ÚLTIMOS VIENTOS DE GUERRA. GPM.

<<Aquellos que te hacen creer absurdos pueden hacerte cometer atrocidades>>. Francois Marie Arouet (Voltaire). <<Lo que más temen quienes gobiernan el Mundo, es que sus gobernados sepan lo que hacen y por qué. La verdad nos hará libres>>. GPM.
Últimos vientos de guerra
02. El orígen de estos lodos
03. Recesión mundial e ingobernabilidad política del Mundo
04. Cada recesión económica empuja fatalmente hacia la guerra
05. El capitalismo:Demostración científica de su caracter destructivo y genocida
06. Conclusión


01. Introducción

       El pasado 05 de enero, el senador republicano por el Estado norteamericano de Tennessee, Bob Corker, presentó un proyecto de Ley “sobre la prevención de la agresión rusa” (RAPA por sus siglas en inglés), donde se le exige a ese país que “retire sus tropas de la frontera Oriental de Ucrania”. O sea, por detrás de los lindes de su propio territorio, lo cual supone imponerle la humillación de renunciar a su soberanía nacional. Toda una provocación.

      Además, el texto de la Ley autoriza al Departamento de Defensa estadounidense, a que asuma la tarea de evaluar las oportunidades y necesidades de las fuerzas armadas de Ucrania, así como “que el presidente, una vez finalizada esta evaluación, proporcione asistencia militar a Ucrania”. Dentro de este plan, se prevé activar la tercera fase del “proyecto de defensa antimisiles europeo”, cuyo tiempo de preparación podrá extenderse "a más tardar hasta finales del año calendario 2016". Mientras tanto, de acuerdo con el RAPA, Estados Unidos debería suministrar a Ucrania equipo bélico y armas por un valor de 100 millones de dólares (armas antitanque y antiaéreas, lanzagranadas, ametralladoras, municiones, etc.). La ley también autoriza a que el Presidente norteamericano exija que Rusia retire sus tropas de Crimea “en un plazo de siete días a partir de la fecha de entrada en vigor de la ley"[1].

[1]. La secesión del territorio sudoccidental de Crimea respecto de Ucrania, tuvo lugar a raíz del golpe de Estado del llamado movimiento Euromaidan en ese país, liderado por el partido parlamentario de extrema derecha “Svoboda”  —proclive a la integración de Ucrania en la Unión europea— que el pasado 22 de febrero acabó destituyendo al gobierno democráticamente electo presidido por el mafioso Víctor Yanukovich. Sedición en la que, según acaba de reconocer, tuvo significativa participación el magnate norteamericano George Soros. Una escena a mayor escala geopolítica, muy similar por su carácter a los enfrentamientos entre bandas de delincuentes rivales, como la de John Dillinger en los años treinta del pasado siglo, o la de Vito Corleone entre la década de los cuarenta y los cincuenta, que tuvo por escenario a las mismas calles de New York. 

*****************

02. El origen de estos lodos

El telón del nuevo teatro político donde se desarrolla el drama de la actual escalada bélica en el Mundo, encabezada por EE.UU., comenzó a levantarse imaginariamente sobre la llamada “Zona cero”[1], donde habían ocupado ese sitio pacíficamente las Torres Gemelas en New York, derribadas por los propios servicios secretos yanquis en setiembre de 2001, acto que atribuyeron a extremistas islámicos, para justificar la intervención militar en Afganistán.

Fue ésta una tarea que le tocó administrar a George W. Bush (Jr.) y nadie mejor pudo haberlo hecho, que “de casta le viene al galgo”. Un "cowboy" del asfalto hecho al “sentido común” entre los norteamericanos, de que la lucha política se explica tal como los conflictos interpersonales, y se resuelve según el maniqueísmo y la misma barbarie que inspiran casi todas las películas del Far West, fabricadas por la industria cinematográfica de Hollywood, donde la vida humana que no es "de los nuestros" no vale nada y el éxito fundado en la violencia del más fuerte y hábil lo es todo. Como es sabido, en esas historias hay una secuencia argumental invariable, que acaba cuando los "buenos" matan salvajemente a los "malos". Y aunque ya desprovista de la parafernalia vaquera, esta filosofía de la vida en sociedad es la misma que se ha extendido a buena parte de la filmografía norteamericana más moderna, la del género "de acción" protagonizada por actores al estilo de Arnold Swartzenaguer y otros tantos energúmenos por el estilo, que han ido desfilando por la grande y pequeña pantalla en todo el Mundo.

Políticamente hablando, sin la clásica figura del "héroe" justiciero pasado por la industria del celuloide, que siempre responde a la provocación del "enemigo traicionero”, los norteamericanos de a pie no vivirían todavía hoy esa burda falsificación de su más reciente historia, como si fuera un orgullo vivirla. Y la burguesía yanky tampoco hubiera podido instrumentar tan fácilmente su tradicional política exterior terrorífica y genocida, en relación con hechos que hacen a sus intereses e identidad imperial, algunos de los cuales signaron sin duda el curso de la vergonzosa historia en ese país. Como sucedió cuando sus gobernantes decidieron hundir su viejo acorazado “Maine” allá por 1898, que atribuyeron a los españoles para “justificar” su intervención en la guerra hispano-cubana, y así acabar apoderándose de esa isla caribeña. O la destrucción de su base naval de Pearl Harbor por los japoneses en octubre de 1941, un baluarte militar que los altos mandos militares norteamericanos desprotegieron, sabiendo de antemano con la precisión de una décima de segundo, cuándo y cómo sería el ataque; todo ello para poder pasar por víctimas y “justificar” así, su participación plena en aquel jugoso negocio que fue la última y más monstruosa masacre de la historia durante la Segunda Guerra Mundial; sumándose a las fuerzas aliadas junto a Francia y el Reino Unido, después de haberle suministrado profusamente armamento al “enemigo alemán” durante dos años. Fue cuando el por entonces gerente general de la “GM Company” dijera, que la suya es “una empresa suficientemente importante, como para estar por encima de las rencillas políticas internacionales”.

Y últimamente, después de participar en la guerra de Afganistán —que los servicios secretos norteamericanos crearon deliberadamente y al pueblo norteamericano le costó, además de miles de muertos 3 billones de dólares—, ahora gracias a la nueva revelación de Edward Snowden, sabemos que el “Estado Islámico” no fue una creación de “Al Qaeda” sino de los servicios de inteligencia yanquis, en colaboración con los de Israel y el Reino Unido, de lo cual se deduce que la nueva organización terrorista, es esa misma entente imperialista tripartita:



<<Abu Bakr al-Baghdadi, el llamado “Califa” líder del Estado Islámico es, según revela Edward Snowden, un judío llamado Elliot Shimon. Es un agente operativo del Mossad y fue reclutado por el Mossad israelí siendo entrenado en el espionaje y la guerra psicológica contra las sociedades árabes e islámicas.

