Feminismo marxista. Notas acerca de un proceso en construcción. Ángeles Maestro y especial feminismo, violencia contra la mujer.....varios articulos.
Los primeros análisis rigurosos sobre la vinculación del
patriarcado con la propiedad privada y la sociedad dividida en clases
son producidos por el análisis marxista.
Era necesario que así fuera.
Fue precisa la acumulación histórica de experiencia de
lucha y de conocimientos por parte de la clase obrera explotada,
alcanzada con el capitalismo, para producir la teoría capaz de explicar
las raíces de la dominación de clase y específicamente de la opresión de
las mujeres.
La teoría política que identificó a quienes más sufren la explotación y
la desposesión como sujeto revolucionario capaz de dirigir la
emancipación del conjunto de la humanidad, tuvo necesariamente que
enfrentar las condiciones específicas de la liberación de quienes
soportan la opresión más intensa y oculta del proletariado.
Los trabajos de Engels y Marx no fueron informes
académicos. Ambos eran militantes activos del movimiento obrero. Sus
debates y conclusiones cobraban vida palpitante en las luchas obreras y
tuvieron una influencia destacada en la I Internacional.
La obra de los y las marxistas tiene, como todo producto
humano, un carácter histórico concreto y, por tanto, las limitaciones
correspondientes al nivel de desarrollo del conocimiento científico y de
la lucha de clases de su época.
En este trabajo se pretende realizar una aproximación a
la vigencia de la metodología del materialismo dialéctico y de los
principios básicos del feminismo marxista, como proceso contradictorio y
en construcción. Para este acercamiento se parte casi exclusivamente de
datos europeos o de marxistas estadounidenses.
1. El feminismo marxista, de la I Internacional a la Comuna de París
La historia del movimiento obrero está atravesada, al
menos desde los tiempos de la I Internacional, por duros debates acerca
de varias cuestiones relacionadas con las mujeres: su papel en la lucha,
si la emancipación de las mujeres se agota o no en los estrictos
términos de la lucha de clases y si – en consecuencia - ésta queda
resuelta automáticamente con la toma del poder por la clase obrera. (No
sé si se entendería mejor de otra manera)
El feminismo erigido como praxis dirigida a conseguir la
liberación de las mujeres de toda forma de opresión – y no sólo
destinado a producir teorías abstractas de dudoso interés práctico – ha
tenido la necesidad de dialogar con el marxismo, si bien la fluidez del
debate y su conexión ha variado dependiendo de las diferentes épocas y
de las diversas corrientes de pensamiento.
A pesar de las críticas realizadas desde el feminismo
hacia los partidos comunistas por haber relegado durante décadas la
lucha por la liberación de las mujeres – la mayor parte de las veces
llenas de razón - es innegable que tanto Marx, como Engels, realizaron
la primera y más radical disección de su opresión y explotación. La
especificidad de la opresión de las mujeres en las formaciones
socio-económicas clasistas aparece con fuerza desde sus primeros
trabajos. Ambos autores identifican con claridad que si bien dicha
opresión está vinculada en cada estructura social a las correspondientes
relaciones de producción, las relaciones de dominación definidas por el
patriarcado atraviesan formaciones ideológicas más profundas – que la
ideología dominante expresa – pero que tienden a perpetuarse con fuerza y
que son difíciles de erradicar.
La vinculación del surgimiento del patriarcado con la
aparición de la sociedad de clases y la propiedad privada que Federico
Engels llevó a cabo en “El origen de la familia, la propiedad privada y
el Estado”, aunque matizada después, es estructural.
Engels se basó, lógicamente, en los estudios
etnográficos disponibles en su momento, que fueron resituados
posteriormente cuando se aportaron datos sobre existencia de opresión a
las mujeres antes de que se pudiera hablar propiamente de sociedad de
clases, como se verá más adelante. En nada atenúa este hecho la fuerza
de su conclusión: “el surgimiento de la familia nuclear es la derrota
del sexo femenino a nivel mundial”, que es antológica. Así mismo es
inaugural la vinculación de la monogamia con la propiedad privada y con
el Estado, y por tanto con la dominación: “la monogamia no aparece de
ninguna manera en la historia como un acuerdo entre el hombre y la
mujer, y menos aún como la forma más elevada de matrimonio. Por el
contrario, entra en escena bajo la forma del esclavizamiento de un sexo
por el otro, como la proclamación de un conflicto entre los sexos,
desconocido hasta entonces en la prehistoria (…) el primer antagonismo
de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del
antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera
opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino”1.
No es casual que, de la misma forma que el surgimiento
del materialismo histórico ha requerido de un determinado nivel de
desarrollo de las relaciones de producción y de la lucha de clases,
hubiera que esperar al capitalismo para encontrar formulaciones teóricas
mas acabadas del feminismo. A pesar de ello, el feminismo del siglo XIX
no inaugura la lucha histórica de las mujeres por su emancipación que,
no sólo es muy anterior, sino que ha conocido etapas en las que el poder
y la independencia de las mujeres eran muy superiores, negando una vez
más cualquier concepción evolucionista – y por lo tanto reformista – del
proceso emancipatorio, también en el feminismo.
Pese a todos los intentos de la ofensiva ideológica de
los Estados burgueses por negar a los pueblos el legado de la
resistencia, podemos encontrar ejemplos de que la lucha por la
liberación de las mujeres es una constante y no una excepción en la
historia de la humanidad. En la segunda mitad del siglo XIII encontramos
el ejemplo de la secta dulcinita, un movimiento armado de carácter
religioso (considerado herético y aplastado por la Iglesia) entre cuyas
reivindicaciones se encontraba “una sociedad igualitaria basada en la
propiedad comunal y la igualdad de sexos”. La lucha infatigable del
pueblo irlandés contra la opresión nacional también está plagada de
ejemplos de este tipo, uno de los cuales es la participación de mujeres
armadas (muchas como oficiales) en la primera proclamación de la
República de Irlanda en la Insurrección de Pascua de 1916. Estas
guerrilleras formaban aproximadamente la mitad de los efectivos de la
milicia obrera conocida como Ejército Ciudadano, el único grupo marxista
participante en este levantamiento.
Como veremos, y sin que este trabajo tenga como objetivo
polemizar con sectores del movimiento feminista, tesis como la de
Zillah Eisenstein que afirma taxativamente: “Tanto las feministas
radicales como las feministas socialistas están de acuerdo en que el
patriarcado precede al capitalismo, mientras que los marxistas creen que
el patriarcado nació con el capitalismo”2 expresan un malentendido
ampliamente extendido en el feminismo, que enfrenta de forma poco
rigurosa el análisis de clase con la lucha por la liberación de las
mujeres. El malentendido tendría su origen en un error burdo: la
confusión entre capitalismo y sociedad dividida en clases y podría dar
cuenta del enésimo intento de devaluar el rigor metodológico del
marxismo.
No obstante, la confrontación de posiciones, y sobre
todo de prácticas, en el seno del movimiento obrero acerca de la lucha
por la liberación de las mujeres ha sido muy dura; tanto porque se
refiere a un proceso en desarrollo, como porque incide sobre aspectos
esenciales de la identidad de las mujeres y de los hombres, en buena
medida inconscientes.
Marx y Engels en “La sagrada familia”3 afirmaban
contundentes: “Los progresos sociales y los cambios de periodos se
operan en razón directa del progreso de las mujeres hacia la libertad y
las decadencias de orden social se operan en razón del decrecimiento de
la libertad de las mujeres... porque aquí, en la relación de hombres y
mujeres, del débil y el fuerte, la victoria de la naturaleza humana
sobre la brutalidad, es más evidente. El grado de emancipación de la
mujer es la medida natural de la emancipación general”, “El cambio de
una época histórica puede ser siempre determinado en función del
progreso de las mujeres hacia la libertad” “Nadie resulta más
profundamente condenado que el propio hombre por el hecho de que la
mujer permanezca en la esclavitud”.
A mediados del siglo XIX la incorporación al trabajo de
mujeres y niños era ya masiva en los países mas industrializados. Engels
en “La situación de la clase obrera en Inglaterra”4 , escrita en 1845,
refiere que casi la mitad de la clase obrera industrial tenía menos de
18 años y algo más de la mitad eran mujeres. Relata las graves
repercusiones para la salud de las mujeres de las largas jornadas de
trabajo y de la ausencia de cualquier tipo de protección de la
maternidad: “cuando están embarazadas continúan trabajando en la fábrica
hasta el momento del parto, de otra forma, perderían sus salarios y
temen que se las sustituya si dejan de trabajar demasiado pronto. Con
frecuencia ocurre que las mujeres están trabajando una noche y a la
mañana siguiente, dan a luz en la fábrica, entre la maquinaria... Si no
se obliga a estas mujeres a regresar al trabajo antes de dos semanas,
están agradecidas y se sienten afortunadas. Muchas regresan a la fábrica
después de ocho e incluso después de tres o cuatro días...
