Ken Loach:
Todo comenzó hace algunos años, cuando estaba yo escenificando una obra
de teatro titulada “Perdición”. Evocaba el sionismo en la segunda
guerra mundial y un acuerdo suscrito entre algunos sionistas y los
nazis. La obra arrojaba una luz completamente nueva sobre la creación de
Israel y la política del sionismo. Entonces comencé a tomar conciencia...
y
cada vez estuve más convencido de que la fundación de Israel se basaba
en un crimen contra los palestinos. Después siguieron otros crímenes. La
opresión de los palestinos –que perdieron sus tierras, cuya vida
cotidiana se ve perturbada por la ocupación, que siguen viviendo hoy en
un estado de depresión permanente– es algo de lo que debemos ocuparnos.
¿Por qué Palestina, por qué la lucha por la justicia en Palestina es un símbolo?
Ken Loach:
La opresión existe en todo el mundo, pero hay cierto número de cosas
que hacen que el conflicto israelo-palestino sea especial. En primer
lugar, Israel se presenta ante el mundo como una democracia, un país
similar a cualquier otro Estado occidental, cuando de hecho está
cometiendo crímenes contra la humanidad. Ha creado un Estado que está
dividido según criterios raciales, como el régimen del apartheid en
Sudáfrica. Europa y los Estados Unidos lo sostienen en el plano militar y
financiero. Hay por tanto una enorme hipocresía: ayudamos a un país que
pretende ser una democracia, le apoyamos de todas las maneras posibles,
y eso que está implicado en esos crímenes contra la humanidad.
Hay
diversos instrumentos para tratar de cambiar esto. Uno de ellos es el
llamamiento BDS (boicot, desinversión, sanciones). Usted fue una de las
primeras personalidades en apoyar el llamamiento al boicot cultural a
Israel y allanó así el camino a que muchas otras hicieran lo mismo
después. Hay personas que dicen que no habría que boicotear la cultura.
¿Qué responde usted a esto?
De entrada, uno es un
ciudadano, un ser humano. Cuando uno se ve confrontado con semejantes
crímenes, tiene que responder como ser humano, independientemente de si
uno es artista, un VIP u otra cosa. Antes que nada, hay que responder y
actuar de manera que se pueda llamar la atención del público sobre esta
cuestión. Un boicot es una táctica. Es eficaz contra Israel porque
Israel se presenta como un faro de la cultura. Por tanto, es algo que
les molesta mucho. No deberíamos tener nada que ver con los proyectos
que reciban el apoyo del Estado de Israel.
Esto no afecta a los
particulares, sino que debemos centrarnos en las actividades del Estado
de Israel. Ahí es a donde hemos de apuntar. Y lo hacemos porque no
podemos permanecer de brazos cruzados y contemplar cómo la gente vive
toda la vida en los campos de refugiados.
Israel utiliza
las películas para una campaña denominada «marca Israel». Por tanto, el
arte deviene política. Incluso si determinados artistas no participan en
la campaña BDS, se defienden diciendo que son cantantes, artistas,
músicos… pero no políticos. En lo que se refiere a usted, todos sus
films son políticos. Por tanto, desde su punto de vista, ¿ el arte puede
ser un instrumento para combatir la opresión?
Opino que
sí. La cuestión fundamental es la siguiente: cualquiera que sea el
argumento que uno quiera contar o las imágenes que uno desee mostrar, lo
que uno selecciona indica cuáles son sus preocupaciones. Si uno hace
cosas que pertenecen en su totalidad al ámbito de la evasión en un mundo
que está lleno de opresión, ya revela cuáles son sus prioridades. Así,
una superproducción comercial, destinada a sacar mucho dinero, indica
algo. Tiene consecuencias políticas e implica un posicionamiento
político. La mayoría de obras artísticas tienen un contexto político e
implicaciones políticas.
¿Ha oído hablar usted de “World
War Z”, la película protagonizada por Brad Pitt en que un virus mata a
la gente en todo el mundo y en la que el único lugar seguro es Israel
gracias al muro que ha construido?
