"Se discute sobre metáforas topográficas que nada tienen que ver con las ciencias sociales" IZQUIERDA, DERECHA, ARRIBA, ABAJO. Por TEODORO SANTANA
Discutir si el "eje izquierda-derecha" para clasificar a "la gente" está demodé frente al "eje arriba-abajo", puede ser divertido, pero se trata de un ejercicio de metáforas topográficas que nada tiene que ver con las ciencias sociales.
Ya de entrada, referirse al conjunto de la población como "la gente"
indica un escaso deseo por dotarse de un análisis serio, a la vez que
una visión oscurantista de la realidad. Tal y como explicaban Marx y Engels en La ideología alemana, para que haya "gente"
que opere en la historia o en la política, es ante todo preciso que esa
"gente" esté viva. Y para vivir necesitan agua, alimentos, abrigo,
vivienda y unas cuantas cosas más. Así que lo primero que debemos
examinar es como cada persona de esa "gente" consigue los medios para
vivir.
Y aquí sí que tenemos un primer gran eje objetivo: por un lado están
los que se ven obligados a trabajar para otros por un salario. Son los
asalariados o proletarios, cuantitativamente la inmensa mayoría de la población. En ella hay que incluir a los parados -es decir, asalariados
sin empleo, a la espera de poder conseguir uno para sobrevivir- y a los
pensionistas, esto es, proletarios que ya no son productivos y reciben
un salario diferido para el que cotizaron toda su vida laboral.
Por otro lado están los que viven del trabajo de otros. Son los burgueses,
dueños de las empresas y, por lo tanto, en situación de imponer a los
no poseedores el precio por su trabajo. Una minoría de estos burgueses ni siquiera necesita pasarse por las empresas de las que son propietarios
-total o parcialmente (mediante acciones)- para recibir sus beneficios.
Estos son capitalistas en sentido pleno: no necesitan trabajar en
absoluto.
En medio de esta gran división social en clases antagónicas, hay un
pantanoso terreno de burguesía burocrática (funcionarios de alto nivel
del Estado y la universidad, jueces, políticos profesionales, etc.), trabajadores no asalariados (autónomos) y pequeña burguesía
-que oscila entre la sumisión total al estado capitalista y a los
potentados, y la realidad de que su enemigo objetivo son las grandes
corporaciones, que le lleva a la ruina sistemáticamente-.
Dado que el interés de los capitalistas es mantener a toda costa el
sistema que les garantiza su riqueza y su dominio, y que el interés
objetivo de los asalariados es acabar con el capitalismo, es preciso
señalar otro gran eje clarificador: el que separa a las fuerzas
partidarias del capitalismo (con rostro más o menos "humano") de las fuerzas partidarias del socialismo, en sus distintas variantes.
En este sentido hay que reconocer que las fuerzas partidarias del
capitalismo son, a día de hoy, abrumadoras. Van desde la derecha (PSOE) y
la extrema derecha (PP, C's), al reformismo iluso que pretende un capitalismo con "sensibilidad social" (Podemos, IU).
Por contra, las fuerzas partidarias del socialismo son practicamente
inexistentes, dispersas, anticientíficas y semianalfabetas, y con nula
implantación social.
Como corolario del eje fuerzas partidarias del capitalismo - fuerzas
partidarias del socialismo, cabe señalar el eje fuerzas imperialistas
frente a fuerzas antiimperialistas y anticolonialistas. En este
archipiélago africano estamos acostumbrados a ver que algunos que se
dicen partidarios del socialismo adoptan posiciones imperialistas
españolistas con respecto a Canarias. Cosa que les viene facilitada por
la debilidad y primitivismo de buena parte de las fuerzas
anticolonialistas, por lo demás residuales y arrinconadas en su propio
gueto.
Por último, y como guía general para evitar el sectarismo y el
aislamiento, hay que trazar un eje claro entre el pueblo y el enemigo.
Llamamos "pueblo" a los asalariados y al conjunto de sectores
intermedios, potenciales aliados estratégicos de los asalariados y
objetivamente interesados en el avance al socialismo, aunque aún -y
todavía por un largo periodo de tiempo- no lo vean. El enemigo,
indudablemente, es el cartel de grandes capitalistas y potentados
financieros que dominan el Estado y la economía.
Mientras que, por ejemplo, PP y PSOE están al servicio del enemigo,
otros como Podemos e IU, con todas sus contradicciones, forman parte del
pueblo. Saber diferenciar entre el pueblo y el enemigo es fundamental.
Mientras que las contradicciones en el seno del pueblo deben resolverse
por la crítica, la batalla de ideas y el convencimiento, las
contradicciones entre el pueblo y el enemigo son irresolubles -al menos
de forma pacífica-.
Prafraseando a Dürrenmatt, "tristes tiempos estos en que es necesario explicar lo evidente".
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