Venezuela como pedagogía de la esperanza .

"... la educación, como práctica social e histórica, constituye una plataforma de construcción de seres humanos libres y solidarios capaces de construir un presente y un porvenir de felicidad y justicia, para todos y todas, sin intolerables exclusiones ni inaceptables exclusivismos. 
La educación como práctica emancipadora no reconoce al aula y a la institución escolar como sede única del proceso de enseñanza aprendizaje, amplía los límites de lo pedagógico y lo extiende a la sociedad que, entonces, pasa a convertirse en una escuela..."
La educación como práctica social y como concepto ha sido y será materia de controversias. 
Venezuela como pedagogía de la esperanza Para unos, la “calidad educativa” es la resultante de la acción eficaz de unos técnicos que producen unos saberes incuestionables, unas editoriales que los traducen a manuales de textos, unos docentes que “gestionan” ese conocimiento indiscutible y un Estado Evaluador que sigue, vigilante, el rendimiento de enseñantes y aprendientes a través de dispositivos examinadores de resultados. 
Para sus antagonistas, la educación, como práctica social e histórica, constituye una plataforma de construcción de seres humanos libres y solidarios capaces de construir un presente y un porvenir de felicidad y justicia, para todos y todas, sin intolerables exclusiones ni inaceptables exclusivismos. 
La educación como práctica emancipadora no reconoce al aula y a la institución escolar como sede única del proceso de enseñanza aprendizaje, amplía los límites de lo pedagógico y lo extiende a la sociedad que, entonces, pasa a convertirse en una escuela. 
La consigna más potente que, en este sentido, tuve oportunidad de escuchar y leer en la patria de Simón Rodríguez fue “Venezuela es una escuela”. 
Hay acuerdo acerca de que, en materia de política educacional, existe un sistema educativo y una política educativa que constituyen un territorio privilegiado de la educación como práctica social e histórica específica. 
En quince años de Revolución los logros cuantitativos en materia de democratización del acceso son evidentes. 
Según datos del Ministerio del Poder Popular para la Educación, la comparación entre la IV República y la actual construcción del socialismo bolivariano resulta incontrastable: La tasa neta de escolarización inicial pasa del 43% en 1998 (último gobierno de la IV República) al 77% en 2013, lo que implica un incremento de 34 puntos en la cobertura de este nivel. En el nivel primario, se expandió para el mismo período del 86% al 93% 
En relación al nivel medio, la matrícula paso del 48% en 1998 al 76% en 2012/2013. 
En cantidad de inscriptos a primer año, se pasó de 239.237 en el período 98/99 a 544.904 en 2012/13, lo que expresa un incremento de 128%. De 114 escuelas técnicas existentes en 1998 se pasó a 347 en 2012, lo que expresa un aumento de 204% de establecimientos de este tipo. 
El personal docente pasó de 299.808 el año previo a la asunción de Chávez a 531.672 en 2012/3, es decir un 188% más de enseñantes. 
El Programa de Alimentación Escolar que abarcaba en 1998 a 119.512 estudiantes, pasó en 2012/13 a 4.352.972, lo que supone un crecimiento de 3542%. Al año 2013 se habían entregado 3.200.000 computadoras portátiles y 77.750.000 libros de la Colección Bicentenario. 
No sólo se registraron novedades en materia de acceso a la educación, sino en la aparición de una nueva pedagogía – que reconoce sus raíces rodrigueanas- que reformula sustantivamente los fines, los contenidos y los métodos de la educación pública. 
En tercer lugar, se esbozan nuevos mecanismos de gobierno de la educación que impulsan una democracia protagónica y participativa en el propio desarrollo de las instituciones escolares. 
Los Consejos Educativos – donde participan todos los miembros de la comunidad escolar y se incorporan representantes de la comunidad política y territorial donde esa institución hace vida- reflejan un ensayo muy relevante de cambio en las relaciones de poder dentro del propio sistema educativo. 
