Lxs obrerxs, la tropa,...en el ejército como en los centros de trabajo todo está montado para que haya una total impunidad para el patrón con la carne de cañón.
JOVEN SOLDADO CANARIO REPRESALIADO POR NEGARSE A RENUNCIAR AL CUIDADO DE SU HIJA.
Por JUAN ANDRÉS PÉREZ RODRÍGUEZ Y CRISTÓBAL GARCÍA VERA / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- La pasada semana, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias emitía una sentencia condenatoria contra el Ejército por vulnerar el derecho a la conciliación familiar de una militar destinada en Tenerife. A la joven se le había modificado la reducción de jornada para encomendarle guardias, servicios y maniobras que antes no tenía que hacer, impidiéndole de esa forma que se pudiera hacer cargo de sus hijos, menores de 12 años. El fallo del alto tribunal es prácticamente idéntico al que ya había dictado el 10 de marzo pasado, en la que fue la primera sentencia en el Estado español que reconocía el derecho civil de los militares a la plena conciliación de su vida familiar con la laboral.
Las dos resoluciones judiciales del TSJC, sin embargo, no han impedido que este derecho continúe vulneradose de forma sistemática en las Fuerzas Armadas.
Los escasos soldados que se atreven a reclamar lo que les corresponde
sufren todo tipo de represalias, con las que se trata de sostener,
imponiendo la ley del silencio, una situación de abusos y arbitrariedades que es tolerada por los responsables del Ministerio de Defensa.
Canarias-semanal
tuvo la oportunidad de entrevistar a uno de estos jóvenes que, pese a
todo, lejos de amedrentarse, se ha atrevido a pleitear contra la
maquinaria estatal. Este soldado, al que nos referiremos con el nombre
de José, confiesa que entró en el ejército tras concluir sus estudios superiores buscando una salida laboral, pero también "con ilusión por pertenecer a esta institución".
"Cuando tomé conciencia de todas las irregularidades que se estaban cometiendo en mi unidad, me di cuenta de que nadie cumplía con sus obligaciones y de que la legalidad va por un lado y ellos por otro"
"La verdad - reconoce - es
que yo vivía en un sueño hasta que nació mi hija. Fue entonces cuando
todo se torció y también cuando empecé a consultar cuáles eran mis
derechos y tomé conciencia de todas las irregularidades que se estaban
cometiendo en mi unidad. Lo que me encontré es que nadie cumple con sus
obligaciones y que la legalidad va por un lado y ellos por otro".
"SOLO LOS SUBOFICIALES Y OFICIALES PUEDEN TENER UNA VIDA FAMILIAR"
"Todos mis problemas - sostiene- comenzaron cuando pedí acogerme al sistema de reducción de jornada para poder cuidar a mi hija, ya que mi pareja trabaja a turnos, librando dos días al mes".
Durante una semana, José
tuvo la oportunidad de trabajar con este horario reducido que le
permitía conciliar la vida familiar con su trabajo como soldado. Su
situación, sin embargo, se convirtió en un auténtico infierno después de
que solicitó las vacaciones a la que tenía derecho tras llevar en su
puesto varios años sin haber disfrutado de ellas.
"Primero lo hice verbalmente y cuando el teniente me dijo que no me las
iba a dar en su totalidad, sino solamente un tercio, mire la normativa y
volví a reclamar lo que me correspondía de acuerdo a la misma, por
escrito, a mi coronel".
"A partir de ahí - continúa recordando - me
convertí en un auténtico señalado, porque en el ejército a cualquiera
que se atreva a defender sus derechos lo ven como a una especie de
antisistema. Me dijeron que no me darían las vacaciones,
comenzaron a hacerme la vida imposible, a machacarme administrativamente
y me quitaron la reducción de jornada".
"Esto que me pasó a mí - denuncia este joven soldado - no
es excepcional. La verdad es que, al menos en mi unidad, a ningún
soldado se le están dando las vacaciones que les corresponden y yo tengo
pruebas de ello. Un escrito en el que se reprendía por ello a un
teniente y la respuesta de éste a los soldados, con otra comunicación en
la que les ordenaba que firmaran para que se consideran como vacaciones
sus días descanso".
"Lo mismo sucede - añade -
con la vulneración del derecho a la reducción de jornada. En el último
año se han conocido casos en distintos acuartelamientos. Parece como si respondiera a una orden dada a nivel nacional".
"Sinceramente, yo creo que en el ejército, al menos hasta dónde conozco,
no quieren que haya soldados con familia. Los únicos que pueden
conciliar su vida familiar con la profesional son los suboficiales y los
oficiales".
"FUI A LA GUARDIA CON MI HIJA, EL BIBERÓN Y LOS PAÑALES Y ME PREGUNTARON SI NO IBA A COGER ARMAMENTO"
Lo peor para José, sin embargo, aún estaba por llegar.
