Desde hace años la máxima prioridad de la CIA no es acumular información en el extranjero, sino asesinar a personas en el marco de la lucha contra el terrorismo. Así lo reveló el periodista y premio Pulitzer Mark Mazzetti.
MAZZETTI NO TIENE PELOS EN LA LENGUA
“La máxima prioridad de la CIA ya no es reunir información sobre Gobiernos en el extranjero, sino la caza del hombre”, explicó el experto en seguridad, premio Pulitzer en 2009 y corresponsal de seguridad nacional del ‘The New York Times’.
El periodista y autor del libro ‘La guerra en las sombras’ vincula estos cambios de la estrategia de la CIA con los cambios introducidos en la mentalidad de sus dirigentes después del 11-S.
Mazzetti reveló que justo antes de estos atentados la agencia experimentaba un lento pero sostenido declive y “se había convertido en una sombra de lo que fue.
Su tamaño había encogido, así como su presupuesto, y mucha gente se estaba preguntando en voz alta si era necesario que la CIA siguiera existiendo”.
“En los días posteriores al 11-S el presidente Bush colocó a la CIA en el centro de la guerra secreta contra el terror“, dándole así una nueva vida y volviendo el dinero a la agencia, según recuerda el periodista. “La agencia se dedicó a la caza del hombre y al asesinato“, resume.
Se elaboró un listado de objetivos, encabezado por Osama bin Laden. Bush autorizó a la agencia para hallar y asesinar a los terroristas por todo el mundo.
Su estrategia suponía el uso de ‘drones’, detenciones, torturas y otros métodos inhumanos para localizar presuntos terroristas.
Esta lista de objetivos fue heredada por Barack Obama cuando llegó a la Casa Blanca en 2009, reveló el experto.
La política de Obama prefiere eliminar objetivos en vez de desplegar tropas, pero esta estrategia “crea tantos enemigos como destruye”, advierte Mazzetti.
“Ahora es más fácil para EE.UU. llevar a cabo operaciones letales en los confines de la tierra que en cualquier otro momento de su historia”.
Otro punto importante es que, después de 12 años de este tipo de lucha, “el 60% de los miembros de la CIA se ha incorporado tras el 11-S y no conocen otro modo de operar”.
Además el cambio de la orientación de la CIA llevó a fracasos en sus obligaciones básicas. Así, según Mazzetti, la agencia no logró evaluar de una manera adecuada el peligro de la Primavera Árabe.
“Era difícil predecir el momento exacto en que la Primavera Árabe iba a prender, pero sí se puede criticar de manera justa a la CIA por su enorme lentitud a la hora de darse cuenta del impacto que iban teniendo sobre los distintos países las revueltas de Túnez”, dice.
“Al dedicar gran parte de su tiempo y personal a la lucha antiterrorista y al aniquilamiento, la CIA emplea muy pocos efectivos en recoger información y, sobre todo, a analizarla”, resume.
El periodista y autor del libro ‘La guerra en las sombras’ vincula estos cambios de la estrategia de la CIA con los cambios introducidos en la mentalidad de sus dirigentes después del 11-S.
Mazzetti reveló que justo antes de estos atentados la agencia experimentaba un lento pero sostenido declive y “se había convertido en una sombra de lo que fue.
Su tamaño había encogido, así como su presupuesto, y mucha gente se estaba preguntando en voz alta si era necesario que la CIA siguiera existiendo”.
“En los días posteriores al 11-S el presidente Bush colocó a la CIA en el centro de la guerra secreta contra el terror“, dándole así una nueva vida y volviendo el dinero a la agencia, según recuerda el periodista. “La agencia se dedicó a la caza del hombre y al asesinato“, resume.
Se elaboró un listado de objetivos, encabezado por Osama bin Laden. Bush autorizó a la agencia para hallar y asesinar a los terroristas por todo el mundo.
Su estrategia suponía el uso de ‘drones’, detenciones, torturas y otros métodos inhumanos para localizar presuntos terroristas.
Esta lista de objetivos fue heredada por Barack Obama cuando llegó a la Casa Blanca en 2009, reveló el experto.
La política de Obama prefiere eliminar objetivos en vez de desplegar tropas, pero esta estrategia “crea tantos enemigos como destruye”, advierte Mazzetti.
“Ahora es más fácil para EE.UU. llevar a cabo operaciones letales en los confines de la tierra que en cualquier otro momento de su historia”.
Otro punto importante es que, después de 12 años de este tipo de lucha, “el 60% de los miembros de la CIA se ha incorporado tras el 11-S y no conocen otro modo de operar”.
Además el cambio de la orientación de la CIA llevó a fracasos en sus obligaciones básicas. Así, según Mazzetti, la agencia no logró evaluar de una manera adecuada el peligro de la Primavera Árabe.
“Era difícil predecir el momento exacto en que la Primavera Árabe iba a prender, pero sí se puede criticar de manera justa a la CIA por su enorme lentitud a la hora de darse cuenta del impacto que iban teniendo sobre los distintos países las revueltas de Túnez”, dice.
“Al dedicar gran parte de su tiempo y personal a la lucha antiterrorista y al aniquilamiento, la CIA emplea muy pocos efectivos en recoger información y, sobre todo, a analizarla”, resume.
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