No
hay peor ciego que el que no quiere ver, confirma Manlio Dinucci
al referirse a la ceguera de los europeos, quienes se niegan a ver
su propia dependencia de la OTAN, a pesar de todos los indicios que
la confirman. Desde siempre, todas las proposiciones de la Comisión
de Bruselas se preparan en los servicios administrativos de la OTAN. Y
los tratados de la Unión Europea reafirman su dependencia de la alianza
atlántica.
Red Voltaire
| Roma (Italia)
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«Trident Juncture 2015» no sólo será una de las maniobras militares de mayor envergadura organizadas por la OTAN, en la que participarán –principalmente en Italia, España y Portugal– más de 230 unidades terrestres, aéreas y navales así como fuerzas de operaciones especiales de más de 30 países aliados y socios de la OTAN, con 36 000 hombres, más de 60 navíos y 140 aviones de guerra, así como las industrias militares de 15 países que evaluarán qué otro tipo de armamento puede necesitar la alianza atlántica. En ese ejercicio de guerra, la OTAN implicará a más de 12 importantes organizaciones internacionales, agencias de ayuda humanitaria y organizaciones no gubernamentales. En «Trident Juncture 2015» «también participarán la Unión Europea y la Unión Africana» anuncia un comunicado oficial.
Entre los países de la Unión Europea más comprometidos en esas maniobras de la OTAN figuran –además de las anteriormente mencionadas 3 naciones en cuyo suelo tendrá lugar la mayor parte de las operaciones– Alemania, Bélgica y Holanda. Importantes personalidades internacionales serán invitadas a asistir a «Trident Juncture 2015» el 19 de octubre en Italia y el 5 de noviembre en Portugal.
De esa manera, «la OTAN demuestra su compromiso con la adopción de un enfoque multicomprensivo». En otras palabras, su compromiso de seguir extendiendo cada vez más su área de influencia y de intervención, desde Europa hasta África y Asia, con objetivos globales. En ese marco se inserta «Trident Juncture 2015», que pondrá a prueba la «Fuerza de Reacción» (40 000 efectivos) y su «Fuerza de Vanguardia» o «Punta de Lanza» de muy alta rapidez operacional. «Trident Juncture 2015» muestra «el creciente nivel de ambición de la OTAN en la dirección de la guerra moderna conjunta», demostrando que se trata de «una alianza con función de guía».
En medio de tal contexto, ¿cómo puede hablarse de “Unión Europea” ignorando la influencia de la OTAN y, por consiguiente, de Estados Unidos, país que ostenta el mando de ese bloque militar? El artículo 42 del Tratado sobre la Unión Europea estipula que «la política de la Unión respeta las obligaciones de algunos de sus miembros, que consideran que su defensa común se concreta a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte». Teniendo en cuenta que 22 de los 28 países de la Unión Europea son miembros de la alianza atlántica, es evidente la supremacía de la OTAN.
Y, para que no quede la menor duda de ello, el protocolo número 10 sobre la cooperación instituida por el artículo 42 subraya que la OTAN es «la base de la defensa colectiva» de la Unión Europea y que «un papel más fuerte de la Unión en materia de seguridad y de defensa contribuirá a la vitalidad de una alianza atlántica renovada». Tan renovada que, desde el Atlántico Norte, ya se extiende sobre las montañas de Afganistán, pero rígidamente anclada en la vieja jerarquía: el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa siempre es un general estadounidense nombrado por el presidente de Estados Unidos y todos los demás puestos de mando fundamentales también están en manos de militares estadounidenses.
A través de la OTAN, bloque militar en cuyo seno los gobiernos del este de Europa están más vinculados a Washington que a Bruselas, Estados Unidos influye no sólo en la política exterior y militar de la Unión Europea sino también y sobre todo en el conjunto de sus orientaciones políticas y económicas. Y lo hace tratando de manera individual con las principales potencias europeas –Alemania, Francia y Gran Bretaña– sobre la repartición de ventajas y de zonas de influencia, mientras se asegura de contar con el respaldo incondicional de los demás países importantes de la Unión Europea, comenzando por Italia.
