Dignidad de acero. Fin de año en la fábrica ocupada por los trabajadores de Halyvourgia en Atenas.

Dignidad de acero. Fin de año en la fábrica ocupada por los trabajadores de Halyvourgia en Atenas.Atenas, 2 de enero de 2012.

Escribimos este artículo desde un café en el barrio de 
Eksarchia, el barrio de la izquierda ateniense, en el que se concentran los locales sociales de las principales corrientes de la izquierda social y política de este país. Un barrio asediado por la policía antidisturbios.A cualquier hora, agentes escudo en mano y con los lacrimógenos cargados, tratan de disuadir posibles disturbios, ataques contra grandes negocios y automóviles de lujo o reyertas entre los múltiples grupos de la fragmentada izquierda ateniense o encontronazos con la también presente extrema derecha. Una extrema derecha en crecimiento, que se alimenta de la actual situación de degradación social y de la nula voluntad por parte de las autoridades nacionales y municipales de integrar y atender a la población migrante que, en tránsito hacia otros países con mejor situación, quedaron secuestrados en este país de la falta de oportunidades. En la plaza Syntagma no volvió a colocarse el famoso árbol navideño que salió ardiendo en 2008 en las jornadas que sucedieron al asesinato del adolescente Alexandros Grigoropoulos por parte de la policía. El árbol ha sido sustituido estos años por otro tipo de adornos más ignífugos. Reflexionando sobre este hecho con los griegos, resulta obvio que la diferencia entre un acto vandálico y una acción política en este contexto es que, lo que unos pocos hacen por su cuenta y riesgo es asumido por la mayoría como expresión de un sentimiento común. Todo el mundo se reconoce en aquella acción, “no tenemos nada que celebrar” dicen, en un país en el que el 40% de las mujeres jóvenes está en situación de desempleo y el IVA alcanza ya el 23%. “Merry crisis and happy new fear”, ironizaba un grafiti.




Pero corren también en las calles de Atenas, vientos de esperanza y propuestas alternativas. La abolición de la deuda externa, la nacionalización de la banca bajo control social, la inversión de un sistema fiscal que no ha hecho más que trasvasar recursos de las arcas públicas y las rentas del trabajo a las rentas del capital; están aflorando con cada vez más apoyo popular. En cuanto a las luchas, la ocupación de la factoría siderúrgica de Halyvourgia en las afueras de Atenas, y una huelga indefinida que supera ya ampliamente los dos meses, se han convertido en la punta de lanza de las luchas contra la crisis, los recortes, los despidos y los ataques contra los derechos de los trabajadores. Una luz de esperanza y dignidad en una negra navidad que se lleva el año en el que Grecia pasó de ser el país con la tasa de suicidios más baja de Europa a ponerse a la cabeza de esta siniestra estadística.Nunca olvidaremos este fin de año. Los huelguistas de Halyvourgía, junto a cientos de activistas solidarios con su lucha, organizaban una fiesta en la planta de Atenas, a la que tuvimos la suerte de asistir acompañados por algunos compañeros de OKDE-Spartakos, nuestra organización hermana en el país heleno. Halyvourgía es una fábrica de acero, una de las pocas supervivientes en Grecia, un país al que la Unión Europea impuso el monocultivo del turismo, acabando con la actividad agrícola e industrial. Esa historia nos suena. Los trabajadores de mono azul atenienses se parecen mucho a los nuestros de Navantia, Delphi, Intecair, Alestis, Visteón…; trabajadores que conocieron tiempos mejores en los que trabajar con garantías era lo normal y que ahora observan con desconcierto cuan velozmente pueden dinamitarse derechos laborales y sociales que costó décadas conseguir. Son los trabajadores que aún conservan la memoria de un movimiento obrero que les fue vedado a los trabajadores jóvenes y precarios del sector servicios; son una especie en peligro de extinción. Éstos de Halyvourgía son una reserva en resistencia. Frente a un fuerte envite del dueño de la empresa que pretendía recortar brutalmente la jornada laboral y los salarios y ante el despido de 50 compañeros, decidieron ponerse en huelga indefinida, 63 días de huelga llevaban a la entrada de 2012. Y durante esos más de dos meses, han ocupado la fábrica de una forma tan natural como quien ocupa la casa propia. Y durante esos más de dos meses, han recibido la solidaridad de miles de personas que han hecho posible mantener materialmente la huelga, ya que, lejos de cualquier tipo de caridad; la solidaridad con Halyvourgía es la de aquel que se limita a cuidar de los suyos. “La victoria de los trabajadores de Halyvourgía es la victoria de todos los trabajadores griegos”, rezaba un cartel en una calle de Atenas. Victorias, al final el combustible de cualquier lucha, victorias que hace mucho no vemos tras los conflictos laborales en nuestro país. Desde aquella enorme nave gris, comiendo y bebiendo con los compañeros griegos, brindábamos por nuestros amigos y vecinos de la industria gaditana y de toda la industria en desmantelamiento, por nuestros compañeros; y les deseábamos para el nuevo año, victorias que serán nuestras.
Por Mª Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez y Jesús Rodríguez González. Ambos son miembros de la organización Izquierda Anticapitalista en Cádiz
Tomado de grundmagazine

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