Naturalmente, el temor a ser despedidas y el miedo al hambre las lleva a
la fábrica a pesar de su debilidad y desafiando al dolor”5.
En el Manifiesto del Partido Comunista (1848)6 Marx y
Engels desvelan la hipocresía de los lamentos por la destrucción
matrimonio burgués y sitúan las posiciones desde las que construirán las
líneas de trabajo y de análisis del movimiento obrero: “La burguesía
desgarró los velos emotivos y sentimentales que envolvían la familia y
puso al desnudo la realidad económica de las relaciones familiares (…)
¡Abolición de la familia! Al hablar de estas intenciones satánicas de
los comunistas, hasta los más radicales gritan: ¡escándalo!. Pero
veamos: ¿en qué se funda la familia actual, la familia burguesa? En el
capital, en el lucro privado. Sólo la burguesía tiene una familia, en el
pleno sentido de la palabra; y esta familia encuentra su complemento en
la carencia forzosa de relaciones familiares de los proletarios y en la
pública prostitución.(...)¡Pero es que vosotros, los comunistas, nos
grita a coro la burguesía entera, pretendéis colectivizar a las mujeres!
El burgués, que no ve en la mujer más que un simple instrumento de
producción, al oírnos proclamar la necesidad de que los instrumentos de
producción sean explotados colectivamente, no puede por menos de pensar
que el régimen colectivo se hará extensivo igualmente a la mujer. No
advierte que de lo que se trata es precisamente de acabar con la
situación de la mujer como mero instrumento de producción”.
La I Internacional se enfrentó con la necesidad de
establecer con claridad la línea política del movimiento obrero en
relación con el trabajo de las mujeres. La confrontación de posiciones
como cuenta Clara Zetkin7 fue durísima e irreconciliable. En su trabajo
“La cuestión femenina y la lucha contra el reformismo” relata como el
tema del trabajo de las mujeres fue objeto de duros enfrentamientos en
el seno de la I Internacional que se ocupó de ello en dos ocasiones, en
1866 y 1875.
Ante la brutal explotación de mujeres, niñas y niños se
enfrentaron dos posiciones antagónicas: “Los radicales anarquistas del
Jura suizo, aliados con los proudhonianos franceses se declararon
contrarios al trabajo de la mujer en la industria. Con el mismo estilo
con el que el ciudadano francés Chaumette, durante la revolución
francesa, se había dirigido bondadosamente a las mujeres parisinas, las
cuales deseaban ardientemente defender con las armas la república
amenazada por la Europa monárquica, intentando persuadirlas de que
volvieran a sus casas para el abnegado cuidado de su hogar y el cuidado
de los niños, a fin de que nuestros ojos puedan mirar tranquilamente el
dulce espectáculo de nuestros hijos asistidos por vuestros amorosos
cuidados, Coullery, presidente de la Sección de Chaux des Fonds – en la
Suiza francesa – en la cual más tarde los bakuninistas tomarán el timón,
fundamentaba del mismo modo su antipatía hacia el trabajo industrial de
las mujeres con declaraciones tanto o más patéticas afirmando entre
otras cosas que la mujer la sacerdotisa de la llama sagrada del hogar,
debería haberse quedado en casa. Un delegado parisino declaró que la
familia es el fundamento de la sociedad. El puesto de la mujer está en
el hogar. Nosotros no sólo queremos que no deje ese puesto y no
participe en ninguna asamblea política y no vaya a las charlas en los
clubs; también queremos que, si esto no fuera posible, no se comprometa
en ningún trabajo industrial. Parte de los delegados parisinos
propusieron una resolución por la cual el Congreso condenaba el trabajo
de las mujeres como una degeneración física, moral y social, y asignaba a
la mujer su puesto en el seno de la familia, como educadora de los
hijos. Finalmente el congreso de la AIT apoyó mayoritariamente el
informe británico, redactado por Marx en el que se establecía la
negativa rotunda a prohibir el trabajo de las mujeres en la industria.
La lucha del movimiento obrero debía ir dirigida a la protección de las
obreras, excluyéndolas del trabajo nocturno y peligroso y a la elevación
de la edad mínima para el trabajo en la adolescencia. En ese informe se
establece por primera vez la reivindicación de la jornada de 8 horas
para todas las trabajadoras y trabajadores adultos.
La historia de la Asociación Internacional de
Trabajadores (AIT) es también la de la organización y participación de
las mujeres, del papel de sus huelgas y de las cajas de resistencia
sostenidas por la Internacional. La primera en adherirse fue la liga de
las pantaloneras de Inglaterra en 1867. Destacan en este periodo las
hilanderas de Lyón cuyo lema era “Vivir trabajando o morir combatiendo”.
Estas trabajadoras consiguieron en 1869, tras una dura huelga de más de
cuatro semanas, la disminución del tiempo de trabajo de 12 a 10 horas
diarias sin reducción salarial. El importante apoyo de la Internacional a
su caja de resistencia fue decisivo. Estas trabajadoras firmaron el
“Manifiesto de mujeres lionesas pertenecientes a la Internacional” en
1870, ante la guerra franco prusiana. En él 8 instaban a los jóvenes a
negarse a hacer el servicio militar. Inauguraban así la historia de
resistencia obrera a las guerras imperialistas. Un corresponsal inglés
de la época escribía: “Si los franceses fueran sólo mujeres, ¡qué pueblo
tan terrible serían!”.
La influencia de la AIT entre la clase obrera era
creciente. Se acercaba la Comuna de París, la primera gran revolución de
la historia en la que la clase obrera conquista el poder del Estado.
Una revolución apoyada fervientemente por Carlos Marx, a pesar de que
inicialmente valoraba que la situación no estaba suficientemente madura,
en su informe al General de la Asociación Internacional de los
Trabajadores. Sus palabras no dejan lugar a dudas: “La Historia no tiene
otro ejemplo de tal grandeza. Con la lucha en París, la lucha de la
clase obrera contra la clase capitalista y su Estado ha entrado en una
nueva fase”9.
Las mujeres obreras y las de la pequeña burguesía parisina jugaron un
destacado papel en la defensa armada del París revolucionario. Una
mujer, Louise Michel, es su mayor símbolo. Fueron muchas las mujeres que
impidieron, cubriendo con sus cuerpos los cañones de Montmartre (que el
pueblo había financiado), que fueran trasladados a Versalles.
Defendieron junto a sus compañeros con las armas en la mano las
barricadas. El odio de la burguesía se expresa en femenino para denostar
a quienes utilizaban todas las bombas incendiarias a su alcance para
detener el avance de la reacción. Las llamaron “petroleuses” e
integraron el heroico destacamento de 10.000 obreros y obreras
asesinados en los muros del cementerio Pére Lachaise. El recuerdo de
estas y estos primeros comunistas10, como sentenció Marx “se conservará
en el gran corazón de la clase obrera”11
El movimiento obrero aprendió de la Comuna lecciones
inolvidables. La más importante, que: “La clase obrera no puede
limitarse simplemente a tomar posesión de la maquinaria del Estado y
servirse de ella para sus propios fines”. En una nueva edición del
Manifiesto Comunista en 1872 Marx planteó ya que “la revolución obrera
debe necesariamente hacer trizas el aparato del Estado burgués”. Este
hecho crucial fue desarrollado por Lenin en “El Estado y la revolución”
donde establece que la obra creadora de la revolución proletaria no se
circunscribe a ocupar el Estado burgués. Implica algo mucho más
complejo: la destrucción del orden material y simbólico burgués desde
sus raíces, incluidas aquellas que anidan en nuestros cerebros. Esta
tesis básica del marxismo apunta a lo que el Che llamará “la
construcción del ser humano nuevo”. Pero también remite a la complejidad
que entraña la emancipación de las mujeres y a la necesidad de demoler
las seculares estructuras mentales de dominación/sometimiento,
consustanciales no sólo a la dominación de clase, sino al patriarcado,
que encadenan la libertad de mujeres y hombres y que están enraizadas en
lo simbólico y en el inconsciente con especial fuerza.
