Willy Toledo y sus críticas a PODEMOS: o de la política como confrontación de egos intolerantes. por Pedro Antonio Honrubia Hurtado


Este articulo del compañero P.Antonio Honrubia debiéramos haberlo colgado antes del de el tambien compañero Guillermo Toledo. De cualquier manera aquí tienen los dos, para el debate que se viene produciendo en la izquierda, en algunos casos, creo que como este, de manera enriquecedora, franca entre compañeros, entre distintas posiciones, en otros de manera descalificadora, inquisitorial, empobrecedora... de defensa del chiringuito político ...o peor, en lugar de la defensa de los intereses de clase, y de la lucha de nuestra clase y nuestros pueblos por la toma del poder, por su emancipación.

Saludos fraternales, salud y poder popular
espinodefuego
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Aprendamos de nuestras propias experiencias. Aprendamos, principalmente, de aquellos y aquellas que tienen algo que enseñarnos, y no de quienes viven en la permanente crítica sin aportar alternativas, o de aquellos que entienden la política como un espacio de confrontación personal al estilo de "conmigo todo, contra mí la muerte".


Willy Toledo ha mostrado públicamente su distanciamiento de PODEMOS, al que ha llegado a comparar con el PSOE del 1982. En mi opinión dicha comparación es, como poco, precipitada, simplona y más situada en el plano de la falacia, que en el de cualquier lógica racional que resista un mínimo análisis lógico.
Desconozco si el compañero Willy, por el que siento enorme admiración desde hace bastante tiempo, tiene una bola mágica que le hace posible vislumbrar el futuro mucho antes de que, siquiera, se sepa si algo -que PODEMOS llegue al gobierno del estado- va a poder realizarse.
La comparativa PSOE 1982-PODEMOS
Lo que si estoy seguro es que si analizamos lo que fue aquel PSOE, las comparaciones son del todo desacertadas.Es más, por la dureza de lo que implican, son profundamente injustas.
No creo que PODEMOS esté recibiendo dinero de ningún SPD, ni que su líder, Pablo Iglesias, tenga ningún tipo de trato con ningún organismo de inteligencia de ningún país occidental, ni que PODEMOS sea un partido desaparecido durante décadas que, de repente, emerge de la nada para ocupar un espacio en la izquierda en sintonía con la estrategia marcada desde los intereses de EEUU y las potencias europeas, interesada en homogenizar los sistemas bipartidistas, donde conservadores y social-liberales se alternen en el poder a objeto de garantizar que nunca pueda cambiar nada. Si alguien tiene evidencias de lo contrario, como sí las hay, y en abundancia, en relación al PSOE de 1982 (y ya eran conocidas en aquellos tiempos), rogaría que las muestre.
Aquel PSOE es el PSOE de la reconversión industrial, el de la legalización de las ETT, el del impulso a los colegios concertados, el del inicio de la privatización de las principales empresas públicas españolas, el de la Ley de Seguridad Ciudadana, el de los contratos basura que establecieron la precarización del empleo como norma para el acceso al trabajo de jóvenes y mujeres, el que fomentó y alimentó el actual oligopolio mediático, el que hizo campaña a favor de la entrada en la OTAN, el que concilió con la Iglesia y no acabó con uno solo de sus privilegios, el del apoyo a la primera guerra del golfo, el del apoyo a la guerra en Yugoslavia, el de la liberalización de los horarios comerciales al gusto de los grandes centros de distribución de alimento alemanes y franceses, el de la entrega de los recursos agrícolas del estado a los intereses del "mercado", el amigo de los banqueros que financiaban sus campañas -y perdonaban sus créditos- a cambio de un trato legislativo con guante de seda, el de las reformas fiscales al gusto de los ricos.
Y también, por supuesto, el de los GAL, el de los Filesa, los Juan Guerra y los Roldán, el de los paseillos a la puerta de la cárcel para vitorear a los condenados por terrorismo de estado Vera y Barrionuevo, el de los Amedo, los Domínguez y los Galindo. El del señor X y el de los que "con apretar un botón podríamos haber volado la cúpula de ETA". En fin, no creo que haga falta que siga, es el PSOE del felipismo y el guerrismo.
