"El ladino farsante, arrastrando en su voz el cansancio del profeta harto de predicar sin que la chusma llegue a las cotas de su venerable sabiduría, no dijo nada nuevo...
en
cuanto los gestores del bipartidismo, de la estancada alternancia hacia
ninguna parte, vean peligrar su pesebre y el de sus amos, unirán sin
esfuerzo sus políticas neoliberales para obtener la mayoría que les
permita seguir manteniendo sus privilegios de casta mientras continúan
condenando al pueblo a perpetuarse en la antesala de la esclavitud"
POR SUS PASOS
CONTADOS
Llegó el gran santón de la política, el gran traidor de las izquierdas,
con su tono jesuítico moderador –mal moderador– de su larvada prepotencia. Se
sentó ante Ana Pastor y, envuelta en el algodón de sus mentiras, largó la gran
verdad que ve en un porvenir no muy lejano: la “gran coalición PP-PSOE”,
admitida por él bajo el condicional “si el país lo necesita”.
El
ladino farsante, arrastrando en su voz el cansancio del profeta harto de
predicar sin que la chusma llegue a las cotas de su venerable sabiduría, no
dijo nada nuevo, nada que no haga tiempo vemos aproximarse quienes nos
preocupamos del devenir político de nuestro país; esto es: que en cuanto los
gestores del bipartidismo, de la estancada alternancia hacia ninguna parte,
vean peligrar su pesebre y el de sus amos, unirán sin esfuerzo sus políticas
neoliberales –las únicas que han practicado en sus respectivos mandatos– para
obtener la mayoría que les permita seguir manteniendo sus privilegios de casta
mientras continúan condenando al pueblo a perpetuarse en la antesala de la
esclavitud, diseñada para él por los facinerosos que gobiernan más allá de las
urnas.
Felipe González se cuidó muy mucho de utilizar la palabra “pinza” para
designar ese gran pacto, aparentemente anti natura, pero absolutamente
coherente en la práctica, que vendría a garantizar la supervivencia –¿hasta
cuándo?– del actual Sistema. La misma “pinza” que han venido ejerciendo ambos
partidos durante décadas consensuando toda decisión que contribuyera a
consolidar y fortalecer el modelo neoliberal de la globalización capitalista.
Recuerden: entrada en la OTAN, reconversiones industriales, Tratado de
Maastricht, reformas laborales, aniquilación de la empresa pública, reforma
educativa, proyecto europeo, pacto por el euro, desmantelamiento del estado de
bienestar, reforma de la Constitución…
Es
la política común, exhibida como “política de Estado” por encima de los
intereses partidistas, que hasta ahora han venido desarrollando conjuntamente
PP y PSOE, aunque sin necesidad de renunciar al esperpento político de sus
peloteras domésticas, sus agarradas de boquilla y toda la parafernalia
desarrollada para desviar la atención de los ciegos de entendederas haciéndoles
creer en un litigio de derecha contra izquierda. Aquí vendría bien recordarle a
algunos aquella letrilla de una soleá
apolá que decía: Ni Veracruz es la
cruz/ ni Santo Domingo es santo/ Ni Puerto Rico es tan rico/ p’a que lo veneren
tanto. Esto es: ni la política del PP tiene nada de “popular”, ni la del
PSOE es socialista ni obrera. No hay “derecha” contra “izquierda”, lo que hay
son dos caras de una moneda única, de un pensamiento único y de un Sistema
único, que no ofrecen alternativa alguna de cambio, sino su alternancia en el
puesto de primer capataz del cortijo de los poderosos.
El
gran pacto PP-PSOE no haría más que ahorrarnos el espectáculo cansino de sus
vulgares y chabacanos rifirrafes y quemar una etapa más que nos acerque al
final de esta farsa. Porque esa coalición previsible vendría a confirmar la
creciente debilidad del Sistema; debilidad que crecería acompañada del
endurecimiento de las medidas coercitivas, represoras y legales encaminadas a
atemorizar y cohibir al pueblo en todo tipo de manifestación reivindicativa.
El
enemigo a batir por el probable bipartidismo unificado capitalista son
los movimientos sociales como el 15-M, el Frente Cívico, las Marchas de
la Dignidad, el Podemos, etc.
No
les quepa duda, ese pacto llegará y habrá que tomarlo como una buena nueva por
lo anteriormente expuesto. Y no será, como he leído por ahí, para contrarrestar
ninguna posible –¿posible?– radicalización de Izquierda Unida. IU se basta y se
sobra sola para neutralizarse a sí misma sin necesidad de “ayuda” externa. A lo
mejor, el pacto PP-PSOE logra hacerla salir de sus eternas contradicciones
respecto al PSOE y abandonar la comunión diaria con ruedas de molinos que viene
padeciendo de no sé cuánto tiempo.
El
enemigo a batir por el probable bipartidismo unificado capitalista son los
movimientos sociales como el 15-M, el Frente Cívico, las Marchas de la Dignidad, el Podemos, etc. Gente que
se organiza como un contrapoder, que se niega a seguir las pautas gastadas de
los partidos comparsas, que no se siente representada por nuestros
“representantes parlamentarios”, que se sitúa frente al Sistema porque no cree
en él, porque ha experimentado en carne propia su avaricia, su barbarie, su
falta de humanidad. Gente que demanda una Economía al servicio de las personas
y no al revés, como está ocurriendo; que exige la abolición de las reglas de
juego actuales, que demanda un proceso constituyente, que reclama la gestión
pública de la energía y el agua, que reivindica el carácter público y gratuito
de la Sanidad y la Enseñanza, y una Justicia igual para todos y que no
discrimine por el poder adquisitivo de los ciudadanos.
Todos estos colectivos serán demonizados desde la atalaya del gran pacto
bipartidista por la poderosa batería mediática a su servicio, y escarnecidos
bajo la denominación común de “populismos”; término al que ya el Sistema ha
cargado suficientemente de cadenas peyorativas y demagógicas para que nos
parezca algo tercermundista e indeseable. Sin embargo, en estos “populismos”
está la solución de España, de la nuestra, de la del ciudadano común y
trabajador, así que no debe asustarnos las difamaciones que hayan de padecer.
Serán otro indicativo de que vamos por el buen camino.
En
resumen: pese a lo enunciado como novedad por el gran absentista del Congreso,
por el “aburrido” consejero de Gas Natural, el pacto del PP y el PSOE para
salvar sus propios muebles y los del Sistema es algo inevitable que habrá de
llegar por sus pasos contados en cuanto la presión popular lo haga necesario. Y
no tendrán que sufrir trauma alguno para consolidarlo. De hecho, unidos llevan
ya los dos partidos mucho tiempo en la calle cuando la indignación ciudadana
les grita: “¡PSOE, PP, la misma mierda es!”.
Publicado Yesterday por Duelista entre palabras
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