Cuando un cuadro revolucionario
interviene para superar la realidad en la perspectiva
comunista desde donde se encuentra, debiera tener un conocimiento lo más
profundo posible precisamente de la realidad que le “toca vivir” en
diferentes planos. Al tiempo, ha de saber insertar el “eslabón” presente
en la lucha histórica e internacional por la revolución y la
construcción socialistas. Con respecto a esto último, ha de ir más allá y
tener en cuenta las luchas populares en todos los tiempos y
lugares para sacar lecciones acerca de cómo los pueblos actúan
realmente, prácticamente, en las transformaciones históricas. Pero la
primera erudición que no podremos obviar es la de los propios límites de
la erudición por sí sola; es decir, si esta no es acompañada (y a
menudo precedida) por el compromiso en el trabajo práctico y por el
distintivo de “persona de ideas y convicciones” en esa lucha práctica,
lo que tanta importancia tiene para crear las imprescindibles confianza y
lealtad entre el pueblo.
Desde hace tiempo se viene hablando en
nuestra organización de la necesidad de establecer unos criterios
comunes en la línea de formación. Fue con esta idea que hace meses se
adelantó el escrito “Unos primeros apuntes para unos criterios generales
de formación en Red Roja”. Ante otras prioridades en nuestra propia
construcción organizativa, y dados el ritmo y la propia forma con que
estamos llevando a cabo dicho proceso constructivo, dejamos el asunto
“aparcado”. Ahora, realizada la Asamblea Congresual, desde la Comisión
Ejecutiva que fue en ella elegida, creemos que hay que retomar esta
cuestión con toda la importancia que se merece. Se ha propuesto a la
Coordinadora Estatal que, en un principio, la tarea central de formación
quede a cargo de la responsabilidad política de la Comisión Ejecutiva,
con la idea de ir avanzando hacia la constitución de una comisión de
formación en toda regla.
En aquellos primeros apuntes citados subrayábamos que “la formación (en su significado más teórico) debería supeditarse a la tarea principal de, precisamente, formar (en su significado más organizativo) cuadros revolucionarios de intervención”. Tras
la Asamblea Congresual, podemos concretar aún más que esto debe
supeditarse a la tarea central que supone la creación y el reforzamiento
de núcleos. Este folleto se pondrá al servicio de esa necesidad
organizativa y, por tanto, no puede pretender abarcar toda la formación
posible. Y no solo eso, sino que, además, será calculadamente selectivo
concibiéndose desde el comienzo mismo como un punto de partida que se
irá enriqueciendo, precisando y corrigiendo progresivamente.
Especialmente habrá que tener en cuenta esto a la hora de las recomendaciones concretas de contenidos que desde ya haremos. Es evidente que ni por asomo cubriremos aquí todos los materiales disponibles conocidos y por conocer en cada uno de los apartados que se presentarán.
En ese sentido, podemos afirmar que este folleto no sólo persigue ser
una herramienta para formar sino que es una invitación a ser él mismo
formado y “rellenado”.
También estrechamente relacionado con
las necesidades organizativas, hemos de decir que otro elemento que
inspira la concepción de este folleto es “la vinculación teórico-práctica que debe tener este proceso formativo”, como ya decíamos en aquellos primeros apuntes. Por tanto, aquí
hemos de huir del academicismo y de querer transportar el espíritu
meramente universitario tan dado a especular y que busca la necesidad de
la teoría en la teoría misma. Añadíamos entonces que “hoy día aún
cobra mayor importancia la intervención práctica como elemento en la
propia formación, dada la crisis específica e histórica de nuestro
movimiento comunista” que ha limitado más aún el valor de la propia
“teoría en sí”. Efectivamente, pocas veces como ahora se necesita tener
en cuenta lo que decimos en la entradilla de este folleto, donde
hablamos del imprescindible ejemplo práctico como valor previo imprescindible para hacer fértil la erudición de cualquier militante.
Procede recordar igualmente de aquellos
apuntes que esta línea de formación más centralizada (a nivel de la
Coordinadora Estatal) se lanza “sin menoscabo de las iniciativas más locales que ya están en curso”. Esto se
justifica no ya por la propia naturaleza inabarcable de la formación,
sino, especialmente, porque esta iniciativa no puede ir más allá del
objetivo de forjar un denominador común formativo en nuestro marco
organizativo. Y no es poco. No puede pretender, pues, cubrir todos los
factores, necesidades y realidades militantes en juego. Dicho de otro
modo, la formación también habrá de tener en cuenta el particular
proceso de construcción a nivel estatal que estamos forjando. Es más:
como se comentará en el apartado correspondiente, la comprensión
teórico-práctica de nuestro particular proceso de construcción es,
precisamente, un reto crucial para nuestra propia militancia.