"Un día, con muy poca antelación, me dijeron que era altamente probable
que tuviera que realizar un turno de tarde durante un fin de semana".
"Como no tenía con quien dejar a mi hija - recuerda - pedí un permiso
por deber inexcusable que el brigada me denegó, porque ese mismo día no
podía presentar el cuadrante del trabajo de mi pareja. Elevé el tema al
teniente coronel con el mismo resultado e intenté presentar un escrito
de urgencia ante el coronel que me paralizaron".
Finalmente - continúa exponiendo - "logré presentar un escrito y cuando, por fin, conseguí un justificante e intenté entregarlo, se negaron a recogerlo".
"Me presenté en la guardia con mi hija, biberón y los pañales. El oficial de día me preguntó que si no iba a coger armamento y yo le contesté que cómo iba a hacerlo estando con una menor"
Sometido a una situación para la que no encontraba ninguna salida, José se presentó a la guardia con su hija "el
biberón y sus pañales". "El oficial de día me preguntó que si no iba a
coger armamento y yo le contesté que cómo iba a hacerlo estando con una
menor. "Vengo a cumplir, pero no puedo dejar a mi hija sola en mi casa, si usted quiere que yo me quede en el servicio de cámara sin portar armamento - le dije - me quedo hasta a la hora que haga falta".
"El oficial de día llamó al teniente coronel y éste le dijo que me transmitiera que me iban a poner una falta grave y denunciarme ante el juez.
Yo insistí en me quedaba allí sin ningún problema y el me respondió que
me fuera a mi casa. Firmé el papel en el que se dejaba constancia de
que acudí al servicio y me fui"- explica José.
Días
después, el joven padre recibía la notificación del expediente
disciplinario que se le había abierto, con la posibilidad de pasar dos meses de arresto.
Sobreponiéndose a todas las presiones recibidas, José se decidió a
llevar su caso ante los tribunales. Un terreno en el que aún le
esperaba alguna sorpresa desagradable. Y es que el primer abogado
militar que le fue recomendado resultó ser amigo íntimo de su coronel. "Me dejó claro - recuerda - que
no iba a ir contra él, ni contra el teniente coronel y me recomendó
que, en vez de denunciar, presentara un escrito que pasaría primero por
el mismo coronel".
Tras
buscarse una nueva letrada que defendiera su caso, continuó adelante,
logrando la paralización cautelar de su arresto gracias a la denuncia
que finalmente interpuso. "He denunciado por todos los perjuicios que esto me ha acarreado. Pérdida de destino, problemas de salud y pérdida de empleo, porque si ahora me dicen que tengo que volver a mi puesto, me vuelvo loco. No lo podría soportar" - reconoce con una sorprendente serenidad.
Convertido a la fuerza en un experto en las leyes que -según dice - no
se dejan de vulnerar en el ejército - José ha tenido también una más que
negativa experiencia con la "defensora del pueblo".
"Me puse en contacto con la Defensora - explica -
y tras esperar un tiempo prudencial sin recibir respuesta volví a
llamar varias veces. Presenté un escrito especificando todas las
irregularidades que se habían cometido y solo al final me dieron una
respuesta negativa de la defensoría, que le daba la razón al general. Mi conclusión es que no defienden al pueblo y también que hay mucho miedo a los militares".
"AHORA MISMO, LOS SOLDADOS ESTÁN TOTALMENTE INDEFENSOS"
Hoy,
José tiene claro que su futuro se encuentra fuera del ejército, con
independencia de cuál sea el desenlace del litigio que mantiene con esta
institución. Pese a todo, se muestra dispuesto a continuar pleiteando
hasta el final, con el impulso de quien está convencido de estar
defendiendo una causa justa.
"Aquí - opina - el
problema principal es que si un soldado se atreve a denunciar se
enfrenta al Ministerio de Defensa. Tú te gastas tu dinero y tienes que
dar la cara, pero si al final te dan la razón no van salir por ninguna
parte los nombres de los oficiales responsables, ni les va a pasar
nada. Todo está pensado para que haya una total impunidad y nadie se
atreva a llegar hasta los tribunales".
"En el ejército cualquiera que se atreva a defender sus derechos se convierte en un señalado. Comenzaron a hacerme la vida imposible, a machacarme administrativamente"
José,
sin embargo, no se ha limitado a dar este paso para luchar contra los
atropellos que ha sufrido en sus propias carnes. Actualmente está
trabajando también para poner en funcionamiento una plataforma destinada defender los derechos de todos los soldados, con la que ya se han comprometido varios abogados y militares de distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas.
"Una cosa que he venido a aprender en el ejército -nos dice en un tono maduro que contrasta con su corta edad - es
que, como fuera de él, la gente no suele moverse hasta que se encuentra
con un problema de frente. Por eso hace faltan personas que se atrevan
a denunciar y a organizarse".
"Por eso - concluye - y porque ahora mismo los soldados españoles están totalmente indefensos".
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