En memoria de Germán Rodríguez. Muerto por disparos de la policia el 8 de Julio de 1978, en la Plaza de toros, en los Sanfermines. Otro crimen aun impune. Unas letras para no olvidar. Vicente A. Lopez
Lecturas contra el olvido
"... mantener en el recuerdo los sanfermines de 1978 «para
hacer de la memoria del pasado una reafirmación de nuestra rebeldía
actual, porque recordar el pasado es un trampolín para la resistencia
del presente y del futuro».
Hoy se cumplen 35 años del asesinato de un joven comunista de la LCR (LKI). En su memoria unas letras para no olvidar.
LOS HECHOS
(IN MEMORIAM) Germán Rodríguez
Kaos en la Red –
El joven Germán Rodríguez caía asesinado el 8 de julio de 1978 en la plaza de toros de Pamplona.
(El día 11 del mismo mes era asesinado Joseba Barandiarán Urquiola en Donostia, cuando se manifestaba en repulsa por el asesinato de Germán. No olvidamos Joseba.)
Al finalizar la tradicional corrida sanferminera, tras haberse desplegado una pancarta en los tendidos de la plaza, amparándose en esa excusa (“politizan la fiesta”, dijeron), una compañía de policías “antidisturbios” (id esta, una compañía de la policía fascista) entró en el ruedo pamplonés. A sangre y fuego, cargando contra los ciudadanos que se disponían a salir del tendido, disparando a discreción y arrollando a cualquiera que se les pusiese por delante.
Cuentan las crónicas fiables, que los asistentes se refugiaron de nuevo en las gradas y desde allí se defendieron como pudieron lanzando botellas y almohadillas hasta que las “Fuerzas de Seguridad del Estado” tuvieron que retirarse. Para entonces, Germán Rodríguez yacía con un balazo en la cabeza. Era militante de la LKI, la Liga Comunista Revolucionaria, un grupo de la izquierda comunista de orientación trotskista cuyos postulados defienden ahora admirablemente compañeros vinculados a Espacio Alternativo y a la Fundación Andreu Nin.
Los enfrentamientos con las fuerzas policiales prosiguieron fuera de la plaza. Alrededor de cien ciudadanos fueron heridos, diez de ellos de bala. Los sanfermines se suspendieron.
Nunca se ha sabido quién dio la orden de entrar en la plaza a balazo sucio ni, desde luego, qué policía mató a Germán Rodríguez. Se inició, dicen, una investigación. Nunca dio resultados. La oscuridad y el olvido fueron sus normas. Nadie fue castigado ni destituido, ni los mandos policiales ni el gobernador civil de la provincia.
El asesinato del joven revolucionario Germán Rodríguez sigue siendo todavía un crimen impune que no es considerado, como parece preceptivo, un acto de terrorismo de Estado. No hay en este caso ninguna víctima del terrorismo.
El ministro del interior, el entonces dirigente político de la UCD, antiguo gobernador civil franquista de amplio, temible y viejo currículo, era entonces el señor Martín Villa, el mismo ciudadano que años después dirigió una corporación eléctrica multinacional que entró igualmente a balazo limpio en territorios chilenos, el mismo que actualmente ostenta, con exquisitos modales, la presidencia de Sogecable.
Sogecable es parte del holding de PRISA, la editora de El País, una publicación que ha formado culturalmente, o cuanto menos ha influido ideológica y políticamente durante más de veinte años — su desprestigio actual es un dato sociológico sin duda relevante —, a las élites de este país.
El señor Martín Villa, el presidente de Sogecable, ex ministro del interior, el gobernador civil franquista y ex presidente de una corporación eléctrica, jamás pidió disculpas por lo sucedido. Ni pensó en ello seguramente. Entraron, dispararon, asesinaron. Sin perdón, sin piedad, a sangre fría.
Este señor presidente se asoma de cuando en cuando a una tertulia de la cadena SER —ya definitivamente encadenada a los amos del medio — en la que suele intervenir el señor Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE. Lo hace para felicitarle y para mostrarle su amistad. No sólo eso. Cuando cumplió su nonagésimo aniversario fue él, según dicen, el señor ex ministro en tiempos del asesinato de Germán Rodríguez, quien organizó una fiesta de homenaje y cumpleaños.
Esta sinrazón política, este disparate cultural, esta abyección inimaginable, este entreguismo sin límite ni mesura, suele ser visto, leído y voceado como un ejemplo positivo de conciliación política. La cara amable y modélica de la transición política monárquica. Llamar bondad a la rendición, al ocultamiento, a la mentira, al haber ejercido mando en plaza sin temblor en las manos ni en el alma, a eso se le llama veracidad y avance social.