Tras esta introducción, en la primera
parte de este folleto, concretamos algo más los contenidos expresados en
aquellos primeros apuntes. Para ello, se hará un uso actualizado de la
clasificación en apartados allí reflejada. Ya hemos expresado que lo que
aquí se recoge es sólo un comienzo (abierto a ampliaciones y
precisiones) que se considera que debería trabajarse por el conjunto de
la organización. De hecho se presenta este folleto cuando aún se está
pendiente de culminar una serie de recomendaciones de partida en
determinados apartados. En realidad, será tras esta presentación a la
Coordinadora Estatal y la constitución de un primer grupo de formación,
cuando comenzará un trabajo coordinado a nivel estatal tanto para
concretar mucho más los contenidos como para confeccionar un plan de
formación debidamente calendarizado que plantearemos al conjunto de la
organización y que, en cualquier caso, tendrá en cuenta la diversidad de
situaciones en cuanto a requerimientos y necesidades. En ese plan se
contemplarán diferentes modalidades, formatos y medios a utilizar para
llevar a cabo las tareas de formación: trabajo permanente en los
núcleos, combinación entre presencia física más local y relación virtual
a nivel estatal en la realización de cursos para determinados temas,
realización de las jornadas periódicas, “seminarios” internos de
análisis de documentos, utilización de vídeos, charlas itinerantes para
la clarificación de los conceptos o de las nuevas tesis que vayamos
asumiendo…
Pero antes de entrar directamente en los
apartados de contenidos, traigamos a colación un par de reflexiones
sobre la metodología.
Ya hemos apuntado que para llevar
adelante una formación profunda e integral, de raíz, debemos huir de
contentarnos sólo con generalidades o breviarios. Y que si para ello
debemos tender a recurrir a todo el conocimiento adquirido (aquel que
nos aportan las distintas disciplinas particulares como la
filosofía, la historia, la psicología, la pedagogía, la ecología…),
también hemos de tomar en consideración las experiencias acumuladas
sobre las que nosotros mismos tenemos una obligación de sistematización
teórica. Y ello tanto para ampliar el conocimiento universal como para precisar el ya existente. (Ver Anexo con la carta de Engels).
Por lo demás, si todo el bagaje teórico
que ofrecen otras disciplinas ha de ponerse al servicio del plano
superior (enriqueciéndolo) que es para nosotros la formación de cuadros
revolucionarios de intervención, la metodología debe ponerse prioritariamente al servicio de la adquisición del contenido que la lucha de clases nos exige desde fuera, es decir, desde los intereses de la clase trabajadora en su conjunto.
Acabemos, por cierto, esta introducción
diciendo que Red Roja no sólo debería generar una dinámica de formación
interna o más específica del plano de los aspirantes a “revolucionarios
profesionales”. También se presta a intervenir en la formación de la
clase obrera y del pueblo en general en función de la movilización.
Estamos hablando de las “universidades populares”, donde evidentemente
los criterios de intervención no pueden responder a nuestras propias
autoexigencias en materia de formación y nuestro grado de protagonismo
no puede ser el mismo. Aunque, por otro lado, será ese un terreno como
ningún otro que nos exigirá ser de una clase de formador que esté dispuesto en todo momento a ser asimismo formado por la clase a cuya victoria ha consagrado su vida.
CONTENIDOS
I. TEORÍA DE LA TEORÍA
A fin de evitar caer en el dogmatismo y
el esquematismo, hay que profundizar en el conocimiento de cómo se
relaciona el movimiento de la realidad con las ideas que intervienen en
su transformación. Y concretamente en conocer cómo los pueblos
intervienen en las transformaciones históricas y cómo “hacen suyas” las
ideas transformadoras, es decir, las tesis políticas, las consignas; en
definitiva, lo que proviene de la teoría. Una teoría que, en lo que se
refiere a su elaboración y hasta en lo que tiene que ver con el mismo
proceso de asimilación, es ajena en gran medida a esos mismos pueblos
que realizan las transformaciones prácticas sobre las que se desarrolla
la teoría. En ningún momento deberíamos obviar la forma eminentemente
práctica en que los pueblos “hacen suya” la teoría, con todas las
contradicciones que ello plantea a la propia teoría que hay que
asimilar.
En más de una ocasión hemos hablado
entre nosotros de los límites de la teoría. Hasta este folleto lo
abrimos con una entradilla que trae a colación los “límites de la erudición”.
Pero también hemos dicho que, paradójicamente, en la actualidad se
requiere de un profundo conocimiento de la teoría marxista por parte de
los cuadros revolucionarios. A eso nos referimos en nuestras Tesis
cuando decimos que “hoy nuestro movimiento vive una gran
contradicción que no ha tenido parangón antes (…) necesitamos más que
nunca elevarnos teóricamente mientras la lucha de ‘la gente’ sigue
viendo muy deficientemente esa necesidad”. Entender esta contradicción, y entenderla teóricamente, es uno de los mayores retos que tenemos.
