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Politólogo en la Polis. Jorge López Ave.
Es más que posible que los niños en las escuelas, al ser preguntados
por sus anhelos profesionales futuros, hayan incorporado a la
tradicional respuesta de médico, futbolista, abogada, veterinaria y
astronauta, la de politólogo. La influencia de un país otrora
politizado, junto a la sabia idea de que es un oficio descansado y bien
remunerado que los conduce a la fama y reconocimiento por las calles,
debe estar haciendo mella en los escolares. Y, sin embargo, los pequeños
se equivocan porque esa profesión es dura e ingrata. Ser analista de lo
que ocurre en la política y con los políticos del país, y verbalizarlo
en tertulias, entrevistas y debates no es para cualquiera. Es necesario
para ello pasar exámenes con dificultades mil, como demostrar que la
pérdida de la vergüenza no afecta al posterior comportamiento cotidiano,
o que el sometimiento al que paga, lejos de generar inquina, odio y
resentimiento social, provoca admiración y orgullo hacia el pagador, o
el encumbramiento de la mentira como valor necesario para hacer explicar
las cosas que parecen que ocurren e interpretar de aquella manera las
que de verdad ocurren.
Hay también en los cursos para ser politólogo
temas de especial interés, como todo lo referente al conocimiento de lo
que ocurre en la sociedad sociológica para alertar en caso de estallidos
sociales y socialistas. A la postre, se trata de informar en cada
momento sobre el estado del asunto social y adelantarse a posibles
revoluciones. Esto es súper útil para la casta político-económica,
porque saber con un par de horas de antelación que se viene un tsunami
revolucionario puede ser determinante para poner a buen recaudo el
pellejo, es decir, ir al banco a sacar la plata en moneda extranjera
(aún a costa de perder los intereses por tenerlo a plazo fijo en caso de
que el jefe de la sección de moneda extranjera, que es amigo de
siempre, se haya ido huyendo también minutos antes), cargar el depósito
de nafta por lo que pueda pasar y adónde haya que ir de lejos, sacar a
los hijos del Colegio high privado, con el consiguiente atasco que habrá
de otros padres que estarán haciendo lo propio a toda velocidad ante el
peligro revolucionario que se asoma, llamar a la mucama para decir que
queda suspendida de empleo y salario porque el pobrerío se excitó en
exceso, agarra la compu donde están todos los secretos, explicarle a la
amante por whatsapp que no se olvida de ella y que estará en contacto,
hablar con el aeropuerto para que reserve sí o sí cinco lugares en el
primer avión que salga sin importar destino, y empezar a pergeñar el
futuro con pausa y coraje. Y todo gracias al politólogo, que avisó a
tiempo del desastre.
http://www.diariolajuventud.com.uy/
Tomado de inSurgente
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