Mientras no consigamos que la crónica histórica que la ciudadanía haga suya descalifique por razones y sentimientos de peso y justicia esos comportamientos truculentos, estos asesinatos impunes, esas conversiones sin conversión, esos respetados presidentes que jamás han renunciado a su oscurísimo pasado, esas entregas políticas suicidas en aras a la denominada razón de Estado, vendidas y presentadas —con las lágrimas de rigor — como ejemplo de patriotismo y generosidad, mientras no consigamos, digo, que la ignominia sea considerada ignominia, todo seguirá estando perdido.
Todo está por hacer y, desde luego, todo es posible.
El día 11 del mismo mes era asesinado Joseba Barandiarán Urquiola en Donostia, cuando se manifestaba en repulsa por el asesinato de Germán. No olvidamos Joseba.
Más conocido como Joseba Barandiaran (Astigarraga, 11 de noviembre de 1959 - San Sebastián, 11 de julio de 1978). Fue una joven víctima de la represión policial durante la Transición Española. Barandiaran era un joven vasco de ideología abertzale, que perdió su vida durante una manifestación en 1978.
Los trágicos Sanfermines de 1978
Unos días antes de su muerte, el 8 de julio, en los Sanfermines de Pamplona, se produjeron graves incidentes entre la Policía Armada y personas que asistían a las fiestas. Fruto de estos incidentes falleció una persona, Germán Rodríguez, mortalmente herida de bala por la policía. Estos sucesos son conocidos como los Sanfermines de 1978 y constituyen uno de los episodios más violentos y conocidos de represión policial durante la Transición Española
A raíz de este suceso se declaró una huelga general de carácter político en el País Vasco y Navarra y se repitieron incidentes violentos en numerosas localidades vascas y navarras. En una de estas manifestaciones de protesta, celebrada en San Sebastián, el 29 de mayo, resultó muerto el joven Joseba Barandiaran.
La muerte de Joseba se produjo durante un enfrentamiento entre policía y manifestantes en la confluencia de las calles San Bartolomé y la Cuesta de Aldapeta del Centro de la capital guipuzcoana. Barandiaran resultó mortalmente herido de bala en el pecho y falleció casi en el acto. Una comisión ciudadana, encargada de investigar los hechos acusó unos meses más tarde a la Policía Armada de ser la autora de los disparos. Las investigaciones judiciales llevadas a cabo en los años posteriores demostraron que el disparo había partido de las filas de las Fuerzas de Orden Público, pero el caso Barandiaran fue sobreseído provisionalmente 7 años más tarde al no llegar a poder ser identificado el autor de los disparos que acabaron con la vida del joven.
El ayuntamiento de San Sebastián, ante las solicitudes de numerosos vecinos de Astigarraga decidió dar el 14 de marzo de 1980 el nombre de Joseba Barandiaran a una plaza de dicho pueblo (que por aquel entonces dependía como barrio de San Sebastián). En la actualidad sigue habiendo una Plaza Joseba Barandiaran/Joseba Barandiaran Plaza en Astigarraga.
Incluyo un artículo de Ramón Andrés Contreras en Vientosur
Sanfermines 78, 35 años de lucha
Aniversario del asesinato de Germán Rodríguez
Ramón Andrés Contreras López
Martes 2 de julio de 2013 - Para: Vientosur
El próximo 8 de julio hará treinta y cinco años desde aquellos sucesos: la entrada y carga indiscriminada de la policía en la plaza de toros causando decenas de heridos y el posterior asesinato del joven Germán Rodríguez en la Avenida de Roncesvalles y, días más tarde, de Joseba Barandiarán en Donostia. Las fiestas rotas y una ciudad herida en lo más profundo; herida que aún no se ha cerrado y de la que sigue manando indignación y demanda de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.
En estos años hemos visto cómo cada vez hay más personas y organizaciones que se suman al esfuerzo colectivo por desmontar la enorme injusticia que supuso tanto el franquismo como la mal llamada “transición”. Y lo hacen, no como un ejercicio de nostalgia, sino como un elemento de lucha y movilización. El empeño por contar nuestra verdad, por reflejar nuestra historia está presente hoy día junto a la lucha contra los desahucios, los recortes sociales, las agresiones a la mujeres, la carencia de futuro de la juventud… Batallando contra la impunidad y por el castigo a los culpables de aquellos crímenes estamos contribuyendo a comprender mejor las actuales agresiones y a cambiar la injusta situación que padecemos.
