Carlos
Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, José Luis Arias y
Roberto Álvarez son las últimas víctimas de la mina, un escenario que
siempre es de muerte anunciada. Esta vez en el pozo Emilio del Valle,
en el municipio de Pola de Gordón. Los trabajadores pertenecían a una
subcontrata de la Hullera Vasco-Leonesa. Habían vuelto al trabajo en
este pozo hace pocos meses, tras un largo parón (marzo-junio),
consecuencia de un ERE temporal para 357 trabajadores que la empresa
‘justificó’ en la ausencia de mercado por no haber podido firmar
contratos de suministro con las compañías eléctricas y al impago de las
ayudas por parte del Gobierno.
Y como ya es acostumbrado en el derrumbe de este ciclo de la minería del carbón, retornaron a la actividad por más jornada y menos dinero.
Son las últimas muertes que el sistema
no puede ocultar en esta situación de ‘liquidación’ del sobrante de
trabajadores que el capitalismo está dejando caer para poder
reflotarse. Y no las pueden ocultar porque se producen en un sector que
consciente de lo duro de sus condiciones de trabajo al extremo de
estar arriesgando la vida más que en otros sectores de actividad, ha
hecho valer la venta de su fuerza de trabajo para mantener la defensa
de sus intereses, con luchas que ya han quedado en el imaginario
colectivo de los trabajadores de este país y que han hecho de los
mineros un referente de clase a la ofensiva ganando derechos y
conquistas sociales.
Y las autoridades políticas y
económicas muestran su sensibilidad -de ocasión- para con las familias
víctimas de la tragedia: La Cámara Oficial de comercio e Industria, la
Confederación de Organizaciones Empresariales de Castilla y León
(CECALE), el Presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente
Herrera y el ministro de Industria Jose Manuel Soria (¡se atrevió! a
cercarse, pero sólo hasta la capital… ) trasmitieron su pesar y
condolencias a los familiares y compañeros de las víctimas. Una mujer
minera en un gesto de dignidad, de independencia de clase, como un
látigo de coherencia respondió “Pueden meterse sus condolencias por
donde se empiezan a hacer los cestos”.
Los trabajadores habían comenzado su
jornada a las 7:45 de la mañana y la finalizaban a las 15:45 h. Casi 8
horas seguidas en las durísimas condiciones de oscuridad, de agua en
los tajos…, del trabajo en un pozo de mina. La bolsa de grisú tuvo un
escape sobre las dos de la tarde y los trabajadores no tuvieron tiempo
de usar sus máscaras de protección. Seis de ellos murieron asfixiados y
otros cinco quedaron malheridos.
Hace pocos días la Fundación para el
Análisis y los Estudios sociales (FAES), que dirige el ex-presidente
Aznar planteaba en su informe ‘Propuestas para una estrategia
energética nacional’ que “la obligación para utilizar el carbón para la
generación eléctrica distorsiona el mercado y la libertad de empresa”,
y como ya hiciera en 2011, recomienda que se fije una fecha de
caducidad para las ayudas al carbón y que tenga un carácter
improrrogable y “concentrar las actuaciones sobre la minería del
carbón en los planes de reconversión profesional de los mineros”.
Parece de guasa. Avanzando como estamos hacia el 30% de paro en el país,
con una masa enorme de jóvenes cualificados y sin empleo, recomendar
la reconversión profesional de los mineros…¿Para trabajar en qué sector
productivo? Y, ¿en qué condiciones laborales de salario y derechos,
después de lo desregulado y a disposición de la patronal, que han dejado
el mercado laboral las sucesivas reformas de los últimos 30 años,
acometidas por los dos partidos que se han turnado en el gobierno y con
la colaboración de los sindicatos CCOO y UGT, indispensable para,
primero confundir y luego contener el descontento de los trabajadores
ante el empeoramiento de sus condiciones de vida?
Antes de la mina hubo vida en los
valles mineros, una vida con estrecheces, pegada a cubrir unas
necesidades reales de subsistencia de las gentes, con la tierra como
fuente de vida -agricultura y ganadería-, y en una sociedad con
relativa autonomía. Llegó lo moderno, la mina, el riesgo y el salario
que cambió la mentalidad de la población y barrió la conciencia de la
realidad con reminiscencias de relaciones y valores precapitalistas y
que permitía cierta autosuficiencia en las comunidades de los valles.
Se perdió el valor de la tierra y se
obedeció al salario. Era lo que le convenía a los empresarios mineros.
Hasta finales de los ‘70 se defendió el salario. En los años siguientes
se gestionó a la baja -desde los sindicatos mayoritarios en la
minería- todos los anteriores logros.
Ante el desmantelamiento programado de
la actividad minera en todos los valles, sin la anterior base de
subsistencia y pendientes de la reforma de la Ley de administración
local que amenaza con privatizar todos los bienes comunales (quizás
último refugio de sobrevivencia), ¿qué prevé el Gobierno o su fundación
FAES dentro de sus planes para “la reconversión profesional de los
mineros” y estas tierras?
Por el contrario, la lucidez que están
demostrando las mujeres mineras llevando el testimonio del conflicto
que viven en sus casas y pueblos ante un futuro truncado por los planes
del capital, acercándose a la coordinación de las luchas de todos los
sectores sociales desde su independencia de clase; y el coraje y la
combatividad que están demostrando, las hace imprescindibles compañeras
para las movilizaciones y luchas pendientes e inaplazables.
http://redroja.net/index.php/comunicados/2019-comunicado-de-red-roja-tras-la-muerte-de-6-mineros-en-el-pozo-emilio-del-valle-en-pola-de-gordon
http://redroja.net/index.php/comunicados/2019-comunicado-de-red-roja-tras-la-muerte-de-6-mineros-en-el-pozo-emilio-del-valle-en-pola-de-gordon
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