En primera instancia, “necesitamos
avanzar en la misma comprensión teórica de la relación dialéctica entre
la propia teoría y la práctica, y de cómo se desarrolla la propia teoría
en general y el proceso de conocimiento. Esto nos ayudará a comprender
también cómo se asumen en la práctica las tesis políticas que elaboramos
y, en definitiva, cómo se insertan en la lucha de clases. Sólo así
optimizaremos nuestra contribución a la precisión de la línea política
que necesita el desarrollo del movimiento revolucionario por el
socialismo en nuestros marcos de actuación. Y, en definitiva, a cómo la
aplicamos en nuestra práctica militante.” (Tesis de Red Roja)
Al respecto, nada como comenzar a beber
de las propias fuentes del marxismo para adentrarse en este campo. Así
procedió Lenin cuando le tocó vivir una de esas recurrentes “crisis del
marxismo” entre la fracasada tentativa revolucionaria rusa de 1905 y los
albores de la Primera Guerra Mundial. Fue cuando dijo aquello de “después de 50 años, no hemos comprendido a Marx”. (Cuadernos Filosóficos)
Ahora bien, los mejores materiales
clásicos al respecto de lo que dice la teoría marxista sobre sí misma
son duros de digerir, siendo “natural” la tendencia normal a evitarlos.
Sin embargo, no hay nada que se les pueda comparar. Que resultan
difíciles de asimilar se desprende de esa misma afirmación de Lenin a la
que nos acabamos de referir. Y de que son fundamentales, en el sentido
estricto del término, nos ha de convencer la certeza de que las líneas
político-prácticas que imprimen las direcciones revolucionarias en los
procesos históricos –y cómo las insertan en la revolución a nivel
mundial- dependen mucho del grado de comprensión en este campo de la
teoría de la teoría. El mismo Lenin no hubiese actuado como lo hizo
tanto en 1917 como en los años posteriores –quedando a menudo en
minoría en el propio partido bolchevique, sobre todo cada vez que debía
lanzar una directriz de actuación que parecía que iba contra el dogma
preestablecido-; no hubiese actuado como lo hizo, decimos, si años antes
no se hubiese “parado a reflexionar” teóricamente en su exilio suizo en
medio de la carnicería de la primera guerra mundial. Y podemos
aventurar que se dejó notar decisivamente la ausencia de su altura
teórica tras su desaparición (demasiado temprana) en mitad de los
ingentes problemas y retos que le sobrevinieron a la revolución rusa.
Por lo demás, una dificultad intrínseca a
la comprensión del proceso del conocimiento y de cómo la teoría se
desarrolla estriba en que los planteamientos marxistas al respecto beben
mucho de lo que Hegel ya había avanzado en ese campo. No en vano, Lenin
llega a escribir en sus “Cuadernos Filosóficos”: “Continuar la obra
de Hegel y de Marx debe consistir en el tratamiento dialéctico de la
historia del pensamiento humano, de la ciencia y de las técnicas.”
El conocimiento no sólo se desarrolla en
espiral, por emplear los propios términos que empleaba Lenin, sino que
debemos “planificar” conscientemente su conquista de esa
manera. Este propio folleto, como ya señalamos desde la introducción, se
genera con tal espíritu y, por tanto, se irá completando teniendo en
cuenta el propio desarrollo de nuestra organización y nuestro propio
proceso de aprendizaje. Llegados a este punto hemos de decir que si hay
algún campo de la teoría donde no podamos pretender que la adquisición
se dé “por igual” en toda la organización es precisamente en este de la
teoría de la teoría. Debemos contribuir a dar orientaciones de partida
para aquellos compañeros que quieran llegar todo lo lejos que necesiten y
no hagan de la dificultad de contenido un problema; es decir, para
aquellos compañeros cuyo “problema” principal sea justamente remontar
esa dificultad y que no tiendan con facilidad a los breviarios que, si
bien son necesarios para elevar el denominador común teórico-político de
la organización, no por ello dejan de tener inoculada desde su misma
concepción la tendencia viral del esquematismo. Habrá que estar
dispuesto, por tanto, a una labor de orientación individualizada en este
campo y estar abierto, desde la futura comisión de formación, a un
trabajo humilde de estudio en su propio interior. Así pues, y sobre todo
en este crudo campo de la “teoría más teórica”, la propia comisión de
formación será, pues, al mismo tiempo instrumento y objeto de la
formación.
Teniendo en cuenta lo anterior, y en lo
que se refiere a las fuentes originales marxistas acerca de este asunto
de la teoría de la teoría, recomendaremos en un primer momento estos
materiales:
-
Marx. Método de la Economía Política [Apartado III de la
Introducción del Tomo I (El dinero) de los Grundrisse (Elementos
fundamentales para la crítica de la economía política)]
No se recomienda ahora porque hable de economía, sino por todo lo que versa acerca de la “elaboración de los conceptos”, según las propias palabras empleadas allí por Marx.
