"... con la crisis del sistema, se ha presentado
una oportunidad interesante para poner en solfa todo el aparato del
régimen y esas ideas consensuadoras, hijas de una Transición putrefacta,
y con él, toda su red institucional. Puede que descubran así, por fin,
que fuera de las instituciones hay vida, y que hay cierto grado de
incompatibilidad entre organizarse en barrios y construir espacios
solidarios y participativos con la obsesión por los votos y las campañas
electorales. Escenarios éstos, por otra parte, que la derecha juega con
cartas marcadas..."
Un viejo militante del PCE (34 años afiliado) nos confesaba
días atrás que tiene la desgracia de vivir en un pueblo y una Comunidad
Autónoma donde gobierna el PP desde hace casi veinte años. Dice que ese
hartazgo por el caciquismo, la prepotencia, el campear a sus anchas del
OPUS con todo su aparato reaccionario, le ha llevado a juntar en su
ideario cuanta sigla sea necesaria para acabar con esa “dictadura
democrática”. Por eso, se ilusionó con los últimos resultados
electorales europeos de su pueblo, porque la suma del PSOE, con IU,
Equo, Podemos y hasta el Partido X supusieron, por primera vez en
décadas, más votos que el PP. Y esa matemática la ha trasladado a
elecciones futuras, y le ha posibilitado soñar. En su realidad no cabe
el análisis sobre lo que significa la socialdemocracia en este comienzo
del siglo XXI. Sí duda cuando se argumenta que quizás sería más
productivo a medio plazo una especie de frente anticapitalista que, por
razones obvias, no podría contar con el PSOE. Dice, tras pensar unos
segundos, que entonces pueden tardar otros veinte años en tocar poder.
Tocar poder a través de las urnas, de eso dicen que se trata.
La nueva generación de dirigentes de IU sí parece reconocer que la
Coalición ha estado más en la lucha institucional que en la calle. Es
cierto, en general, que IU ha cambiado la consecución de un concejal
más, aún a costa de una bajada en el tono en las movilizaciones, un
concejal más, mejor que 100 afiliados nuevos, han pensado, y eso es una
tragedia no sólo para IU sino para el conjunto de la izquierda.
Esa
seducción por las instituciones viene de lejos, del carrillismo
eurocomunista que convenció a los suyos que las batallas eran en los
parlamentos, que había que trabajar por reformas legales que adecentaran
el capitalismo, que cada movilización lo era por la posibilidad de
ganar votos. Sin embargo, con la crisis del sistema, se ha presentado
una oportunidad interesante para poner en solfa todo el aparato del
régimen y esas ideas consensuadoras, hijas de una Transición putrefacta,
y con él, toda su red institucional. Puede que descubran así, por fin,
que fuera de las instituciones hay vida, y que hay cierto grado de
incompatibilidad entre organizarse en barrios y construir espacios
solidarios y participativos con la obsesión por los votos y las campañas
electorales. Escenarios éstos, por otra parte, que la derecha juega con
cartas marcadas. Sumar algún concejal nuevo que acabe votando a
alcaldes del PSOE (por la posibilidad de que sea en muchos sitios la
lista más votada al margen del PP) para acabar con años de gobierno
conservador, no parece que deba ser el rumbo de la izquierda. ¿Qué más
puede hacer el PSOE para que las cúpulas de las organizaciones de
izquierdas lo ubiquen de una vez por todas al otro lado de la trinchera,
aunque vayan disfrazados?
Podemos, mientras tanto, responde a esta coyuntura unitaria con
el célebre y valiente axioma de Julio Anguita: “programa, programa,
programa”. Será interesante comprobar qué dice el PSOE si se ponen sobre
la mesa nacionalizaciones, rechazo a la OTAN, fin de la monarquía,
derecho a la autodeterminación, puertas giratorias, concordato con el
Vaticano, superación de la economía de Mercado, apoyo a la revolución
cubana y bolivariana, cuestionamiento de la Transición, ley electoral,
gastos militares, presos políticos, transgénicos… esto es, ideas básicas
en las que, mucho nos tememos por lo comprobado, el PSOE está más cerca
del PP que de la izquierda. La anhelada unidad del viejo militante del
PCE del comienzo del editorial, no parece ser la estrategia más certera
para acabar con una derecha que tiene varias patas. Sumar esas siglas
sería meter al enemigo en casa, el caballo de Troya enseñó algunas
cosas.
EDITORIAL
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