" Los recientes acontecimientos en Ucrania deben también
contextualizarse en este escenario. Es claro que desde la caída de la
Unión Soviética asistimos a una oleada impune de intervenciones
criminales imperialistas desde Irak a Siria pasando por Yugoslavia y
Libia. Y que al final del camino está el propio debilitamiento y
despedazamiento de Rusia e incluso China. Esto es compartido por todas
las potencias capitalistas del “lado occidental” de la Guerra Fría. Si
bien, debajo de la diplomacia y de los titulares mediáticos, puede
rastrearse una inevitable contradicción entre la agenda alemana (que
aspira a un control gradual de la periferia europea) y la estadounidense
(a la que, de momento, le basta con desestabilizar sembrando el caos y
dificultando que otros países, ya sean orientales u occidentales, sigan
ganando posiciones)..."
Manifestantes antifascistas en Donestk junto a la estatua dedicada a Lenin
Manifestantes antifascistas en Donestk junto a la estatua dedicada a Lenin
Se vienen sucediendo en Ucrania acontecimientos históricamente cruciales. Ucrania entró en la tragedia tras un golpe de Estado orquestado y armado por el imperialismo europeo, en su interés por conquistar el país para la UE.
Inmediatamente, el nuevo gobierno títere firmaba un plan de ajuste estructural con el FMI. Para llevar adelante su golpe de Estado el “occidente democrático” no ha dudado en apoyarse en los neonazis ucranianos, dejando a su paso innumerables víctimas civiles. Mientras tanto, sus multinacionales de la “comunicación” recuperaban ese viejo lema franquista de “Rusia es culpable”... aunque dicho país se hubiera limitado, sin disparar un solo tiro, a responder a una petición de auxilio por parte de Crimea; petición que cada día que pasa se comprende más.
En realidad, estos acontecimientos tienen raíces mucho más profundas y un alcance mucho mayor. Desde nuestra organización se viene defendiendo la idea de que, en su ciclo actual, el capitalismo, en tanto que sistema en franca decadencia, no tiene más remedio que complementar la guerra social en el interior con la guerra imperialista en el exterior. Particularmente significativo, dentro de este panorama, es el debilitamiento de un imperialismo norteamericano armado hasta los dientes, que busca prolongar como sea una hegemonía que ya no tiene base económica real
Los recientes acontecimientos en Ucrania deben también contextualizarse en este escenario. Es claro que desde la caída de la Unión Soviética asistimos a una oleada impune de intervenciones criminales imperialistas desde Irak a Siria pasando por Yugoslavia y Libia. Y que al final del camino está el propio debilitamiento y despedazamiento de Rusia e incluso China. Esto es compartido por todas las potencias capitalistas del “lado occidental” de la Guerra Fría. Si bien, debajo de la diplomacia y de los titulares mediáticos, puede rastrearse una inevitable contradicción entre la agenda alemana (que aspira a un control gradual de la periferia europea) y la estadounidense (a la que, de momento, le basta con desestabilizar sembrando el caos y dificultando que otros países, ya sean orientales u occidentales, sigan ganando posiciones).
Pero hay algo nuevo que ha desestabilizado a su vez ese largo ciclo infernal imperialista. Y que ya se había reflejado a modo de prolegómeno en Siria. La novedad es que Rusia, por primera vez desde la caída de la URSS, ha vuelto a marcar al fin sus líneas rojas. Así, fue su despliegue de buques militares en el Mar Negro el que efectivamente frenó una eventual agresión imperialista más directa contra Siria, que podía haber reducido el país a cenizas al completo. De este modo, y por primera vez desde el final de la “Guerra Fría”, la OTAN se encontró con un actor dispuesto a pararle los pies. Y ahora en Ucrania hemos vivido un segundo capítulo que confirma el cambio de tendencia.
