Fue entre el viernes y el sábado del 01/02 de febrero en Madrid de 1980. Hoy se cumplen 35 años y siempre estaras en nuestra memoria.
Vestía una camiseta con los escudos de las llamadas "siete provincias vascas" y lucía un collar con la denominada "cruz de lauburu". Los investigadores establecieron que se trataba de un crimen con connotaciones políticas. Fue identificada como Yolanda González
Martín, de 19 años
El
crimen fue reivindicado desde Barcelona por un portavoz del Batallón
Vasco Español; mediante un original método: una cinta de télex
perforada. En ella los asesinos decían haberla matado por "una
España grande, libre y única", y la acusaban de formar parte
de un grupo de información de la organización terrorista ETA. En el
comunicado se precisaba que había sido "interrogada y
ejecutada".
La
muerte de Yolanda conmocionó a todo el país. La indignación por
este crimen provocó protestas y manifestaciones. Era una joven
indefensa cobardemente asesinada en la flor de la juventud. Vasca,
militante política, guapa y comprometida. Su trayectoria personal le
había granjeado el respeto de sus camaradas.
Contrariamente
a lo que afirmaban sus asesinos, Yolanda no militaba en ETA, sino en
el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Procedente de las
Juventudes Socialistas, Yolanda se había unido a los que, desgajados
del PSOE, habían pasado por la Liga Comunista Revolucionaria (LCR)
y, desde allí, fundado el PST.
Era
una socialista trotskista que ni siquiera simpatizaba con ETA, pero
sus asesinos no entienden de diferencias ni hacen distingos. Para
ellos, siendo vasca y roja, tenía que ser de ETA, no son capaces de
distinguir las diferencias entre una nacionalista, — como ellos —
y una internacionalista, son polos opuestos pero no se atraen.
Cometieron un crimen con la misma ceguera y crueldad que la
organización terrorista de la que abominaban.
Yolanda
había nacido en la zona obrera de Deusto, a orillas del Nervión. Su
padre era un emigrante burgalés, de profesión soldador metalúrgico,
que no tenía militancia política concreta. Su casa estaba en un
viejo edificio cerca de la fábrica Ártica. Su expediente académico
estaba plagado de buenas calificaciones, con abundantes
sobresalientes y matrículas de honor. Fue una estudiante aplicada y
trabajadora que acabó el COU con una nota media excelente. Yolanda
demostró una inteligencia excepcional, y también una preocupación
muy precoz por las cuestiones sociales.
Entró
en seguida en política, y lo hizo de forma metódica y selectiva:
recorrió varias sedes de partidos hasta que se sintió atraída por
el grupo de jóvenes de Izquierda Socialista unidos en torno al
periódico La
Razón.
De su activismo en su tierra natal le queda un obsequio del que nunca
se separará: el comité de empresa de una fábrica le regaló una
"cruz de lauburu" como agradecimiento a su solidaridad. Era
su joya más preciada.
A
los 17 años conoció a su novio, Alejandro Avizcun, profesor no
numerario de una universidad de Madrid. Se encuentran durante las
primeras jornadas de Izquierda Socialista en el pueblo de San Martín
de Llémana (Gerona). Tras una breve estancia en Bilbao la pareja se
traslada a Madrid, donde se alojan en un piso de alquiler en la calle
Tembleque, del barrio de Aluche. Comparten la vivienda de tres
habitaciones con una compañera, María del Mar, recientemente
separada.
Yolanda
comienza a estudiar en el Centro de Formación Profesional de
Vallecas y participa en todas las movilizaciones estudiantiles, en
aquella época especialmente
turbulenta en la que miles de jóvenes entre los 14 y los 17 años
experimentan la fuerte sensación de correr delante de la policía.
Yolanda
se gana fama de "roja" en el centro donde estudia; es
posible que de allí salgan las informaciones policiales que la
significan como cercana a ETA. Ajena al interés que despierta, forma
parte muy importante, como líder estudiantil, de la actividad de su
partido, que encabeza el movimiento protagonizado por los jóvenes.
El 28 de enero de 1980 se produce una impresionante huelga de
Enseñanza Media. Sólo cuatro días más tarde, en el seno de una
organización ultraderechista que ya dispone de su nombre y dirección
y que ha estudiado cuidadosamente sus costumbres, se decreta su
muerte.
Si
el jefe superior de Policía de Madrid no hubiera sido Francisco de
Asís Pastor, quizá los asesinos no habrían sido detenidos con
tanta celeridad. Cuando los investigadores se encontraban al
principio de sus pesquisas, con el peligro cierto de que los autores
nunca fueran descubiertos y el crimen quedara impune, Pastor recibió
la información de que un policía nacional, Juan Carlos Rodas, que
había sido "invitado" a tomar parte en la muerte de
Yolanda pero se había negado, acababa de contar a su superior datos
significativos acerca de los culpables.
A
las once de la noche el 7 de febrero, sólo cinco días después de
que hubiera aparecido el cadáver, inspectores de la Brigada Regional
de Información detuvieron a Emilio Hellín Moro, de 32 años,
ingeniero electrónico y director de una escuela de electrónica en
Madrid, como principal asesino material. En el momento de la captura
le fue intervenido un revólver Magnum, y en su coche se encontraron
diversas armas, material explosivo y gran cantidad de munición.