Las duras luchas de la segunda mitad del siglo XIX
fueron configurando un movimiento obrero cada vez más poderoso en
organización y conciencia. Se fueron conquistando cambios en las leyes,
en la situación de la clase obrera y con ella, de las condiciones
laborales de las mujeres y los niños, aunque muy lentamente. En el
Estado español, tras grandes huelgas y manifestaciones obrera se
prohibió en 1901 el trabajo de niñas y niños menores de 10 años, aunque
la realidad seguía campando por sus respetos, de forma que Miguel
Hernández pudo escribir en 1936, con plena vigencia, “El niño yuntero”12
Niña trabajando en una industria textil13
El gráfico que se reproduce más abajo en el que se
representa la caída de la mortalidad por tuberculosis en varones, de 0 a
64 años, desde 1930 a 1960, en Inglaterra. En ella se observa como el
descenso más brusco se opera significativamente antes de la aparición de
las sulfamidas y los antibióticos. Es decir, son las mejoras en las
condiciones laborales (reducción de jornada, salud laboral, prohibición
del trabajo infantil, etc) y de vida (alimentación, vivienda, vestido,
higiene pública), arrancadas a través de la lucha obrera las que
determinan la disminución de la mortalidad en una proporción mucho más
alta que la que sería atribuible a los servicios sanitarios.
Destaca el hecho clamoroso de que, a pesar de que la proporción de
mujeres en la industria era algo mayor que la de hombres en Inglaterra y
de que – en el caso de las mujeres - al desgaste producido por el
trabajo, hay que sumarle el derivado del parto, de la lactancia y de la
menstruación, este estudio14 – por otra parte paradigmático en el ámbito
de la salud pública – se refiere exclusivamente a hombres.
2. Reformismo y revolución. Avances y retrocesos en la lucha por la liberación de la mujer
Como señala Andrea D´Atri “bajo la denominación de
marxismo no se haya una corriente homogénea y monolítica. Para empezar,
habría que diferenciar entre corrientes reformistas y revolucionarias,
algo que no es de menor importancia cuando tratamos la cuestión de la
opresión de las mujeres”15.
La misma autora destaca la coincidencia dentro de
partidos que se identifican como marxistas, constatable en diferentes
países y épocas históricas, entre las posiciones más
contrarrevolucionarias y las menos proclives a la emancipación de las
mujeres. Además los debates en su interior, han estado atravesados por
contenidos patriarcales e incluso por lenguajes rayanos en la misoginia
cuando la adversaria era una mujer. Epítetos y frases que jamás se
utilizarían análogamente en el caso de un oponente masculino se esgrimen
para descalificar posiciones políticas defendidas por mujeres en
ámbitos de la política general, no necesariamente en el estrictamente
feminista16.
2.1 Rosa Luxemburg
La socialdemocracia alemana es el ejemplo más claro;
especialmente el duro y largo enfrentamiento de Rosa Luxemburg con su
todopoderosa dirección. La capacidad de Rosa Luxemburg, la mujer más
importante de la historia del movimiento obrero, para demostrar de forma
demoledora la inconsistencia de la estrategia reformista de la
dirección del SPD hizo, en un principio, que sus dirigentes intentaran
circunscribir la actividad política de Rosa al ámbito de la organización
de mujeres. Sin éxito, como es sabido. Pero cuando la incidencia de sus
posiciones contrarias a la guerra y su defensa de la revolución
soviética se hizo más peligrosa para la socialdemocracia y para el orden
imperialista en su conjunto, los métodos fueron otros.
Rosa Luxemburg y Karl Liebnecht se convirtieron
estrictamente en enemigos a batir desde que dirigieron el levantamiento
de la clase obrera alemana que amenazaba con seguir los pasos de la
revolución soviética, en el país que constituía la clave de bóveda del
imperialismo europeo. Su asesinato a manos de los Freikorps –“cuerpos
francos” paramilitares– movilizados por el gobierno socialdemócrata,
bajo la batuta del Ministro Gustav Noske, demostró de la manera más
dramática, tajante e irreversible cómo las posiciones reformistas de la
socialdemocracia no eran sino una vergonzante máscara de su alineamiento
con la estructura de dominación del capital. El hecho de que los
Freikorps fuesen el principal germen del posterior movimiento
nacionalsocialista muestra de forma ejemplar cómo la socialdemocracia,
por muchos disfraces que se ponga, acaba siempre en el otro lado de la
barricada: en el lado del capital.
A Rosa Luxemburg, antes de recibir un tiro en la sien,
le machacaron la cabeza a culatazos. Era la materialización brutal del
intento de aniquilar el pensamiento de quien la víspera de su asesinato,
desde la cárcel, escribía orgullosa: “¡El orden reina en Berlín! ¡Ah!
¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro orden
está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su
victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con
todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!”17
2.2 La Revolución de Octubre.
La Revolución Soviética, la Revolución por excelencia,
fue también la que forjó los avances más extraordinarios en la situación
real de las mujeres y en la que se generaron líneas de pensamiento más
audaces en relación con la independencia de las mujeres, la libre opción
sexual y la lucha consciente para “sustituir la familia por otras
opciones más razonables, más racionales, basadas en los individuos
separados”18.
En los años que precedieron a la Revolución Rusa se desplegó el potente
movimiento feminista soviético dirigido por Inessa Armand y Alexandra
Kollontai. Ambas habían participado junto a Rosa Luxemburg y Clara
Zetkin en la agitación revolucionaria e internacionalista contra la I
Guerra Mundial. Kollontai fue la única mujer miembro del Comité Central
del Partido Bolchevique durante la clandestinidad y en los diferentes
debates internos mantuvo su alineamiento con Lenin.
Alexandra Kollontai decía en un folleto de 190919 algo tan vigente como
lo siguiente hablando de las feministas liberales: “A pesar de la
aparente radicalidad de las demandas feministas, no hay que perder de
vista el hecho de que las feministas no pueden, en razón de su posición
de clase, luchar por la transformación fundamental de la sociedad, sin
la que la liberación de la mujer no podrá ser completa”.
Inessa Armand fue la principal impulsora de la I
Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas. En su Informe, su
última obra porque murió de cólera a los pocos días, da cuenta del
enfrentamiento de posiciones con la II Internacional en este tema:
“Además de la incapacidad general de la II Internacional para la lucha
revolucionaria por el socialismo, sus elementos dirigentes estaban ellos
mismos empapados hasta la médula de prejuicios filisteos sobre la
cuestión de la mujer, y por esta razón, además de su traición general al
proletariado en su lucha por el poder, la II Internacional es
responsable de varias traiciones descaradas a las mujeres trabajadoras
en el área de las demandas democráticas generales más elementales. Por
ejemplo, en cuanto a la cuestión del sufragio femenino universal: los
representantes de la II Internacional o bien no hicieron absolutamente
nada (Francia, Bélgica), o la sabotearon (Austria), o la distorsionaron
(Inglaterra)”20.
La victoria de Octubre de 1917 cambió radicalmente los
derechos de las mujeres. Nunca antes en la historia se había producido
tal avance; en pocos países europeos está ahora mismo reconocido alguno
de ellos y los muy parciales avances conseguidos están ahora en proceso
de desaparición.
La lista es enorme, sólo refiero algunos datos. No sólo
se estableció el divorcio, sino que una mujer podía reclamar pensión
infantil de un hombre con el que no estuviera casada. En 1920 los
Comisariados del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social (Alexandra
Kollontai) y para la Justicia establecieron: “El aborto, la interrupción
del embarazo por medios artificiales, se llevará a cabo gratuitamente
en los hospitales del Estado, donde las mujeres gocen de la máxima
seguridad en la operación”. Las mujeres tenían el mismo salario que los
hombres por el mismo trabajo. Había comedores públicos muy baratos en
barrios, lugares de trabajo y estudio, y que para los niños eran
gratuitos. Se instalaron lavanderías, guarderías y casas comunales
intentando hacer realidad el objetivo formulado por el Partido
Bolchevique en 1919: “Sin limitarse sólo a las igualdades formales de
las mujeres, el Partido tiene que liberarlas de las cargas materiales
del obsoleto trabajo familiar y sustituirlo por casas comunales,
comedores públicos, lavanderías, guarderías, etc.Aquí cabe reseñar que,
si bien los avances en la colectivización del trabajo doméstico fueron
muy importantes, no existen apenas datos que reflejen el trabajo
ideológico acerca de la corresponsabilización de los hombres en tareas
caseras y cuidados.
