La apuesta fascista del capitalismo mundial. ( "...una opción de poder necesaria para la continuidad del capitalismo...." Por Orlando Ruiz Ruiz
"Las doctrinas que sustentaron el nacionalsocialismo alemán están vivas"
Los representantes del poder capitalista mundial tratan de presentar al
fascismo vestido con los ropajes de un movimiento de masas desprovisto
de rasgos ideológicos, a la vez que intentan justificar sus imágenes de
violencia como algo inevitable en aquellas naciones donde la población
haya elegido “inadecuadamente”.
Las movilizaciones en Ucrania que dieron al traste con el Gobierno de Víctor Yanukóvich empezaron
en su mayoría con la presencia de acciones aparentemente espontáneas,
con escasa estructura organizativa; pero muy pronto la orientación
estratégica de la insurrección, venida desde fuera y reforzada a través
de una fuerte campaña mediática a su favor, convirtió a la revuelta en
un estallido incontrolable.
Aparecieron en la capital ucraniana estallidos violentos por doquier, se multiplicaron de la noche a la mañana los “agitadores políticos” y
las estructuras insurgentes: estaban así dadas las condiciones para que
Estados Unidos y varias naciones de Europa pusieran en marcha la
aplicación de los conceptos de su doctrina de la Guerra no Convencional, que
en uno de sus enunciados advierte que para su aplicación se requiere de
una conformación previa, un ambiente que no puede ser “fabricado artificialmente o trasplantado”, sino que tiene que aparecer configurado desde dentro.
Así quedaban abiertas las puertas en
esta nación europea, estratégicamente situada en una de las áreas del
interés expansionista de Washington, para consolidar en el poder autoridades serviles.
Tal como lo expresa un articulista: “La lógica de occidente hizo que el más fuerte apoyo lo recibiera el partido Svoboda, por la sencilla razón de que era el más antiruso de los grupos que existían en esas manifestaciones”. Paradójicamente, dicha organización solo había recibido un 10% de los votos, en las últimas elecciones de Ucrania.
Svoboda se considera orgulloso heredero de las tradiciones nacionalsocialistas
y quiere purificar la sociedad ucraniana estableciendo un orden
jerárquico y disciplinado, con énfasis en la masculinidad y la
parafernalia militar, a tiempo que llama a la expulsión de la mafia
judía moscovita, persigue violentamente a homosexuales y prohibe el
aborto. Svoboda sataniza en Ucrania al Partido Comunista y persigue a
sus miembros e intelectuales afines. Los dirigentes que lo encabezan
han declarado también que su propósito es eliminar más tarde a todos los
partidos.
En el año 2010, la web de esta organización indicaba: “Para
crear una Ucrania libre (…) tendremos que cancelar el Parlamento y el
parlamentarismo, prohibir todos los partidos políticos, estatalizar
todos los medios, purgar a todo el funcionariado y ejecutar a todos los
miembros de los partidos políticos antiucranianos”. El Congreso Mundial Judío (WorldJewishCongress) declaró a Svoboda como partido neonazi en mayo del año pasado.
La certera definición de un analista sintetiza magistralmente la realidad ucraniana del presente:
“Por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, fascistas y
neonazis están al mando en una nación europea. Parece que pocos en
Europa se han dado cuenta”.
Pero ocurre que, precisamente, en los
acontecimientos que se han venido produciendo en Ucrania primero y luego
también en Venezuela, los medios de comunicación occidentales se han
encargado de encubrir la violencia fascista de los manifestantes y de
establecer relaciones causales entre los actos vandálicos de las calles y
la política de los respectivos Gobiernos para enfrentarlos. O sea, se
ha producido una inversión causa efecto, que presenta a las autoridades
como responsable de los disturbios, al mismo tiempo que se muestra como
víctimas a los violentos, porque esta es la forma en que se consiguen
las simpatías de los espectadores en el exterior, se encubre la
ideología de los manifestantes y su extracción social para lograr mayor
rechazo a las acciones con que estas tratan de contenerse.
Está muy claro que el fascismo nunca ha
sido enemigo del capitalismo, solo que ahora sirve como ideología a
intereses globales, no tiene una esencia nacionalista. Al respecto, lal
politóloga Ángeles Díez ha dicho: “Esta doctrina ha dejado de
ser una ideología sin más para ser una opción de poder necesaria a la
continuidad del capitalismo. Parece como si desde las instancias de
gran poder mundial se contemplara esta opción ideológica como la mejor
para acabar con la democracia en aquellos países en los que sus
poblaciones hayan elegido inadecuadamente”.
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