El PSOE que pactó con las potencias capitalistas la entrega del estado a manos de las estrategias imperialistas de éstas, el que sentó las bases de la desigualdad social, el desempleo y la pobreza que ahora vivimos, el que, a cambio de unos cuantos miles de millones de dólares (y de marcos, y de francos, y ahora euros), convirtió al estado español en justo aquello en que los que ponían el dinero querían convertirlo (lo mismo en lo que, previamente, el estado había convertido a, por ejemplo, Andalucía), es decir, en una colonia subyugada a los intereses del imperio, sometida a relaciones de dependencia típicas de las relaciones coloniales centro-periferia. El PSOE es el gran oficial de obra que dirigió la construcción del estado capitalista tal y como lo conocemos hoy, diseñado por los arquitectos estadounidenses, alemanes y franceses que ponían el dinero para la construcción.
Un dinero que permitió el desarrollo de un cierto estado del bienestar que, durante décadas, dotó de algunos derechos a la ciudadanía. En un contexto en el que la socialdemocracia y el social-liberalismo eran mayoritarios en Europa -al igual que las políticas más puramente Keynesianas-, pese a los avances del frente neoliberal encabezado por Reino Unido y EEUU.
Un contexto en el que existía la URSS y era necesario dotar de algunos derechos a los trabajadores y trabajadoras, para evitar así el avance de las fuerzas revolucionarias y el apoyo de las masas a sus propuestas socialistas. Un contexto, heredado de los años 70, en el que hasta el mismísimo Franco, en respuesta a las luchas obreras internas y las presiones externas de esas mismas grandes potencias, se vio obligado a adoptar algunas de estas políticas "sociales", realizando algunas concesiones social-liberales para contentar las demandas de sus aliados internacionales.
Un contexto que se venía abajo justamente con la caída de la URSS en 1989, como bien sabemos. Y que, paulatinamente, con la economía mundial embarcada en un juego de azar especulador sin parangón en la historia, condujo a septiembre de 2008 y al incio de la actual crisis capitalista. Una crisis que ha llevado a los estados del sur Europa a vivir situaciones como las que conocemos en la actualidad, muy similares a las ya vividas por diversos países de América Latina en los años 90 del siglo pasado, y causadas por la aplicación de exactamente las mismas recetas económicas neoliberales.
Lo que entonces fueron llamados "planes de ajuste estructural", ahora llegaron a Europa llamados "rescates" o con cualquier otro eufemismo similar. Pero en esencia, lo mismo. Allí impuestos por el FMI y el BM, y aquí por el FMI, la C.E. y el BCE. Unos planes que implican, entre otras muchas cosas, la desarticulación y descomposición de la mayor parte de aquellas concesiones que pudieron ser implantadas por el PSOE en los 80, con el consentimiento y financiación de los mismos que ahora obligaron a Zapatero, primero, y a Rajoy, después, a desmontarlos.
Es injusto, pues, suponer que PODEMOS es tan solo una vuelta a aquellos años del PSOE 1982, y que todo lo contado, o buena parte de ello, será lo que resulte de un supuesto acceso al gobierno de este partido de nuevo nacimiento.
Es injusto y casi cruel suponer a Pablo Iglesias organizando algo similar a los GAL, o a Errejón legislando para que se legalicen ETT, se abran colegios concertados a diestro y siniestro, se desmonte el tejido industrial para favorecer los planes de las potencias capitalistas empeñadas en convertir al estado en un país de turismo y agricultura de exportación, o haciendo una ley de medios a medida de los grandes grupos mediáticos. Es injusto pensar en Monedero haciendo una ley de seguridad ciudadana que permita que puedan entrar en tu casa de una patada en la puerta, o favoreciendo que se abran cientos de grandes centros comerciales para llevar a la ruina a los pequeños comerciantes de los barrios, o haciendo reformas laborales que impongan contratos basura como salida al desempleo causado, a su vez, por esos mismos procesos de desmantelamiento industrial.
Es injusto pensar que los Galindo, los Roldán o los Juan Guerra de turno, puedan hacer carrera al amparo del "Aparatich" de PODEMOS. No, Willy, aunque pueda compartir algunas de las críticas que planteas a PODEMOS, no es justo comparar, en estos momentos, a esas tres personas con los González, Solana y Guerra de entonces.