Se abolieron todas las leyes contra la homosexualidad y contra todo tipo
de actividad sexual consentida, bajo este principio: “La legislación
soviética se basa en el siguiente principio: declara la absoluta no
interferencia del Estado y la sociedad en asuntos sexuales, en tanto que
nadie sea lastimado y nadie se inmiscuya en los intereses de alguien
más”.
Cuando en el Estado español la patronal aprovecha la
actual crisis capitalista y la precariedad laboral instalada desde hace
décadas para despedir sin contemplaciones a trabajadoras embarazadas21
español, destaca por encima de todo los altos niveles de protección de
la maternidad alcanzados en la URSS hace casi un siglo. La Ley prohibía
el turno de noche y las horas extras a las embarazadas, establecía ocho
semanas de licencia de maternidad plenamente remunerada, descansos de
media hora cada tres horas para la lactancia e instalaciones de descanso
en las fábricas, servicios médicos gratuitos antes y después del parto y
bonos en efectivo.
Pero no se trataba sólo de cambios en las condiciones
materiales. La necesaria revolución en las ideas estaba presente en los
grandes debates. Trotski escribía en 1920: “Para cambiar nuestras
condiciones de vida debemos aprender a mirar a través de los ojos de las
mujeres”
Lenin resume las condiciones que requiere la conciencia revolucionaria y
en qué medida sólo puede serlo si defiende los intereses del conjunto
de las y los oprimidos: “La conciencia de clase de los trabajadores no
puede ser verdadera conciencia política si los obreros no están
capacitados para responder a todo tipo de tiranía, opresión, violencia o
abuso, no importa la clase que se vea afectada. (…) Debemos erradicar
el viejo punto de vista de amo del esclavo, tanto del partido como de
las masas. Es una de nuestras tareas políticas, una tarea tan urgente y
necesaria como la formación de un núcleo de camaradas, hombres y
mujeres, con una sólida preparación teórica y practica, para el trabajo
del Partido entre las mujeres trabajadoras”22.
Las conquistas soviéticas en cuanto a la emancipación de
las mujeres no fueron definitivas. El impulso revolucionario chocó con
los terribles avatares a que tuvo que enfrentarse. La guerra civil, el
comunismo de guerra, el gigantesco esfuerzo que supuso la aplastante
victoria soviética sobre el nazismo y la guerra fría, condicionaron
drásticamente las condiciones de emancipación de las mujeres.
Se produjo la disociación que pretendía superar el
Partido Bolchevique de los primeros años de la Revolución. Al tiempo que
avanzaba, a años luz del capitalismo, la igualdad en el plano laboral y
de forma muy destacada la protección de la maternidad, así como los
servicios sociales públicos que liberaban del cuidado doméstico y de los
cuidados a las mujeres, es decir las condiciones materiales, las
condiciones ideológicas de la emancipación sufrieron una regresión. La
insistencia de la propaganda oficial en el papel de la mujer madre, en
la función de la familia, incluso la prohibición del aborto durante una
época en la URSS, supusieron un gran retroceso ideológico que marcó a la
mayor parte de los partidos comunistas.
Aún así, la situación de las mujeres en los países del
“socialismo real” en cuanto a igualdad real y conquistas sociales no
tenía parangón con la de los países capitalistas, incluidos los países
europeos en pleno apogeo de lo que la ideología dominante dio en llamar
Estado del Bienestar”. En cuanto a la participación social de las
mujeres, en ámbitos tan característicamente masculinos como el militar,
remito al interesante artículo publicado recientemente sobre las
aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial, “Las brujas de la noche”23
3. El nuevo feminismo marxista.
La obra de Simone de Beauvoir “El segundo sexo” (1949)
introduce, en plena euforia de un capitalismo de guerra fría que
proclamaba el fin de la Historia, el cuestionamiento de que la
incorporación de las mujeres al trabajo abriera un camino de progreso
continuado que culminara en su liberación. Su obra tiene el valor de
reintroducir en el debate político la denuncia del patriarcado en un
modelo capitalista occidental que mantenía intacta la dominación de
clase, el expolio de las materias primas de los pueblos de la periferia y
las guerras imperialistas24. Si bien la obra de Simone de Beauvoir
sacude desde el punto de vista de la liberación de las mujeres la
autocomplacencia de un capitalismo imperialista que proporciona niveles
de vida relativamente altos a la clase obrera del centro del sistema, no
llega a vincular emancipación de las mujeres y revolución social.
El estancamiento político y el retraso ideológico de la
mayor parte de los partidos comunistas europeos en el periodo posterior a
la II Guerra Mundial, marcado por la Guerra Fría en el Este y por el
Pacto Social del “Bienestar” , tuvo repercusiones nefastas en el
feminismo vinculado a la III Internacional.
En contraste, al calor del periodo revolucionario vivido
en los años 60 y 70, marcado por el auge de la lucha de clases, la
victoria de la Revolución Cubana, las derrotas de las potencias
coloniales por Movimientos de Liberación Nacional en diferentes partes
del mundo, la victoria de Vietnam y el final de las dictaduras en el sur
de Europa surgieron potentes análisis feministas, que tenían como
referente al marxismo. Estos estudios surgieron fuera de unas
anquilosadas estructuras estatales, que cada vez tenían menos, no sólo
de feministas, sino de comunistas.
Lo más fecundo del pensamiento feminista radical de esa
época supo utilizar eficazmente las herramientas teóricas del marxismo,
del psicoanálisis, de la lucha contra el racismo y del anticolonialismo
de las y los condenados de la tierra. En este ámbito es clave la obra de
dos mujeres: Kate Millet y “Política Sexual” y Sulamit Firestone y su
“Dialéctica de la sexualidad”. En ellas analizan las relaciones de poder
que estructuran la familia, la sexualidad y la opresión racial. Su lema
“lo personal es político” saca a la luz los pilares ideológicos de la
dominación y su relación con estructuras que perpetúan al mismo tiempo
la opresión de clase, de género y la dominación sobre los pueblos.
Más tarde, otras dos mujeres que utilizan la metodología
del materialismo histórico, y por tanto de la lucha de clases como
elemento explicativo fundamental de los procesos sociales, marcan el
feminismo marxista de finales del siglo XX y comienzos del XXI: Sivia
Federici y Gerda Lerner.
Ambas construyen poderosos análisis históricos y
antropológicos situados en etapas muy diferentes, Federici en la
transición del feudalismo al capitalismo y Lerner en la construcción del
patriarcado entre el año 3.500 y el 600 antes de nuestra era en los
pueblos que habitaron Oriente Medio y Asia Central.
3.1. Silvia Federici. Calibán y la Bruja
Sin menospreciar otras aportaciones del feminismo
marxista destaca la obra de Silvia Federici, que constituye la más
importante aportación teórica de los últimos años y que aporta novedades
sustanciales en el análisis de un periodo clave: la transición del
feudalismo al capitalismo. Como ella misma señala, “cada vez que se ha
revisitado esta etapa histórica se han encontrado nuevas perspectivas de
los sujetos sociales y se han descubierto nuevos escenarios de
explotación y resistencia”.
Federici se ha dotado de un objetivo poco común en el seno del
pensamiento feminista: “repensar el desarrollo del capitalismo desde una
perspectiva feminista, evitando las limitaciones de una historia de las
mujeres separada del sector masculino de la clase trabajadora”. Para
concluir con un bagaje crítico de un rigor difícil de igualar que “la
reconstrucción de la historia de las mujeres o la mirada de la Historia
desde el punto de vista femenino implica una redefinición de las
categorías históricas aceptadas, que visibilice las estructuras ocultas
de dominación y explotación”.
Marx en El Capital destruye el mito creado por la
burguesía de una historia del capitalismo vinculada con la libertad y la
realización de derechos y vincula la acumulación originaria con la
expropiación masiva del campesinado europeo y de los pueblos
originarios, con el exterminio masivo de estos últimos, así como con la
esclavitud25.