-
De los Cuadernos Filosóficos de Lenin, sus apuntes sobre la
“Ciencia de la Lógica” y “Lecciones de Historia de la Filosofía” de
Hegel, así como el capítulo “Sobre la cuestión de la dialéctica”. (Nota:
la traducción española es manifiestamente mejorable y llega a tener
errores de traducción)
-
Cartas “filosóficas” de Engels, en sus últimos años, a diferentes
dirigentes del Partido Socialdemócrata Alemán. Están incluidas en el
siguiente libro en francés: Études philosophiques. Ludwig Feuerbach. Le matérialisme historique. Lettres philosphiques. Pero se tendrán en castellano.
Los dos primeros textos son
fundamentales, pero son claros ejemplos de ese tipo de material que
resulta difícil de digerir. Las cartas de Engels ayudan mucho a
aprehender el asunto de la elaboración de conceptos y de su relación con
la realidad sobre la que se desarrollan. Hay cartas de una
extraordinaria potencia y precisión conceptuales porque ya incide en
aspectos que la práctica ha descubierto que no quedaban del todo claros.
Y es que Engels tuvo que salir al paso de las incomprensiones teóricas
en este asunto que notaba en su propio partido a nivel de la dirección
misma.
En la idea de facilitar más accesos de
entrada a este apartado de la teoría de la teoría, recomendaremos
asimismo el siguiente trabajo de elaboración propia que lo trata
explícitamente:
-
“Acerca de la teoría marxista sobre el desarrollo de los principios políticos en su relación con la práctica” (V.S.C.).
Este texto, además, aplica este asunto
teórico a la interpretación histórica del desarrollo del socialismo “tal
como se ha dado” y de sus contradicciones tanto internas como en su
relación con el mundo capitalista. Aparece “la interpenetración de
contrarios” como elemento objetivo que ayuda a asumir la propia suerte
de la revolución mundial independientemente de los debates que
históricamente se han dado. De alguna manera, es una crítica previa de
conjunto al debate teórico que ha habido sobre la suerte del socialismo y
la interpretación de sus crisis históricas.
II. Estructura del capital con sus actualizaciones
Sabemos de la existencia en nuestro entorno organizativo de talleres sobre El Capital
de Marx y desde aquí animamos al fortalecimiento y extensión de esta
iniciativa. Aquí pondremos el acento ahora en preparar a nuestra
militancia para argumentar:
a) Sobre la historicidad del modo de
producción capitalista (y, por tanto, sobre su necesaria desaparición y
de la barbarie que implica que ello no ocurra). Al respecto, es
importante no sólo argumentar nuestra convicción de que el capitalismo
muere matando (sobre todo, desde un punto de vista mundial), sino
igualmente conocer que nació “chorreando mucha sangre”, como describe
Marx en “La llamada acumulación originaria”, el célebre capítulo XXIV de
El Capital. Es importante esto para fundamentar desde el
origen mismo nuestra crítica al “capitalismo bueno”, conociendo bien de
dónde han venido y vienen los desarrollos materiales y los niveles de
vida que dentro del sistema capitalista se han dado (y aún se dan) en
determinados lugares y momentos del sistema.
b) Sobre el origen de la actual crisis
capitalista, que en el fondo no tiene una causa tan nueva. Su causa
fundamental no está en el ámbito financiero, por más que se hable de
“crisis financiera” y que la misma, efectivamente, agrave la propia
crisis sistémica de conjunto. La causa fundamental hay que seguir
buscándola en la tendencia a la tasa decreciente de ganancia (con el
capital financiero dominante, claro está, “inventando” fórmulas para
sortear esa tendencia). Avanzar en este campo es necesario para
contrarrestar la tesis de que esta “crisis es una estafa”; tesis que
conlleva atribuirle al sistema un poder de control total frente a
nuestras debilidades. Y hay que contrarrestar esa tesis por más buena
que sea la intención con la que se lance y por más que, efectivamente,
se utilice la crisis para atacar derechos adquiridos.
Requerimos también conocer el papel del
Estado como elemento mayor de intervención económica que llega a negar
las tan cacareadas leyes del libre mercado. La tesis de la desaparición
del Estado comenzó a tener mucho predicamento en los años 90 justo tras
el “triunfo” del capitalismo sobre el bloque socialista del Este europeo
y en el contexto de la aparición de las teorías de la mundialización y
el neoliberalismo. Es muy importante esta cuestión, por un lado en lo
ideológico, para la crítica de las tendencias que sostienen que “otro
capitalismo es posible” y que necesitamos volver al “Estado del
bienestar”; y por otro lado en lo político, para comprender la base
material de las contradicciones interimperialistas en curso, que no han
cesado y que precisamente la crisis capitalista internacional está
agudizando.
Ya particularmente en la explicación de
la actual fase financiera de la crisis, procede llevar a cabo un estudio
de la economía mundial, de los bloques económicos, del papel de la
Unión Europea y el de Alemania, del de China, de la situación real de
EEUU y de sus consecuencias para su hegemonía dentro del mismo mundo
capitalista, del papel del los bancos centrales para dictar las
políticas económicas, y en relación con esto, del papel de las divisas
como mecanismo de lucha económica internacional con especial atención a
la situación del dólar. Estudiar especialmente esto último se hace tanto
más necesario por cuanto surgen cada vez más voces que anticipan un
escenario de guerra de divisas como próxima fase lógica –en lo
estrictamente económico- del desarrollo de la actual crisis sistémica.