En coherencia con este análisis, Red Roja se reafirma más que nunca en la defensa de un antiimperialismo que, de manera consciente y calculada, ponga el foco en los crímenes del imperialismo... y nunca en los límites del agredido. Que alivie la presión enfrentándose a los verdaderos agresores, en lugar de reforzar dicha presión con críticas a las imperfecciones, defectos y límites de quienes resisten; críticas que, no por casualidad, siempre olvidan la necesidad de autocriticar la escasez de movimiento antiimperialista aquí en una zona “privilegiada” del planeta como es la nuestra. Más nos valdría impedir que utilicen nuestro territorio como base de lanzadera para sus intervenciones imperialistas, tal como se está ensayando ahora mismo en Baleares.
Otro de nuestros roles principales en el “centro” del sistema es desmontar la agresión mediática (otro brazo más, como el armado) mediante la cual el imperialismo intenta detener la protesta aquí en la retaguardia, con una colaboración especial de los llamados “ni-nis”. En este sentido, no deja de resultar despreciable que las mismas organizaciones pretendidamente “anticapitalistas” -esas que no dudaron en encadenar declaraciones de apoyo a un “Euromaidán” en el que al parecer veían “la revolución”- guarden ahora silencio ante la existencia nítida y admirable de un poderoso movimiento antifascista, del que hablaremos más adelante.
Lamentablemente vemos cómo no son esos sectores los únicos equivocados. No podemos estar de acuerdo con la declaración de distintos “partidos comunistas y obreros” encabezados por el KKE griego que incurren en equiparar los imperialismos yanqui y europeo al imperialismo... de Rusia. La realidad es que Rusia, cercada por EE UU mediante el escudo antimisiles, rodeada de bases militares, no es “uno de los dos imperios en disputa colonial”, sino precisamente la víctima de una colonización que, en línea con lo ya apuntado, pretende despedazarla y sitiarla desde hace un siglo.
Pero a nuestra organización nada de esto la coge de nueva. Ya en la declaración de Red Roja “Desinoculándonos la parálisis antiimperialista” (01/03/2012) declarábamos abiertamente lo siguiente: “Claro que pueden encontrarse actitudes y actuaciones imperialistas en muchos países de todos los tamaños, sin duda más creíbles en Rusia y en China por su potencia. Claro también que sobran por aquellos lares casos de explotación capitalista con los que no vamos a comulgar. Pero, para los marxistas, lo importante no es el imperialismo que se quiera, sino el que se ejerza, o se pueda ejercer. Seguimos ligando el imperialismo más criminal y causante principal de agresión de los pueblos a los países capitalistas “viejos y avanzados” (...). Por eso, con Cuba, Venezuela y resto de países del campo bolivariano, muchos nos negamos a explicar los conflictos derivados de la pretensión de someter a China y a Rusia como contradicciones interimperialistas de mismo nivel. Ni mucho menos consideramos a esos países como factores responsables de la permanente y siempre creciente desestabilización de la situación internacional. De ahí que ni para estos asuntos seremos ninis”.
En realidad, estos acontecimientos tienen raíces mucho más profundas y un alcance mucho mayor. Desde nuestra organización se viene defendiendo la idea de que, en su ciclo actual, el capitalismo, en tanto que sistema en franca decadencia, no tiene más remedio que complementar la guerra social en el interior con la guerra imperialista en el exterior. Particularmente significativo, dentro de este panorama, es el debilitamiento de un imperialismo norteamericano armado hasta los dientes, que busca prolongar como sea una hegemonía que ya no tiene base económica real
Los recientes acontecimientos en Ucrania deben también contextualizarse en este escenario. Es claro que desde la caída de la Unión Soviética asistimos a una oleada impune de intervenciones criminales imperialistas desde Irak a Siria pasando por Yugoslavia y Libia. Y que al final del camino está el propio debilitamiento y despedazamiento de Rusia e incluso China. Esto es compartido por todas las potencias capitalistas del “lado occidental” de la Guerra Fría. Si bien, debajo de la diplomacia y de los titulares mediáticos, puede rastrearse una inevitable contradicción entre la agenda alemana (que aspira a un control gradual de la periferia europea) y la estadounidense (a la que, de momento, le basta con desestabilizar sembrando el caos y dificultando que otros países, ya sean orientales u occidentales, sigan ganando posiciones).