Federici se ubica en ese marco conceptual, pero sitúa en
el centro del foco de su análisis un fenómeno trascendental, oculto,
mistificado y disociado: la caza de brujas. A través de una
documentación exhaustiva y de su lúcido análisis destaca un hecho
incontestable: el asesinato de cientos de miles de personas, el 80%
mujeres, se produjo en un periodo histórico, los siglos XVI y XVII,
cuando las relaciones feudales estaban ampliamente disueltas; de hecho
Marx sitúa el comienzo de la era capitalista en el siglo XVI y añade
“Allí donde surge el capitalismo hace ya mucho tiempo que se ha abolido
la servidumbre y que el punto de esplendor de la Edad Media, la
existencia de ciudades soberanas, ha declinado y palidecido”26
La autora demuestra que la amplitud geográfica de la
caza de brujas – toda Europa y América – evidencia que la feroz
represión no estuvo sólo vinculada a la iglesia católica, sino que fue
llevada a cabo por todas las variantes del cristianismo hegemónicas en
los diferentes países y contó con la decisiva colaboración del poder
político y con todos sus corifeos: filósofos, juristas, médicos, jueces,
etc. El mito de que fue un vestigio de superstición medieval, arcaico y
lejano en el tiempo – y por tanto desvinculado de la instauración del
capitalismo - se desmorona como un castillo de naipes.
La acumulación originaria de capital tiene en la caza de
brujas un elemento necesario y estructural, relacionada directamente, a
su vez, con la colonización y el esclavismo. La violencia y el terror
masivos sobre los pueblos, y especialmente sobre las mujeres, fueron sus
instrumentos principales.
Federici cita la importancia que para su trabajo tuvo la
obra de María Mies “Patriarchy and Accumulation on a Wold Scale” y la
conexión que en ella se establece entre el destino de las mujeres en
Europa y el de los súbditos de las clases dominantes europeas en las
colonias. Con ello se abrían nuevas perspectivas para comprender el
papel de las mujeres en el capitalismo.
El sugestivo título de la obra de Federici “Calibán y la
Bruja” vincula los dos personajes claves que estructuran su recorrido
histórico en torno a los elementos “Mujer, cuerpo y acumulación
originaria de capital”. Calibán, el cuerpo proletario convertido en una
gran máquina de trabajo, no sólo representa la resistencia anticolonial,
sino que simboliza al proletariado mundial en lucha, a los condenados
de la tierra que se enfrentan al capitalismo. La Bruja encarna el tipo
de mujeres que la feroz represión no llegó a destruir: la partera, la
curandera, la hereje, la independiente, la mujer obeah que envenenaba la
comida del amo e inspiraba la rebelión de los esclavos.
El texto de la canción “Mujer Obeah” de Nina Simone27
trae esos ecos, grabados a sangre y fuego en la memoria colectiva el
pueblo negro americano:
“Soy la mujer de la brujería africana bajo el mar
Para llegar a satanás tienes que pasar a través de mí
Porque conozco a los ángeles por su nombre
Puedo comer el trueno y beber la lluvia
Puedo besar la luna y abrazar al sol
Pero a veces el peso es demasiado grande”.
La tesis central de Calibán y la Bruja, minuciosamente
construida a través de una documentación exhaustiva, plantea que la caza
de brujas – planificada y ejecutada por la férrea alianza entre las
estructuras religiosas y las políticas – fue la respuesta del poder a la
lucha popular que pretendió emanciparse de las relaciones feudales – ya
en franca decadencia – y oponerse a las expropiaciones masivas de
tierras y al cercamiento de los comunes. Frente al mito de la Europa de
los derechos y de las libertades, tan utilizado por las clases
dominantes – Silvia Federici afirma: “La caza de brujas fue el primer
terreno de unidad en la política de las nuevas Naciones-Estado
europeas”.
El objetivo del poder no era sólo arrancar la propiedad
de lo común, sino destruir las relaciones sociales y el poder popular
que se estructuraban en torno a la posesión compartida.
En esas relaciones sociales que tuvieron como centro a
la asamblea campesina y que implican la colectivización de un saber no
controlado por las clases dominantes, el papel de las mujeres era
fundamental. De ese saber formaban parte, además de los conocimientos
relativos a la salud y la enfermedad, todo lo relativo a la sexualidad, a
la fertilidad, al parto y a la reproducción, hecho que en sí mismo era
fuente de independencia y de poder para las mujeres.
La persecución de la curandera, depositaria del saber
empírico, transmitido de generación en generación, fue el precedente
necesario de la institucionalización de la “ciencia” y el desarrollo de
universidades ligadas estrictamente a la iglesia – en las que a duras
penas se abría paso el conocimiento científico - y en las que estaba
absolutamente prohibida la entrada a las mujeres. Se estableció así la
expulsión de las mujeres del saber social, la negación del saber popular
y la aparición de un saber “científico” profundamente misógino y
clasista.
El hundimiento demográfico de los siglos XV y XVI
convirtió las políticas de estímulo de la natalidad en política de
Estado prioritaria y el control del cuerpo y de la capacidad
reproductiva de las mujeres en el objetivo a conseguir a cualquier
precio: “Sus úteros se transformaron en territorio político controlado
por los hombres y el Estado: la procreación fue directamente puesta al
servicio de la acumulación capitalista”.
La acumulación originaria de capital se instauró también sobre el saqueo
masivo y el genocidio fuera de Europa. El exterminio del 95% de los
pueblos originarios de la América colonial se resolvió mediante un
recurso masivo a la esclavitud que tenía connotaciones diferentes a las
de las grandes sociedades esclavistas precedentes y que como demuestra
Marx fue decisiva para todo el desarrollo capitalista.
Patriarcado y racismo se funden pues en el gigantesco
magma de violencia en el que es engendrado el capitalismo y que se hizo
ideología, leyes, bulas papales, corpus científico, cárceles, potros de
tortura y hogueras. El destino de las mujeres rebeldes de las clases
dominantes era el convento o el manicomio. Pero el terror masivo sobre
todo el pueblo y muy especialmente sobre las mujeres, durante más de dos
siglos, fue necesario para producir un proletariado absolutamente
desposeído y condenado a aceptar sin condiciones la bárbara disciplina
fabril. La caza de brujas con su siniestro cortejo de tortura y la
muerte, de pánico arraigado en los cerebros, contribuyó decisivamente a
facilitar el cercamiento de los comunes, la expropiación de la tierra
del pequeño campesinado y sobre todo, a producir una clase trabajadora
sumisa con una clave de bóveda oculta y engendrada mediante el terror:
las mujeres.
Las mujeres obreras peor pagadas que los hombres,
obligadas a asumir la producción y la reproducción de la fuerza de
trabajo, expropiadas de cualquier reconocimiento, poder o independencia,
degradadas, sometidas a la Iglesia, fueron violentamente reprogramadas
para transmitir la ideología dominante.
Si la acumulación originaria, con ese plus de violencia
sobre las mujeres y los pueblos de las colonias, abre paso a la
instauración del capitalismo, la caza de brujas no remite exclusivamente
al pasado sino que como señala Federici “revela aspectos constantes de
las relaciones capitalistas”. La autora refiere como la acusación de
brujería reaparece en África, India, Nepal, Timor, etc exactamente con
los mismos objetivos para privatizar masivamente las tierras y expulsar a
la gente que las explotaba para subsistir y que eran principalmente
mujeres. Las compañías mineras, las multinacionales de los
agrocombustibles, de los transgénicos, de acuerdo con los gobiernos
llevan a cabo expropiaciones masivas que, otra vez, utilizan la
acusación de brujería como pretexto para la represión.
3.2. Gerda Lerner
La vinculación entre patriarcado y esclavismo ha sido
estudiada también por Gerda Lerner, historiadora comunista y
feminista28, que analiza el origen del primero en Oriente Medio y Asia
Central hace cinco milenios. Su obra corrige y desarrolla las
aportaciones anteriores de Engels formulando la trascendental tesis
siguiente “la apropiación por parte de los hombres de la capacidad
reproductiva y sexual de las mujeres ocurrió antes de la formación de la
propiedad privada y de la sociedad de clases. Su uso como mercancía
está, de hecho, en la base de la propiedad privada”. Sus estudios
concluyen que la institucionalización de la esclavitud se inició con la
esclavización de las mujeres de los pueblos conquistados; en cualquier
sociedad conocida los primeros esclavos fueron las mujeres. La
subordinación sexual de las mujeres a los hombres quedó establecida en
los primeros compendios jurídicos aparecidos en la historia. El poder y
la fuerza del Estado la impuso y la dependencia económica del cabeza de
familia la perpetuó. Su conclusión fundamental abre nuevas vías teóricas
y prácticas a la lucha por la liberación de las mujeres: “La esclavitud
de las mujeres, que combina racismo y sexismo a la vez, precedió a la
formación y a la opresión de las clases. Las diferencias de clase
estaban en sus comienzos expresadas y constituidas en función de las
relaciones patriarcales”.