Pero si de guerras hablamos, ni que
decir tiene que se hace necesario el estudio de la situación económica
mundial y de sus diferentes bloques por su relación con la persistente y
creciente inestabilidad bélica que vivimos. Al respecto, en nuestras
Tesis hablamos de que las actuales guerras no se limitan a ser una
reedición de las coloniales de antaño, propias de un sistema que busca
expandirse. Afirmamos que las actuales tienen mucho de guerras de
desestabilización para prolongar hegemonías –la de la potencia dominante
estadounidense principalmente- puestas en cuestión por actores varios.
Evidentemente esto enlaza directamente con la parte dedicada al análisis
geoestratégico en el apartado III.
Somos conscientes, pues, de que este
apartado estará abierto a muchas contribuciones de estudios económicos
concretos y detallados de actualidad. También, cómo no, será en este
apartado donde tenga cabida el estudio de la formación económica
española incluyendo su dimensión social. Este es un apartado que ya está
siendo objeto actualmente de un trabajo de selección de contenidos
(libros, artículos, conferencias, programas de televisión, etc.)
incluyendo una extracción de datos e indicadores objetivos que
necesitamos conocer, incluso más allá de las posiciones ideológicas y
políticas de quienes expresen dichos contenidos. Seguidamente nos
limitamos a ofrecer, por un lado, unos “clásicos” que nos parecen
fundamentales en línea con lo expresado al principio de este apartado;
por otro, unos textos más modernos por el interés de los datos que
brindan. También aportamos unos links que sirven para ir edificando una
base para el trabajo de investigación-selección en el campo
económico-social en la idea de apoyar al grupo de formación en el
“relleno” de este apartado con nuestra recomendación de priorizar el
criterio de selección de temas expresado más arriba.
De momento, avanzamos unas primeras sugerencias:
-
De El Capital, capítulos de mercancía y valor. Función del crédito y del dinero. Historia de la acumulación (acumulación originaria).
-
El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin
-
El capitalismo financiarizado, de Costas Lapavitsas. Es una aproximación, desde una perspectiva marxista, a los debates presentes y a la evolución del capitalismo financiero; aunque, por corto, se echa en falta profundizar en algunos temas.
-
Diccionario de Economía Política, de varios autores soviéticos. Sigue siendo un interesante breviario de conceptos y categorías de partida, una vez extraído todo lo referente a la economía del bloque socialista ya inexistente, y si se tiene en cuenta que no puede dejar de ser incompleto, pues dada su fecha no recoge nada de los cambios en el mundo capitalista en las últimas cinco décadas. Aparte de disponer de una edición de bolsillo, lo podemos tener en: http://www.eumed.net/cursecon/dic/bzm/index.htm
-
Capitalismo y economía mundial, de Xavier Arrizabalo. Está plagado de citas y con números y tablas esclarecedores que afrontan los problemas fundamentales de la economía capitalista contemporánea (UE, financiarización, deuda externa...) desde una perspectiva marxista y abiertamente militante. Si bien cuenta con algunos límites, como el hecho de diluir las contradicciones interimperialistas dentro de Europa y entre Europa y EEUU, así como una crítica excesiva y unilateral de la URSS que no puede ser bien recibida por muchos de nosotros.
-
De El colapso de la globalización (El viejo topo) y La nueva economía política de la globalización (Universidad del Pais Vasco) se pueden extraer artículos concretos e interesantes aunque no concuerden con nuestra perspectiva.
-
Textos selectos de economía y sociedad:
III. Análisis político y geoestratégico.
Ya hemos tratado en nuestra organización
la necesidad de hacer un seguimiento lo más concreto y detallado de la
evolución de los acontecimientos políticos e internacionales, huyendo de
la autosuficiencia y de la pretensión de resolver la cuestión con
frases generales y meramente descriptivas. Lejos de eso, hemos de tener
en cuenta los datos reales y no forzarlos para que satisfagan esquemas
previos. Sólo así estaremos en disposición de hacer análisis y
editoriales que susciten el respeto y la seriedad, lo cual hoy cobra
mayor peso dada la “desideologización” imperante. Y lo que es aún más
serio: si no sabemos en qué estado real se encuentra la diversidad de
fuerzas y “actores” políticos y sociales, no podremos llevar a cabo
consecuentemente nuestras labores de dirección en el proceso de mejora
de nuestra relación de fuerzas; proceso que, como hemos declarado en
nuestras Tesis, no incumbe sólo al plano estrictamente revolucionario.
