"... Ojalá los
imbéciles no terminemos siendo los que defendemos lo que Ubieta
caracteriza como “una sociedad alternativa que no repudia el dinero que
se gana con honestidad y talento, pero que se sustenta en la cultura del
ser”, si continuamos actuando como si ignoráramos lo que afirma István.
Porque los valores que conforman una cultura -ya sea del ser o del
tener- se reproducen a través de las relaciones sociales determinadas en
primera instancia por la economía y es lo peor de la sociedad cubana la
que tiene acceso a espacios en los que se ha vuelto hegemónico “el
culto al triunfo a costa de la bondad y la justicia”. Allí están
ausentes los que con su trabajo sostienen el país pero sí disfrutan… y
pagan “un grupo de pillos que cada día se están enriqueciendo más”, en palabras del Presidente Raúl Castro
sobre quienes especulan con las necesidades alimentarias del pueblo
pero que pueden aplicarse a no pocos que lucran desde la ilegalidad o la
alegalidad en otras esferas de la sociedad...."
He permanecido ajeno hasta hace muy poco a los dichos del reguetonero Baby Lores en la revista On Cuba y es un texto de Enrique Ubieta el que me ha remitido al asunto que también había sido abordado antes por István Ojeda.
Hay que agradecer a ambos su valentía para, una vez más, mirando más
allá de un “caso”, incidir en aspectos sobre los que no reflexionamos
suficientemente.
Porque la
mayoría de las veces que nos asomamos a este tipo de situaciones lo
hacemos desde una perspectiva que no aborda los procesos que gestan y se
articulan tras esos comportamientos, como si la Economía Política
hubiera dejado de existir y los gerentes que organizaron el referido
concierto a 100 CUC la entrada en el Salón Rojo del Capri, o acciones
similares, no estuvieran estimulando esa subcultura buscando ganar
dinero a cualquier costo en nombre de Robin Hood pero en realidad
trabajando para el Sheriff de Notingham y no pocas veces para el propio bolsillo.
El Sheriff
ha hablado con bastante claridad sobre los objetivos de su nueva
política hacia Cuba y hasta ha llegado a decir con qué instrumento: “Las
medidas que estamos tomando reforzarán a la clase media de Cuba. Este
es el mejor instrumento para obtener lo que todos queremos: una Cuba
libre, próspera y democrática”, afirmó el segundo hombre en la política exterior de EEUU., Antony Blinken, al diario español El País el 29 de julio de 2015.
Ya sabemos
cuál es el concepto de libertad, democracia y prosperidad que reparte
Washington por el mundo y nuestro propio pasado en que EEUU intentó
convertirnos en lo que Fidel llama “híbrido de casino con prostíbulo”
lo atestigua. Hay un grupo social que a fuerza de dinero hace sinergia
con la búsqueda de algo bastante parecido, aprovechando las ventajas que
les ofrece una economía en proceso de apertura, aun deformada por la
dualidad monetaria y cambiaria y con vacíos legales, y, como si no le
fuera suficiente intentar corromper los nuestros, que tienen mucho que
cambiar para estar a la altura de los nuevos desafíos, ya viene gestando
sus propios medios de comunicación.
Recuerdo que
el caso Gilbertman tampoco nos llevó a preguntarnos por qué el
reguetonero-delincuente que nos escogió como destino, como escribió entonces Ubieta,
“creía que el dinero, su superpoder, lo haría invencible en Cuba, como
podría serlo en Miami o en Bogotá” y sólo su aparición en la prensa
estadounidense desató su detención en La Habana, donde sin
clandestinidad alguna “financiaba videos de los Desiguales, de Eddy K
(de regreso en la isla), del Yonki, del Príncipe, de Damián, a condición
de que lo dejasen aparecer en pantalla”, personajes que en su mayoría,
al César lo que es del César, no hemos conocido en “El Paquete” sino en
espacios estelares de nuestra televisión.
En la inauguración de la embajada estadounidense en La Habana,
el jefe de Blinken, John Kerry, nos puso de ejemplo a Vietnam, “un
país dinámico, con una economía creciente”, pero no nos dijo que en esa
tierra hermana, con la fortaleza cultural que suponen miles de años como
nación antes de que existiera EEUU y una lengua propia, con ocho veces
la población de Cuba y a miles de kilómetros del territorio
estadounidense, todos los medios de comunicación son de propiedad
pública y las regulaciones sobre la difusión de información por privados
a través Internet son mucho más restrictivas que aquí. Para nada estoy
diciendo que debemos copiar ninguna regulación de Vietnam pero sí es
bueno saber qué nos ocultan los mismos que destinan cincuenta millones
de dólares anuales -varias veces el presupuesto de todos los medios de
comunicación cubanos juntos- a comunicarnos cómo debemos organizarnos en
esta Isla. Interesante que quienes, según Kerry, ya no son “ni
enemigos, ni rivales” sino nuestros “vecinos” callen ante nosotros que
en el “país dinámico” la gestión eficiente de la economía y la amplia
participación del sector privado en el socialismo no suponen propiedad
privada sobre los medios de comunicación.
