Títeres. Jorge López Ave

La ciudad de Tokio venció en la ciudad de Buenos Aires a las ciudades de Estambul y Madrid. Jugaban ser sede de los Juegos olímpicos del 2020. Los votantes son unos señores casi anónimos que pertenecen al Comité Olímpico Internacional y cuya función es ir de acá para allá y de allá para acá buscando buenos caldos y mejores viandas a cambio del voto. Para justificar tamaña vida escuchan adormilados las bondades de las ciudades candidatas tras haberlas visitado y comparado en sus vidas nocturnas
. La prensa española reveló que para defender a Madrid viajaron a la capital Argentina nada menos que 320 personas (quizás para demostrar que la crisis hispana es un invento de comunistas inadaptados), que se alojaron –faltaría más- en hoteles de 5 estrellas y comieron en restaurantes afamados. Todo, obvio, a coste del erario público español. Hasta ahí pocas sorpresas. Lo divertido llegó luego, cuando se supo que una agencia de comunicación y publicidad fue la que preparó las intervenciones de los intervinientes. Eso es, la del Príncipe Felipe de Borbón, la de la Alcaldesa de Madrid, (una tal Ana Botella, a la sazón señora esposa del funesto José María Aznar), la del basquetbolista Pau Gasol y la del presidente del gobierno Mariano Rajoy. Todos ellos estuvieron varias semanas ensayando en Madrid los discursos; subrayando el lugar donde había que hacer hincapié en el dramatismo o el sitio exacto donde había que buscar una sonrisa, pero también el tono de los chistes, el momento en que hay que mirar a las cámaras, el tipo de saludo a los asistentes, el punto y aparte para tomar un poco de agua, el instante de ponerse el pelo detrás de la oreja, la combinación del pañuelo con los colores del traje, los silencios para arrancar aplausos. Es fácil imaginarlos a todos ellos en los ensayos previos, en sus casas, en piyama, y cotejando con sus parejas lo bien que les estaba quedando la lectura interpretada. La Agencia de Comunicación cobró por su trabajo 300.000 dólares. Les hizo precio. La casta política de las geografías todas contrata estos mismos servicios para campañas electorales. Los títeres son manejados desde arriba por el titiritero pero la gente aplaude y el espectáculo continúa. 

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