De
su declaración se dedujo la participación de Ignacio Abad
Velavásquez, de 19 años, soltero, estudiante de Químicas en la
Complutense. Los dos pertenecían a Fuerza Nueva y reconocieron ser
autores del hecho que se les imputó. Según la sentencia de la
Audiencia Nacional que les condenó a fuertes penas, conformaban
(junto a José Ricardo Prieto y Félix Pérez Ajero, también
miembros de dicho partido y también procesados) una banda armada,
"al margen de la disciplina de Fuerza Nueva", para la
realización de actos violentos; la denominaban "Grupo 41".
La
sentencia estableció que Félix Pérez Ajero, José Ricardo Prieto y
Juan Carlos Rodas, el policía denunciante, llevaron a cabo una
misión de vigilancia en los alrededores del domicilio de Yolanda;
fueron condenados por allanamiento de morada y detención ilegal. Por
los mismos delitos fue condenado David Martínez Loza, jefe nacional
de seguridad de Fuerza Nueva, a quien se consideró, además, autor
por inducción.
Pero
nunca se despejaron las sospechas de que había quedado oculta para
siempre la parte más importante de la trama. El entonces diputado
socialista Juan Barranco aseguraba: "Este asunto se achaca en su
superficie a elementos de la extrema derecha, pero va más allá y se
relaciona con instituciones del Estado". Así las cosas, ¿cómo
se cometió el crimen?
La
madrugada del 2 de febrero de 1980 Hellín Moro e Ignacio Abad,
situados desde hacía largo rato ante el domicilio de Yolanda, ven
llegar a la joven. Poco después suben al piso y consiguen, con
engaños, que aquélla les abra la puerta. Inmediatamente Abad la
encañona, y Hellín la cachea. "¡Vamos
abajo roja de mierda!".
Los
tres suben al coche de Hellín, un Seat 124 con matrícula M-6617-GC.
En el vehículo dan vueltas durante más de una hora. Yolanda trata
de sacarles del error y demostrarles que no pertenece a ningún
comando etarra.
Pero Hellín sigue teniendo fija en su mente la orden
que había aparecido en su sofisticado ordenador, junto a una partida
de compras para las Fuerzas de Seguridad. Su equipo informático está
conectado a una red secreta: "Comando
informativo número 3 de ETA. Calle Tembleque, 101. Ejecución".
Se le escapa un "¡Roja
de mierda!",
que no es la primera vez que escupe en la noche.
Yolanda
fue interrogada, golpeada, torturada. Ante su resistencia, un Hellín
exasperado la saca del coche en el kilómetro 3 de la carretera de
Madrid a San Martín de Valdeiglesias: "¡Se
acabó el paseo!".
Quizá durante un segundo Yolanda piensa que la tortura se ha acabado
y va a quedar libre.
Pero
es entonces cuando Hellín la dispara dos veces, a bocajarro, en la
cabeza con su pistola Walter P-38 de 9 milímetros. Cuando se
derrumba en el suelo, el asesino ordena a su compañero que le dé el
tiro de gracia. Ignacio Abad dispara sobre la joven una Star del 9
corto. Los dos pistoleros huyen en el coche a toda velocidad.
La
frialdad de los criminales fue castigada por el tribunal. Emilio
Hellín Moro recibió una condena por asesinato con alevosía y
nocturnidad de 30 años de cárcel; Ignacio Abad, de 26 años, ocho
meses y un día. No obstante, Hellín logró siete años después, en
abril de 1987, un permiso carcelario, concedido por el juez de
Vigilancia Penitenciaria José Donato Andrés Sanz. Lo aprovechó
para huir a Paraguay.
Pero
cuando se creía a salvo y seguro fue localizado por el periodista de
Interviú,
José Luis Morales. Gracias a ello fue extraditado y devuelto a
prisión, donde continuó cumpliendo condena, hasta 1996 que sale
libre.
Siempre
dos varas de medir, unos terroristas se tienen que pudrir en la
cárcel, otros campan libres y bien colocados. No se cortan un pelo
en mostrar su ideología, la cabra tira al monte. Uno de sus asesinos
el fascista Emilio
Hellín Moro,
en 1996 está trabajando para las Fuerzas de Seguridad del Estado, es
asesor en materia de terrorismo para la Policía Nacional y laGuardia Civil. Se ha cambiado el nombre por Luis Enrique pero
mantiene intactos su lugar de nacimiento, el DNI y el día.
Desde
esa fecha se hace llamar Luis Enrique Helling (con “g” al final)
Moro, mantiene el año de nacimiento (1947) el día, (8 de abril), el
lugar, (Torre
de Miguel Sesmero - Badajoz) y el mismo Nº de DNI. Según consta en
el Registro Civil de Madrid del 22 de enero de 1996. Si le preguntan
por él dice que es su primo y no sabe dónde está, que él
desciende de una familia inglesa.
Información
recogida de; El
País
del 24 de febrero de 2013 firmado por; José María Irujo.
¡Yolanda,
no te olvidamos!
¡No
olvidaremos!
¡La
lucha continua!
V. Antonio Lopez. "El Pavo".
Fascistas a sueldo de la Guardia Civil y la Policía
Interior contrató 15 veces y pagó 140.000 euros al asesino de Yolanda González
Hellín no debe ser perito en procesos judiciales
Yolanda González Martin 33. urteurrena
mmm
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