El Cabrero, entrevista. ‘Voces en resistencia’ "...siguen los mismos sogueros haciendo la misma soga..." Videos, enlaces... actuacción en Rivas
Cantaor que no renuncia a su oficio de pastor, de izquierdas, incapaz
de cantarle a la virgen pero sí al pueblo, la tierra y las veredas por
las que transita libremente con su rebaño,
José Domínguez, conocido
como El Cabrero (Aznalcóllar, Sevilla, 1944), ofrece su primer recital
de 2014 en Rivas (viernes 14 de febrero, 21.00, auditorio Pilar Bardem).
Compartirá escenario con Emiliano Domínguez Zapata, su hijo, que
protagoniza la primera parte del recital con su grupo de rock andaluz.
Luego, el cantaor y su guitarrista Rafael Rodríguez llenarán la noche
ripense de hondura flamenca. Todos compondrán un retablo musical al que
han puesto nombre: ‘Voces en resistencia’.
Las respuestas que da El Cabrero en esta entrevista llegan vía correo
electrónico. Resulta casi imposible localizarle de día. Su oficio le
obliga a salir de casa por la mañana bien temprano para ordeñar y
pastorear. Y no regresa al lecho hasta la noche. Así que él, que no
maneja el ordenador, dicta las respuestas a su representante y mujer,
Elena Bermúdez, que las transcribe. Lo que sigue es el pensamiento
profundo y rebelde de un tipo auténtico al que algunos sectores
oficialistas del flamenco han señalado como la ‘oveja negra’.
‘Voces en resistencia’ es el título del recital que trae a
Rivas, en el que viene acompañado de Emiliano Domínguez Zapata. ¿Qué se
va a encontrar el público?
Dos voces que expresan un compromiso, inquietudes, pensamientos y
sentires muy parecidos a través de músicas distintas; rock andaluz con
poemas de Miguel Hernández, Alberti, Machado o Benedetti que hace Zapata
en la primera parte, y flamenco sin aditivos, el que yo hago, en la
segunda. Dos voces y un puñao de buenos músicos, como Rafael Rodríguez,
mi guitarrista, y el grupo de Zapata, que está compuesto por Marco
Gamero (batería), Manolo Sabugal (bajo), Jesús Jiménez (guitarra) y
Emiliano, que pone voz y teclados. Todos vamos con muchas ganas a Rivas.
Diga lo que quiera sobre Emiliano Domínguez Zapata.
Digo de Zapata lo que me dicen mis oídos, sin pasión de padre: tiene
música en la voz, suena bien y tiene inclinación a decir cosas con
contenido. Siempre ha estado pegao a la música, sin horarios, todo el
tiempo para la música. Tiene sentimiento pa echar fuera lo que canta y
lo que piensa, y me alegro de que haya salido desobediente y
comprometido y que busque la autenticidad, aunque la cuesta sea
pedregosa, y no la comodidad de lo comercial. Creo que hasta ahora no me
ha dao motivos para aconsejarle otro camino que el que lleva.
El 15M, las mareas, el movimiento antidesahucio, lo que acaba
de suceder en Gamonal… ¿La ciudadanía está dejando de ser rebaño o es
un grito de ‘resistencia’ pasajero?
Bueno, hay quien es capaz de llevar un calzado que le aprieta aunque
no pueda caminar con comodidad, pero no lo tira a la basura mientras que
los pies no se le llenen de ‘sebaúras’. Otros nos quejamos hasta de lo
malamente que lo pasan los demás. Pero es cierto que, en el momento en
que la gente se rebela, por el motivo que sea, ya deja de comportarse
como un rebaño. No sé si será pasajero, espero que no. Esto es ya como
si temblara la tierra, y por algún lado tendrá que salir esa fuerza que
manda la razón.
Una de sus letras dice: “El miedo me hizo rebelde en vez de hacerme borrego”. ¿El miedo a qué?
Todo era miedo, hasta el que tenían mis propios padres por tener un
hijo tan desobediente. Yo me crié rodeao de miedo; a mi madre le
fusilaron a un hermano por ser republicano y a ella la pelaron, le
dieron aceite de ricino y la pasearon por el pueblo. A un hermano de mi
padre lo fusilaron ahí, en la sierra, y otro consiguió huir a Francia.
