Trapos sucios en Bangladesh

¿Que diferencia hay entre esta explotación, entre este terrorismo patronal y el que practicaban los patronos en los inicios del capitalismo?

Las instituciones nacionales e internacionales, gobiernos, OIT, ONU, policías, jueces, fiscales, parlamentos de los países capitalistas... ¿No sirven para dar cobertura legal a esa explotación, a ese terrorismo, a ese empobrecimiento cada día mas generalizado,  para proteger esta mafia internacional, sus privilegios, su acumulación de beneficios sin importar el hambre, la muerte, la enfermedad, de millones de hombres y mujeres de nuestra clase, la clase obrera, las capas populares de todo el planeta.. salvo en las pocas zonas del mundo donde lxs trabajadorxs, los pueblos han conseguido liberarse en parte de la dominación capitalista?

¿No se preguntan por que Caritas española declara públicamente el pasado verano que no aceptaría la comida  sacada de grandes supermercados por el Sindicato Andaluz de Trabajadores, para denunciar la situacion de hambre planificada que sufren ya muchas familias obreras y populares en nuestros pueblos, y sin embargo reciben con parabienes y bendiciones al dueño de ZARA y un millón de euros entregados por este ? 

¿La iglesia, Caritas no sabe de donde sale ese dinero lleno de sangre, de sufrimiento, de muerte de los hombres, mujeres y niños de la clase obrera de Bangladesh o de cualquier otro país, incluido el estado español ?

Recuerden algo, cuando los voceros de la gran patronal ya sean los Ferran, los Rossel... o sus gestores y defensores en las instituciones los Gonzalez, Aznar, Zapatero, Rajoy, Mas, Griñan, Aguirre, Valderas... hablan de recortes, de crisis, de competitividad..., esos que privatizan nuestras empresas publicas y servicios, que desmantelan la sanidad y la educación, los que aprueban las reformas laborales, los EREs, los que viven en un mundo de corrupción, no defienden la mejora de las condiciones de estxs hermanxs explotadxs, no, estos sinvergüenzas que viven como dios, sirviendo a este sistema criminal,  quieren decir que tenemos que trabajar y vivir como aquellos que ganan 34 dolares al mes tras interminables jornadas de trabajo agotador, y ademas que nuestros hijos también trabajen 12 o 13 horas diarias desde su mas tierna infancia... algo que nuestra clase consiguió abolir en Europa después de duras y cruentas luchas hace ya casi 2 siglos y de nuevo vuelve a estar presente en nuestro entorno igual que el hambre, las enfermedades curables
¿Que exagero?
¿Cuantas horas están trabajando camarerxs, limpiadorxs, cocinerxs, camioneros, jornalerxs,  becarixs....?  ¿54, 60, 70?
¿Por cuantos euros al mes? ¿Cuantas humillaciones, cuanto sufrimiento?
¿Cuantxs paradxs a tu alrededor? ¿Cuanto tiempo en esa situación? ¿Cuanto ingresan en su casa? ¿ Ves esperanza en su mirada?  ¿Ves determinación o frustración? 

Y todo ello mientras la riqueza insultante, generada por nosotrxs,  se acumula en unas pocas manos, mientras las instituciones de este sistema que llaman democracia protegen a esas pocas manos, y nos hablan de esos miles de muertos como un accidente imprevisible, de nuestro paro nos dicen que somos inútiles, incompetentes, poco competitivos, mientras nos aterrorizan con sus guardias, sus jueces, sus leyes, su poder para marginarnos aun más, de los estudios, de la vivienda, de nuestra gente...

¿Alguien piensa que hay salidas individuales para los hombres y mujeres de nuestra clase, de nuestros pueblos?

¿Alguien piensa que de esas grandes empresa y de las instituciones a su servicio podemos esperar la solución a nuestros problemas?

¡Ellos son parte del problema y difícilmente podrán ser parte de la solución!

 Solo con la lucha organizada y decidida de lxs trabajadorxs, de los pueblos podremos salir airosos de esta dramática situacion a la que  los gobiernos e instituciones al servicio de la gran patronal, el capitalismo, nos han llevado.

¿Después del tiempo pasado desde el crimen de más de 1000 trabajadorxs y mas de 2000 heridxs muchxs de ellxs graves, de las declaraciones rimbombantes de los que se enriquecen con  el sudor, la explotación y la sangre? 
¿Han cambiado las condiciones de trabajo de lxs trabajadorxs de Bangladesh?
¿La represión, los encarcelamientos, las torturas  contra lxs que luchan por mejorarlas ha cesado?

Las trabajadoras y trabajadores del estado capitalista de los cazadores de elefantes, sabemos, por mas que nos intenten anular la conciencia de clase, la memoria..., que cuando hemos peleado por nuestros derechos con firmeza, de manera organizada  hemos conquistado mejoras importantes en los salarios, en las condiciones de trabajo, en el respeto a nuestros derechos, en la educación, en la sanidad, incluso en ser un poco mas protagonistas... poco.   Y cuando hemos dejado de pelear y hemos puesto en manos de instituciones sindicales y/o políticas al servicio del sistema la defensa de esos derechos los hemos ido perdiendo en cada pacto, en cada negociación a nuestras espaldas... en beneficio de los dueños del sistema... 

La historia es rica en experiencias,  el "olfato de clase", y las decisiones colectivas ... nos ayudaran a conquistar nuestros derechos, a conquistar el poder para poder disfrutarlos y a defenderlos con uñas y dientes frente a quienes nos los querrán seguir arrebatando para mantener sus privilegios de clase, sus vidas regaladas... No tenemos otra alternativa
salud y poder popular

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Creado en Jueves, 23 Mayo 2013
 
El derrumbe del edificio Rana Plaza en Bangladesh ha provocado al menos 1.022 muertos y 2.437 heridos, que se suman a más de 600 muertos y 2.000 heridos en los últimos siete años por incendios en fábricas textiles....