Mucho después de que la subordinación económico-sexual fuera establecida
en estas sociedades arcaicas aún las mujeres conservaban un poder
relativo en función de su papel de depositarias del saber sobre la
enfermedad y la reproducción. Eran las mediadoras por excelencia con la
divinidad que también estaba representada por poderosas diosas.
Este poder también sucumbió. Lerner destaca la relación
directa entre la plena instauración del patriarcado y la aparición de
las grandes religiones patriarcales monoteístas en Europa y Asia. “El
derrocamiento de esas diosas poderosas y su sustitución por un dios
dominante ocurre en la mayoría de las sociedades del Próximo Oriente
tras la consolidación de una monarquía fuerte e imperialista”. En las
grandes religiones patriarcales, cuyo proceso de creación culmina con la
aparición del cristianismo y el islamismo las diosas fueron derrotadas.
De esta forma, las bases ideológicas del patriarcado, íntimamente
vinculadas a la religión y al Estado, conforman la cultura occidental
dominante y atraviesan sus dos pilares fundamentales: los principios
judeocristianos y la filosofía aristotélica. Ambos se crearon y se han
mantenido sobre la negación consciente del saber de la diosa29, y la
devaluación simbólica del papel social de las mujeres.
La relación directa entre patriarcado y esclavismo en
los albores de la humanidad cimenta la constatación de que en las
sociedades de clases – y especialmente en el capitalismo – la opresión
de género redimensiona y amplifica las condiciones de dominación. El
hecho de que el patriarcado como estructura de dominación se haya
perpetuado y reproducido a través de las diferentes formaciones
socio-económicas le hace impregnar profundamente estructuras simbólicas y
esferas de lo inconsciente que configuran las identidades personales y
colectivas, además de atravesar toda la superestructura ideológica y
material característica de cada estructura social.
Las contribuciones de la historiadora comunista
austriaca, que trabajó codo con codo con Ángela Davis y las Panteras
Negras, aunque por otros caminos, comparte conclusiones fundamentales
con Silvia Federici. La relación entre género, raza y clase se entrelaza
con el vínculo entre la caza de brujas, el esclavismo y la acumulación
originaria, permitiendo profundizar en la coherencia interna entre la
lucha feminista, la lucha contra la discriminación racial y el combate
comunista por la emancipación de clase. Se refuerza así el principio
comunista básico de que la lucha revolucionaria de la clase obrera por
su emancipación es imposible si no implica la liberación de todos los
oprimidos en función del género, nacionalidad, raza, etc.
Algunos apuntes sobre la crisis del feminismo radical
No pretendo analizar aquí las razones del debilitamiento
del feminismo radical pero no cabe duda que tuvo una contribución
fundamental el predominio progresivo que fueron adquiriendo posiciones
individualistas e intimistas que relegaban, o no contemplaban en
absoluto, la teoría y la práctica de la lucha de clases. Al igual que el
modelo burocrático de socialismo supuso al mismo tiempo un ramplón
reduccionismo economicista que ignoró la segunda mitad de la frase de
Lenin. “El socialismo es la electrificación, más el poder de los
soviets” y toda la función emancipadora general de la revolución
socialista, el feminismo que reniega de posiciones de clase es
fácilmente asimilado por la ideología capitalista dominante. Y no
solamente se trata del cinismo de exhibir como una conquista de la
igualdad el que haya muchas mujeres ministras, mientras más del 70% de
las trabajadoras en paro en el Estado español no cobra ningún tipo de
subsidio.
El enfrentamiento entre sexos dentro del movimiento
obrero y popular es utilizado por el poder para dividir organizaciones.
James Petras denuncia en un informe el papel de las ONGs en los intentos
de destrucción de las organizaciones del pueblo30. En concreto trata de
la presión desatada por una ONG en el comité de mujeres del Movimiento
de los Sin Tierra (MST) de Brasil, que además ofrecía generosa
financiación, para que las mismas abandonaran su importante
participación en la lucha de clases y en la ocupación de tierras – en
las que inscribían sus reivindicaciones de igualdad de género - y se
ciñeran a demandas minimalistas, exclusivamente feministas.
La integración en la ideología dominante de este
feminismo devaluado, mutilado de su imprescindible dimensión de clase,
está rindiendo bien pagados servicios a un imperialismo más criminal que
nunca. Las ONGs de “cooperación”, buena parte de las cuales centra sus
actividades en la “línea de género”, utilizan los fondos que reciben de
los gobiernos para arropar ideológicamente las guerras imperiales con el
discurso de la guerra humanitaria y de los derechos, sobre todo, de las
mujeres. Muchas de ellas contribuyeron a la difusión de la mentira
construída de que la invasión de Afghanistán tenía algo que ver con el
burka o de que la guerra declarada por el imperialismo
euroestadounidense y sionista contra los pueblos de África y Oriente
Medio tenga como objetivo acabar con la opresión de las mujeres en sus
países respectivos.
La historiadora vasca Alicia Stürtze31 plantea que el
feminismo occidental dominado por las privilegiadas mujeres blancas pone
en un primer plano la denuncia del sistema patriarcal dominante en gran
parte de los países del Tercer Mundo, de forma que, "con un racismo
latente", relega los intereses fundamentales de sus hermanas negras,
latinas o asiáticas. Ella plantea que incluso el feminismo de clase no
ha levantado con la suficiente fuerza "la condena sistemática del ajuste
estrucutral impuesto por el banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional causante de una creciente pobreza y de la reducción de los
servicios públicos y, como consecuencia la acentuación de una tragedia
que, según parece no capta lo más mínimo la atención del movimiento
feminista occidental actual a quien aparentemente no interesa la mujer
en su función reproductora".
La autora vasca une su voz a la de la comunista
afroamericana Angela Davis32, creadora entre otros, del antológico libro
“Mujeres, raza y clase” en el que se pregunta: ¿Cómo es posible que
habiéndose gestado el feminismo americano, como movimiento y teoría
política, en el seno de las luchas abolicionistas y obreras de finales
del siglo XIX, la voz y las reivindicaciones de las mujeres negras hayan
sido sistemáticamente invisibilizadas por el feminismo blanco liberal?
Stürtze destaca el hecho abrumador de que el 99,5% de las mujeres
muertas en el mundo (1.600 al día) a causa de complicaciones
relacionadas con el embarazo parto y puerperio han nacido en países
empobrecidos. La Tasa de Mortalidad Materna se considera en Salud
Pública como uno de los indicadores más sensibles para medir las
desigualdades sociales; lo que equivale a decir que estas muertes
dependen casi exclusivamente de factores socio-económicos – es decir del
capitalismo imperialista - y son perfectamente evitables.
Frente a hechos como éstos Alicia Stürtze levanta
intervenciones de portavoces de asociaciones progresistas de mujeres
árabes y africanas en las que denuncian que en foros internacionales
destinados a tratar de la situación de las mujeres del "Tercer Mundo"se
de prioridad a “temas tan del gusto occidental como la circuncisión
femenina o el velo”. Sus palabras son tann contundentes como las
siguientes: “Esas salvadoras blancas, de clase media.... que sólo
defienden sus intereses y no los de las mujeres pobres..defienden el
derecho al aborto, pero no la esterilización involuntaria a mujeres del
tercer Mundo... (...) La campaña occidental contra la circuncisión
femenina crea la impresión de que ésta constituye el eje de la opresión
de la mujer musulmana y de hecho distrae la atención de los verdaderos
problemas de la desigualdad de las mujeres que no han hecho sino
aumentar desde que Egipto estableció estrechos vínculos con EE.UU. e
Israel”.
Campañas como la llevada a cabo en 2002 por Amnistía
Internacional para “salvar a Amina” de la lapidación33, que recorrió
Europa y EE.UU pidiendo mensajes de apoyo en la web
amnistiapornigeria.org, coincidió curiosamente con una importante
ofensiva de EE.UU. contra Nigeria34. La “tranquila ofensiva” iba
destinada a conseguir que el país africano abandonara la OPEP y
aumentara la producción de petróleo en función de los intereses de las
grandes potencias en vísperas de la invasión de Iraq35.
