicos, esencialmente franceses, y
que se ha hecho a toda prisa y sin reunir las condiciones democráticas
mínimas.
Se han continuado distribuyendo las tarjetas electorales, las
tarjetas NINA, con datos biométricos, hasta pocas horas antes de la
abertura de las mesas electorales, y si los datos oficiales hablan de un
85% de tarjetas distribuidas, parece poco probable que se puedan
aplicar estos ratios al interior del país y sobre todo al norte, que
continua inestable y donde el MNLA (Movimiento Nacional por la
Liberación del Azawad) ha llamado al sabotaje de las elecciones, no
obstante el acuerdo de paz firmado hace menos de un mes con el gobierno
central en Uadagudú, la capital del Burkina Faso.
Además los numerosos desplazados por el conflicto (se habla de entre
300.000 y 400.000), no pueden alcanzar los lugares donde se supone que
son llamados a votar, lo cual representa un porcentaje importante
teniendo en cuenta que hay unos 7 millones de votantes.
Entre los 27 candidatos (al principio eran 28, pero uno se retiró
antes de los comicios) que compiten por el cargo presidencial, nadie
representa los intereses del norte en conflicto y solo dos parecen tener
reales opciones: IBK, como le llaman aquí según su acrónimo, o
Boubacar, sostenido por una amplia coalición que comprende miembros del
gobierno provisional que ha conducido el país a las elecciones, y que
cuenta con el respaldo de los clases más pobres y de la parte del
ejército que ha liderado el golpe, y Cissé, que con su historial de
economista cuenta con el apoyo de la clase media y de muchos operadores
económicos internacionales.
Una peculiaridad de estas elecciones es que los candidatos se
presentan sin apenas programa, reducido a proclamas nacionalistas y de
lucha contra la corrupción, con apenas matices diferenciales. Todos
pertenecen a las familias y tribus que gobiernan el país, y todos
aspiran a participar en el gobierno de amplia coalición que se
constituirá después de las elecciones.
Hay también una candidata, novedad absoluta en este contexto, otra
Cissé, que no tiene posibilidad alguna de obtener la presidencia pero
que puede aspirar al ministerio de asuntos sociales y de la mujer.
Uno de los candidatos, Sacko, un ex ministro que se ha ganado a pulso
fama de luchador en contra de la corrupción, acaba de votar y sale al
patio de la escuela que acoge las mesas electorales. En una improvisada
rueda de prensa, de pié y bajo el sol, transpirando, insiste sobre los
posibles fraudes electorales e invita a los observadores africanos y
europeos a estar vigilantes. Sobre todo en el norte, en Gao y Kidal.
Mientras tanto en una de las mesas electorales se ha montado un
alboroto. Las votaciones se desarrollan muy despacio, los votantes
esperan en cola desde hace 3 horas y nada parece moverse. Empiezan los
empujones y tiene que intervenir la policía para calmar los ánimos.
Un joven se queja de no poder encontrar la mesa que le corresponde
desde hace 2 horas. "Ha sido muy fácil encontrar mi preciada tarjeta
NINA, y ahora resulta imposible encontrar donde tengo que votar". Le
responde una mujer que enseña el dedo manchado de tinta indeleble que
aquí indica que has votado: "Yo he vuelto desde París para votar, porque
esta es la vez que vamos a devolver el Mali a sus ciudadanos". Un
hombre contesta que Francia nunca dejará gobernar a nadie en contra de
sus intereses y que el ejemplo reciente de Costa de Marfil es
contundente. El aire se llena de comentarios entusiásticos y
denigratorios, de quejas en contra de las elecciones y de entusiastas de
este u otro candidato, de discursos grandilocuentes y de lugares
comunes.
Hace su entrada un desfile de coches, SUV de ultima generación, de
ECOWAS, la misión de la Union Africana en Mali. Bajan, saludan, declaran
delante de las cámaras y vuelven a salir hacia otra mesa electoral. Una
misión que cuesta millones de euros, entre intervención civil y
militar. También cuestan caras la misión de los observadores europeos y
la misión de la UN en Mali, el MINUSMA, que ha ocupado el mas importante
hotel de Bamako, el Hotel de la Amitié, y ha acabado tirando a la calle
(literalmente) el mobiliario, para comprar otro de oficina que
probablemente volverá a tirar en unos meses.
Solo para alimentar y alimentarse de esta máquina que occidente ha
creado: el aparato de las elecciones, el proceso que certifica que una
nación es parte del club en el cual se puede invertir dinero. Una
maquinaria con un formidable aparato de propaganda que ha convencido a
los malienses a acudir en masa a las urnas porque con las elecciones
llega el cambio y el bienestar.
También aunque alguien vaya a mejorar sus condiciones materiales de
vida, el coste será probablemente alto para el país, quizás se producirá
una aceleración del desarraigo de sus tradiciones, que aquí no son
historias orales bonitas; aún constituyen el esqueleto de la vida
social. Y este proceso no se organiza como una elecciones.
Ahora solo queda saber el nombre del candidato que gobernará en Mali,
pero para esto habrá que esperar aún unos días. Sea quien sea, Francia y
las multinacionales que quieren explotar los recursos minerales y
energético del área, ya se están frotando las manos.
¡¡¡Bienvenido Mister Marshall, bienvenidas las elecciones al sol!!!
Flavio Signore
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