El Gobierno de Bangladesh decidió incorporarse en los años ’80 a la cadena global de mercancías de manufactura de ropa; creó las Zonas de Procesamiento para la Exportación, pequeños «reinos de taifas», donde la frágil legislación nacional se repliega ante los pedidos de firmas multinacionales como el Corte Inglés y Mango. 

A las cadenas de producción –proveedores y subcontratistas– se suman condiciones laborales de explotación que nos acercan más a la Revolución Industrial que al siglo XXI. Se niega el derecho a sindicarse; se cobra el salario mínimo; las jornadas son interminables; no se respetan las licencias por maternidad ni las horas extras; las ausencias se castigan con reducciones salariales; las medidas de prevención de riesgos laborales no existen; en algunos casos, el Gobierno corre con los gastos de electricidad, gas, agua; se subvenciona la adquisición de tierras; se otorgan importantes exenciones fiscales y los materiales importados no pagan arancel alguno. 
 
Los miembros del Bangladeshi Center for Worker Solidarity han sido detenidos y torturados en numerosas ocasiones desde abril de 2012.

Este es el marco normativo que respetan las empresas como El Corte Inglés y Mango, marco que les permite obtener tasas de beneficio altísimas a costa de la explotación y violación de los derechos humanos y laborales de los trabajadores y trabajadoras de Bangladesh. El sindicato internacional Industrial recuerda que los costos laborales de una camiseta fabricada en Bangladesh son de 1,5 céntimos de euro, mientras que su precio de venta es de 20 euros; el precio de venta al público puede ser más de diez veces su costo real. El salario mínimo de los trabajadores y trabajadoras no llega a un dólar diario, se encuentra fuera de los umbrales de pobreza absoluta internacionalmente aceptados. Ésta es su verdadera ética empresarial.

El gobierno y las clases dominantes de Bangladesh también se benefician de estas inversiones y condiciones de explotación. Todas las reformas de la legislación laboral se han aprobado por la lucha de los trabajadores y trabajadoras; no obstante, el chantaje de las multinacionales –si cambian las condiciones y aumentan los costos, nos vamos a otro país– y la complicidad del gobierno han servido para modificar de manera restrictiva los derechos sociales y generalizar la represión y la explotación.

A partir de aquí, las propuestas de control de las empresas transnacionales basculan entre los acuerdos entre partes o las meras declaraciones sin exigibilidad jurídica, que son una mezcla de lavado de cara, burocracia de las organizaciones internacionales y, sobre todo, intentar aparentar que se hace algo sin hacer nada. Sólo las lideradas por los sindicatos y la sociedad civil internacional son propuestas dirigidas a controlar el capital transnacional.

Las transnacionales Mango y el Corte Inglés, entre otras, ajustan su responsabilidad legal a un bucle infernal. Afirman cumplir la ley del Estado receptor –Bangladesh– y en ningún caso aceptan cumplir directamente el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional del Trabajo. Su responsabilidad legal se encuentra fracturada entre la legislación internacional, la del Estado matriz y la del Estado receptor, y sólo aceptan acatar –cuando la acatan– la legislación del país receptor, en este caso Bangladesh; eso sí, presionan, chantajean y corrompen todo lo que haga falta para que la legislación les resulte favorable. 

El 22 de abril –el derrumbe fue el 24– el gobierno de Bangladesh bloqueó una ley que mejoraba las condiciones laborales por la presión de las multinacionales.

Las empresas transnacionales constituyen el eje sobre el que basculan las cadenas de subcontratación y han sido el camino por el que se han ido reduciendo los derechos laborales.

Los homicidios de Bangladesh se producen en este contexto y el Corte Inglés y Mango participan de esta lógica. Además, se niegan a extender la responsabilidad de la empresa matriz a lo largo de la cadena de producción con las filiales, proveedoras, contratistas y subcontratistas. Es más, la representación internacional empresarial en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se opuso frontalmente a cualquier norma internacional que regulara su responsabilidad a lo largo de la cadena de producción. Se han negado radicalmente a transformar sus llamamientos retóricos y vacíos a la responsabilidad ética en la cadena de externalización, en exigibilidad jurídica. En otras palabras, mientras la tasa de beneficio sea suculenta, que el trabajo sucio lo hagan los proveedores de Bangladesh. Por otra parte, las empresas transnacionales se oponen a discutir –y más a aprobar– cualquier tratado internacional que regule sus prácticas de manera vinculante en el seno de las Naciones Unidas; no aceptan constituir un tribunal internacional que tutele los derechos de las mayorías sociales frente al poder transna-cional, ni tan siquiera aceptan crear un Centro de Empresas Transnaciona-les que fiscalice sus prácticas, inspeccione sus incumplimientos y articule las denuncias de las víctimas.

Resulta evidente que prefieren definir los contornos de su responsabilidad, al margen de cualquier injerencia externa de control.

Mientras se acumulan pruebas, acusaciones, los principales responsables han sido arrestados. 

La policía informó la captura del dueño del edificio que se derrumbó y que albergaba varias fábricas textiles en Bangladesh, por lo que la búsqueda policial de responsables del siniestro se limita ahora a dos individuos, que se encuentran fugitivos, incluido un empresario español.

El dueño del edificio Sohel Rana, pertenece a la rama juvenil de la Liga Awami –el partido gobernante en Bangladesh–, y fue encontrado por la policía bangladeshí cerca de la frontera con la India, a donde trataba de huir.

El otro hombre que se halla prófugo es el padre de Sohel Rana, Abdul Khaleque Bepari. Según informó el empresario español,  se encuentra en paradero desconocido.

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