Lo que está ocurriendo en Ucrania no es más que
una lucha de clases –a la que los aduladores del Maidán sienten una
especial aversión- que está alcanzando su punto álgido.
Las masacres fascistas de Odesa y Mariupol, la
negación de la victoria antifascista en la II Guerra Mundial y la
falsificación histórica que conlleva, así como la “rehabilitación” de
los colaboracionistas con los nazis, y el ataque contra la población
insurrecta de Donestsk, Luganks y Járkov escenifica de forma palpable lo
que está ocurriendo en Ucrania.
También deja en evidencia a quienes, como de costumbre, se han pasado semanas alabando iniciativas como las del Maidán y luego se escabullen de la escena intentando evitar que las responsabilidades por lo que acontece les alcancen a ellos.
También deja en evidencia a quienes, como de costumbre, se han pasado semanas alabando iniciativas como las del Maidán y luego se escabullen de la escena intentando evitar que las responsabilidades por lo que acontece les alcancen a ellos.
Porque
lo que está ocurriendo en Ucrania no es más que una lucha de clases –a
la que esos aduladores del Maidán sienten una especial aversión- que
está alcanzando su punto álgido en las regiones orientales mencionadas.
Que en ellas se haya desoído el llamamiento de Putin para que se
retrasase la celebración del referéndum de autodeterminación –lo que
pone de manifiesto su independencia pese al calificativo de “prorrusos”,
aunque lo sean, y su malestar con la forma en que Rusia ha actuado al
negociar con el régimen filofascista de Kiev sin contar con ellos-; que
se esté construyendo el Ejército del Pueblo del Sureste de Ucrania; que
se esté resistiendo la ofensiva militar de la junta filofascista de Kiev
casi sin armas; que se estén destruyendo (quemando, literalmente)
oficinas bancarias que representan los principales intereses
oligárquicos como Banca Torced, PrivatBank y Kolomoiski (1) –algo que no
se hizo en el Maidán-; que se estén realizando huelgas mineras (sobre
todo en el sector del carbón) como respuesta a las privatizaciones y
medidas de choque adoptadas por el régimen filofascista de Kiev en
cumplimiento de las exigencias del FMI… sólo pone de manifiesto lo dicho
antes: que la lucha de clases en Ucrania está en auge.
La lucha
por la democracia en Ucrania no está en el Maidán y sus representantes
del régimen filofascista de Kiev, sino en el sur y en el este. La
proverbial ignorancia de un cierto sector de “izquierda” (?) no tiene en
cuenta cosas tan simples y ni siquiera se molesta en investigar el
quién es quién. Por ejemplo, el llamado “primer ministro” de la junta
filofascista de Kiev, Arsenly Yatsenyuk. Sólo hay que molestarse en
entrar en la página web de la fundación de este individuo (2) y observar
quienes son sus patrocinadores. Pasen y vean. Y si tras hacerlo
consideran que este tipo de individuos son los exponentes de la
democracia en Ucrania, háganse mirar por un especialista médico porque
algo andará mal en su cabeza.
No obstante, esta lucha de clases y
por la democracia en el este y en el sur tiene dos puntos débiles:
Járkov y Odesa. Estas dos ciudades son los principales centros políticos
y económicos de estas zonas, así como es más débil en ellas la
organización popular, y la junta filofascista de Kiev lo sabe. De ahí
que no haya sido en ellas donde esté concentrando la represión sino en
ciudades de Donetsk y Luganks, donde la organización popular está más
avanzada y es más sólida como lo pone de manifiesto la celebración de
sendos referendos de autodeterminación que tuvieron lugar el pasado 11
de mayo.