La autora vasca concluye su lúcido análisis con estas
recomendaciones al movimiento feminista:"Desde mi perspectiva, la mejor
ayuda que podemos prestar a las mujeres del Tercer Mundo es condenar por
principio y desde una posición abiertamente antiimperialista, todas las
intervenciones humanitarias internacionales que no sirven más que a los
intereses de las grandes potencias y que, encima, “maquillan” la
creciente presión del BM y del FMI... (...) Tampoco nos vendría mal, de
paso, atemperar algo nuestro etnocentrismo (la creencia de que nuestra
representación del mundo es la más justa) y ese superior sentido
misionero con que a los hombres y mujeres occidentales parece que nos ha
marcado la civilización judeo-cristiana”36.
La denuncia de Alicia Stürtze sobre el empeoramiento de
las condiciones de vida de la población en general y de las mujeres en
particular entronca con el nuevo “cercamiento de los comunes”, que tiene
lugar muchos países de África, Asía y América de la mano de los ajustes
estructurales, de la masiva privatización de tierras y de la expulsión
de las mismas de sus habitantes. Las presiones coordinadas de las
grandes multinacionales (de la minería, del petróleo, de la industria
textil o alimentaria) y del BM y el FMI a través de la complicidad y/o
la extorsión de los gobiernos, acaban con una pequeña propiedad y
tierras comunales que permitían subsistir a millones de personas y que
eran trabajadas fundamentalmente por mujeres. Para facilitar la
expropiación masiva, llevada a cabo con la complicidad directa de los
gobiernos localesse utiliza nevamente la acusación de brujería
De hecho, el Banco Mundial plantea que esa agricultura de subsistencia
es la causa de la pobreza, cuando como plantea Federici “la agricultura y
el comercio de susbsistencia son la diferencia entre la vida y la
muerte para millones de personas”.
De la misma forma que Marx analiza en la acumulación
originaria de capital, las expropiaciones masivas– violentas siempre –
convierten la tierra en capital y lanzan a la miseria a millones de
personas trabajadoras "libres", muchas de ellas niñas y niños, que
serán, ahora, presa fácil de las condiciones de trabajo semi-esclavas de
las fábricas deslocalizadas de empresas multinacionales, cerrándose así
el círculo.
Silvia Federici denuncia la profunda hipocresía y los intereses
estrictamente capitalistas que se ocultan tras esa mentalidad
“misionera” que criticaba Stürtze, ahora “onegera”, vinculada a los
microcréditos y vendidos como “empoderamiento” de las mujeres. “En
realidad – dice Federici – en lugar de aliviar ala pobreza, lo que la
microfinanciación ha hecho es llevar toda esa esfera de actividades que
tenía lugar al margen del mercado, dentro del mismo y bajo el control de
los bancos. De hecho, tras años de microfinanciación tenemos un
registro muy negativo, en el que muchas mujeres se ven cargadas de
deudas que no pueden pagar”. Y es en este escenario en el que se recrea
la caza de brujas con el mismo objetivo de eliminar una figura clave en
las relaciones sociales comunitarias, identificadas por el capital como
un obstáculo para el mercado. Veo la caza de brujas – dice Federici –
como parte de este proceso más amplio de nuevos cercamientos. Supone la
privatización de tierras y relaciones sociales y afecta principalmente a
mujeres porque se dirige directamente contra las formas de reproducción
de subsistencia que no se orientaban hacia el mercado”37.
Conclusiones:
Tras esta aproximación a algunos de los hitos
fundamentales de la teoría y de la práctica del feminismo marxista
pueden apuntarse algunas ideas a modo de conclusiones.
A lo largo de la historia ha habido posturas
confrontadas dentro del marxismo en relación con la liberación de las
mujeres. Los periodos álgidos de la lucha de clases y antiimperialista,
son también momentos de avance del feminismo marxista. Lo contrario es
también cierto. La hegemonía del reformismo en los partidos comunistas
conlleva el olvido de la lucha feminista. Las posiciones reformistas, en
las que subyacen importantes dosis de reduccionismo economicista, son
expresiones conservadoras del orden de dominación – de clase y de género
– establecido.
La acumulación originaria de capital implicó no sólo la
expropiación de tierras, el cercamiento de los comunes y la esclavitud
de la mano del colonialismo. Para que fuera posible tuvo que destruir
las relaciones sociales comunitarias y el relativo poder de las mujeres.
La caza de brujas fue la respuesta a la resistencia popular frente a la
violencia con que se implantaba el nuevo orden capitalista y
patriarcal.
Si la expropiación del pueblo y la degradación de las mujeres fueron de
la mano en la creación de las relaciones sociales capitalistas, y con
ellas del proletariado, la lucha por el socialismo y por el derecho de
autodeterminación de los pueblos requieren, también, una gran batalla
ideológica para arrancar las raíces de la alienación y recuperar el
poder real y simbólico del pueblo38. En ese proceso de construcción de
las vías de liberación e identidad popular juega un papel clave la
reconstrucción y adaptación de las señas de identidad y poder simbólico
de las mujeres, amputadas por el patriarcado y el capitalismo.
El hecho de que caza de brujas, colonización y
esclavismo pertenezcan a un mismo contexto histórico y político, el
nacimiento del capitalismo, marca la necesidad de unidad en la lucha
entre los y las condenadas de la tierra y la evidencia de que ninguna
clase o sector social puede ser libre sin liberar al resto de los y las
oprimidas.
La crisis estructural del capitalismo y su desesperada
búsqueda de nichos de beneficio saca otra vez a escena nuevas/viejas
formas de acumulación de capital en el que las relaciones de opresión y
explotación se entrecruzan: esclavismo, patriarcado, racismo, dominación
cultural y lucha de clases.
La lucha internacionalista que inevitablemente se
enfrenta a vida o muerte a la necesidad de destruir el capitalismo y
construir el socialismo debe ser obrera, mujer, de todas las razas y de
los pueblos por sus derechos nacionales.
NOTAS:
1 Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/
2Texto citado por Andrea D´Atri en su interesante
aportación “Feminismo y marxismo: más de 30 años de controversias”
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=7972
3http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/sagfamilia/
4http://www.facmed.unam.mx/deptos/salud/censenanza/spivst/spiv/situacion.pdf
5Op. Cit., p. 236
6http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
7Clara Zetkin “La cuestión femenina y la lucha contra el
reformismo”http://www.icesecurity.org/feministas/LA%20CUESTION%20FEMENINA%20Y%20LA%20LUCHA%20CONTRA%20EL%20REFORMISMO.pdf.
P. 31
8 Op. Cit., p.34
9 Carlos Marx “La guerra civil en Francia”
(1871)http://investigacion.politicas.unam.mx/teoriasociologicaparatodos/pdf/Teor%EDa%201/Marx%20-%20La%20guerra%20civil%20en%20Francia.pdf
10En el VII Congreso Extraordinario realizado del 6 al 8
de marzo del 1918, Lenin presentó una resolución sobre la propuesta de
cambio de nombre del Partido y de modificación de su programa. La
relación con la Comuna de París es, en ambos casos, destacable:“El
congreso decide que en el futuro nuestro Partido (el Partido Obrero
Socialdemócrata Bolchevique de Rusia) se llamará el Partido Comunista de
Rusia, con la palabra “Bolchevique” entre paréntesis agregada. La
modificación de la parte política de nuestro programa […] debe consistir
en la definición, lo más precisa y completa posible, del Estado de
nuevo tipo , la Republica de los Soviets, como forma de dictadura del
proletariado y continuación de las conquistas de la revolución obrera
internacional, inaugurada por la Comuna de París.” (II:
630).http://redroja.net/index.php/pensando-criticamente/957-marx-la-comuna-de-paris-y-el-proyecto-comunista
11http://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/
12http://www.poemas-del-alma.com/miguel-hernandez-el-nino-yuntero.htm
13http://pedrogarciamartin.blogspot.com.es/2011/04/explotacion-infantil-durante-la.html
14 San Martin, H (1984) La Crisis Mundial de la Salud, p.146
15http://www.rebelion.org/noticia.php?id=7972
16Op. Cit.