Snowden dijo que “la inteligencia estadounidense, británica y los servicios secretos israelíes, conocidos como Mossad, crearon la organización terrorista (ISIS) capaz de atraer a todos los extremistas del mundo a un sitio, usando una estrategia llamada ‘el nido del abispón’, para proteger a la entidad sionista mediante la creación de esológanes religiosos e islámicos. De acuerdo con documentos publicados por Snowden, “la única solución para la protección del Estado Judío, es crear un enemigo cerca de sus fronteras”.

El propósito es luchar contra este ‘nuevo enemigo’ y poder avanzar en sus planes de llegar a construir la “Gran Israel”. ISIS se inició como supuestos “insurgentes sirios”, con el propósito de derrocar al presidente Bashar Al-Assad, el cual con su ejército bien preparado logró detener los planes y arrinconó a ISIS en la ciudad de Alepo, al norte de Siria, zona fronteriza con Turquía. Sin embargo ISIS incursionó hacia Irak y actualmente el “califato” se extiende desde la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, hasta la provincia de Diyala, en el este de Irak>> (http://agenciaeternity.com/2014/08/13/snowden-el-lider-del-estado-islamico-es-un-agente-del-mossad-israeli/#more-7898)


Así las cosas, EE.UU., que por boca de su actual presidente, Barack Obama, decía estar decidido a acabar con el Estado Islámico, ahora, según parece, ha rebajado sus objetivos a convertirlo en una organización “manejable”.

¿Cuál ha sido el resultado? Que Afganistán, Siria, y Libia son tres países económicamente dependientes, que hoy día siguen siendo ingobernables por cualquier centro de dominio político. Y por ese mismo camino parecen ir también Irak y Egipto. Tal situación está pesando mucho más hoy en el pueblo norteamericano, tras haber puesto billones de dólares y miles de víctimas entre muertos y mutilados en ese macabro negocio de la guerra, urdido por sus clases dominantes con eso de inventarse aventuras políticas imperialistas para fines económicos gananciales. Un país donde la impostura, la violencia más atroz del atentado y el engaño difundido entre su población con propósitos preventivos de control político interno, permitieron que el terror se apodere de ella a finales del 2001, llevándole al extremo de aceptar el sacrificio de su libertad, en aras de una presunta “seguridad”, la de su propia esclavitud política. Esto es lo que sucedió el 26 de octubre de ese año, cuando se promulgó la llamada “Ley patriótica” (en inglés: “USA Patriot Act) que derogó de un plumazo los derechos y libertades civiles, contemplados en la cuarta enmienda de la Constitución norteamericana, vigente desde 1789.

Esto es lo que dejaron tras de sí los acontecimientos del 11-S perpetrados por la camarilla gobernante de turno en EE.UU. Y si no que se lo pregunten a Bush Jr., ese despreciable sujeto que, al amparo de sus leyes resultantes de aquella masacre —donde fallecieron más de 3.000 personas—, apuntaló sus propios negocios con la familia Bin Laden, como bien lo señalara ya Thierry Meyssan poco después del auto-atentado contra las Torres Gemelas, un acto preñado de operaciones especulativas de las que quienes participaron en prepararlo y ejecutarlo, sacaron pingües beneficios. Todo ello en nombre de un “Nuevo orden Mundial”: el sometimiento de seis mil millones de personas al dictado de unos cuantos magnates déspotas y genocidas, en disputa por la supremacía política en el Mundo. ¿Qué es la nanotermita?

           Ante semejante revelación, volvemos a insistir en contestar a las siguientes preguntas: ¿Era Obama realmente un criminal de guerra antes de ser elegido Presidente de los EE.UU. y serle concedido el premio nobel de la Paz? No. ¿Lo eran George W. Bush, Tony Blair, José María Aznar y Durao Barroso, antes de ir a reunirse a las Azores para declarar la guerra contra Irak, causando más de un millón de muertos y la práctica destrucción de ese país, pretextando falsamente que Sadam Hussein tenía y usaba armas de destrucción masiva? No. ¿Lo eran los altos mandatarios de países integrantes de la OTAN, entre ellos España en la persona de Javier Solana bajo el mandato del P.S.O.E., antes de acordar el criminal bombardeo sobre la población de Yugoslavia entre el 24 de marzo y el 11 de junio de 1999? Tampoco. ¿Y el presidente norteamericano Roosevelt junto al director del FBI (Federal Bureau of Investigation), J. Edgar Hoover, inmediatamente antes del ataque a la base naval norteamericana en Pearl Harbor, que permitió al gobierno de ese país entrar en el negocio de repartirse territorios durante la Segunda Guerra Mundial? Tampoco ¿Y el Presidente inglés Winston Churchill junto al mandatario norteamericano Woodrow Wilson, antes del hundimiento del transatlántico británico de pasajeros “Lusitania” por los alemanes el 7 de mayo de 1915, con 1.198 personas abordo, de las cuales 188 eran ciudadanos norteamericanos, hecho que permitió a Inglaterra “justificar” su participación en la Primera Guerra Mundial? No. ¿Lo era el mandatario estadounidense William Mc Kinley, antes de que, el 28 de enero de 1898, ordenara hundir al acorazado norteamericano “Maine” cuando entraba en el puerto de La Habana, hecho que la diplomacia yanky atribuyó mentirosamente a España, para declararle la guerra por haber rechazado su propuesta de Comprar Cuba? Tampoco. La función hace al órgano tanto como el hábito hace al monje, y éste al ritual de la farsa que protagoniza. Para lo cual todo es cuestión de disfrazarse adecuadamente y poder desfilar por la vida, siempre y con toda seguridad bajo palio.


[1] Significado  de la expresión “Zona cero”: Punto en la superficie de la tierra o del agua directamente abajo, directamente arriba, o en el cual explota una bomba atómica o de hidrógeno. (“The point or de surface of the earth or water directly below, directly above, or at which an atomic or hydrogen bomb explodes”. Webster’s Encyclopedic Unabridged Dictionary of the English Language (Edition 1989, printed in 1994, ISBN 0-517-11888-2). Los diccionarios impresos antes del 9-11, como los mencionados arriba, que contenían el único significado apropiado de "zona cero" han sido removidos hace tiempo de los anaqueles de las librerías y reemplazados por nuevas ediciones de los mismos. Desgraciadamente, la misma lengua inglesa fue una de las primeras víctimas del 9-11…No se asombren de que casi todos los nuevos diccionarios de Ingles impresos después del 9-11 empezaran a describir "zona cero" presuntamente como si tuviera más de un sentido. Al menos 3 o 5 nuevos significados han sido añadidos a este término, que van desde "gran devastación", "gran desorden" у "actividad apremiante" hasta "punto base" о "punto de partida". 


03. Recesión mundial e ingobernabilidad política del Mundo

         La llamada “Pax Americana” ha sido un producto de la política exterior de los EE.UU. como resultado de la Segunda Guerra Mundial, cuando este país salió de aquel infierno bélico erigido en la más poderosa potencia económica, militar y diplomática del Mundo en 1945. Fue un período que la burguesía imperialista norteamericana pudo atravesar, sin conflictos con los eslabones de la misma cadena de países dominantes en el Occidente capitalista, aunque muy pronto lideró la “Guerra fría” con la ex URSS, interviniendo militarmente en países subdesarrollados como Corea, Vietnam, Afganistán e Irak, de los cuales como es evidente, no ha podido sacar los réditos políticos que se propuso.