Pese a los intentos de la junta filofascista de Kiev por
impedirlos, los referendos han mostrado unos resultados fantásticos para
las aspiraciones populares: en ambas regiones la afluencia fue masiva,
pese a que no se pudo celebrar con todas las garantías en un pequeño
puñado de ciudades, cercadas por el Ejército ucraniano y la llamada
Guardia Nacional –de la que forman parte las milicias fascistas del
Maidán-, y pone tanto a Kiev y sus patrocinadores occidentales como a
Moscú ante la política de los hechos consumados. Ya no va ser posible no
contar con ellos en cualquier negociación que se inicie, que tendrá que
hacerse tarde o temprano.
Pero antes de eso volveremos a ver cómo
desde Occidente se repetirá el mantra ya oído en Crimea: los referendos
no tienen validez, se ha votado bajo coacción –pese a que la gente ha
desafiado a los tanques del Ejército y a los matones fascistas de la
Guardia Nacional incluso en las ciudades cercadas-, si Rusia reconoce
los resultados habrá más sanciones… Todo humo. El pueblo del Donbáss, la
gran cuenca minera que engloba las regiones de Donetsk y Luganks, ha
decidido tomar el sus manos su futuro y para ello cada paso que da es
para una mayor y mejor auto-organización. Incluso si no cuenta con el
apoyo ruso.
Este es el gran mensaje que sale de la participación
popular en los referendos. Al no seguir el “consejo” de Putin de
retrasar la celebración de las votaciones hasta que tuviesen lugar las
elecciones presidenciales del 25 de mayo, el Donbáss ha decidido seguir
la máxima leninista de que circunscribirse a la defensa es la ruina de
una revuelta. Por lo tanto, tenía que dar un paso adelante y lo ha dado
reforzando, de hecho, el apoyo popular y, al mismo tiempo, poniendo en
un brete al Kremlin, que ahora tiene una disyuntiva difícil: o reconoce
la situación o comienza a perder el favor de la gente. Porque en esta
lucha de clases que se está llevando a cabo en Ucrania, y de la que el
Donbáss es su máximo exponente, también se tiene claro el apoyo
oligárquico con que cuenta Putin, aunque sea una oligarquía nacionalista
rusa.
El movimiento del Donbáss ha sido doble: demostrar al mundo
su carácter antifascista y su rechazo a la junta filonazi de Kiev y
obligar a Rusia a moverse más deprisa de lo que al Kremlin le gustaría.
Porque ahora no puede dejar abandonado a su suerte a un pueblo que
masivamente ha demostrado lo que piensa. Si la junta filofascista de
Kiev –y lo hará si cuenta con el beneplácito de sus patrocinadores
occidentales- decide arrasar el Donbáss tras la farsa de las elecciones
del 25 de mayo y Rusia no hace nada, se caerá como un castillo de naipes
el apoyo con que cuenta Putin en la actualidad y ello repercutirá en su
política interna y en su partido, ya derrotado electoralmente en alguna
ciudad significativa (3). La población rusa no va a aceptar, bajo
ningún concepto, que se abandone a los habitantes de habla rusa del
Donbáss y, yendo más allá, al resto de ucranianos que tienen el ruso
como lengua materna. Está, también, para la población del Donbáss el
espejo económico de Crimea –sobre todo el pago de pensiones y salarios-
desde que se produjo la adhesión a Rusia, de ahí que la primera
iniciativa tras el éxito de los referendfos haya sido solicitar su
incorporación a Rusia.
El carácter socio-político de la revuelta
del Donbáss está fuera de toda duda y ahora habrá que ver el contenido
de su programa para satisfacer las necesidades más urgentes de la
población y del carácter político que se les da. Esto, al mismo tiempo,
servirá de imán para el fortalecimiento del movimiento popular en Járkov
y Odesa donde, como ya se ha dicho, se está en una situación de mayor
debilidad y eso está siendo explotado por la junta filofascista de Kiev.