17http://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm
18Palabras de A. G. Goijbarg, responsable del comité
redactor del Código de
Familia(1918)http://ateaysublevada.over-blog.es/article-la-union-sovietica-el-primer-pais-en-que-el-aborto-fue-legal-y-gratuito-100701696.html
19Tomado de Sharon Smith “Marxismo, feminismo y liberación de la mujer”http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5761
20http://www.icl-fi.org/print/espanol/spe/37/tesis.html
En este enlace pueden consultarse las "tesis de la Internacional Comunista sobre el trabajo entre las mujeres
21En los primeros tres meses de 2013 en un hospital
público de Madrid a14 trabajadoras eventuales que habían sido madres o
estaban a punto de serlo no les fue renovado su contrato de
trabajo.http://rsocial.elmundo.orbyt.es/epaper/xml_epaper/El%20Mundo/14_04_2013/pla_11014_Madrid/xml_arts/art_14319803.xml?
22Clara Ztekin “Sobre la liberación de la mujer” (Recuerdos sobre Lenin)http://www.revolucionobrera.com/documentos/rmujer.pdf
23http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/opinion/1423-brujas-en-la-noche
24Un reciente análisis del mito del Estado del Bienestar
puede consultarse
enhttp://redroja.net/index.php/comunicados/831-el-mito-de-la-vuelta-al-estado-del-bienestar-otro-capitalismo-es-imposible
25 “Si el dinero, como dice Augier, viene al mundo con
manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y
lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los
pies”.http://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm
26Op cit. Pág 106
27http://letras-de-cancion.com/canciones/show/221809/nina-simone/letras-y-traducciones-de-cancion-obeah-woman/
28
Gerda Lener, nacida en Austria, vivió en EE.UU, país al que llegó
huyendo de la persecución nazi. Allí desarrolló sus obras y su práctica
militante en torno a la liberación de la mujer y la opresión racial.
http://www.herramienta.com.ar/cuerpos-y-sexualidades/gerda-lerner-feminista-e-historiadora-injustamente-olvidada
29Iñaki Gil de San Vicente cita la obra de Gerda Lerner
para ilustrar el surgimiento del patriarcado como primera gran ruptura
en la unidad social del conocimiento humano, y a partir de ella, el
estallido de la pugna de fuerza y poder en las colectividades humanas y
entre ellas mismas. Ver “Emancipación nacional y praxis
científico-crítica”http://www.rebelion.org/noticia.php?id=22123
30“Duro alegato de James Petras contra el accionar de
las ONGs. Acusación de emprender una campaña cloroformante y
despolitizadora”.http://www.servicioskoinonia.org/relat/207.htm
31 Alicia Stürtze “Feminismo de clase”.http://generoconclase.blogspot.com.es/2011/01/feminismo-con-clase.html
32 Su biografía y el libro “Mujeres, raza y clase”
pueden encontrarse
en:http://es.groups.yahoo.com/group/foro_centenario/message/50243
33 http://www.cesarsalgado.net/200205/020524.htm
34 Le Monde Diplomatique “Tranquila ofensiva
estadounidense sobre el oro negro
africano”http://monde-diplomatique.es/2003/01/servant.html
35 Para un análisis de la emigración, las riquezas
naturales, la lucha contra el neocolonialismo y el AFRICOM en Nigeria
puede verse: “Nigeria: lucha de clases en el corazón de las tinieblas.
Maestro. A. (2007) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=56890
36 Alicia Stürtze. Op. Cit.
37 Entrevista a Silvia Federici para nodo 50: http://info.nodo50.org/La-caza-de-brujas-revela-aspectos.html
38Toda la obra de Iñaki Gil de San Vicente está
atravesada por el análisis inseparable de los tres elementos: opresión
de clase, patriarcado y opresión nacional y por la defensa de una praxis
política que las incluya. Destaco este fundamental artículo: “La
dialéctica como arma, método, concepción y arte”
http://www.rebelion.org/docs/55787.pdf
Viernes 6 de septiembre de 2013
por
CEPRID
Violencia contra la mujer, queda mucho por resolver en Latinoamérica
Cira Rodríguez, Liset Salgado, Deisy Francis, Isabel Soto, Liomán Lima,
Elsy Fors y Duber Piñeiro
Prensa Latina
Una de cada tres mujeres en Latinoamérica sufre algún tipo de violencia
física y un 16% ha sido víctima de violencia sexual alguna vez en su vida.
República Dominicana es tercer país a nivel mundial en tráfico ilícito de
personas, especialmente mujeres. Latinoamérica tiene mucho que resolver en
el combate a la violencia contra la mujer, pues en sus países el 90% de los
casos quedan impunes, (...) - Latinoamérica
Siete de cada 10 mujeres bolivianas víctimas de violencia sexual
Prensa Latina y Agencia Boliviana de Información
CEPRID
Siete de cada 10 mujeres bolivianas sufrieron alguna vez en su vida algún
tipo de violencia sexual, desde acoso, abusos deshonestos, estupro y
violaciones, revela el informe “Violencia Sexual contra las Mujeres”,
difundido este miércoles por la Defensoría del Pueblo.
El documento señala que anualmente se registran más de 14 mil denuncias de
violencia sexual contra mujeres, niñas y adolescentes, de las cuales 60%
suceden en los hogares de las (...) - Latinoamérica
Feminicidio en México: negativa a los derechos conquistados por la lucha feminista
Juliana G. Quintanilla, Paloma Estrada Muñoz, José Martínez Cruz y Marco
Aurelio Palma
CIDH Morelos
La vida y la libertad de las mujeres están en el centro de la violencia
feminicida.
Las mujeres mueren violentamente a manos de quienes ejercen un poder de
manera impune. En las relaciones sentimentales se impone la lógica del
control, del sometimiento, de la imposición de roles y papeles
establecidos, donde el hombre mantiene toda clase de privilegios y pretende
que las mujeres sean relegadas a (...) - Latinoamérica
Brasil: La carne más exótica del mercado
Jarid Arraes
Mulher Dialética
TRADUCCIÓN DE BRISA ARAUJO
Niñas y mujeres de los más distintos contextos sociales sufren con la
sensualización impuesta por la sociedad. Las mujeres negras, sin embargo,
necesitan lidiar con estereotipos raciales que las hipersensualizan no sólo
por su género, como también por su color.
Cuando a la mujer negra no se le considera repulsiva debido a su piel, es
blanco de una objetificación racista – es considerada exótica. Estos
estereotipos acaban por naturalizar la (...) - Latinoamérica
La violencia contra las mujeres y el Estado indio
Mrinalini Paul
CEPRID
Traducido por María Valdés
Con el fin de ejemplificar el papel del Estado este trabajo intenta tocar
ampliamente dos conceptos que forman parte de la naturaleza misma del
Estado: justicia y violencia. El primero se supone que sirve para ser
protegidos por el Estado; el segundo se utiliza para ejercerla contra los
enemigos de ese Estado. Es claro que ésta es una visión simplista y
unidimensional, pero sirve como punto central de este trabajo que trata
sobre la peligrosa (...) - Asia
Para la casta “pura” sí importa una violación en la India
Suraj Yengde
CEPRID
Traducido por María Valdés
“A la mujer no le importa la edad de la persona si quiere tener relaciones
sexuales” (1)
“Ella sólo ama los adornos, el dinero y la ropa; está llena de deseos
sexuales, es traidora y egoísta” (2)
Estas son las citas del texto sagrado brahmánico “Manusmriti”, que inspiró
el gobierno de esta casta sobre las vidas de millones de indios por un
tiempo considerable durante los últimos 2.000 años.
Introducción
Las recientes protestas en la capital y en otros (...) - Asia
Dawah e islamofobia: ¿Romperá el feminismo islámico esa alianza hegemónica?
Natalia Andújar CEPRID
El pasado lunes 22 de julio, leíamos en la prensa que el PSOE de Ceuta
había denunciado el contenido de una conferencia emitida por RTVCE[1], por
“atentar” supuestamente “contra la dignidad de las mujeres”[2]. Se
iniciaron entonces una serie de acusaciones y denuncias mutuas, entre la
formación socialista y el conferenciante en cuestión, Malik ibn Benaisa
[3], que han desembocado en la ruptura del PSOE de Ceuta de todas sus
relaciones con Caballas[4], otra formación ceutí, (...) - Unión Europea
Malala Yousafzai y el complejo salvador blanco
Assed Baig
Huffingtonpost
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés
Cuando Malala Yousufzai recibió un disparo en la cabeza por pistoleros
talibanes simplemente porque quería obtener una educación envió ondas de
choque en todo el mundo.
De inmediato los medios de comunicación occidentales se ocuparon del
asunto. Los políticos occidentales hicieron un montón de declaraciones y
pronto se encontró en el Reino Unido. La forma en que Occidente reaccionó
me hizo cuestionar las (...) - Oriente Medio
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