Pero hay algo nuevo que ha desestabilizado a su vez ese largo ciclo infernal imperialista. Y que ya se había reflejado a modo de prolegómeno en Siria. La novedad es que Rusia, por primera vez desde la caída de la URSS, ha vuelto a marcar al fin sus líneas rojas. Así, fue su despliegue de buques militares en el Mar Negro el que efectivamente frenó una eventual agresión imperialista más directa contra Siria, que podía haber reducido el país a cenizas al completo. De este modo, y por primera vez desde el final de la “Guerra Fría”, la OTAN se encontró con un actor dispuesto a pararle los pies. Y ahora en Ucrania hemos vivido un segundo capítulo que confirma el cambio de tendencia.
En coherencia con este análisis, Red Roja se reafirma más que nunca en la defensa de un antiimperialismo que, de manera consciente y calculada, ponga el foco en los crímenes del imperialismo... y nunca en los límites del agredido. Que alivie la presión enfrentándose a los verdaderos agresores, en lugar de reforzar dicha presión con críticas a las imperfecciones, defectos y límites de quienes resisten; críticas que, no por casualidad, siempre olvidan la necesidad de autocriticar la escasez de movimiento antiimperialista aquí en una zona “privilegiada” del planeta como es la nuestra. Más nos valdría impedir que utilicen nuestro territorio como base de lanzadera para sus intervenciones imperialistas, tal como se está ensayando ahora mismo en Baleares.
Otro de nuestros roles principales en el “centro” del sistema es desmontar la agresión mediática (otro brazo más, como el armado) mediante la cual el imperialismo intenta detener la protesta aquí en la retaguardia, con una colaboración especial de los llamados “ni-nis”. En este sentido, no deja de resultar despreciable que las mismas organizaciones pretendidamente “anticapitalistas” -esas que no dudaron en encadenar declaraciones de apoyo a un “Euromaidán” en el que al parecer veían “la revolución”- guarden ahora silencio ante la existencia nítida y admirable de un poderoso movimiento antifascista, del que hablaremos más adelante.
Lamentablemente vemos cómo no son esos sectores los únicos equivocados. No podemos estar de acuerdo con la declaración de distintos “partidos comunistas y obreros” encabezados por el KKE griego que incurren en equiparar los imperialismos yanqui y europeo al imperialismo... de Rusia. La realidad es que Rusia, cercada por EE UU mediante el escudo antimisiles, rodeada de bases militares, no es “uno de los dos imperios en disputa colonial”, sino precisamente la víctima de una colonización que, en línea con lo ya apuntado, pretende despedazarla y sitiarla desde hace un siglo.
Pero a nuestra organización nada de esto la coge de nueva. Ya en la declaración de Red Roja “Desinoculándonos la parálisis antiimperialista” (01/03/2012) declarábamos abiertamente lo siguiente: “Claro que pueden encontrarse actitudes y actuaciones imperialistas en muchos países de todos los tamaños, sin duda más creíbles en Rusia y en China por su potencia. Claro también que sobran por aquellos lares casos de explotación capitalista con los que no vamos a comulgar. Pero, para los marxistas, lo importante no es el imperialismo que se quiera, sino el que se ejerza, o se pueda ejercer. Seguimos ligando el imperialismo más criminal y causante principal de agresión de los pueblos a los países capitalistas “viejos y avanzados” (...). Por eso, con Cuba, Venezuela y resto de países del campo bolivariano, muchos nos negamos a explicar los conflictos derivados de la pretensión de someter a China y a Rusia como contradicciones interimperialistas de mismo nivel. Ni mucho menos consideramos a esos países como factores responsables de la permanente y siempre creciente desestabilización de la situación internacional. De ahí que ni para estos asuntos seremos ninis”.
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Lo que sucede en Ucrania no es una simple cuestión étnica o nacional. Asistimos fundamentalmente a la rebelión -ahora sí- de un pueblo que, sobre todo en el sureste y cada vez más en todo el país, se niega a reconocer a los fascistas instalados en Kiev mediante un golpe de Estado tramado por occidente. Y de un pueblo que se niega a desaparecer como país convirtiéndose en otra colonia alemana bajo el señuelo de la integración en la UE.
