Los daños al medio ambiente, a la salud humana y de fauna y flora y, en
consecuencia, a la economía tradicional local (agricultura, ganadería y
turismo) son evidentes
¿Qué se puede decir del fracking que no se haya dicho ya? Daré una
pequeña explicación para aquellas personas que no han oído hablar del
mismo hasta ahora. Fracking es el acrónimo inglés de Fracturación
Hidráulica. Es una técnica utilizada para obtener gas natural de tres
fuentes geológicas distintas: (1) de las rocas subterráneas de pizarra o
esquisto bituminoso (shale gas), (2) de las rocas de arena compacta
(tight gas) y (3) de las capas de de carbón (Coal-Bed Methane o CBM).
También se usa esta técnica para la extracción de petróleo de las rocas
(1) o (2), shale oil o tight oil.
Esta técnica ha sido desarrollada en aplicación masiva en la última
década en EEUU. En Europa todavía está en sus inicios y se busca su
empleo para la extracción de gas natural. Aunque es aberrantemente cara,
peligrosa y contaminante, su uso está promovido por políticos liberales
e industria, ya que puede sustituir, aunque sea parcialmente y por un
tiempo muy limitado, a los yacimientos convencionales de gas y petróleo,
que ya están agotándose.
Se trata básicamente de perforar el subsuelo por debajo de los
acuíferos varios cientos o miles de metros, hasta alcanzar la capa de
roca y llegados ahí, continuar la perforación en horizontal a lo largo
de la capa durante unos centenares de metros. Mediante explosiones
subterráneas que abren fisuras en la capa, seguidas de la inyección de
agua potable a altísima presión (hasta 700 atmosferas), acompañada de un
coctel químico tóxico en grandes cantidades (3.000 metros cúbicos por
plataforma), se fractura la roca y se mantiene así fracturada
inyectando, de nuevo, agua con arena para apuntillar las grietas. De
esta manera, tras recuperar una parte del fluido inyectado en balsas
construidas en superficie (fluido de retorno que viene arrastrando
materiales volátiles y minerales tóxicos y radiactivos presentes en la
roca), se posibilita la extracción del gas presente en minúsculas
partículas en el interior de la capa de roca.
Los daños inevitables al medio ambiente, a la salud humana y de fauna
y flora y, en consecuencia, a la economía tradicional local
(agricultura, ganadería y turismo) son evidentes. Se produce un
sobreconsumo de agua potable que puede llegar al agotamiento de las
fuentes, ya de por sí muy explotadas para usos agrícolas (unos 150.000
metros cúbicos por plataforma). Se produce una pérdida del paisaje y de
suelos cultivables (cada plataforma ocupa una superficie equivalente a
un campo de futbol, a la que hay que sumar los accesos para camiones y
típicamente hay una plataforma cada 2 o 3 km). Se perjudica la salud
humana, se pierde biodiversidad y se degrada el uso del suelo rural a
través de contaminación de subsuelo, acuíferos, suelo, ríos y aire por
gas, por productos tóxicos volátiles y no volátiles (metales pesados,
coctel químico, etc.) originados en las fugas de las instalaciones
subterráneas y superficiales. Se produce una gran contaminación del aire
(y sonora) en zonas limpias por los gases de combustión originados en
el uso masivo de máquinas diesel en la instalación y por el incremento
espectacular del tráfico de camiones (5.000 transportes por plataforma
típica). Se obtienen enormes cantidades de fluido de retorno cuyo
tratamiento exige plantas de depuración especiales, por lo que es
habitual reinyectarlo en el subsuelo.
Además, si consideramos todo el ciclo de extracción, distribución y
combustión del gas natural de esquisto, estas explotaciones son más
favorecedoras del cambio climático que el combustible más sucio, el
carbón, ya que se producen en la planta considerables pérdidas de gas
natural y, este es en su mayor parte metano, que es un gas de efecto
invernadero 80 veces más impactante que el CO2 durante los primeros 20
años.
Todo lo anterior ha pasado en la experiencia norteamericana. Por
ejemplo, durante la vida útil de un pozo, de un 3,6% a un 7,9% de la
producción de gas de esquisto se escapa a la atmósfera en la ventilación
de las balsas y las fugas (Howarth et al., 2011).
Pero es que además, como en todo proceso industrial, no son evitables
los incidentes al ciento por ciento, ya que resultaría excesivamente
cara la explotación y no la haría rentable. Los riesgos que asumimos con
estas instalaciones vienen derivados de tres tipos de incidentes: (1)
fugas por accidentes en las instalaciones subterráneas, en las de
superficie y en el transporte, (2) explosiones e incendios en pozos,
planta, gaseoductos y transportes y (3) sismicidad inducida por las
altas presiones introducidas y la rotura de la capa de esquisto
(recordemos que el almacén de gas Castor de la costa castellonense, con
la inyección a sólo 200 atmosferas de presión, motivó terremotos de
magnitud superior a 4 en la escala Richter).
Por último hay que destacar el grave riesgo económico que se sufre
con el uso de esta técnica, ya que su modelo de negocio es el típico de
una burbuja económica y no creo que haga falta recordar las
consecuencias de la última que tuvimos en el estado. Los ritmos de
decaimiento de la producción de gas de esquisto son tan rápidos (65% a
80% en el primer año) que se tiene que estar perforando continuamente y a
alto ritmo nuevos pozos para mantener la producción. ARC Financial
Research, en base a los análisis de los 34 productores más importantes
de los EEUU, calculó que en 2010 necesitaron 22.000 millones de dólares
trimestrales de inversión sólo para mantener la oferta de gas. Como el
flujo de caja de estas empresas por la venta del gas producido es de
12.000 millones trimestrales, la actividad arroja un déficit de caja
trimestral de 10.000 millones trimestrales. Por ello, las compañías
tienen que pedir dinero prestado continuamente, incluso incrementando
falsamente las reservas, como lo ocurrido recientemente en Monterey
(California), donde la Agencia Americana de la Energía (EIA) ha reducido
las reservas previstas al 4% de lo informado o vender activos en
acuerdos de empresas conjuntas para aumentar la caja con la que poder
seguir perforando. Si paran de pedalear, se caen y quiebran; si
continúan pedaleando, un día se les acabará la financiación por
desconfianza de los inversores (ya está pasando) y quiebran. En palabras
de Rex W. Tillerson, consejero delegado de ExxonMobil, la mayor
compañía mundial de gas y petróleo: aquí todos hemos perdido hasta la
camisa
http://frackingezbizkaia.org/http://frackingezaraba.org/
DESCUBRE SI VIVES JUNTO A UN FUTURO CAMPO DE GAS
http://www.fracturahidraulicano.info/mapa-permisos.html
x Txema Hurtado
http://eh.lahaine.org/fracking-esa-palabra-maldita-enterate
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