Jerusalén – Trípoli – Caracas - Bilbao

por Iñaki Errazkin 
Cuenta la mitología católica que, cuando los jerosolimitanos se enteraron de que Jesús estaba llegando a su ciudad procedente de Betania, salieron en masa a recibirlo. El autoproclamado Mesías entró en Jerusalén a lomos de un pollino que se había agenciado en la cercana aldea de Betfagé. Unos se quitaban sus mantos y los extendían ante Él; otros cortaban ramas de olivo y las esparcían a su paso. “¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna! ¡Hosanna!”, gritaban enfervorecidos.
Tras unas ajetreadas jornadas (expulsó del Templo a gorrazos a los mercaderes y practicó algunos milagros), Jesús fue arrestado, acusado de sedición y juzgado en primera instancia ante el sumo Sanedrín. Trasladado a la Audiencia Nacional, el procurador de Judea (una especie de Delegado del Gobierno romano) puso el destino del detenido en manos del pueblo, el mismo que lo aclamara días antes. La multitud, persuadida por los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás y que Jesús fuese crucificado. De héroe a villano sin solución de continuidad.
 Dos milenios después de aquellos hechos, la historia se repite en otras latitudes... leer mas

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