Estos cambios que ocurren en el campo de la educación no pueden desvincularse del proceso histórico-político más general, ni de sus avatares y desafíos. La voluntad colectiva de transformar el orden social en Venezuela, avanzando hacia un modelo específico de socialismo constituye un bello y duro desafío que exige gigantescas dosis de energía colectiva, inteligencia, paciencia pedagógica y niveles crecientes de organización popular. 
La partida de Hugo Chávez Frías ha multiplicado el desafío de las mayorías sociales en Venezuela, y se intensificó desde entonces la acción destituyente promovida por EEUU con la inestimable colaboración de la derecha venezolana cuyas tentaciones fascistas emergen a cada paso. La guerra total desatada contra el proceso bolivariano se despliega en todos los planos: económico (gimnasia especulativa, contrabando, inflación, desabastecimiento); callejero (las guarimbas y otras expresiones de violencia directa); comunicacional; en menor plano política (pues la derecha ha sido derrotada en el plano ideológico y cultural). A pesar de los enormes esfuerzos destituyentes, el proceso histórico bolivariano se desarrolla como un gigantesco proceso de aprendizaje colectivo que no cede a pesar del enorme sacrificio común para sostener la direccionalidad de la Revolución. La imposibilidad de dar vuelta y cerrar el ciclo bolivariano dan cuenta tanto de la debilidad de la derecha endógena como de la fortaleza que parece multiplicarse en las bases chavistas. 
Esta afirmación no presupone negar la existencia de profundas tensiones y contradicciones, ni perder de vista las dificultades del proceso político. De lo que se trata es de reflexionar en torno a las duras tareas que tiene el gobierno de Nicolás Maduro y, con todo ello, la certeza de que la Revolución no ha ganado de antemano la madre de todas las batallas: llegar al punto de no retorno al viejo orden capitalista subordinado y dependiente. El decreto firmado por Obama considerando a Venezuela una amenaza a la seguridad de la primera potencia mundial militar es una confesión de la imposibilidad de quebrar el proceso bolivariano por las fuerzas coaligadas de la derecha venezolana. Es, hay que decirlo, una expresión de la debilidad de EEUU para maniobrar a control remoto – como ocurrió a lo largo del siglo XX- poniendo y sacando gobiernos funcionales a sus intereses. Venezuela es, por todo esto, un verdadero paradigma educativo. 
Primero, porque su política educativa ha sido motor de transformaciones profundas. Por cierto: incompletas, en curso, con avances indudables y asignaturas pendientes pero pariendo una pedagogía emancipadora cuyo despliegue y consolidación implican proceso prolongados, complejos y conflictivos. Segundo, Venezuela es un laboratorio de revolución y contrarrevolución y como tal el proceso político resulta profundamente pedagógico, hacia adentro del país pero también hacia la región y el mundo. 
 
Las lecciones bolivarianas nos permiten ahora revisitar la consigna VENEZUELA ES UNA ESCUELA desde sus diferentes puntos de vista. Porque ahora el conocimiento es propiedad social y colectiva, porque se desterró la noción de educación como mercancía, porque se ensayan con éxito la generación de elementos de una pedagogía emancipadora. Pero porque el proceso político es una escuela inigualable de dignidad y de esperanza para los pueblos y gobiernos de Nuestra América que no se rinden, educando y educándose para la segunda y definitiva emancipación continental.

Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/bloggers/-Venezuela-como-pedagogia-de-la-esperanza-20150406-0004.html. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net


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Pablo Imen 
Graduado en ciencias de la educación. Imén es actual director de Idelcoop, Sec. de Investigaciones del CCC Floreal Gorini, docente e investigador de la Unjiversidad de Buenos Aires (UBA) y asesor de sindicatos docentes. También es autor de los libros: “La Escuela Pública Sitiada. Crítica de la Transformación Educativa”, “Pasado y presente del Trabajo de Enseñar"








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