         Hoy, bajo circunstancias económicas internas muy difíciles de controlar, con bonos de su deuda por un billón de dólares en poder de China, se le acumulan a los lobbies norteamericanos una serie de conflictos, como en Ucrania, Irak, Gaza, Libia y Egipto. Sobre todo cuando ese tan enorme como poderoso país asiático de los ojos rasgados, se ha sumado a un mercado común alternativo, junto a Rusia, Brasil, India y Sudáfrica, en lo que ya se conoce como el B.R.I.C.S.

         Esto sucede bajo condiciones en las que, según el Ministerio de hacienda de EE.UU., la venta de títulos a largo plazo y de activos a corto plazo en ese país, ascendió en mayo pasado a 153.500 millones de dólares, frente a una compra de 33.100 millones. O sea, que en EE.UU. se verifica una disminución del capital privado disponible, debido a que los inversores de China y Japón han vendido sus bonos del Tesoro norteamericano, recuperando el dinero invertido en ellos, lo cual supone una pérdida de confianza en las posibilidades de la economía en ese país.

         Como es sabido, la cotización de acciones y demás títulos en la bolsa de valores, bajo condiciones normales varía en relación inversa respecto de la tasa de interés vigente del dinero a crédito. Esto es así, porque dicha tasa se nutre de la ganancia industrial, de modo que los réditos crecientes estimulan la demanda de crédito para inversión productiva adicional, es decir, expansiva, que así regula la tasa de interés moderadamente al alza. Bajo tales condiciones es esa tasa el factor que determina la cotización de los valores bursátiles. Pero cuando las ganancias industriales se retraen  el dinero huye de la producción hacia la especulación, la cotización de dichos valores pasa a depender exclusivamente de la oferta y la demanda, determinando su mayor o menor “volatilidad”.

         El hecho de que desde 2008 la tasa de interés en los EE.UU. se haya mantenido en torno a cero —al igual que en Europa desde 2010—, demuestra la persistencia de dos fenómenos concatenados: 1) que la tasa de ganancia industrial sigue hundida y, consecuentemente, 2) que la más alta volatilidad de las cotizaciones bursátiles tiende a inflar la burbuja especulativa en el mercado de valores, prolongando la recesión economía mundial.
File:S&P 500.png
         En este gráfico que describe todo el traumático proceso de acumulación capitalista desde la Revolución Francesa, los últimos tres datos recogidos corresponden al período entre el 31/05/06 y la previsión al próximo 30/09/2014. De sus valores registrados se deducen dos hechos de la mayor importancia: 1) que desde 1789 hasta hoy, la masa de capital acumulado no ha dejado de aumentar históricamente y, 2) que según la previsión de S&P, la volatilidad de la burbuja especulativa en EE.UU. alcanzará el mismo nivel que cuando pinchó en marzo de 2007, iniciando la actual recesión. Así lo reflejó la analista financiera Abigail Doolittle:
<<La renuencia de la Reserva Federal a elevar las tasas de interés desde mínimos históricos, podría desatar una corrección en el mercado que competiría con la caída observada en 2007 durante la recesión global. Por desgracia, creo que podría venir una caída similar a lo que ocurrió en 2007", dijo Doolittle a CNBC. Se puede ver que toda la tendencia alcista de los últimos cinco años se ha comenzado a revertir>>.

         No hay tal “renuencia” de la Reserva Federal. Si bajo las presentes circunstancias la tasa de interés aumentara por decisión política, la volatilidad especulativa se moderaría, pero al mismo tiempo agudizaría todavía más el actual estancamiento de la economía real, al elevar el coste de producir ganancia financiada crediticiamente[1]. Aludiendo a su país, el multimillonario americano Donald Trump ha declarado que:

<<…la tasa de desempleo real es más del doble de lo que se informa en este momento, y señaló que la cifra de desempleo de 8,2% “no es un número real”. La tasa verdadera ha ascendido a 16%, e incluso algunos creen que la tasa de desempleo es tan alta como un 21%, mencionó el empresario>>.


[1] Toda acción es el título de propiedad sobre los dividendos (ganancias) del patrimonio de una determinada empresa. Y el precio de cada acción que se negocia en el mercado, en circunstancias normales, es igual a la capitalización de esos dividendos a la tasa de interés vigente. Por ejemplo, si una acción rinde 100 Euros de dividendo y la tasa de interés es del 10%, la acción normalmente debería cotizarse a 1.000 Euros: el rendimiento de 1.000 al 10% = 100. Ergo, si la tasa de interés baja al 5%, la cotización sube a 2.000 Euros, o sea, la volatilidad es mayor. La acción es la más importante forma de crédito para la adquisición adicional de más factores de la producción, es decir, para el incremento autónomo de la inversión, para ampliar la escala de la producción de plusvalor. Por su parte, la letra de cambio fue concebida para posibilitar la compra anticipada de factores de la producción (máquinas, materias primas y mano de obra) cuando el valor de lo ya producido está todavía en tránsito de ser realizado (convertido en dinero) en el mercado; es una forma de crédito comercial para atender los pagos de la gestión empresarial a una determinada escala de la producción. Durante los meses previos al "crash" de 1987, las compras extranjeras de acciones americanas sobrepasaron los 18.000 millones de dólares, de ellos, 7500 provinieron de Japón, 4.000 de Gran Bretaña, 1.800 de Francia y cerca de 1.000 de América Latina. (Financial Times: 23/10/87). Las transacciones bursátiles de las empresas industriales japonesas han pasado de alrededor de 3,3 billones de yenes en 1983 a cerca de 17 billones en el primer trimestre de 1987, el equivalente a una porción considerable de sus beneficios que intentaron capitalizar a expensas de otros capitalistas fuera de la esfera de la economía real, es decir, mediante operaciones puramente especulativas. En 1986 esa porción fue del 53,4% de los beneficios para la Fujisawa, 45% para Hitachi y 60,5% para Matsushita Electric Industrial. (Frederic Burgière en "Japón in extenso" Nº 6 febrero/1988). Es posible hacer una expansión de la producción a crédito, cuando la tasa de interés vigente es del 3 o del 4% y la tasa de beneficio industrial sube al 8%. Pero si hay que financiar la producción con créditos cuyos intereses crecen súbitamente del 4 al 12% y la tasa de beneficio industrial en descenso no llega al 7%, la situación se hace insostenible para todos los capitalistas y la ruptura o "crack" del proceso de acumulación es un hecho.
 
 
04. Cada recesión económica empuja fatalmente hacia la guerra

La primera Guerra Mundial fue inducida por la gran crisis económica europea de 1873. Para ello basta observar que la superación de esa crisis dio pábulo a la Segunda Revolución Industrial, que inauguró la etapa imperialista del capitalismo, con su típica disputa por el dominio de territorios entre centros capitalistas de poder económico internacional rivales [1] . Una dinámica cuya lógica sistémica desembocó en la gran crisis de 1930, que preparó así las condiciones de la Segunda Gran Conflagración entre 1939 y 1945.