Este treinta y cinco aniversario coincide con la apertura de un proceso judicial por parte de un juzgado de Argentina, la querella 4591/10, que pretende amparar las denuncias por genocidio y delitos de lesa humanidad cometidos por el régimen franquista.
Se trata de aplicar los principios de justicia universal, por los que se reconoce el derecho de los tribunales de justicia de cualquier país a ejercer, en nombre de la Comunidad Internacional, jurisdicción sobre delitos de especial gravedad. Delitos que por su naturaleza son conceptualizados como crímenes imprescriptibles y no amnistiables. Y entre los que consideramos que se encuentran los cometidos en julio de 1978.
Por eso, entre los cientos y cientos de personas que han presentado su denuncia ante este tribunal, se encuentran también algunos de los heridos en los sucesos de Sanfermines de 1978; la propia asociación Sanfermines 78 Gogoan! se ha personado como denunciante, solicitando que se acabe con la impunidad de los culpables y que sean juzgados. Para las personas que formamos parte de esta asociación se trata de un paso más en la recuperación de nuestra memoria, entendiendo que este empeño constituye un imperativo ético irrenunciable. Se trata de avanzar en el camino por arrojar luz sobre las víctimas inocentes y restituir a nuestro pueblo la dignidad perdida.
También es una forma de romper con la impotencia que sentimos por la impunidad durante todos estos años, que es otra forma de corrupción y abdicación de los principios democráticos, y de quebrar el muro de inanición vergonzosa de los tribunales de justicia del Estado español. Se trata de una oportunidad para apoyar desde el discurso de los derechos humanos, la exigencia de la justicia necesaria para poner fin a la situación de desmemoria, dejación e impunidad con que se han tratado estas cuestiones. No sabemos hasta dónde podrá llegar el tribunal argentino, pero vamos a aprovechar la rendija que se nos ofrece para dar a conocer al mundo lo que aquí pasó y sobre todo cómo se ha amparado y protegido a los culpables. Por eso la causa abierta en Argentina va a tener un especial protagonismo en la conmemoración de este 8 de julio en Iruñea.
Igualmente coincide esta fecha con el anuncio de una posible aprobación por el Parlamento navarro de una Ley Foral sobre la Memoria Histórica.
Debemos poner todos nuestros esfuerzos para que esa ley sea un paso para acabar con el silencio de unas instituciones que hasta ahora han minimizado los derechos de las personas represaliadas, encarceladas, asesinadas, desaparecidas, torturadas… Para que no se convierta en un apuntalamiento del modelo español de impunidad, instituido por la ley de punto final de 1977 llamada de “amnistía”, que ha impedido la aplicación de la justicia y ha negado la reparación a que tienen derecho las víctimas.
También debería incluir a todas las víctimas de la llamada “transición” como son las de julio de 1978 y tantas otras que no han encontrado ningún reconocimiento ni amparo por parte de las instituciones.
Para ello resulta imprescindible contar desde el principio con la participación de las organizaciones memorialistas que trabajan en Navarra, recogiendo sus aportaciones e incluyéndolas en el texto que se apruebe.
Mientras tanto seguiremos acudiendo como cada 8 de julio a la estela de Germán, con nuevos ánimos para seguir en la brecha, porque, parafraseando al poeta Gabriel Celaya, la memoria, como la poesía, es un arma cargada de futuro.
Ramón Andrés Contreras López, en nombre de la Plataforma sanfermines78: Gogoan! Ekimena
Homenaje a Germán Rodríguez en el 35 aniversario de su muerte a manos de la policía
Como cada 8 de julio, numerosas personas se han reunido en Iruñea para recordar a Germán Rodríguez 35 años después de su muerte en sanfermines del 78 por disparos de la Policía.
Cientos de personas se han reunido en la avenida Roncesvalles de Iruñea para recordar a Germán Rodríguez en el 35 aniversario de su muerte por disparos de la Policía española en los sanfermines de 1978.
El acto ha estado protagonizado por la música, los bertsos y la poesía y ha vuelto a denunciar, un año más, aquella actuación policial que aún sigue impune. Los acordes de la canción ‘8 de julio Germán’ han acompañado los movimienos de una joven que ha ido desplegando sobre el suelo un ejemplar de ‘Egin’ que recogía en portada lo ocurrido durante aquel fatídico día. Alrededor de esas páginas han bailado seis parejas que, a continuación, han depositado ante la estela los claveles rojos que llevaban.
Durante el homenaje han recordado la importancia de mantener en el recuerdo los sanfermines de 1978 «para hacer de la memoria del pasado una reafirmación de nuestra rebeldía actual, porque recordar el pasado es un trampolín para la resistencia del presente y del futuro».
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