“La
mujer saharaui es muy luchadora, no como las marroquíes”. Esta frase,
que demuestra un absoluto desconocimiento de lo que ocurre en Marruecos,
la escuché el otro día durante unas jornadas sobre el conflicto del
Sáhara,
pronunciada por una joven saharui. No es algo aislado. Cuando un
marroquí se acerca en España de manera respetuosa al conflicto del
Sáhara, se encuentra con este tipo de situaciones. “A esta gente hay que
darle leña”, soltó un asistente durante otra charla hace unos meses,
tras la intervención de una joven marroquí que defendía la colaboración
entre las dos partes del conflicto contra el mismo régimen. El que habló
era esta vez un español que, para colmo, llevaba puesta una camiseta
del Che, aquel revolucionario que dejaba claro que la guerra era contra
los regímenes, no entre los pueblos.
Estas muestras de desconocimiento, a veces desprecio y odio, a ratos
desconfianza -”creía que eras espía”-, son más comunes de lo que
deberían. De manera continua, se generaliza y se construye una imagen
salvaje y retrógrada de los ciudadanos marroquíes. Por otro lado, es
necesario recordar que el régimen usa a parte de la población marroquí
en el Sáhara para reprimir manifestaciones. Este tipo de actuaciones
ciega y lleva a generalizaciones, un peligro del que hay que huir.
Lo cierto es que más allá de las reservas de fosfato, los acuerdos de
pesca o la represión en ciudades como El Aaiún, Smara o Dajla, la
mayoría de españoles y saharauis conocen poco respecto a los movimientos
combativos dentro de Marruecos. “¿Por qué no luchan los marroquíes por
la causa saharaui?”, se nos pregunta a veces con indignación. Aquí el
problema está en cargar de responsabilidad a un pueblo, el marroquí, que
sufre el mismo régimen, que lucha también contra él a un precio muy
alto -cárcel, torturas, acoso, exilio-, que se manifiesta por el precio
de la comida, la vivienda, la educación y su propia dignidad. Si sufren
por reclamar sus libertades, ¿cómo se les va a pedir que lo arriesguen
todo por una causa que no es la suya? Si trasladásemos el sistema
represivo marroquí a España, seguramente no veríamos tantas
manifestaciones como se producen aquí, y menos por batallas ajenas.
Pero, aun así, muchos marroquíes denuncian públicamente los abusos de
derechos humanos en el Sáhara y reivindican su derecho a decidir. Uno
de ellos es el partido Vía Democrática, que, desde su creación en 1995
-heredero de Ila Lamam, brutalmente reprimido por el régimen en los años
80- ha exigido de forma continua el derecho de autodeterminación del
Sáhara, en respeto a la legalidad internacional. El actual secretario
general de esta formación de izquierdas, Mustafa Brahma, ha cumplido 10
años de cárcel por su militancia política. El pasado diciembre estuvo en
Madrid dando una charla. Una joven que asistió al acto le preguntó
sobre su postura ante el Sáhara, a lo que él respondió, en alusión a su
periodo entre rejas: “Hoy puedo decir libremente que apoyo la
autodeterminación del Sáhara porque ya he pagado el precio de mi
libertad”.
Otra organización que denuncia la actitud del régimen en el Sáhara es
la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), hasta hace pocos
meses liderada por una mujer, Khadiya Riadi, que ganó recientemente un
premio de derechos humanos de la ONU. Riadi, como sus compañeros, ha
recibido innumerables golpes de la policía marroquí. La AMDH, con más de
70 secciones, tiene también presencia en El Aaiún, desde la que vigila y
denuncia los excesos del régimen, como la represión de la manifestación
en Smara del pasado mayo, tras lo que emitió un duro comunicado en el
que exigía abrir una investigación sobre la grave represión y que se
“castigase a los autores sea cual sea su rango y función”.
La sede de la AMDH en Rabat ha dado cobijo a los familiares de los
presos políticos de Gdeim Izik, que fueron encerrados en la cárcel de la
vecina población de Salé. También hizo una fuerte oposición -llegando a
ponerse en contacto con el ministro de Justicia marroquí- al denunciar
la situación en la que se encontraban estos presos. Además, estuvo
presente mediante observadores en el juicio de Gdeim Izik.
El movimiento 20-F -equivalente en Marruecos al español 15-M- ha
vuelto a politizar a grandes capas de la población magrebí. Aunque ahora
no muestra su fuerza en las calles como hace dos años, sí se ha
materializado en una red de pequeñas iniciativas. Es un oportunidad muy
buena para que se cree un entendimiento entre la juventud de ambas
partes del conflicto y que se extiendan actitudes que, desgraciadamente,
hoy son aún minoritarias. Para que podamos sentarnos todos a beber té
bajo la misma jaima, sabiendo quién es el verdadero enemigo.
“El pueblo norteamericano no es culpable de la barbarie y de la injusticia
de sus gobernantes, sino que también es victima inocente de la ira de todos los
pueblos del mundo, que confunden a veces sistema social con pueblo”
Ernesto Che Guevara
Ernesto Che Guevara
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