El antecedente más inmediato de esta crisis que padecemos hoy, fue el crash de 1987, como parte de la onda larga de carácter depresivo, iniciada en el mundo tras el abandono del patrón oro y la inconvertibilidad del dólar por parte de EE.UU. en agosto de 1971. Desde el punto de vista meramente técnico, el derrumbe de la Bolsa fue provocado por el alza de los tipos de interés, como resultado del famoso "acuerdo del Louvre", concluido entre las 7 grandes potencias imperialistas con el propósito de frenar la caída del dólar [2] .

En efecto, la base objetiva de las cotizaciones bursátiles —abstracción hecha de las oscilaciones provocadas por la oferta y la demanda— está dada por el capital que representan los dividendos o rendimientos de cada acción según la tasa media de interés vigente. Así, si el rendimiento de una acción es de 100 Euros y la tasa de interés del 5%, el valor de ese título será de 2.000 (5% de 2.000 = 100). Si la tasa de interés se duplicara, el valor de esa acción bajaría a la mitad, ya que a esa tasa de interés, el rendimiento de 100 Euros pasa a ser representado por un capital de 1.000 Euros. Por lo tanto, en condiciones normales, cuando la tasa de interés sube las cotizaciones bursátiles tienden a bajar. Pero cuando las ganancias en el aparato productivo del sistema dejan de crecer, el capital disponible emigra de la producción hacia los mercados especulativos, donde las cotizaciones de sus valores pasan a estar en función exclusiva de la oferta y la demanda. Esta huida fue lo que acabó precipitando el crash bursátil se 1987. 
 
Pero ya hemos visto que la alta volatilidad de un mercado especulativo como el bursátil, está en relación directa con la diferencia entre el precio (ficticio) de los títulos —artificialmente abultado por efecto de la presión de la demanda sobre ellos— y su valor real. En tales circunstancias, se llega inevitablemente a un punto, en el que cualquier modificación a la baja en las cotizaciones para la recuperación de beneficios, provoca el pánico generalizado. Pánico significa terror injustificado. Esto es lo que pasó en octubre de 1987. La caída de las cotizaciones bursátiles por el abandono precipitado de la bolsa de billones de dólares, fue desproporcionada respecto del aumento en las tasas de interés. Las autoridades monetarias intervinieron masivamente en Wall Street y en Tokio, inyectando créditos (aumento de la masa monetaria) a fin de evitar que agentes de bolsa y otras casas financieras se vieran obligados a vender acciones a cualquier precio por falta de liquidez en los EU.UU, así como para hacer bajar la tasa de interés en un intento desesperado de parar aquél torbellino catastrófico hacia el derrumbe de las cotizaciones que se había provocado:

<<…El martes (…) 20 de octubre, la Bolsa de los EE.UU. y por extensión todos los mercados financieros del mundo, han conocido una de sus crisis más graves.

Sólo ahora comienzan a conocerse los detalles completos sobre lo que ocurrió durante esa fatal semana.

Las acciones, opciones y mercados a plazo fueron casi totalmente paralizados durante un instante crucial, el martes. Muchas acciones de entre las más importantes, como IBM y Merck, no pudieron ser cambiadas. Los inversores, grandes y pequeños, no pudieron vender sus acciones: no había compradores. …Quienes determinan el mercado en la Bolsa de Nueva York, los especialistas, se vieron sumergidos en órdenes de venta no llevadas a cabo. Y sus haberes fueron barridos.

Muchos bancos espantados por el derrumbe del precio de las acciones que servían de ganancia para préstamos a agentes de bolsa, se negaron a conceder más créditos a algunos de ellos, ya en situación desesperada. Exigieron igualmente el reembolso de ciertos préstamos importantes, poniendo en peligro a algunas sociedades de cartera. Algunos grandes inversores financieros, amenazados por pérdidas catastróficas si continuaba el pánico en el mercado bursátil, exigieron insistentemente a la bolsa de Nueva York que cerrara.

Únicamente la intervención del Banco Federal, el anuncio concertado de programas de rescate de acciones por empresas y los movimientos misteriosos y las posibles manipulaciones de contratos a plazo sobre la base de un índice bursátil poco utilizado han podido salvar a los mercados de la desintegración total.

La historia de este martes revela las grandes debilidades en el sistema financiero de los EE.UU. y hace entrever como un espectro la posibilidad de que una crisis como ésta vuelva golpear de nuevo>> (Wall Street Journal: 23/12/87)


Queriendo salvar una situación coyunturalmente peligrosa para su país, el Banco Central de los EE.UU. ha agravado la crisis financiera estructural a la que está confrontado, poniendo de manifiesto las bases económicas endebles del sistema capitalista mundial.

El 17 de diciembre de 1987, treinta y tres economistas de entre los más prestigiosos del mundo capitalista, entre ellos varios neokeynesianos, publicaron una declaración proponiendo a los gobiernos de los principales países capitalistas, una acción concertada para evitar una grave crisis económica. El llamamiento se dirigió ante todo a los EU.UU. Para este país, los economistas recomendaron una política de austeridad sostenida mediante una reducción de los gastos interiores adecuada al volumen de su producción corriente, a fin de suprimir los déficits de la balanza comercial y del presupuesto, desde entonces hasta 1992, cuando el crecimiento de los países desarrollados había involucionado del 4,4% en 1988, al 1,6%.



A mediados del año 2000 pinchó la burbuja bursátil originada en los últimos años del siglo XX, en torno a las denominadas empresas “puntocom”, arrastrando la economía mundial a una crisis económica, que en EE.UU. se tradujo en un descenso continuado del P.I.B. hasta fines de 2001:


El desplome simultáneo de la tasa de interés, de la ganancia industrial y de la producción de riqueza material, tal como lo reflejan los datos y gráficos expuestos aquí, son fenómenos característicos de toda crisis económica de superproducción de capital, que se mantienen sin cambios sustanciales durante su consecuente recesión.

Diez días después de los criminales sucesos del 11 de setiembre de 2001, Bush pronunció un discurso en el Capitolio norteamericano dirigiéndose a congresistas y senadores de ese país, donde superándose a sí mismo en su propia impudicia, dijo:
<<Todas las naciones en todas las regiones deben tomar ahora una decisión: o están con nosotros o están con los terroristas>>.

Pronunció estas palabras consciente de que el terrorista había sido él, junto a la plana mayor de los servicios secretos norteamericanos. No es casual que las usinas ideológicas del sistema en Occidente, vuelvan sobre aquella vieja táctica probada y llamen hoy “terroristas” a los ucranianos que, democráticamente, decidieron declarar independientes las regiones de Crimea, Donetsk y Lugansk donde viven. Con sus tan falsas como burdas imputaciones acerca del avión MH17 —recientemente atacado en el espacio aéreo y derribado sobre territorio ucraniano—, los Bush y los Obama se han delatado a sí mismos como verdaderos provocadores de la próxima y probable guerra mundial que, sin duda, están peligrosamente propiciando.