Esto es algo sobre lo que tuvieron que
alertar muchas veces los fundadores del marxismo. Ahí están las cartas
de Engels hablando de la “autonomía relativa” del plano político y
ridiculizando esa tendencia a explicar todo lo que ocurre limitándose a
invocar el interés material de clase y el plano económico. Y ahí están
también los discursos de Lenin cuando, en medio de las gravísimas
dificultades de la revolución rusa, tuvo que luchar en el seno de su
propio partido para que algunos camaradas no convirtieran todo en frase
general.
Precisamente Engels, en una de sus
cartas a los dirigentes de su partido, trae a colación, como ejemplo sin
par de análisis político, la primera de las obras que ahora
recomendamos:
-
Marx: La guerra civil en Francia, El 18 brumario de Bonaparte y La revolución en España.
-
Lenin: “Acerca de la frase revolucionaria”. También seleccionaremos
sus discursos y textos estrechamente ligados con los cambios que
tuvieron que hacerse en los planos económico y diplomático-militar tras
en el contexto de aislamiento internacional de la revolución rusa.
De producción propia recomendamos:
-
“Contribución para el análisis político que la línea revolucionaria necesita en el Estado español”: http://redroja.net/index.php/documentos/documentos-para-el-debate/1557-contribucion-para-el-analisis-politico-que-la-linea-revolucionaria-necesita-en-el-estado-espanol
En el ámbito geostratégico se requiere
profundizar en la comprensión de la situación de desestabilización
internacional que vivimos desde principios de los 90 y, en especial,
hemos de prestar una atención prioritaria al análisis de la situación en
Oriente Medio con todo el juego de intereses cruzados que allí se da.
Se propone de partida el siguiente escrito de producción propia:
-
“Y que los de abajo nos enteremos (la importancia de poner el acento en las contradicciones interimperialistas )”
IV. formación histórica.
Ya hace un tiempo, integramos en nuestra
línea política de intervención la necesidad de no quedarnos en tesis
meramente anticapitalistas; y recordamos que el proceso revolucionario
que tenemos pendiente desarrollar en nuestro marco estatal de actuación
no parte de cero, por lo que hemos de asumir y asimilar la obra
revolucionaria hasta aquí acumulada. A partir de ahí, no sólo hemos de
conocer las experiencias históricas que conscientemente se incluyeron en
la revolución socialista, sino también la de otros procesos de
liberación antiimperialista. Incluso debemos estudiar procesos
revolucionarios de otros periodos históricos. Por supuesto que hemos de
conocer la última gran experiencia de proyección revolucionaria con
carácter de masas que se dio en nuestro marco estatal, y que fue
abortada a partir del golpe fascista del 36. Más aún, se trata de
ampliar ese conocimiento al mucho más extenso de la propia historia de
la formación social del Estado español a fin de comprender desde la raíz
las peculiaridades con que nos encontramos.
Todo ello es especialmente pertinente
para comprender la problemática del “acceso” a la revolución por el
socialismo y de su construcción; y antes de eso, para estudiar cómo los
procesos insurgentes se han enfrentado realmente al reto de superar la
correlación de fuerzas con respecto al poder establecido y se han
aprovechado de las debilidades y contradicciones de este. En definitiva,
es muy necesario tener en consideración este apartado que aborda el
conocimiento de los hechos históricos revolucionarios ya que, en
definitiva, y tal como dijimos en las penúltimas jornadas de formación,
si el reto es disputar el poder, qué menos que saber cómo se ha
disputado realmente en la historia y qué problemáticas han surgido en la práctica tanto para su mantenimiento como para la construcción del socialismo.
Con respecto al estudio específico de la
historia de nuestro movimiento, no nos limitaremos a ensayos de autores
del campo revolucionario como la obra de Trotski acerca de la
revolución rusa. También utilizaremos determinados estudios de la
historia del socialismo haciendo abstracción, si necesario (que lo
será), de las opiniones de sus autores, como en los casos de Jacques
Droz y Max Beer. Y ni siquiera nos limitaremos a ensayos estrictamente
históricos de conjunto. Trabajaremos igualmente testimonios como, por
ejemplo, el de Diez días que estremecieron al mundo, de John Reed, así como documentales, etc.
V. formación en organización.
Uno de los daños colaterales que
sobrevinieron con la crisis histórica de nuestro movimiento es el de la
negación de la organización revolucionaria y de su papel de vanguardia.
Nuestra propia construcción organizativa no puede entenderse si no
partimos de esa realidad. Hoy se dan mejores condiciones para negar al
“quincemismo (des)organizativo” en tanto que negación de la
organización.
En cualquier caso debemos afrontar qué
ha habido de límites en la propia concepción de la teoría organizativa
sintetizada hasta ahora por nuestro movimiento o en su aplicación
práctica. No empezamos de cero pero tampoco podemos simplemente copiar
lo acumulado por nuestro movimiento. Y no ya sólo porque en cada sitio
haya que aplicar de forma creativa un fondo común universal, sino porque
hemos de enriquecer la teoría de la organización desde un punto de
vista universal.