En este sentido, paradójicamente, los llamados “separatistas prorrusos” son más ucranianos que los “nacionalistas”. Los llaman prorrusos cuando son, simplemente, antiimperialistas y antifascistas.
Por eso queremos honrar a los que se baten en las calles ucranianas luchando contra el fascismo. A todos esos héroes desconocidos que dan la vida para poner un dique de contención frente a la barbarie de los nazis. Los mismos nazis que han expulsado de la Rada ucraniana a todos los diputados comunistas. Que han matado a muchos otros rojos y antifascistas. Que incendiaron el Local de los Sindicatos de Odessa, quemando vivas a decenas de gentes trabajadoras. ¡Si Dimitrov levantara cabeza y viera cómo aquellos mismos que quemaron el Reichstag, y lo acusaron a él, son hoy cubiertos mediáticamente por Falsimedia!
Vemos con orgullo cómo esa resistencia antifascista se inspira en el inmenso sacrifico de la Gran Guerra Patria soviética. Y estamos convencidos de que en la suerte que sigan las Repúblicas Populares de Donetsk, Lugansk y Járkov nos jugamos más de lo que parece: que la guerra social que ya sufrimos no nos traiga la imperialista a nuestras puertas mismas. Por eso, nuestra deuda no es con el capital euro-financiero que nos machaca a golpes de recortes sociales: nuestro enemigo común. Nuestra deuda está con la sangre antifascista que allí se derrama. Esa es la única deuda que tenemos pendiente. Y debemos honrarla.
Para ello, Red Roja es consciente de que un solo acto público en la calle vale más que mil declaraciones antiimperialistas circulando por internet. Por eso convoca y llama a todos sus simpatizantes a acudir a la concentración del sabado 10 de mayo, a las 19:00h, en la Embajada Ucraniana de Madrid.
Por eso queremos honrar a los que se baten en las calles ucranianas luchando contra el fascismo. A todos esos héroes desconocidos que dan la vida para poner un dique de contención frente a la barbarie de los nazis. Los mismos nazis que han expulsado de la Rada ucraniana a todos los diputados comunistas. Que han matado a muchos otros rojos y antifascistas. Que incendiaron el Local de los Sindicatos de Odessa, quemando vivas a decenas de gentes trabajadoras. ¡Si Dimitrov levantara cabeza y viera cómo aquellos mismos que quemaron el Reichstag, y lo acusaron a él, son hoy cubiertos mediáticamente por Falsimedia!
Vemos con orgullo cómo esa resistencia antifascista se inspira en el inmenso sacrifico de la Gran Guerra Patria soviética. Y estamos convencidos de que en la suerte que sigan las Repúblicas Populares de Donetsk, Lugansk y Járkov nos jugamos más de lo que parece: que la guerra social que ya sufrimos no nos traiga la imperialista a nuestras puertas mismas. Por eso, nuestra deuda no es con el capital euro-financiero que nos machaca a golpes de recortes sociales: nuestro enemigo común. Nuestra deuda está con la sangre antifascista que allí se derrama. Esa es la única deuda que tenemos pendiente. Y debemos honrarla.
Para ello, Red Roja es consciente de que un solo acto público en la calle vale más que mil declaraciones antiimperialistas circulando por internet. Por eso convoca y llama a todos sus simpatizantes a acudir a la concentración del sabado 10 de mayo, a las 19:00h, en la Embajada Ucraniana de Madrid.
¡No a la OTAN, bases fuera!
¡Contra los imperialismos yanqui y europeo!
¡Por el derecho a la autodeterminación de los pueblos!
¡Los llaman prorrusos, son antifascistas!
¡No pasarán!
¡Contra los imperialismos yanqui y europeo!
¡Por el derecho a la autodeterminación de los pueblos!
¡Los llaman prorrusos, son antifascistas!
¡No pasarán!
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