Pero de esas cosas no se hablaba. Miedo. Decía mi madre que las paredes
oían. A mí, todo eso, en vez de darme miedo me hacía más rebelde. Con
nueve años la guardia civil ya dijo de mí que era un insurrecto, porque
no les obedecía. Y lo siguen sembrando: poco pienso y mucho miedo.
Alguna vez le dijeron “el cantaor de la Transición”. En una
charla para esta revista, Almudena Grandes dijo: “Sabemos cuándo empezó
la Transición, pero no cuando termina, porque se ha convertido en un
régimen permanente”.
Los sogueros que hicieron la Transición tenían que haber equilibrao
más la soga que se parte siempre por donde a ellos les gusta que se
parta, por lo más endeble. La Transición no se ha acabado porque siguen los mismos sogueros haciendo la misma soga.
Cuando empezó en esto del flamenco, las cabras eran su
sustento. Ahora, gracias a él, puede mantener un rebaño. Si no fuera por
los ingresos que le proporciona el cante, ¿habría dejado ya de ser
cabrero?
No podría tener ni siquiera la tropa de cabras que tengo ahora
porque, al precio que nos pagan la leche y lo que cuesta el grano, no
hay cabrero o pastor que pueda aguantar. Y eso que yo y tos los pequeños
ganaderos trabajamos de sol a sol y no hay fiestas, ni domingos. Es
todo el año y, aun así, hay que ponerle dinero encima.
Haciendo referencia a su sello discográfico, ‘Atípicos y utópicos’, ¿cuánto tiene usted de atípico y cuánto de utópico?
Hombre, como cantaor creo que soy bastante atípico, por mi
trayectoria, por mis ideas y por la temática de mis cantes. Luego, en la
ejecución de los estilos, lo mío es muy tradicional, es flamenco
clásico. Y utópico sí. La utopía es algo inalcanzable según parece, pero
eso decían de la gente de Marinaleda cuando reclamaban El Humoso,
tierra para trabajar, decían que eso era una utopía. Y, hoy, El Humoso
está siendo sembrado y da trabajo a los vecinos de Marinaleda, que
llevan la finca en cooperativa.
Firmó un manifiesto alertando sobre la “agonía” del flamenco. Entonces dijo que “está vivo, pero flaco”. ¿Sigue adelgazando?
Sigue adelgazando, ya está casi en los huesos, pero no porque no haya
buenos artistas, que los hay, de todas las edades. Pero pasa como en
aquellos tiempos de hambre en que sólo estaba gordo don fulano. El
flamenco, en general, está escuálido, pero los don fulanos están de buen
año.
¿Se llega a sufrir cuando los sectores oficialistas lo señalan a uno como la ‘oveja negra’?
No mientras ése uno tenga el respaldo del público. Yo llevo en esto
40 años gracias a la gente que me sigue y a pesar de los sectores
oficialistas. Cuando uno larga una letra que sabe que va a molestar a
los que tienen la vara de medir, ya asume de antemano que eso tendrá
malas consecuencias. Y como las esperas, pues de sufrir nada, pero daño
sí hace, bastante daño. Una censura o veto durante 20 o 30 años no es
una tontería. Hace un mes, un crítico de rock, Eduardo Izquierdo,
publicó una novela basada en mi personaje: “Debo ser muy buena presa
cuando tengo tantas escopetas apuntándome”. Pues me han comentado que,
en las reseñas que hacen de la novela, hablan de mí al pasado, como si
yo ya no existiera. Y yo no he parado de cantar. Pues eso hace la
censura: que en vez de conocerte un millón de personas, te conocen
menos. A mí me parece que me conocen las precisas, las justas. Y me
gusta ser la oveja negra: ‘Desde siempre en la piara / me han dicho la
oveja negra / por no compartir el jechío / con las demás en la mierda /
siendo tan limpio el baldío’.
¿Dónde encuentra más paz: en el flamenco o en el campo?
Paz, en el campo. Para llegar al flamenco hay que viajar, coches o
trenes, ruido, gente que se cruza y no se saluda, ni se mira, todo muy
acelerado. Pero, cuando uno se pone ya cara al público y se mete en el
cante, se olvida todo lo demás y sólo está para el cante. Y ése también
es mi mundo, y si no encuentro paz encuentro emoción, sentimiento y
responsabilidad. Tengo la suerte de poder compaginar el cante con el
pastoreo, es una suerte grande porque son las dos cosas que me gustan.