En nuestro propio marco organizativo en
construcción, modestamente y muy atentos a la propia maduración interna,
hemos lanzado una serie de ideas y tesis adaptadas a los objetivos que
nos hemos ido marcando como línea revolucionaria de intervención,
siempre conscientes de que no nos bastaban las frases generales lanzadas
por aquellos compañeros de otras organizaciones que se consideraban ya
el partido. Así comenzamos a hablar de la dualidad organizativa
como fórmula necesaria para desarrollar la inserción revolucionaria (y
preservarla sin caer en el aislacionismo) en un medio afectado por una
crisis sistémica que era de proyección revolucionaria -en la medida en
que el sistema no podía satisfacer a muchos sectores movilizados al
mismo tiempo- pero también en unas movilizaciones anti-austeridad que,
sin embargo, no se insertaban real y explícitamente en una estrategia
revolucionara por el socialismo, alargando la hegemonía del reformismo
y, posteriormente, alimentando el oportunismo electoralista
desmovilizador.
Al tiempo, ha habido un proceso de
discusión ya propio del plano mas militante acerca de la propia
necesidad del partido, y en relación con esto hemos avanzado que, sea
como sea, ni podemos ser un partido de cuadros que “se quede a cuadros” por no saber relacionarse con las masas y sus diferentes planos de conciencia, compromiso y movilización, ni podemos tampoco ser un partido que “se quede partido” entre las masas
precisamente por querer hacer un partido de masas buscando crecer como
sea. Y hemos debatido esta cuestión comprobando otras experiencias que
caían en eso, más allá de algún que otro éxito coyuntural de crecimiento
que se convertía después en fracaso. Teniendo en cuenta todo ello, no
hemos esperado a estar todos de acuerdo en cómo debe ser el partido para
acordar que en todo caso la incorporación al mismo ha de ser un proceso
de llegada y no de partida y no perdiendo de vista que para poder sumar
lo primero que hay que saber es restar. Pero como no hay nada que no se
pueda malinterpretar (asunto que trataremos en los límites de toda
teoría) últimamente hemos tenido que precisar que, a su vez, es
obligación de la organización saber restar a fin, por paradójico que
pueda resultar, de sumar en otro plano.
En toda lógica, este tema hemos de
ligarlo a la necesidad de avanzar en la puesta en marcha de mecanismos
adecuados (y hasta preventivos) para una correcta resolución de los
inevitables conflictos que surgen en toda organización. Y que no deben
sólo responder –y he aquí la cuestión no fácil de comprender- a la
necesidad de preservar el plano organizativo propio, sino que también
deben servir para la mejora de la correlación de fuerzas con respecto al
enemigo; algo que, como en Red Roja ya hemos hecho tesis, implica más
planos que el estrictamente militante nuestro. Y es que nuestra
capacidad de liderazgo y de influencia política también dependerá de
cómo sepamos tratar correctamente las contradicciones organizativas que
surjan.
Tras un periodo largo de acompañamiento
de las luchas en lo que denominamos marcos de actuación, donde se ha
trabajado mucho más la influencia política que el propio desarrollo
interno de la organización, ya últimamente se está poniendo el acento
principal en el desarrollo organizativo propio, con planes de
potenciación de la organización que tienen que ir mucho más allá de lo
coyuntural. De hecho han de responder a los objetivos revolucionarios de
conquista de poder (que no pueden compartir ilusionismos “ambientes”) y
a la necesidad de tener en cuenta en el presente el tipo de régimen de
contrarrevolución preventiva con el que nos encontramos. Así, tanto para
los objetivos externos (al servicio de la lucha de clases), como para
los objetivos internos, venimos acordando la necesidad de forjar una
organización lo más “profesionalmente revolucionaria” posible que, en
definitiva, debe perseguir forjar cuadros revolucionarios profesionales.
Tal es la necesidad de ello que, ante la contradicción actual entre las
necesidades organizativas y el grado de compromiso militante realmente
existente, hemos de plantear la necesidad de profesionalizar al máximo
nuestra labor sin esperar a que seamos profesionales de la revolución. Y
esto implica entrar en unos detalles sobre el modo de trabajar y acerca
de las tareas propias de un militante que la formación no puede dejar
de considerar de forma prioritaria.
Dado el particular camino que seguimos
en nuestra construcción organizativa, es normal que tampoco en este
terreno nos baste con generalidades acerca de lo que es un partido, del
centralismo democrático, etc. Pero, desde luego, lo que podamos
sintetizar como tesis adaptadas a nuestra realidad no es comparable a
toda la teoría universal acumulada ya. En consecuencia, formarse en
organización implica necesariamente conocer el tesoro acumulado (sin
parangón) por el movimiento revolucionario en general y en particular
por el movimiento comunista. E implica también estudiar la teoría al
respecto y ponerla en relación con la propia síntesis de tesis,
ideas-fuerza, etc. que nos vemos obligados a realizar para cumplir el
objetivo mayor que supone garantizar la intervención autónoma de la
línea revolucionaria en la lucha de clases tal como se está
desarrollando.