¿Cómo puede alguien pensar entonces que Estados Unidos no desempeñe un papel considerable en la cuestión griega a través de la OTAN, siendo Grecia un miembro estratégicamente importante de ese bloque militar?
¿Y cómo puede alguien separar las cuestiones económicas de los temas políticos y militares en momentos en que, siguiendo los pasos de la estrategia de Estados Unidos, Europa se ve convertida en la primera línea de una nueva guerra fría contra Rusia y en trampolín de nuevas operaciones militares en África, Medio Oriente y, más allá, incluso en la región Asia-Pacífico?
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Entre los países de la Unión Europea más comprometidos en esas maniobras de la OTAN figuran –además de las anteriormente mencionadas 3 naciones en cuyo suelo tendrá lugar la mayor parte de las operaciones– Alemania, Bélgica y Holanda. Importantes personalidades internacionales serán invitadas a asistir a «Trident Juncture 2015» el 19 de octubre en Italia y el 5 de noviembre en Portugal.
De esa manera, «la OTAN demuestra su compromiso con la adopción de un enfoque multicomprensivo». En otras palabras, su compromiso de seguir extendiendo cada vez más su área de influencia y de intervención, desde Europa hasta África y Asia, con objetivos globales. En ese marco se inserta «Trident Juncture 2015», que pondrá a prueba la «Fuerza de Reacción» (40 000 efectivos) y su «Fuerza de Vanguardia» o «Punta de Lanza» de muy alta rapidez operacional. «Trident Juncture 2015» muestra «el creciente nivel de ambición de la OTAN en la dirección de la guerra moderna conjunta», demostrando que se trata de «una alianza con función de guía».
En medio de tal contexto, ¿cómo puede hablarse de “Unión Europea” ignorando la influencia de la OTAN y, por consiguiente, de Estados Unidos, país que ostenta el mando de ese bloque militar? El artículo 42 del Tratado sobre la Unión Europea estipula que «la política de la Unión respeta las obligaciones de algunos de sus miembros, que consideran que su defensa común se concreta a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte». Teniendo en cuenta que 22 de los 28 países de la Unión Europea son miembros de la alianza atlántica, es evidente la supremacía de la OTAN.
Y, para que no quede la menor duda de ello, el protocolo número 10 sobre la cooperación instituida por el artículo 42 subraya que la OTAN es «la base de la defensa colectiva» de la Unión Europea y que «un papel más fuerte de la Unión en materia de seguridad y de defensa contribuirá a la vitalidad de una alianza atlántica renovada». Tan renovada que, desde el Atlántico Norte, ya se extiende sobre las montañas de Afganistán, pero rígidamente anclada en la vieja jerarquía: el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa siempre es un general estadounidense nombrado por el presidente de Estados Unidos y todos los demás puestos de mando fundamentales también están en manos de militares estadounidenses.
A través de la OTAN, bloque militar en cuyo seno los gobiernos del este de Europa están más vinculados a Washington que a Bruselas, Estados Unidos influye no sólo en la política exterior y militar de la Unión Europea sino también y sobre todo en el conjunto de sus orientaciones políticas y económicas. Y lo hace tratando de manera individual con las principales potencias europeas –Alemania, Francia y Gran Bretaña– sobre la repartición de ventajas y de zonas de influencia, mientras se asegura de contar con el respaldo incondicional de los demás países importantes de la Unión Europea, comenzando por Italia.
¿Cómo puede alguien pensar entonces que Estados Unidos no desempeñe un papel considerable en la cuestión griega a través de la OTAN, siendo Grecia un miembro estratégicamente importante de ese bloque militar?
¿Y cómo puede alguien separar las cuestiones económicas de los temas políticos y militares en momentos en que, siguiendo los pasos de la estrategia de Estados Unidos, Europa se ve convertida en la primera línea de una nueva guerra fría contra Rusia y en trampolín de nuevas operaciones militares en África, Medio Oriente y, más allá, incluso en la región Asia-Pacífico?
Il Manifesto (Italia)
Manlio Dinucci
Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas: Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ; Geocommunity Ed. Zanichelli 2013 ; Escalation. Anatomia della guerra infinita, Ed. DeriveApprodi 2005.
http://www.voltairenet.org/article188252.html
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