Con frecuencias hilas fino en tus análisis, esta vez has sido bastante injusto y un tanto cruel.
Las críticas a PODEMOS
Ya lo dijo el amigo Marx: "la historia siempre se repite, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa". Pero Marx era materialista, ya sabemos. Lo del PSOE en 1982 fue una auténtica tragedia, y de eso podemos dar buena cuenta en Andalucía, esta colonia del estado español desde muchas décadas -y siglos- antes de que el PSOE llegase al poder del estado, o de que la propia España pasase, con ello, a ser una colonia de Alemania y los EEUU, donde todavía estamos sufriendo las consecuencias.
Digo que Marx era materialista porque si bien la historia habrá de repetirse alguna vez como farsa, no lo hará impulsada por la historia misma, como si fuese algo con vida propia, sino por la mano de quienes la escriban sobre el proceso histórico, en los renglones de la lucha de clases. Si PODEMOS será lo que el PSOE fue en 1982, que, ¿por qué no?, podría llegar a serlo (como podría no serlo), lo será como farsa, pero esa farsa la habremos permitido los que ahora, aquí, en este momento, estamos escribiendo la historia. Si PODEMOS será el PSOE de 1982, lo será porque así lo hayan querido quienes trabajen en PODEMOS, y así lo habrán consentido quienes, con su voto, apoyen y respalden esa línea de trabajo. Pero también podrá no serlo por, precisamente, lo mismo. Dando por sentado que la historia se repetirá nos ponemos muy cerca del burgués y conservador Hegel, y no del marxista y revolucionario Marx.
Comparto, no obstante, algunas de las críticas que Willy hace a PODEMOS. Y es más, creo que algunas de las personas que cita en su tuit, también la comparten. Eso de que no se puede esconder la ideología por ganar un puñado de votos. O eso de que el partido puede acabar lleno de arribistas y oportunistas varios. También eso de que hay que aspirar a algo más que una socialdemocracia que maquille al capitalismo revistiéndolo de "rostro humano" (entiendo que la comparación con el PSOE iba por esa línea). Pero serán los y las militantes de PODEMOS, los y las activistas sociales que trabajen en PODEMOS, los que deberán hacer frente a esas amenazas, los que deberán trabajar para que PODEMOS sea algo más que un simple maquillaje para el capitalismo en tiempos de crisis. ¿Por qué desconfiar de la capacidad creadora del pueblo? El pueblo puede que con frecuencia se equivoque a la hora de elegir a sus representantes o de construir, desde su participación activa o pasiva, las instituciones que deben regirlo, pero también ha dado grandes muestras, en muchas ocasiones, de lo contrario.
La arena política es compleja y los procesos sociales se van instituyendo en ella como consecuencia de la acción de todos los actores que participen de la misma. Este momento histórico no es ninguna excepción. La lucha de clases sigue su curso, y esta sigue siendo parte fundamental en el proceso instituidor de la realidad social, de la historia misma. PODEMOS no será ajena a ella, y también en PODEMOS, como en el PCE, en Bildu, en el SAT, y en cualquier otro espacio, se hará presente.
Las fuerzas conservadoras actuarán desde dentro y desde fuera para tratar, en lo posible, de no permitir cambio alguno en la actual situación, en el actual estado de hechos. Unas fuerzas conservadoras que, además, cuentan con una gran ventaja: nos han educado para ser conservadores, la mayoría social es, por principios "adquiridos", conservadora.
Y esa es una gran desventaja que tenemos quienes creemos que otro mundo es posible, que haremos mal en obviar si, realmente, pretendemos ser algo más que personas que murieron habiendo creído que tenían la razón de su lado, pero que nunca fueron capaces de convencer a las mayorías de que así era.
No estamos en un vacío creador, no creamos ex-nihilo: creamos sobre las bases del consumismo/capitalismo
Así, aunque nuestras intenciones sean buenas y nuestras ideas firmes, si no conseguimos que las mayorías sociales sean capaces de poner en valor esas intenciones y reconocer como válidas esas ideas, nunca llegaremos a nada. Los cambios políticos y sociales, aunque a veces los impulsen un puñado de hombres y mujeres, siempre los acaban haciendo los pueblos. Y para llegar al pueblo, a veces, hay que ser capaz de asumir contradicciones e incluso saber hacer algunas renuncias. Renuncias en el discurso, por ejemplo.