Por todo lo anterior, proponemos considerar los siguientes subapartados dentro de la formación en organización:
-
Historia de las organizaciones.
-
Debates organizativos debidamente contextualizados.
-
Conocimiento de la línea organizativa que estamos sintetizando.
VI. formación “ideológica”
La organización no sólo debe concebirse
como mero instrumento para la lucha de clases. Quedarse en ese único
aspecto –sobre todo, cuando se olvidan los objetivos estratégicos-
alimenta el peligro del pragmatismo y el utilitarismo. También debe
entenderse como marco de superación militante. Ello implica un proceso
de “deconstrucción” ideológica frente a la educación que el sistema, en
toda su complicación, nos imbuye. Hablamos de “complicación” porque a
menudo muchos factores reproductores de la ideología dominante no son
conscientes ni de su papel ni de su imbricación en el sistema de
propaganda de la división en clases, y nosotros mismos nos podemos ver
inmersos en “terreno enemigo”.
En este apartado de la formación se
incluye el acceso a la cultura y el arte de proyección revolucionaria,
que no son precisamente impulsados por los aparatos de propaganda y de
(de)formación del sistema.
En línea con lo que ya recogíamos en
nuestras Tesis, la organización ha de ser además marco y motor que
impulse la superación de los necesarios procesos de contradicciones que
se plantean a la humanidad desde un punto de vista histórico. Esto va
más allá de la superación de la contradicción capital/trabajo huyendo de
todo etapismo del tipo: “esa contradicción, por ejemplo la de género,
la afrontaremos cuando se haya resuelto primero esta (la de
capital-trabajo)”.
Una de las consecuencias más inmediatas
de la formación en este apartado específico es el avance sustantivo en
todo lo referente a la propaganda. Sobre este particular, hemos de
profundizar en el concepto de superación que el marxismo
desarrolla, que no es sinónimo de simple destrucción de todo lo anterior
–su incomprensión ha causado verdaderos problemas en la historia del
proceso revolucionario mundial- sino que implica reconocer todo lo que
de elevado han generado los modos de producción anteriores al
socialismo, así como lo que las sociedades burguesas, en su
heterogeneidad, han desarrollado en el plano de las ideas y de la
intelectualidad, etc., por más que no respondan a una concepción de
conjunto que compartamos.
Dado el inmenso campo que abarca este
apartado, no iremos más lejos de la exposición de intenciones que se
acaba de hacer, en espera de una próxima reunión del grupo de formación
en la que se precisarán y concretarán las líneas reflejadas aquí y se
confeccionará un plan de trabajo.
ANEXO
FRIEDRICH ENGELS. CARTA A CONRAD SCHMIDT (5 de agosto de 1890)
En
general la palabra “materialista” sirve a muchos escritores recientes
en Alemania como simple frase con la cual se etiqueta todo tipo de cosas
sin estudiarlas más profundamente, pensando que basta con pegar esta
etiqueta para que todo sea dicho. Ahora bien, nuestra concepción de la
historia es, ante todo, una orientación para el estudio, y no una
palanca que sirva para realizar construcciones tal como hacen los
hegelianos. Hay que reestudiar toda la historia, hay que someter a una
investigación detallada las condiciones de existencia de las diversas
formaciones sociales antes de intentar deducir los modos de concepción
políticos, jurídicos, estéticos, filosóficos, religiosos, etc. que les
corresponden. Sobre este punto, no hemos hecho hasta ahora que muy poco,
porque poca gente se ha puesto seriamente manos a la obra. Sobre este
punto, tenemos [se refiere al Partido Socialdemócrata Alemán] necesidad
de una ayuda en masa; el dominio es vasto, y aquel que quiera trabajar
seriamente puede hacer mucho y distinguirse. Pero, en lugar de esto,
para un gran número de jóvenes alemanes las frases vacías sobre el
materialismo histórico (todo puede precisamente transformarse
en frase) no les sirven nada más que para hacer lo más rápidamente
posible de sus propios conocimientos históricos relativamente escasos
–¿no se encuentra todavía en mantillas la historia económica?- una
construcción sistemática artificial e imaginarse enseguida que son unas
potentes cabezas pensantes.
(…) Usted que ya ha hecho realmente
algo, usted habrá notado ciertamente cuán pocos son los jóvenes
literatos adheridos al Partido que se esfuerzan en estudiar la economía,
la historia de la economía y la historia del comercio, de la industria,
de la agricultura, de las formaciones sociales. ¿Cuánto no conocen del
Moro (Marx) más que su nombre? Es la suficiencia del periodista que debe
resolver todas las dificultades, ¡y así son los resultados! A veces
podría decirse que estos señores creen que todo vale para los obreros.
Si estos señores supieran cómo Marx consideraba que sus mejores
producciones no eran todo lo buenas que se requería para los obreros y
cómo consideraba un crimen ofrecer a los obreros cualquier cosa que
estuviera por debajo de la perfección!
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