Ubieta sobre el caso Gilbertman hablaba de cómo la “revista digital de frivolidades Vistar magazine“…”que
presenta en su costado más banal a los buenos, regulares y malos
artistas, con anuncios de negocios que pagan, sean o no legales—le
dedicó una página en uno de sus números y en otro, anunció el video”
donde Gilbertman
“reunía
en su casa a sus financiados, entre maletas llenas de mujeres, de
dinero, de expresiones duras, de pistolas, de cadenas de oro, de muebles
caros y de mal gusto, como capos a la espera del resultado de una
supuesta guerra callejera, importada de otras calles, de otro mundo que
no es el nuestro, un video donde la violencia alcanza grados
repugnantes, y en el que se compra la imagen, el símbolo esta vez
invertido del joven actor que encarnaba al Chala” (protagonista de la
película Conducta)
Dice István que Lores “no es un imbécil” y agrega:
“Es
la más estridente de un grupo mayor o menor dentro de la sociedad
cubana actual, obviamente mucho más allá de sus colegas, que alardea
bendecido por alguna prensa. Ellos sueñan ¡y están obrando! su propio
proyecto de país desde una idea torcida de la prosperidad sustentada en
el apetito inmoderado por el poder y el culto al triunfo a costa de la
bondad y la justicia.”
Ojalá los
imbéciles no terminemos siendo los que defendemos lo que Ubieta
caracteriza como “una sociedad alternativa que no repudia el dinero que
se gana con honestidad y talento, pero que se sustenta en la cultura del
ser”, si continuamos actuando como si ignoráramos lo que afirma István.
Porque los valores que conforman una cultura -ya sea del ser o del
tener- se reproducen a través de las relaciones sociales determinadas en
primera instancia por la economía y es lo peor de la sociedad cubana la
que tiene acceso a espacios en los que se ha vuelto hegemónico “el
culto al triunfo a costa de la bondad y la justicia”. Allí están
ausentes los que con su trabajo sostienen el país pero sí disfrutan… y
pagan “un grupo de pillos que cada día se están enriqueciendo más”, en palabras del Presidente Raúl Castro
sobre quienes especulan con las necesidades alimentarias del pueblo
pero que pueden aplicarse a no pocos que lucran desde la ilegalidad o la
alegalidad en otras esferas de la sociedad.
Desde allí
viajan la vulgaridad, el culto a la violencia, el machismo y el dinero
fácil hacia programadores, realizadores, y algunos espacios de medios de
comunicación, y también al transporte público y las instalaciones
gastronómicas, los agromercados y mil lugares más donde la banda sonora
de los nuevos hombres de éxito nos acompaña las 24 horas. Un recorrido,
muchas veces billete en mano, para cerrar el ciclo
“dinero-mercancía-dinero incrementado” que convierte en gusto lo que es
un proceso de corrupciones sucesivas al que vienen a sumarse los
nacientes medios de comunicación privados.
Si en
Latinoamérica vemos actuar -y vencer- a la prensa privada como un
Partido Político al servicio de las oligarquías y la contrarreforma
promovida por Washington, no hay que ser visionario para prever su rol
futuro -ya casi presente- en Cuba. A pesar de su ofensiva para degradar
lo colectivo y promover lo privado, los valores sembrados por la
Revolución tienen fuerza propia. Un grupo de jóvenes periodistas procedente de todas las provincias de Cuba recientemente reunidos en La Habana
insistía “en la necesidad de contar con una norma jurídica que ampare
la producción comunicativa del país, porque hay comportamientos que
escapan a los límites regulatorios gremiales”, y resaltaba “la necesidad
de que la vanguardia esté dentro de nuestros propios medios y no en
proyectos privados que no están en consonancia con el proyecto de país
que hemos emprendido.”
Y puede
haber hasta refinamiento. “Un reguetonero refinado” llama a Lores la
revista “cuyo perfil editorial se construye desde el cinismo”,
definición de Enrique Ubieta sobre OnCuba que acaba de brillar en un artículo de esa publicación
denunciando que la entrada al Gran Teatro de La Habana después de su
restauración -para ver una de las mejores compañías de ballet del mundo-
cueste ¡entre 10 y 30 pesos cubanos! La intención de subrayar que todo
lo que hace el gobierno está mal -primera etapa de la Guerra de cuarta
generación- puede, sin dudas, desembocar en el absurdo. Semanas atrás
casi linchan en Facebook a un periodista por quejarse de que la entrada a
un espacio recreativo costaba cincuenta pesos, pero sospecho que su
pecado no fue lo que dijo sino desde dónde lo hacía: una agencia de
prensa estatal.
A veces
pareciera que la lucha de clases no existe, y la ideológica, tampoco,
pero, como el dinosaurio de Monterroso, cuando despertemos, estarán ahí.
Sin profundizar en las causas económicas y sociales detrás de actitudes
que no son individuales sino grupales, y cada vez más clasistas,
cualquier esfuerzo podría ser vano; un triste e inútil trabajo de Sísifo
que ignora las leyes que rigen la sociedad descubiertas por Marx, como
el mítico personaje castigado por Zeus ignoraba la Ley de la gravedad.
https://lapupilainsomne.wordpress.com/2016/01/06/quienes-seran-los-imbeciles-por-iroel-sanchez/
Un golpe al “Tercer bloqueo”. Por Iroel Sánchez
20
Creo
fue Lenin quien dijo que “el socialismo es un puesto de mando político
sobre la economía” y cuando se olvida se paga muy caro como acabamos de
ver en Venezuela, donde en palabras de Luis Britto García “a la
abstención del gobierno de combatir corruptos, especuladores y
acaparadores correspondió la abstención del pueblo de votar”. Sigue leyendo
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los medios españoles sigan siendo propiedad de los grandes capitales
–bancarios, inmobiliarios y de otros sectores- periodistas como Carmen
Muñoz seguirán llevando a la opinión pública un mensaje perverso: que
EEUU tiene derecho a intervenir en la política de Cuba Sigue leyendo
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