No podemos pretender combatir al enemigo usando el discurso del enemigo, porque el enemigo ya previamente ha logrado instaurar lo que ha de ser bueno y lo que ha de ser malo según lo que se desprende de ese discurso hegemónico. En otra palabras, han logrado criminalizar nuestras ideas... y nuestros referentes políticos e ideológicos, así como nuestras banderas y nuestros símbolos. Hay que volver a ponerlos en valor, hay que volver a darles valor. Hay que arrancar el discurso de manos de esos enemigos y ponerlo al servicio de nuestros intereses. Y eso, a veces, insisto, implica renuncias.
No, no vivimos en sociedades ideales, sustentadas en eso que algún filósofo liberal contemporáneo llamó "el velo de la ignorancia", no estamos en esa situación en la que, si nadie supiera cuál sería su papel en la sociedad, elegirían siempre una sociedad igualitaria, porque no querrían correr el riesgo de ser ellos los desfavorecidos. Todo lo contrario. Vivimos en una sociedad donde se vale por lo que se tiene, donde el discurso del "homus economicus" ha calado hasta en lo más profundo de nuestro ser, donde el sistema económico, en satisfacción de sus propios intereses, promueve el egoísmo, la competitividad, el consumismo y la razón instrumental como camino de vida, aquel donde se mira con envidia-deseo al que ocupa lo más alto de la escala social, y con miedo-odio-rechazo a los que percibimos por debajo nuestra en la misma.
Aquella en la que nos han dicho que debemos "privatizar" nuestra existencia, es decir, que debemos alejarnos de la res-pública, de la cosa pública, preocuparnos tan solo de nuestros intereses privados y dejar la política en manos de "los que saben".
Aquella en la que la hoz y el martillo han sido criminalizados, en la que se niega a todas horas del día -y por mucho tiempo la gente lo ha creído- que no existe lucha de clases, aquella en la que defender la abolición de la propiedad privada se percibe como amenaza a las pocas posesiones que pueda tener una persona -si tiene la suerte de tener algo- aunque no se esté hablando más que de medios de producción y no de posesiones personales, aquella en la que desde niño te dicen que para ser algo en la vida debes aspirar a ser rico y famoso -y, a poder ser, también guapo-, y en la que se pinta como fracasado social a quien no lo consigue.
Esa es la sociedad en la que vivimos. Esa es la mentalidad que residen en buena parte de esas masas a las que nos dirigimos, con las que debemos contar si queremos, realmente, poder llevar a cabo cambio alguno en esta sociedad. Unas masas a las que hay que saber dirigirse, pasando por encima de sus propios filtros ideológicos.
Es la batalla de las ideas, joder
Es la batalla de las ideas de la que nos habló Fidel. Una batalla que se gana cuando eres capaz de convencer de que la razón está de tu lado y no en el lado de aquellos a los que criticas desde tu manera de ver el mundo. Una batalla que no es de lenguaje, sino de argumentos y de razones. Que no se dirige al ego de las personas, sino al proyecto colectivo que queremos construir.
Aquella en la que hay que saber confrontar los argumentos del "enemigo" sin caer en las trampas que nos ponen, porque nos ponen muchas, y sin necesidad de doblar el lomo para ponerlas: el propio lenguaje y los años de adoctrinamiento que tal lenguaje ha garantizado, ya las sostienen.
A mí tampoco me gusta especialmente la palabra "casta", y creo que, estrictamente hablando, como ayer le leí a un convencido comunista, es retroceder miles de años. No hay castas, hay clases sociales. Pero es que la gente cuando oye la palabra "casta" no piensa en el sistema de castas, ya superado en la historia por el sistema de clases sociales, en su última expresión como sociedad capitalista. La gente piensa en esa panda de sinvergüenzas que nos gobiernan, aliados con el poder económico, en contra de nuestros intereses y en favor de los suyos y de los de sus amigos (el poder económico).
