Quienes somos, de dónde venimos.
Los y las promotoras y firmantes de este manifiesto nos consideramos herederas del hilo rojo catalán, es decir, de las luchas populares sufridas, llenas de victorias y amargas derrotas, del potente tejido asociativo, del trabajo por la lengua, de la autoorganización de los y las trabajadoras, del asamblearismo sindical, de la resistencia feminista ante el cruel patriarcado, de los movimientos estudiantiles, de la solidaridad con los otros pueblos oprimidos, del municipalismo transformador, de la lucha por la completa soberanía de nuestro pueblo, por la liberación social y nacional.
Siglos de lucha y resistencia nos contemplan; de la que fue ejemplo
Jaume Compte y el Partido Catalán Proletario durante la pequeña
Revolución Popular del 1934 -paradigma de unidad de lucha social y
nacional-, o bien Joan Comorera y el PSUC, partido que fue reconocido
como miembro de la Internacional Comunista, única excepción a la norma
de una sección por Estado. Lucha y resistencia de la que ha sido ejemplo
también la Izquierda Independentista, la cual ahora recoge los frutos
de décadas de trabajo intenso.
Hace falta ahora, pues, una nueva concreción de este hilo en el siglo
XXI, humilde pero digna continuación de las luchas mantenidas hasta
ahora, no solo en nuestra tierra, también es necesario que aprendamos de
las experiencias socialistas, de los movimientos de liberación
nacional, y del combate popular contra el capitalismo y el imperialismo
en todo el mundo.
Llamamiento comunista:
Así pues, los y las hijas del hilo rojo catalán tenemos la firme
convicción de que se necesita reorganizar el espacio marxista-leninista
que tenga como apuesta clara la reivindicación dialéctica de la
independencia del país como vía para llegar a la construcción del
socialismo, provocando una ruptura democrática con el Estado español y
el régimen del 78, que significó la reforma del franquismo para dotar al
régimen de una formalidad democrático – burguesa que le permitiera la
aceptación en los organismos imperialistas como la UE o la OTAN.
Es decir, encontramos que, a raíz del complejo y contradictorio
proceso, se ha generado una rendija que hay que aprovechar para romper
con el Estado y construir entre todos y todas la República Popular
Catalana, que tiene que generar nuevas dinámicas para la clase
trabajadora.
República Popular Catalana.
Consideramos pues, que en el Principado, a raíz de la sentencia del
Tribunal Constitucional en 2010 contra el Estatuto de Autonomía
(insuficiente y además, recortado), que pasó por encima de la voluntad
del pueblo catalán expresada vía referéndum y ratificación del
Parlamento de Cataluña y el Congreso de los Diputados, significó un
punto de inflexión en la sociedad catalana. Esta experimentó un
crecimiento muy fuerte de las aspiraciones soberanistas y democráticas y
desembocó en un movimiento popular y de masas con las grandes
manifestaciones de los años 2012 a 2015, que por primera vez tenían como
reivindicación central la independencia del país.
Creemos que como comunistas tenemos que aprovechar las condiciones
subjetivas de cambio y la correlación de fuerzas que se está produciendo
en Cataluña a raíz del proceso soberanista, y que pueden traer a una
ruptura democrática y el establecimiento de una república donde las
posiciones de la clase obrera y las clases populares se vean reforzadas,
reconquistando derechos a través de un proceso constituyente y popular
que culmine las tareas democrático-burguesas todavía pendientes de
realizar hoy en día al Estado español, como consecuencia de la reforma,
que no ruptura, del régimen franquista.
Desgraciadamente, creemos que en el resto del Estado español la
correlación de fuerzas es claramente desfavorable a la superación del
régimen del 78 y se encuentra en medio de una ofensiva neoliberal y
recentralizadora que pisa los derechos de las naciones y pueblos que
forman parte del Estado. Ante este escenario inmovilista, como
marxistas-leninistas no podemos subordinar la cuestión social a la
cuestión nacional priorizando un horizonte a estas alturas lejano y
utópico cómo es la reforma federal o la celebración de un referéndum,
tal como proponen ciertos sectores. Como internacionalistas que somos,
no podemos tener miedo a un proceso de autodeterminación cuando este
puede significar una oportunidad histórica para hacer avanzar las
posiciones de clase, sin olvidar los fuertes vínculos que tenemos con el
resto de pueblos del Estado, que siempre tendrán nuestra solidaridad en
sus luchas por la emancipación social. Como comunistas catalanes,
estamos convencidos de que la autodeterminación de Cataluña es hoy en
día la mejor aportación que las clases populares catalanas pueden hacer
por el cambio en España, obligando a abrir el candado de la constitución
del 78, rompiendo la organización territorial del Estado y abriendo una
rendija que puede ser aprovechada por la izquierda de los pueblos
oprimidos.
