En los últimos días, la prensa africana progresista tiene los ojos puestos en Grecia. Desde mediados de junio la izquierda africana viene analizando los movimientos del partido de gobierno, Syriza, contra las medidas neoliberales incluidas en los memorandum de la Troika. Este interés por el caso griego no es más que una lógica respuesta a las décadas bajo el yugo de las medidas de ajuste y la deuda que han sufrido África.
La deuda, como mecanismo de extorsión de los banqueros y la clase capitalista hacia los estados y los pueblos -tal y como la definió Marx-, ha sido un escollo al que todo proceso revolucionario se ha tenido que enfrentar a la hora de reorganizar la vida económica y política de un país. No es más que un mecanismo de control “invisible” por parte del capital internacional de las políticas económicas de los estados.
Tras la experiencia soviética -en la que anula su deuda externa-, este problema vuelve a tener vigencia en los discursos del líder revolucionario cubano Fidel Castro, en el Encuentro sobre la Deuda Externa de América Latina y el Caribe celebrado en La Habana en 1985. En dicho discurso, ponía sobre la mesa la imposibilidad económica -material-, así como política -moral-, de pagar dicha deuda externa. Otro revolucionario que apuntó el problema de la deuda, casi de modo profético, fue el burkinés, Thomas Sankara, en su famoso discurso ante la cumbre de Addis Abeba de la Organización por la Unidad Africana (OUA) en 1987, pocas semanas antes de ser asesinado. En él, hablaba claramente de la necesidad de resolver dicho problema:
“La deuda en su forma actual es una reconquista de África sabiamente organizada, para que su crecimiento y su desarrollo respondan a unos niveles, a unas normas que nos son totalmente extrañas. La deuda no debe ser devuelta, porque si nosotros no pagamos, los dueños del capital no se van a morir, de eso estamos seguros; si, en cambio, pagamos, nosotros sí moriremos, de eso estamos completamente seguros. Querría que nuestra conferencia adoptara la necesidad de decir con claridad que no podemos pagar la deuda. Esto es para evitar que nos hagamos asesinar aisladamente. Si Burkina Faso, sola, se negara a pagar la deuda, ¡yo no estaré presente en la próxima conferencia! En cambio, con el apoyo de todos podríamos evitar pagar.”
Las clarividentes palabras del líder burkinés ponen de manifiesto la realidad de los pueblos del sur de Europa y nos enfrenta a nuestras obligaciones si queremos acabar con el capitalismo. La deuda se constituye como mecanismo del capitalismo financiero para atar las políticas económicas de países como Grecia, hoy en la picota y cuyo gobierno ha decido continuar en la Unión Europea y no buscar sendas de futuro fuera de dichas instituciones comunitarias. Cuando decimos que hoy en día hay que romper con el Euro y negarnos a pagar la deuda ilegítima contraída por los gobiernos neoliberales, no coreamos una consigna vacía. Ponemos de manifiesto y amplificamos la voz de las experiencias revolucionarias que vivieron en sus carnes cómo dicha deuda suponía unas cadenas para todo proceso de cambio, negando la independencia económica y política del país. De lo contrario pasará como en el caso griego, que ha necesitado un nuevo memorandum y préstamo que eternizará su subordinación política y económica a Europa.
Por último, nos gustaría señalar una idea que es común a los discursos de ambos líderes revolucionarios, como es la relación entre el impago de la deuda y la solidaridad internacionalista. No en vano ambos pensadores recalcaban no sólo la imposibilidad de pagar la deuda, sino la necesidad de impulsar procesos de solidaridad y apoyo entre pueblos que permita resistir ante los embites del capital internacional y sus estrategias golpistas, y de violencia, como el mismo Sankara sufrió.
La deuda, como mecanismo de extorsión de los banqueros y la clase capitalista hacia los estados y los pueblos -tal y como la definió Marx-, ha sido un escollo al que todo proceso revolucionario se ha tenido que enfrentar a la hora de reorganizar la vida económica y política de un país. No es más que un mecanismo de control “invisible” por parte del capital internacional de las políticas económicas de los estados.
Tras la experiencia soviética -en la que anula su deuda externa-, este problema vuelve a tener vigencia en los discursos del líder revolucionario cubano Fidel Castro, en el Encuentro sobre la Deuda Externa de América Latina y el Caribe celebrado en La Habana en 1985. En dicho discurso, ponía sobre la mesa la imposibilidad económica -material-, así como política -moral-, de pagar dicha deuda externa. Otro revolucionario que apuntó el problema de la deuda, casi de modo profético, fue el burkinés, Thomas Sankara, en su famoso discurso ante la cumbre de Addis Abeba de la Organización por la Unidad Africana (OUA) en 1987, pocas semanas antes de ser asesinado. En él, hablaba claramente de la necesidad de resolver dicho problema:
“La deuda en su forma actual es una reconquista de África sabiamente organizada, para que su crecimiento y su desarrollo respondan a unos niveles, a unas normas que nos son totalmente extrañas. La deuda no debe ser devuelta, porque si nosotros no pagamos, los dueños del capital no se van a morir, de eso estamos seguros; si, en cambio, pagamos, nosotros sí moriremos, de eso estamos completamente seguros. Querría que nuestra conferencia adoptara la necesidad de decir con claridad que no podemos pagar la deuda. Esto es para evitar que nos hagamos asesinar aisladamente. Si Burkina Faso, sola, se negara a pagar la deuda, ¡yo no estaré presente en la próxima conferencia! En cambio, con el apoyo de todos podríamos evitar pagar.”
Las clarividentes palabras del líder burkinés ponen de manifiesto la realidad de los pueblos del sur de Europa y nos enfrenta a nuestras obligaciones si queremos acabar con el capitalismo. La deuda se constituye como mecanismo del capitalismo financiero para atar las políticas económicas de países como Grecia, hoy en la picota y cuyo gobierno ha decido continuar en la Unión Europea y no buscar sendas de futuro fuera de dichas instituciones comunitarias. Cuando decimos que hoy en día hay que romper con el Euro y negarnos a pagar la deuda ilegítima contraída por los gobiernos neoliberales, no coreamos una consigna vacía. Ponemos de manifiesto y amplificamos la voz de las experiencias revolucionarias que vivieron en sus carnes cómo dicha deuda suponía unas cadenas para todo proceso de cambio, negando la independencia económica y política del país. De lo contrario pasará como en el caso griego, que ha necesitado un nuevo memorandum y préstamo que eternizará su subordinación política y económica a Europa.
Por último, nos gustaría señalar una idea que es común a los discursos de ambos líderes revolucionarios, como es la relación entre el impago de la deuda y la solidaridad internacionalista. No en vano ambos pensadores recalcaban no sólo la imposibilidad de pagar la deuda, sino la necesidad de impulsar procesos de solidaridad y apoyo entre pueblos que permita resistir ante los embites del capital internacional y sus estrategias golpistas, y de violencia, como el mismo Sankara sufrió.
Sergio Almisas y Zuli Gómez para el nº 11 de la revista Cuba+Cadiz
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