En vísperas de la última cumbre de la OTAN que se acaba de celebrar en Gales (Reino Unido), Obama se reunió en Tallin, capital de Estonia, con su presidente Toommas Hendrik Ilves, haciendo seguidamente lo propio con el primer ministro Taavi Röivas, con la presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaite y el mandatario de Letonia, Andris Berzins. Con todos ellos trató la crisis de Ucrania y, a propósito, la ya prevista extensión de las tropas de la OTAN a los territorios de estos tres países bálticos. ¿Quiénes son los terroristas? Todo el mundo ha podido ver al último periodista norteamericano en Irak, a punto de ser degollado, dirigiéndole a Obama y demás séquito político de sátrapas como él, éstas que han sido sus últimas palabras:


<<Soy Steven Joel Sotloff. Estoy seguro de que saben exactamente quién soy y por qué comparezco ante ustedes. Y ahora es el turno de mi mensaje: Obama, su política exterior de intervención en Irak se suponía que era para preservar la vida y los intereses estadounidenses, entonces ¿por qué es que estoy pagando el precio de su interferencia con mi vida? ¿No soy un ciudadano estadounidense? Usted ha gastado miles de millones de dólares de los contribuyentes y ha perdido miles de nuestros soldados en nuestra lucha previa contra el Estado Islámico, ¿entonces, donde está el interés de la gente en encender esta guerra? Por lo poco que sé de política exterior, recuerdo cuando usted, que no podría ganar una elección sin la promesa de traer a nuestras tropas de vuelta a casa de Irak y Afganistán y el cierre de Guantánamo. Aquí está ahora, Obama, llegando al final de su gobierno, no habiendo conseguido nada de lo mencionado, y engañosamente nos lleva al pueblo estadounidense al fuego ardiente>>


Pocos días antes, enfrentando a la misma imagen de la muerte, su colega, James Foley, tras ser secuestrado en Siria por el llamado “Estado Islámico”, fue todavía más explícito dirigiéndose no precisamente a Obama. Simplemente exigió el derrocamiento en su país, de quienes consideró que fueron sus verdaderos enemigos y ejecutores del acto criminal que le quitó la vida:
<<Llamo a mis amigos, familiares y seres queridos a alzarse en contra de mis verdaderos asesinos: el gobierno de EEUU. Lo que me pase a mi es solo resultado de su complicidad y criminalidad. Mi mensaje para mis amados padres: ahórrenme algo de dignidad y no acepten ninguna compensación por mi muerte, de la misma gente que efectivamente ha puesto el último clavo a mi ataúd con su reciente campaña aérea en Irak. Llamo a mi hermano John que es miembro de la Fuerza Aérea de EEUU. Piensa en lo que estás haciendo. Piensa en las vidas que estás destruyendo, incluidas las de tu propia familia. Te llamo a ti John. Piensa en quien tomó la decisión de bombardear Irak y matar a esas personas, quienes sea que hayan sido. Piensa John, quiénes realmente han matado y si piensan en mí, tu familia, cuando toman esa decisión. Yo morí ese día John. Cuando tus colegas lanzaron esas bombas sobre esas personas, firmaron mi certificado de defunción>>

Ahora Vladímir Putin, en relación a ese otro frente bélico abierto en Ucrania, tras su conversación telefónica con Petró Poroshenko y haciendo la salvedad de que Rusia no puede acordar ningún alto el fuego “porque no considera ser parte en el conflicto Ucraniano”, ha presentado un plan de paz de siete puntos: 1) “Poner fin a la ofensiva de las fuerzas armadas de Ucrania y de los grupos armados de las milicias del sudeste de Ucrania en los frentes de Donetsk y Lugansk”; 2) “Las fuerzas de Ucrania deben replegar sus unidades de modo que queden a una distancia tal de las ciudades, que excluya la posibilidad de su cañoneo con artillería; 3) “Establecimiento de un control internacional objetivo y verificable de las condiciones de alto el fuego” 4) “Exclusión del uso de la aviación de guerra contra la población civil y las ciudades en la zona del conflicto”; 5) “Puesta en marcha de un mecanismo de canje de retenidos mediante la fórmula: todos por todos sin condiciones previas”; 6) “Abrir corredores humanitarios para el desplazamiento de refugiados y la entrega de cargamentos humanitarios a las ciudades y otros núcleos poblacionales de las regiones de Donetsk y Lugansk".

Putin presentó este plan el pasado 03 de setiembre, mientras sesionaba la cumbre de la OTAN, después de que la ofensiva militar del gobierno de Ucrania sobre esas dos regiones separatistas rebeldes del sudeste, hubiera sido frenada por el apoyo de las fuerzas de intervención rusas. Uno de los líderes de los rebeldes, Miroslav Rudenko, aseguró ese mismo día que los sublevados cesarán la lucha, "si Kiev repliega sus tropas desde los núcleos poblacionales, o mejor aún, desde el territorio" de las regiones de Donetsk y Lugansk.

Por su parte, el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, calificó ese plan como un "intento de embaucar a la comunidad internacional", para evitar las nuevas sanciones de Occidente contra Moscú:
 
<<Ese plan es un intento de embaucar a la comunidad internacional en vísperas de la cumbre de la OTAN y un intento de evitar las inevitables decisiones de la Unión Europea sobre una nueva ola de sanciones contra Rusia", dijo Yatseniuk, citado por el departamento de Información y Relaciones Públicas de su Gobierno>>. 


Desde luego que Putin es un sátrapa merecedor de la misma desconfianza política que su homólogo ucraniano, Yatseniuk. Pero lo cierto es que este último, además de revelarse como déspota modélico, demuestra un cinismo sólo superado por sus colegas gobernantes de los países integrantes de la OTAN, quienes no dudan en manifestar su desprecio por las decisiones verdaderamente democráticas de los pueblos, como es el caso ahora mismo, de los ciudadanos residentes en Donetsk y Lugansk. Y esto es lo que aquí cabe poner en valor como en cualquier otra parte. Nada que ver con las elecciones periódicas en todo el mundo, donde los asalariados de cada país votan estúpidamente cada cuatro años, para dirimir qué fracción política de sus patronos capitalistas les seguirá gobernando.

Para finalizar y volviendo sobre lo dicho por Marx, en el sentido de que “personas” por el estilo de Bush, Obama, Poroshenko y Yatseniuk, son solo la personificación de una realidad destructiva y genocida decadente, queremos insistir en que sería un error atribuirles a ellos todos los males propios del sistema capitalista en su etapa postrera. Porque la verdad es que todos ellos también acaban siendo víctimas propicias de lo que representan y defienden, y esto sucede cuando demuestran ser inútiles a los fines predeterminados del sistema. Como sucedió con Hitler y su camarilla, tras haber intentado vanamente tomarse la revancha en nombre de la patria alemana, de la humillación que supuso para ese país el Tratado de Versalles. El mismo fiasco sufrió la fracción política burguesa en EE.UU. bajo el gobierno de Kennedy en 1961, con su intento en Bahía cochinos de derrocar al cubano Fidel Castro. O el de Lyndon B. Johnson, otro “perro de la guerra” que en 1975 debió salir de Vietnam con el rabo entre las patas. Otro tanto les sucedió al republicano George H. W. Bush (padre) y a su colega, el demócrata Bill Clinton, ambos comprometidos en la guerra de Somalia, de donde este último también acabó siendo forzado en 1992 a retirar sus tropas. Fiasco este último seguido por el de la segunda guerra de Afganistán, bajo la presidencia de George Washington Bush en 2001, que ha llevado a ese país de aquellos polvos a estos lodos.