Piensa en la corrupción galopante mientras al pueblo se lo funde con los recortes. Piensa en la vida a todo lujo de esos mismos mangantes que luego piden al pueblo "austeridad". Piensa en el saqueo de Bankia y otras cajas que han llenado los bolsillos de tantos, mientras a las familias las desahucian por no poder pagar la hipoteca después de quedarse en paro. Piensa en las puertas giratorias de Felipe González, Aznar y compañía, en que la corrupción no es algo colateral al sistema, sino la consecuencia directa del sistema. Piensa en que no somos mercancía en manos de políticos y banqueros, que no hay pan para tanto chorizo, y que hay que tratar de hacer algo para que, valga la redundancia, dejen de tratarnos como tales. Que somos ciudadanos y no súbditos, trabajadores y no burgueses. Eso es lo mismo que explicar en qué consiste la lucha de clases citando a Marx, pero sin citarlo.
Es lo mismo que hablar de lucha de clases, pero sin citarla. Y eso es lo que la gente debe saber, que hablamos de lucha de clases. Da igual como lleguen a saberlo, pero que lo sepan. La palabra "casta", arrebatada en el discurso al lenguaje de la derecha, ha hecho más por explicar las diferencias de clase en el estado español, y en solo unos pocos meses, que años de duro activismo sin capacidad de llegar más que a los convencidos.
Y eso, a los que sabemos que, en realidad, estamos hablando de lucha de clases, que no es "casta" sino "oligarquía capitalista", y que no es solo una cuestión política sino principalmente económica, nos abre una posibilidades inmensas para confrontar, y ganar, en la batalla de las ideas, y no solo con la derecha, sino también con quienes, desde la izquierda, se pretendan alejar de esos discursos, ya no en el discurso, si no en las prácticas políticas (como el PSOE de 1982 en adelante). Tratemos de aprovecharlas porque es solo cuestión de saber traducirlo.
De las críticas al 15-M a las críticas a Willy Toledo... o la política de la inmundicia
Aprendamos de nuestras propias experiencias. Aprendamos, por ejemplo, de todo lo que viene sucediendo desde la irrupción del 15-M en adelante. Aprendamos, principalmente, de aquellos y aquellas que tienen algo que enseñarnos, y no de quienes viven en la permanente crítica sin aportar alternativas, o de aquellos que entiende la política como un espacio de confrontación personal al estilo de "conmigo todo, contra mí la muerte". Reneguemos de la política de la inmundicia.
Así, recordemos, llegó el 15-M, y aquellos que piensan que las revoluciones son como los hongos, que nacen así en una noche, dijeron que no, que aquello no era verdadera izquierda, que aquello no era verdadera alternativa a nada, que aquello era un freno a la verdadera revolución y la verdadera lucha de los verdaderos revolucionarios. Y, por supuesto, que ellos sí que sabían cómo había que hacer la verdadera revolución. No el 15-M.
Pero el 15-M se fue diluyendo, transformándose en diversos movimientos civiles y ciudadanos, y nada lograron hacer para demostrarnos que, efectivamente, ellos sí sabían lo que de verdad nos interesaba y en ellos sí que podíamos confiar nuestro futuro. Aparecieron las mareas, la PAH, las movilizaciones tipo 22-M, y aquellos siguieron diciendo que no, que ese no era el camino. No obstante, la realidad es tozuda. Y decaído ese 15-M, como era de esperar, fueron incapaces de movilizar a esas masas que, supuestamente, ellos sí que sabían movilizar en el camino correcto.
Tuvieron tres años, y nada. Ni un amago de verdadera revolución. Ensalzaron a los mineros y a Gamonal, a las luchas del SAT en el verano de 2012 (y no siempre), sin darse cuenta que todo formaba parte de un mismo proceso abierto. No, no fueron ellos los que llenaron las calles de Madrid en apoyo a los mineros, o las de Granada, Sevilla, Cádiz, etc., en apoyo a las marchas del SAT. Fueron los mismos que habían estado en las manis del 15-M, los mismos que veían con simpatía al 15-M. Pero no querían verlo.
