"...Las consecuencias de esa política beligerante y guerrerista contra Rusia son nefastas en muchos frentes, pero uno de ellos y sin duda el mas paradójico son las consecuencias sobre nuestra agricultura y ganadería..."
¿En donde van a encontrar mercados nuevos que sustituyan a Rusia los gobernantes de las autonomías y del Estado? Obviamente, en ningún sitio.
En el este de Ucrania hay un
conflicto político-militar que tiene su anclaje inmediato en la forma en
que finalizó la Guerra Fría y el consecuente desmantelamiento de la
URSS; la victoria circunstancial del imperialismo occidental, una
derrota para el proyecto que la URSS representaba y para la propia Rusia
como entidad nacional con proyección geoestratégica global.
Aquella coyuntura permitió poner en
pie el llamado mundo unipolar hegemonizado por el imperialismo
anglo-americano, que tuvo su fase de mayor “brillo” entre la invasión de
Irak de 1991 -momento en el que la URSS aún existía formalmente, pero
ya anulada para actuar como gran potencia- y la invasión definitiva de
Irak en 2003.
La cuestión de Crimea, la de Ucrania y
otros territorios de la zona tienen una estrecha relación con la
solución impuesta por Occidente en un determinado momento histórico en
el que la correlación de fuerzas era muy desfavorable para Rusia,
especialmente porque el Régimen en el que se enmarcaba implosionó. Hoy,
unos cuantos años después, como era perfectamente previsible, la
situación es otra y Rusia aspira a jugar un papel similar en el
escenario internacional al que históricamente había jugado.
La evolución de China, tanto por el
desarrollo de su economía como por el incremento del peso específico de
sus relaciones internacionales y de su poder militar; la articulación en
Latinoamérica de un conjunto de alianzas políticas y económicas que
tiene el común denominador de impulsar un proyecto de soberanía para
aquella región del mundo; así como un cambio de Gobierno y de
orientación política en Rusia, simultáneamente a lo que podríamos
definir como una gestión absolutamente criminal y orientada a la
instauración de la barbarie en ese mundo unipolar, por parte del
imperialismo anglo-americano, han creado las circunstancias para
finiquitarlo; y por tanto la apertura de un escenario en que las
reivindicaciones históricas afloran de nuevo con gran fuerza.
Al Estado español, esa evolución no
le perjudica objetivamente en lo más mínimo, al contrario; pero el
Estado español no tiene una política internacional autónoma y propia, se
pliega servilmente a lo que se le dicta desde Washington, Bruselas o
Berlín. Y para el bloque imperialista occidental la recuperación de
Rusia y de su protagonismo internacional es un serio problema que están
dispuestos a intentar frenar a sangre y fuego. Así se explica la
evolución de la situación en Ucrania, incluído el golpe de Estado en
Kiev. Cuestión diferente es que la materialización de esa pretensión les
suponga un coste muy superior al que preveían y que por tanto se vean
obligados a combinar conflicto y negociación.
Las
consecuencias de esa política beligerante y guerrerista contra Rusia
son nefastas en muchos frentes, pero uno de ellos y sin duda el mas
paradójico son las consecuencias sobre nuestra agricultura y ganadería.
A principios del S.XX había un dicho popular en Tierra de Campos “lluvia, sol y guerra en Sebastopol”:
esos tres factores suponían un incremento de los mercados y de las
potencialidades para la agricultura de Tierra de Campos en particular y
de Castilla en general, especialmente en lo referente a los cereales.
La política internacional del Estado
español ha evolucionado de una forma tan nefasta que lo que antaño
suponían circunstancias favorables, a pesar de todo el dramatismo que
ello implicaba, para la agricultura castellana y en general del conjunto
del Estado, actualmente suponga un elemento más para el hundimiento de
la economía agraria. Puede parecer increíble, pero así es. El gobierno
español y la UE, mano a mano, han conseguido el más difícil todavía. Es
como si en épocas de sequía los proveedores de agua se arruinaran.
Nuestr@s argricultores/as y ganader@s, l@s más afectad@s por las sanciones de la UE a Rusia.
Los alimentos (importación) vetados a
Occidente, especialmente a la UE por Rusia suponen 5.252 millones de
Euros. El precio de frutas, hortalizas y cítricos, así como de otros
productos perecederos, ha caído un 40% desde que Rusia ha impuesto sus
sanciones como respuesta a las que Occidente le puso previamente.
Los agricultores y agricultoras del
Estado español se juegan 388 millones de euros, según cálculos del
Gobierno, que el sector aumenta hasta los 800 millones. En 2013 las
exportaciones de la UE a Rusia sumaron un total de 120.000 millones de
euros. El 10% son productos agrícolas que representan a su vez el 10%
del comercio agrícola europeo, mayoritariamente mantenido en el seno de
la propia UE. Pero hay que tener en cuenta que las exportaciones
alimentarias ya habían caído por las exigencias de las normativas de
seguridad alimentaria de Rusia, especialmente en el sector porcino.
Las sanciones rusas afectan a la
producción agraria y agroalimentaria comunitaria por un valor de 5.250
millones de euros, de los que casi 2.000 millones corresponden a 2,4
millones de toneladas de frutas y hortalizas. El mercado del Estado
español con Rusia, según datos del Ministerio de Agricultura es de
63.537 toneladas de productos de origen animal por valor de 143,6
millones de euros (el 1,5% del valor de todas las exportaciones de este
tipo) y 275.000 toneladas de origen vegetal por valor de 298 millones de
euros, que suponen el 1,65% de todas las exportaciones de esas
producciones. La prohibición no afecta a vinos y aceites. Desglose de lo
afectado: Total 337 millones de euros: 150 millones de euros en frutas;
72 millones en hortalizas; 16 millones en pescado; 8 millones en carne
de vacuno; 36 millones en lácteos; 80 millones en porcino, que ya viene
de 2013. Sin embargo el impacto real es mucho más importante. Se estima
que el 2% teórico pasará en el Estado español al 5% por el freno de las
exportaciones a través de otros países como Holanda, Francia o Polonia.
¿En donde van a encontrar mercados
nuevos que sustituyan a Rusia los gobernantes de las autonomías y del
Estado? Obviamente, en ningún sitio.
El aventurerismo del servil Estado
Español lo pagará una vez más el pueblo trabajador, en esta ocasión
especialmente el pueblo trabajador del mundo rural.
Sin un cambio en nuestras alianzas internacionales, no hay futuro para Castilla.
Castilla, a 4 de septiembre de 2014
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