Más de 40 años en los escenarios. ¿En qué ha cambiado en este tiempo como artista y como persona?
Yo no he cambiado ni como artista ni como persona, sólo que, con el
tiempo y la experiencia, uno aprende técnicas para marinear la
dificultad de los cantes y poco más. Salí cantando con una guitarra pelá
y así sigo. Mi repertorio es casi el mismo que cuando empecé: los
cantes básicos principalmente. He ido añadiendo letras nuevas, porque he
vivido y he descrito lo que he visto, pero yo no he cambiado. Como
persona, el tiempo me va dejando su huella en la piel y poco más. Pienso
lo mismo que antes, y mi vida sigue la misma rutina de siempre: cabras y
cante.
¿Qué ha aportado El Cabrero al flamenco y qué le ha dado el flamenco a El Cabrero?
Bueno, yo le he dao mi sentir, mis vivencias, mi compromiso… En fin,
le he dao lo que tenía en cada momento. Y el flamenco, a mí, pues la
oportunidad de decir lo que siento y que lo escuche mucha gente y mucha
emoción, porque yo soy aficionado por encima de todo.
“Todos prometen la luna / hasta llegar al poder, / y cuando
arriba se ven / no escuchan quejas ninguna / y te tratan con el pie”.
Como andaluz, ¿cómo valora el Gobierno actual de coalición de su
comunidad?
Así es, van prometiendo la luna y siempre ha estado de actualidad ese
fandango. Tiene Zapata una canción que dice: ‘Cada cuatro años se
visten de limpio / salen de su torre, bajan del Olimpo, / van a los
mercados, visitan asilos / y al que pide agua, le ofrecen el Nilo (…)’.
Es lo mismo. ¡Y ésta la ha compuesto ahora hace poco! Y, en lo del pacto
en Andalucía, yo creo que IU tenía que haberse quedado en la oposición y
haber permitido que gobernara el PSOE sólo y en minoría, y desde la
oposición haber procurado que el guiso oliera a socialismo y no a esta
derecha extrema y rancia que gobierna el país.
Le dicen Marinaleda, ¿y qué piensa?
Pienso en la Marinaleda que vi, hace más de 30 años, sin agua
corriente y con los jornaleros esperando una peoná de limosna pa
malvivir. Yo conozco paso a paso la lucha de ese pueblo y el sacrificio
de sus vecinos y de su alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que lo
considero un hermano. Conozco bien Marinaleda y su gente, y me parecen
un ejemplo de dignidad, de entrega, de lucha por vivir de la tierra que
labran. Y será por eso que yo, que soy contrario a premios y honores, me
siento orgulloso de que le hayan puesto mi nombre a una barriada. Canto
allí todos los años en Viernes Santo (Viernes por la paz) y siempre voy
con el mismo entusiasmo.
¿El ministro o ministra del Gobierno que más da el cante?
Cantan todos, eso sí, son un coro mu desafinao. Yo he estado en queja
permanente contra los que han gobernado, pero a estos ya los considero
un auténtico peligro público. Han enriquecido a los bancos y a las
grandes empresas y llevado al pueblo a la ruina, a la desesperación y a
la represión. Yo no iría con ninguno de ellos ni a sacar estiércol.
Qué aprendió de su padre y de su madre, de aquella generación
que vivió una guerra y a la que quizá no se le ha prestado la atención
que merece.
De mis viejos aprendí que lo mejor que podía hacer era
desobedecerles, pero también me enseñaron a no ser un vividor del
esfuerzo de los demás; a ganarme el pan que me comía. Aquella generación
luchó, más que nada, por sobrevivir a la miseria y, a veces, toda la
impotencia que sentían por la opresión y la desigualdad la reflejaban en
la educación de los hijos y nos trataban con dureza. Pero mi padre me
dio un consejo que sigo a rajatabla: no la hagas, no la temas.
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El
próximo Viernes 14 de febrero, a las 21:00 horas en el Auditorio Pilar
Bardem de Rivas Vaciamadrid actuarán El Cabrero y Zapata. Las entradas
por 12 euros en taquilla (jueves y viernes de 18.00 a 20.00 y los días
con espectáculo desde una hora antes del mismo); 12 euros más gastos de
gestión en Telentrada (aquí) y 902 10 12 12. Entrada día del concierto, sólo en taquilla: 15 euros.
Fuente: RivasCiudad.es
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