El clavo está torcido, nos dijeron. Hay que ponerlo recto, insistieron. Vosotros no sabéis hacerlo, nosotros sí, presumían. Pero no, no supieron ponerlo recto. El clavo siguió torciéndose, cada vez más, y un nuevo actor político apareció para ponerlo de nuevo en el mismo sitio que lo había puesto el 15-M. ¡Ah, sigue estando torcido!, insisten ellos. ¡Pues haberlo puesto recto tú en estos tres años, joder! Respondemos ahora algunos, ya cansados de lo mismo.
O lo que viene a ser lo mismo, ante la falta de alternativas dadas en estos tres años por esos que supuestamente sí que saben cómo hay que hacer la revolución verdadera, llegó PODEMOS. Y otra vez igual, otra vez lo mismo. En tres años no fueron capaces de movilizar nada, de construir nada. Pero de nuevo tienen claro que ellos son los verdaderos revolucionarios y que ellos sí saben cómo se hará la verdadera revolución.
A este paso, como sigamos por esta misma línea, caerá PODEMOS, y habrá un vacío. Y, lo peor, que antes veremos a UPyD en el gobierno, si PODEMOS fracasa, que a estos que reparten con tanta frecuencia carnets de revolucionarios, liderando masas y haciendo algo parecido a una revolución.
Pero, claro, con llamar traidores, reformistas, revisionistas y etc. a todo el que asoma la cabeza, solucionado. Pues nada, seguiremos esperando la verdadera revolución. La apoyaremos cuando llegue. Mientras tanto, por si acaso nunca llega, iremos apoyando también otras cosillas que vayan saliendo. Aunque nos llamen traidores, revisionistas y todo eso.
Y lo mismo para quienes ahora, subidos al carro de PODEMOS, se atreven a insultar o despreciar a una persona como Willy Toledo, o tantos otros luchadores, por el simple hecho de que en estos momentos han decidido no apoyar a PODEMOS.
En no pocas ocasiones, en esto de la política, llegamos a un nivel de bajeza que me repugna, me produce náuseas y me da asco.
Entendemos la política como algo vinculado al ego, que, por tanto, necesariamente es de confrontación personal cuando otra persona, antaño "aliada", adopta una posición que no nos gusta. Entonces, para defender nuestra posición, atacamos e insultamos, descalificamos y recurrimos a todo tipo de etiquetas sucias. Es repugnante.
Qué cada cual esté donde crea que deba estar, que haga lo que crea que debe hacer, y que asuma las consecuencias.
Pero fusilar a la gente por el simple hecho de que ahora ya no defiende lo que nosotros queremos que defienda, es vomitivo.
El destino me aleje siempre de ese tipo de posicionamientos y de esa forma estúpida y totalitaria de entender la política.
Todo mi apoyo a Willy Toledo , aunque, en este caso, no comparta sus posiciones.
Pero ojito, que muchos de los que ahora lo alaban serán los primeros en mandarlo a fusilar, como ya lo hicieron antes, cuando vuelva a hacer o decir algo que no les guste.
Es la Santa Inquisición de la política (muy típica de la izquierda) y está en todos los lados.
En PODEMOS y en los que atacan a PODEMOS, en los que ahora insultan a Willy y en los que lo insultaban antes.
Cuando veas a alguien otorgarse el derecho a separar a sus propios compañeros de trinchera entre "buenos" y "malos", "leales" y "traidores", "revolucionarios" y "reformistas", según les sople el viento a favor o en contra de lo que ellos defiendan en esos momentos, allí, allí están.
Y son, sobre todo, muy mal educados. Es la política de la inmundicia. 

http://lagranlucha.com/willy-toledo-y-sus-criticas-podemos-o-de-la-politica-como-confrontacion-de-egos-intolerantes/

http://www.kaosenlared.net/component/k2/94705-willy-toledo-y-sus-cr%C3%ADtica-a-podemos-o-de-la-pol%C3%ADtica-como-confrontaci%C3%B3n-de-egos-intolerantes

"... creo necesario escribir este texto con la intención de aclarar las cosas. Mucha gente me lo ha pedido, por tanto es para mí una obligación, pero es también un deseo. No he sido nunca de tirar la piedra y esconder la mano, por lo tanto… aquí están mis argumentos..." Hace pocos días publiqué un twit -malditos 140 caracteres,

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