La
presencia de banderas con la estrella roja de cinco puntas ha sido
habitual en las concentraciones y manifestaciones realizadas hasta ahora
en el Donbáss, el portar la cinta de San Jorge –que sí fue instaurada
por Catalina II en 1729, como recuerda la prensa burguesa, pero que el
Ejército Rojo de la URSS convirtió en el símbolo de la lucha contra los
nazis y, en 1945, fue el emblema de la victoria contra el fascismo y así
se considera hoy por lo que el simple hecho de portarla es muestra de
antifascismo- es habitual en el vestuario de cualquier residente del
Donbáss, y la presencia de proclamas en favor de la nacionalización de
los intereses de los oligarcas ucranianos (sobre todo de hierro y acero,
que convierten a esta zona en una de las principales productoras de
estos materiales a nivel mundial) no se han hecho esperar cuando se
anuncia que el primer paso tras los referéndum será el de la creación de
entidades estatales y militares propias. Es el primer paso para romper
con los restos oligárquicos del Partido de las Regiones –el Yanukovich-,
de quien se considera ha traicionado las aspiraciones populares aunque
alguno de sus dirigentes haya tenido un papel más o menos importante en
la rebelión.
Los movimientos que se produzcan desde ahora hasta el
25 de mayo van a ser cruciales para el devenir de la situación. La
junta filofascista de Kiev intentará por todos los medios controlar la
situación en Járkov y Odesa para evitar la influencia del Donbáss; el
Kremlin insistirá en la necesidad de negociar mientras se da un tiempo
para ver qué resulta de las famosas elecciones del 25 de mayo –donde
está a punto de ser prohibido el Partido Comunista y los candidatos del
Partido de las Regiones son hostigados, denigrados y apaleados sin que
los “observadores” occidentales hayan dicho ni una palabra sobre ello- y
en las que, como es obvio, no participará el Donbáss y está por ver
cuál es el índice de participación en Járkov y Odesa, mientras Occidente
volverá a reafirmarse en el apoyo de los títeres de Kiev mientras
anunciará más “sancioncitas” contra Rusia.
Eso si no hay algún
movimiento loco, como la guerra abierta contra los rebeldes del Donbáss
porque su ejemplo está sentando unas bases inquietantes para las
diferentes oligarquías de la zona. De hecho, el pasado 13 de mayo el
Ejército ucraniano –siguiendo el ejemplo de lo que hizo también el
Ejército colombiano en repetidas ocasiones- utilizó el símbolo de la ONU
en sus helicópteros para acercarse a Kramatorsk y atacar posteriormente
las posiciones de los milicianos (4). La difusión de las imágenes,
logradas por residentes locales, ha obligado a la ONU a abrir una
investigación aunque, conociendo a este organismo multinacional –de
naciones- no saldrá de ello ni una mísera reprimenda a la junta
filofascista de Kiev.
No obstante, a tenor de cómo la resistencia
popular armada se está intensificando y demostrando cada vez más
efectividad, el resultado no está tan cantado como a primera vista
parecería dada la superioridad armamentística del Ejército ucraniano.
Si
se produce esta ofensiva militar, la junta filofascista de Kiev y sus
patrocinadores occidentales siempre contarán con las paragubernamentales
ONGs, al estilo de Amnistía Internacional, para hacer el juego sucio y
distorsionar la realidad hasta la náusea (5). Gracias a ellos ya vemos a
los nazis convertidos en héroes democráticos y a los resistentes
antifascistas en “terroristas”, así que en caso de una agresión armada
contra el Donbáss y su rebelión democrática y de clase invertirán sin
pudor el discurso que ahora utilizan en Siria: el gobierno de Kiev será
el bueno y los resistentes antifascistas, los malos.
Notas:
(1) http://www.youtube.com/watch?v=444dU2Zv2AM
(2) http://openukraine.org/en/
(3) Alberto Cruz, “Rusia: Dos pasos adelante, uno atrás y el nuevo orden geopolítico mundial”, http://www.lahaine.org/index.php?p=77331
(4) http://www.youtube.com/watch?v=W0P_sv_x4E0
(5) https://www.youtube.com/watch?v=JcGa4W-bYxI
CEPRID
http://www.lahaine.org/index.php?p=77720
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