[1] Desde aproximadamente la segunda mitad del siglo XIX, las grandes potencias europeas emplearon ingentes recursos y tiempo, para lograr el control de regiones enteras en África y Asia con el fin de controlar sus materias primas. El principal de esos recursos fue, sin duda, provisto por la industria del armamento. Tales condiciones determinaron que dichos centros de poder económico desembocaran en una carrera armamentística, precursora de todas las guerras.  
[2] Esta falsa maniobra evoca la decisión de los bancos centrales de defender contra viento y marea la cotización de la libra esterlina (ligada al oro) antes del crash de 1929.
 
05. El capitalismo: demostración científica de su carácter destructivo y genocida

         Como cualquiera sin demasiadas luces puede comprender, el progreso en la historia se explica, básicamente, por la creciente capacidad de los seres humanos para transformar la naturaleza con diversos fines, en la inmensa mayoría de los casos beneficiosos para su vida en este Planeta. Pero no es menos evidente que, durante casi todas las etapas históricas de la sociedad, las clases dominantes que lo han sido en  los distintos sistemas de vida, luchando entre sí por acaparar mayor poder y privilegios para una parte de ellas, en detrimento o perjuicio de las otras, se dedicaron a destruir riqueza y vidas humanas. Tanto más cuanto mayor ha sido la capacidad tecnológica incorporada a los medios bélicos empleados. Y esto ha sido así, cuando esas minorías no se han visto forzadas a formar bloque compacto contra sus explotados y oprimidos, con el propósito de conservarse a si mismas como clase social en el poder. Pero que el dominio de la  naturaleza por la ciencia haya llegado al extremo de utilizarse para destruir riqueza y vidas humanas, en forma de capital supernumerario para superar las crisis de superproducción más rápidamente, es algo que puede parecer inconcebible. Pero es cierto.

         ¿Se explica esto por la vieja y recurrida leyenda que atribuye a los seres humanos el ser intrínsecamente egoístas y malvados? ¡¡NO!! Es porque a quienes las circunstancias históricas, no elegidas por ellos, les han venido asignando la condición de pertenecer a la clase económicamente dominante, su riqueza y el poder político anejo a ella les ha corrompido como seres humanos, a fuerza de hacerles sentir muy bien. Y entre lo que —por necesidad objetiva de conservar su status quo en la sociedad moderna— los burgueses han aprendido, es a impulsar el más avanzado desarrollo y eficacia de las fuerzas productivas, aplicado subrepticiamente a la política de destruir periódicamente riqueza y aniquilar en masa vidas humanas ajenas, para superar las crisis de superproducción de las cuales ellos son sus administradores necesarios. Sencillamente porque así propenden a su propia conservación como clase dominante. Y así siguen siendo las cosas. Todo lo demás es pura basura ideológica "ad hoc". Y mucha, pero mucha hipocresía criminal.

         Nadie ignora que durante las crisis periódicas la producción de riqueza se paraliza y la desocupación obrera se extiende. ¿Qué idea permitió a Marx alumbrar el concepto de “destrucción de capital” en condiciones de crisis? La siguiente directamente sacada de la simple percepción sensible:
<<Cuando el proceso de producción se estanca y, a trechos, se paraliza totalmente, el capital real [en funciones] se destruye. La maquinaria que no se emplea no es capital [porque al dejar de funcionar se deteriora como valor de uso que contribuye a crear plusvalor y, por tanto, se desvaloriza o deprecia como valor de cambio]. El trabajo que no se explota es tanto (como) producción [de plusvalor] pérdida. Las materias primas que yacen ociosas no son capital. Los edificios que permanecen sin usar (al igual que la maquinaria recién construida) o que quedan inacabados [y esto de que los edificios a medio construir domina el paisaje urbano en tiempos de crisis por todas partes, y más todavía en los países de mayor desarrollo relativo, no es cosa de hoy; se pudo comprobar en tiempos de Marx, quien así lo describe], las mercancías que se pudren en los almacenes, todo ello es destrucción de capital. Todo ello se limita al estancamiento del proceso de reproducción y al hecho de que las condiciones de producción existentes no actúan, no entran en acción realmente como condiciones de producción. Su valor de uso y su valor de cambio se van, así, al diablo>>. (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” T. II Cap. XVII Aptado. 6 Ed. FCE/1980 Pp. 456. Lo entre corchetes nuestro).


         En cuanto al concepto de amortización del capital fijo por desgaste (maquinarias y herramientas) en condiciones normales, va intrínsecamente vinculado al de su progresiva destrucción física y consecuente pérdida de valor de cambio por el uso que se hace de él. Y este proceso es independiente de la oferta y la demanda. Porque opera sobre lo ya adquirido para su empleo.

         Y en lo que respecta a la desvalorización natural de los medios de trabajo (maquinaria) vía mercado, se pone de manifiesto durante las crisis en que, desde el punto de vista de su valor de uso, dicho capital sigue conservando la misma eficacia productiva incorporada, dado que se necesita la misma cantidad de trabajo vivo para moverlos en función de producir la misma masa de plusvalor por unidad de tiempo empleado. Pero su valor de cambio en tales circunstancias críticas disminuye significativamente, porque a raíz de la insuficiente ganancia que se obtiene de él, gran parte de ese capital deja de ser utilizado por las empresas, entre las cuales no pocas quiebran y desaparecen, de modo tal que la demanda se retrae y sus precios se derrumban.