No lo he visto, pero
suena a una historia de extrema derecha. Habría que ver la película
antes de juzgar, pero esto suena realmente, según su descripción, a una
ficción de extrema derecha. Es interesante ver cómo Israel se revela así
a través de sus amigos. En Irlanda del Norte, que tiene una larga
historia de división entre lealistas (probritánicos – NdT) y
republicanos (partidarios de la unidad irlandesa), en las paredes de los
barrios lealistas se ven banderas de Israel y de los blancos de
Sudáfrica, mientras que en los muros republicamos se ven banderas
palestinas y del Congreso Nacional Africano. Es curioso ver cómo estas
alianzas revelan tantas cosas sobre lo que la gente piensa realmente.
¿Le
inquieta el ascenso de la extrema derecha y de sus ideas en toda
Europa? Esto se parece a los primeros años de la década de 1930, ¿no?
El
ascenso de la extrema derecha siempre acompaña a la recesión económica,
a la depresión y al paro masivo. Los que están en el poder y quieren
conservarlo siempre buscan a chivos expiatorios porque no quieren que la
gente se alce contra el verdadero enemigo, que es la clase capitalista,
que son los propietarios de las grandes empresas, los que controlan a
los políticos. Tienen necesidad de encontrar chivos expiatorios: los más
pobres, los inmigrantes, los solicitantes de asilo, los gitanos. La
derecha escoge a los más vulnerables, a los más débiles, para
declararlos responsables de la crisis de su sistema económico.
En
una situación de paro masivo, la gente está descontenta y busca algo
contra lo que luchar. En la década de 1930 se atribuyó la
responsabilidad a los judíos, que fueron víctimas de terribles desmanes.
Ahora miran a los inmigrantes, a los parados… En Gran Bretaña tenemos
una prensa horrible que responsabiliza a la gente parada de no tener
trabajo, cuando está claro que no hay puestos de trabajo disponibles.
¿Cómo
podemos responder a una situación en que las mismas personas controlan
todo: la prensa, el capital, la política? ¿Cómo puede la sociedad civil,
que no tiene acceso a los medios de masas, contestar esta ideología y
derrotarla?
Buena pregunta. En última instancia, no queda
otra opción que la política. Hay que analizar la situación y organizar
la resistencia. Cómo hacerlo es siempre una cuestión clave. Hay que
rebatir todos los ataques sobre el terreno y solidarizarse con las
personas más amenazadas. También hay que organizar partidos políticos.
El problema es que tenemos partidos políticos que hacen un análisis
equivocado. Los partidos estalinistas han llevado a la gente a un
callejón sin salida durante años; luego tenemos a los socialdemócratas,
que quieren hacernos creer que debemos trabajar dentro del sistema para
reformarlo, que podemos hacer que funcione. Cosa que sin duda es una
fantasía, pues no funcionará jamás. Por lo tanto, la gran pregunta es
¿qué política? La gente se plantea este problema todos los días.
Su
última película “Jimmy’s Hall” gira en torno a esto, a personas que
están marginadas debido a sus opiniones políticas. Hoy he leído que
podría ser su última película y que a partir de ahora usted quiere
concentrarse en documentales, cosa que sería una buenísima noticia para
Palestina.
No lo sé. El rodaje de “Jimmy’s Hall” se ha
alargado mucho y es un trabajo muy duro. No estoy seguro de que pueda
hacer otra película como ésta. Pero todavía quedan pitotes que montar en
alguna parte, por lo que tendré que buscar alguna manera de meter un
poco más de cizaña.
Seguro que habrá que realizar películas sobre
Palestina. De hecho, deberán hacerlas los palestinos. La lucha del
pueblo palestino, al final, la ganarán los palestinos. Las cosas no se
mantienen iguales para siempre. Esto terminará con una victoria. La gran
pregunta es: ¿qué tipo de Palestina emergerá? No se trata únicamente de
poner fin a la opresión israelí, sino también de la eterna cuestión de
qué Estado surgirá. ¿Actuará en interés de toda la población? ¿O estará
dominado por una clase de ricos que oprimirán al pueblo, pese a su
origen? Qué tipo de Estado emergerá, esa es la gran pregunta.
Fuente: Viento Sur
Comentarios
Publicar un comentario