Por lo tanto, desde Crida Comunista apostamos dialécticamente por un
proceso de acumulación de fuerzas mediante la Unidad Popular y la
ruptura democrática con el Estado español aprovechando la coyuntura
actual y la oportunidad abierta con el proceso democrático que vive el
país -que hay que hacer girar a la izquierda- para llegar a la
proclamación de la República Popular Catalana, como apuesta estratégica
de las clases populares por el inicio de la construcción del Socialismo
en Cataluña.
Països Catalans
¿Pero qué pasa con el resto del territorio? ¿O cual tendría que ser
el marco de actuación de este espacio que reivindicamos? La realidad de
los Països Catalans entendido como unos vínculos culturales, de lengua,
de historia común… son innegables. Cómo también es innegable que la
realidad política, la conciencia social y nacional, y los ritmos son muy
diferentes. ¿Entonces, que tenemos que hacer?
Sin duda, entramos en otro tema históricamente polémico para el
movimiento comunista en casa nuestra. Se tiene que decir que demasiado
fácilmente se ha caído al descartar -unos- o defender -otros-
rápidamente un modelo; o lo que es lo mismo, siempre ha habido una
carencia de reflexión, de debate abierto y de teorización entre
posturas. Hay que abordarlo con valentía y hacer una apuesta claramente
marxista y no identitaria, de construcción nacional al Principado y en
los Países Catalanes. Sólo así se romperán dinámicas negativas y se
podrá avanzar realmente en un proyecto de emancipación.
Las CUP y la Unidad Popular
A pesar de que queda mucho camino para recorrer, es evidente que en los últimos años se ha avanzado en la articulación y construcción de la Unidad Popular, tejiendo un movimiento potente, amplio y heterogéneo, sin perder combatividad ni la esencia anticapitalista. Ahora hay nuevos y mayores retos que habrá que asumir con valentía, y creemos que el espacio que reivindicamos tiene que participar con fuerza para aportar el mejor de nosotros: trabajar la coordinación, el debate y el enriquecimiento de las diversas experiencias en todo el territorio, impulsar los Encuentros, hacer crecer la influencia en los barrios y zona del área Metropolitana, abrir la UP a nuevos sectores, priorizar siempre la presencia y luchas en la calle y no el institucionalismo, etc.
Uno de los actores capitales de esta Unidad Popular son desde hace un
tiempo las Candidaturas de Unidad Popular (CUP), que han multiplicado
su presencia en las instituciones -cerca de 400 regidores, gobernando en
solitario o en coalición en varios pueblos y ciudades, los 10 diputados
en el Parlament…- y ha conseguido visibilizar muchísimo las propuestas y
programa de Unidad Popular.
Así pues, vemos muy necesario reforzar el proyecto de la CUP, y que
se mantenga como un espacio de encuentro transversal y anticapitalista,
de trabajo municipalista, de confluencia con otros movimientos
rupturistas como sucede en las Candidaturas Alternativas del Vallès
(CAV), en Badalona, Santa Coloma, etc.
Venimos de lejos, y vamos más lejos todavía…
Hasta ahora hemos situado unos mínimos que habrá que profundizar y
concretar, además de trabajar otras cuestiones que tienen que estar
sobre la mesa, como por ejemplo el nuevo movimiento obrero y cómo
encararlo, la lucha por un feminismo de clase, la solidaridad
internacionalista con otros pueblos oprimidos y que luchan de varias
formas por su libertad (recordamos ahora con fuerza Nueva Rusia, Siria y
el Kurdistán…), pero lo que sí que hay que reivindicar ahora es qué
tipo de espacio queremos; porque no debemos repetir errores y los
tiempos nos exigen madurez.
Queremos un espacio comunista a pie de calle, profundamente
feminista, radicalmente democrático, plural y que sepa beber de todas
las tradiciones revolucionarias y escuelas combativas, un espacio
alejado tanto del reformismo y el institucionalismo cómo de sectarismos y
aleccionamientos, que sea desde el ejemplo y la humildad como tendremos
que aportar y enriquecer las luchas populares. Esta es nuestra apuesta y
no nos conformaremos con menos.
Los y las promotoras y firmantes de este manifiesto, eternas
soñadoras, Quijotes irreductibles, fieles al hilo rojo catalán, queremos
poner nuestro granito de arena en esta pequeña pero vital empresa de
reconstituir la herramienta de los y las trabajadoras. Este tiene que
ser el primer paso, de muchos en adelante. ¡Manos a la obra todos y
todas!
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