         Quedamos, entonces, en que durante las crisis, el capital productivo de la sociedad en cada país se desvaloriza. ¿Y qué es lo que le ha permitido a Marx concluir que toda desvalorización de capital permite superar las crisis y vivifica al capitalismo? Pongamos por un momento atención a la siguiente fórmula de la Tasa de Ganancia: TG = Pl/(Cc + Cv), un cociente donde Pl representa la masa de ganancia global (plusvalor) de los capitalistas, obtenida durante un determinado período en un determinado país, y el denominador lo que cuesta producirla en términos de valor invertido en Cc que representa la inversión en suelo, edificios, máquinas, herramientas, materias primas, auxiliares, etc., sumado todo eso a los salarios representados por Cv.
         Por desvalorización del capital en condiciones de crisis, cabe entender que se ofrece a precios ruinosos, porque su demanda para inversión prácticamente se desploma por falta de rentabilidad suficiente. Por tanto, si el denominador de esa relación llamada tasa de ganancia disminuye, su cociente o resultado tiende naturalmente a incrementarse. Tal es la dinámica operada durante las recesiones económicas que suceden a las crisis periódicas, con vistas a una nueva recuperación de la inversión, que de nuevo cauce al inicio del siguiente ciclo. Y esto es así, tanto más rápido cuanto mayor y más acelerado sea el alcance y la magnitud de la devaluación, a raíz de que muchos capitalistas quiebran y sus empresas son absorbidas por otras que sobreviven al desastre:
<<Es la baja ruinosa de los precios de las mercancías [como medios de producción]. No se destruyen con ello los valores de uso. Lo que pierde uno lo gana el otro. (Los) volúmenes de valor que actúan como capitales se ven impedidos de renovarse en las mismas manos como capital [cambian de dueños]. Los anteriores capitalistas dan en quiebra. Si el valor de sus mercancías cuya venta reproducía su capital, era = 12.000 £, de las que (supongamos) representaban ganancia y descienden (ahora) a 6.000 £, este capitalista no podrá pagar las obligaciones por él contraídas ni, aun suponiendo que no tuviese ninguna, mantener con las 6.000 £ el negocio en la misma escala, (…) Esto quiere decir que se ha destruido un capital de 6.000 £, aunque al comprador de estas mercancías, puesto que las ha adquirido por la mitad de su costo, le pueda ir muy bien, e incluso pueda beneficiarse cuando los negocios se reanimen. Así, gran parte del capital nominal de la sociedad [civil], ha quedado destruido [desvalorizado] para siempre, aunque precisamente esta destrucción, toda vez que no afecta al valor de uso, pueda fomentar la nueva reproducción. Es éste, al mismo tiempo, un período en que el monied interest [interés monetario] se enriquece a costa del industrial interest [interés industrial]>>. (Ed. cit. Pp. 457 Lo entre corchetes y el subrayado nuestros).

         Y en este mismo contexto de lo razonado por Marx, ¿qué pensar si a esa devaluación se le suman las pérdidas por destrucción de capital —físico y humano— a consecuencia de guerras o catástrofes presuntamente “naturales”? Pues, que acercan todavía más y mucho más rápido para la burguesía como clase, el horizonte de la recuperación económica en cada ciclo periódico de los negocios. Porque las ganancias pasan a ponderarse sobre un capital disminuido, y además porque, en términos estadísticos de valor, las pérdidas materiales causadas por catástrofes, son mucho mayores que las pérdidas en vidas humanas.
 
         Hay que tener en cuenta en este punto, que según progresa la ciencia aplicada al dominio de la naturaleza, los medios de destrucción material y aniquilación humana en masa también son cada vez más eficaces. Por ejemplo, la técnica de desintegración del átomo gracias a la fórmula descubierta en 1903 por el industrial y matemático italiano Olinto de Preto, fue aplicada por Einstein para demostrar su teoría de la relatividad especial. ¿No ha servido este progreso para obtener energía eléctrica más barata, al mismo tiempo que para fabricar bombas atómicas de destrucción masiva?

         La ley de la entropía o muerte térmica de nuestro Universo, está basada en la certeza científica probada, sobre la imposibilidad de su movimiento natural perpetuo, determinada por la segunda ley física de la termodinámica, según la cual, es imposible que una máquina generadora de calor, pueda trasformar en trabajo mecánico todo el potencial energético que para distintos fines utiliza o gasta. O sea, que una parte de la energía transformada en calor (no útil) sale fuera de ese sistema termodinámico. Dicho de otra forma: el rendimiento R de una máquina, entendido como relación entre la energía E que recibe y el calor útil C que permite ejecutar el trabajo mecánico, siempre será menor que la unidad. Porque parte de ese calor se pierde, "escapa" o se disipa en el ambiente exterior al sistema. Este concepto también permite explicar el grado de desorden irreversible de la materia y la energía contenida en cualquier sistema cerrado.

         El sistema solar del cual la Tierra es parte constitutiva, también es una especie de máquina térmica que funge como soporte fundamental de la vida en él. Por tanto, en este sistema se cumple igualmente la segunda ley de la termodinámica, de modo tal que está condenado a desaparecer por entropía o muerte térmica, transformado en otra cosa. Ni más ni menos que como ya lo anunciara Epicuro en su aforismo: "Todo lo que nace merece perecer". Sin embargo, la vida en nuestro Planeta, natural y espontáneamente generada por el sistema Solar del que forma parte, en alguna medida ha venido permitiendo contrarrestar la inevitable pérdida incontrolada de su energía, sea interna (generada por su núcleo ígneo) o externa (generada por el Sol), lo cual enlentece la fatal entropía.

         Del mismo modo y por ley natural, dado el carácter económico-social peculiar distintivo respecto de los sistemas que le precedieron dentro de la línea de desarrollo típica occidental, el capitalismo ha llegado a ser un modo de vida que, paradójicamente aumenta y acelera la entropía o muerte térmica del Planeta Tierra como nunca antes en la historia, dado que contribuye a generar cantidades ingentes de energía calórica que no se traducen en trabajo útil para la vida sino bien al contrario, son empleados para destruir riqueza y vidas humanas. En este deliberado plan, el todavía casi desconocido "Proyecto seal" destaca por ser la más eficaz, discreta y, en sentido estricto disimulada forma, de destruir riqueza y aniquilar vidas humanas en masa, mediante Tsunamis provocados por pruebas nucleares bajo la corteza oceánica, como el de Indonesia en 2004, o el último de Fukushima en 2011, aparentando ser cosa de la naturaleza. A este desorden se le llama "Nuevo Orden Mundial".

         Y hablando de simular, tal como vino haciendo al menos desde 2010, el "Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)" ha vuelto a proclamar este 23 de marzo, como "día del Planeta 2013", proponiendo que en esa fecha y entre las 20:30 y las 21:30, se apaguen las luces y demás artilugios eléctricos en todos los hogares del Mundo. Un insultante y puro engañabobos, que el autor del siguiente ilustrativo informe calificó de "espectáculo ecológico". La World Wildlife Fund muy amiga promotora del cantante Alejandro Sanz, ostenta el dudoso honor de haber sido presidida por personajes como el Príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld de Holanda; John H. Loudon, Presidente de la petrolera "Royal Dutch Shell" entre 1951 y 1965; el Príncipe Felipe de Edimburgo; Syed Babar Ali, Presidente de la "Sanofi-Aventis Pakistan Limited", de la "Siemens Pakistán Engineering Company Limited" y Director de la "Unilever Pakistan Limited and Mitchell’s Fruit Farms Limited"; Ruud Lubbers, Primer ministro de los Países Bajos entre 1982 y 1994, correligionario de la inefable Margaret Tatcher; y, cómo no, el Principe Carlos de Gales, actual Presidente de ese engendro "ecológico" ad hoc desde 2011. Seguramente todos ellos miembros del Club de Bilderberg. Ni más ni menos que así escriben nuestra historia los bribones desde el poder "democrático" constituido, en colaboración informal objetiva con los demás personeros del gran capital.

