EUROPA, LA PUTA DE EE.UU., NO COBRA, SINO QUE ADEMÁS, PAGA. Carlos Tena

Lo escribí hace unos años y lo repito hoy. Tras el estreno de “Sicko” (Junio de 2007), el lapidario documental de Michael Moore que denunciaba las impresionantes desigualdades entre los derechos sociales en el viejo continente y la mínima protección al ciudadano que viene exhibiendo el gobierno estadounidense desde hace decenios, fue tal el impacto entre la población estadounidense, que cuando Obama accedió a la presidencia de la nación prometió tomar cartas en el asunto y provocar un desastre económico, que alcanzaría a los europeos hasta niveles impensables hace tan sólo un lustro. Las comparaciones son odiosas (sobre todo en los EE.UU.), pero mucho más las exhibidas en el filme sobre el relativo bienestar que la mayor parte de los estados europeos proporcionaban a sus súbditos, destacando la asistencia sanitaria gratuita y universal en Francia o Gran Bretaña, e incluso Cuba (las escenas finales rodadas en La Habana, con decenas de bomberos estadounidenses que habían pagado caro su trabajo en el desastre de las Torres Gemelas eran de un sarcasmo feroz), frente a las exigencias económicas que sufre un paciente cualquiera en Miami o Washington. 
La sola exposición de la vida de una pareja, cuyos dos miembros trabajaban, pero contaban con ayuda estatal en forma de asistentes sociales que cuidaban de los dos niños en la familia, era lo suficientemente explícita como para que el entramado político-económico-policial-empresarial que domina la Casa Blanca, determinara poner en marcha una estrategia tan bestial como la que se dio en llamar “crisis de 2009″, que ha costado recortes fundamentales, de todo tipo y en todos los ámbitos, a cientos de millones de personas en el continente europeo.
Lo dije entonces y lo recuerdo hoy: “a partir de este año (era el 2009) seremos mucho más estadounidenses”, en referencia a los aumentos en el impuesto sobre el valor añadido, las reducciones y rebajas salariales y de pensiones, la aplicación del despido libre y la conculcación en progresión geométrica de cuantas conquistas habían logrado los y las trabajadoras/es en los últimos 50 años.
Hoy ya se puede hablar de un punto clave de esa estrategia: EE.UU. negocia en secreto con Europa la oferta inicial de servicios a liberalizar en el marco del Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversiones (TTIP), uno de los pactos que más influirán en la vida (muerte) de los europeos en las próximas décadas.
Las negociaciones, que han sido clasificadas como confidenciales en ambos continentes, están en el punto de mira de organizaciones sociales y partidos de izquierda, ya que sus
efectos pueden suponer en la práctica una mayor liberalización de decenas de sectores en la UE, que tiene una normativa más exigente que al otro lado del Atlántico, y abre la puerta a un mayor poder de las empresas privadas.
La vieja y puta Europa ha sido y es no sólo una colonia cultural y militar de los Estados Unidos de Norteamérica.
El recién estrenado Parlamento Europeo tiene un trabajo por delante sencillo, aunque humillante: bajarse los pantalones o la
falda hasta el suelo y entregar los servicios sociales, educativos y de vivienda que aún nos quedan, a manos del violador más criminal que existe en el mundo neoliberal.
Y no lo podrán impedir ni Syriza, ni los Verdes, ni los Cinque Stelle, ni I.U. y menos aún los exultantes trotskistas de “Podemos”. El PPSOE y sus hermanos siameses del Parlamento de Bruselas así lo decidieron a nuestras espaldas.
Europa se ofrece entera y desnuda a su antigua colonia del norte de América. Y no va a cobrar ni un dólar por esa violación voluntaria. Como prostituta sin dignidad ni orgullo profesional, tendrá que pagar al maltratador.
El verano será largo, cálido, pero más de un estremecimiento correrá por el cuerpo de millones de ciudadanos/as que sólo podremos revertir la situación luchando de todas las maneras posibles, incluyendo las armas.

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