         Al mismo tiempo que nos desvían la atención por laberintos publicitarios embrutecedores como éste, no deja de ser paradójico que los burgueses en todas las latitudes reincidan periódicamente en disipar inútilmente kilotones de energía, en experimentos nucleares que atentan contra el necesario equilibrio entre los seres humanos y el medio natural en que vivimos. Por ejemplo: aun cuando su número exacto es imposible conocer porque esa información forma parte del secreto comercial y diplomático, según los registros publicados se estima que entre 1951 y 1992, ocurrieron en el Planeta más de 1.500 pruebas nucleares. De ellas, 825 subterráneas. Los datos indican que también se llevaron a cabo no pocas de ellas sin ser anunciadas ni haberse podido determinar el o los países cuyas autoridades perpetraron tales detonaciones. Estudios realizados en los últimos veinte años por científicos británicos, alemanes, japoneses y canadienses, coincidieron en que las pruebas nucleares subterráneas debilitan la corteza terrestre y provocan terremotos que desplazan el eje del Planeta, lo cual perturba gravemente el ciclo de las estaciones climáticas. Tal es la conclusión a la que también llegaron los científicos Gary Whiteford y Shigeyoshi Matsumae, entre los pocos sismólogos, geógrafos y meteorólogos que, meritoriamente, logran sustraerse a los chantajes de que son objeto por los poderosos intereses capitalistas que actualmente dirigen los destinos de la humanidad, aplicando el ya famoso slogan popularizado por el socialdemócrata-liberal español Alfonso Guerra: "el que se mueve no sale en la foto":
<<Ocho de cada diez ciudades con más habitantes del Planeta, son vulnerables a los terremotos; seis de cada diez son vulnerables a las inundaciones, a las mareas de tormenta y a los tsunamis>> ("Informe ONU" Pp. 40).


         Según datos suministrados por Wikipedia en la siguiente información, durante los siete años de expansión especulativa con la construcción inmobiliaria entre los años 2.000 y 2006, se sucedieron en el mundo un promedio de 6.739 terremotos anuales de magnitud entre 5 y 9,9 grados. Pero en los cuatro años siguientes, entre fines de 2007 —cuando estalló en EE.UU la burbuja— y fines del año 2010 —en que la crisis financiera acabó extendiéndose agravada en Europa como crisis económica internacional—, se registraron en promedio 8.334 terremotos anuales. O sea un 24% más en casi la mitad de tiempo. Y en lo que respecta a España, reproducimos la información sobre pérdidas económicas ocasionadas por terremotos e inundaciones, publicada conjuntamente por el Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto Geológico y Minero.
 

06. Conclusión

         Ciertamente, como hemos dicho ya en nuestro trabajo de julio pasado a propósito del mismo tema, las verdaderas causas de los males en todos los conflictos bélicos intercapitalistas, no deben atribuirse a quienes presiden los gobiernos y comandan las fuerzas que los protagonizan. Porque, en realidad, esas causas hunden sus raíces más profundas en la naturaleza del sistema económico-social capitalista, generado independientemente de la voluntad de nadie. Son sus grandes crisis periódicas que se suceden de la misma forma e inducen a enfrentamientos armados entre países, para lo cual se crean absurdos instrumentos de destrucción y muerte masiva, como los complejos militares industriales y los ministerios de la guerra, desde donde se preparan y desencadenan acontecimientos tanto más absurdos y monstruosos, cuanto mayor es la capacidad destructiva y genocida de sus medios previstos para tales fines.  

         Pero no deja de ser menos cierto, que sería imposible acabar con esos males si no se quiere o no se sabe combatir a quienes son, precisamente, su personificación y actúan según tales fines sistémicos. Nocivos para la vida y el bienestar de las mayorías sociales, pero vivificantes para esas minorías de individuos que se prestan a semejantes actos destructivos y genocidas. ¿Cómo disuadirles? Denunciándoles. Enfrentándoles una y otra vez a la sinrazón de su comportamiento, poniendo al descubierto la verdad de lo que son por los crímenes de lesa humanidad que cometen. Luchar esgrimiendo la verdad científica, para que la razón histórica del ser humano genérico, sin distinción de sexo, raza, religión o clase social, sea la que acabe prevaleciendo sobre la voluntad política de las minorías privilegiadas, disuadiéndoles de seguir actuando como despreciables especímenes al servicio de la “razón” económica, que solo se rige por mezquinos intereses materiales y ambiciones personales de poder sin escrúpulos. Un rasgo y carácter común a todos los crápulas, perfectamente conscientes de lo que hacen y para qué; tanto como que saben muy bien ocultarlo bajo todo lo que, al contrario pregonan.

         “Se vende, razón aquí”. Esto es lo que puede leerse aludiendo a cualquier cosa que se ofrece a cambio de dinero, identificando el significado de la palabra razón con el de la palabra precio. El precio es la “razón” económica en cualquier operación de intercambio. Y para sujetos como Bush, Obama, Putin o Jinping, no hay más convincentes razones que los precios oportunos y convenientes. Precios a los cuales ellos están acostumbrados a negociar cualquier cosa. Incluyendo vidas humanas. Vidas que, naturalmente, no sean las suyas propias, porque eso les resulta absolutamente innegociable y huyen de semejante compromiso como de la peste, buscando siempre su propia impunidad a cambio de nada. Y para ello les basta con ostentar el poder político que les confiere su opulento patrimonio personal.  

         Así es cómo todos estos “señores” consagran y practican la razón económica y social propia —compartida con una irrisoria minoría—, convenientemente confundida con la razón política y moral que pregonan. Esta filosofía pragmática, es la que muy subrepticiamente y de generación en generación, estos individuos asociados en torno a la ley del valor económico, han venido con rigor sistemático inculcando en sus súbditos. Una filosofía política que une a los sujetos según el principio de la mutua conveniencia de grupo, al mismo tiempo que les separa, divide y enfrenta, según el principio de la competencia entre ellos. Contradicción cuyo necesario resultado es la guerra, como continuación de la competencia por otros medios, donde la verdad es su primera víctima.  

         Unión en torno a la mutua conveniencia de grupo y lucha contra el enemigo común. Dos principios activos contradictorios, movidos por el principio fundamental de la ganancia como cosa en disputa, resultante de la explotación de trabajo ajeno a instancias de la productividad creciente. Productividad que aumenta con cada progreso científico-técnico incorporado a los medios del trabajo social, en virtud de lo cual el proceso de explotación se interrumpe periódicamente por falta de rentabilidad suficiente. Trastornos que la burguesía no sólo ha conseguido superar mediante guerras bélicas; desde la segunda mitad del siglo pasado, también ha venido apelando a las llamadas guerras telúricas y climáticas, en apariencia bajo la forma de “catástrofes naturales”, que a los fines económicos “tanto montan, montan tanto como Isabel y Fernando”.

         ¡¡¡He aquí el cascabel que Marx le puso al gato capitalista!!! Una señal que los intelectuales al servicio de la burguesía se han ocupado de sustituir por otras de diversa índole, para que las mayorías explotadas se confundan y nunca puedan saber dónde está en cada momento, qué hace y hacia dónde realmente va ese animal.


Comentarios