Un tribunal norteamericano condena a Cuba a pagar 27 millones a una mujer porque su marido resultó ser un espía y no un desertor.
"... Roque era un agente de los servicios de seguridad cubanos, que la fuga estaba diseñada por el Ministerio del Interior de su país y que su misión era infiltrarse en la comunidad anticastrista para conocer sus actividades e informar a La Habana. En aquellas fechas Cuba está sufriendo constantes atentados terroristas organizados por las asociaciones de la Florida..."
La casuística de cómo Estados Unidos utiliza las
sentencias judiciales y el discurso antiterrorista para hostigar a Cuba
es extensa. Pero existe un caso excepcionalmente curioso que apenas se
ha difundido. Se trata de la demanda de la ciudadana estadounidense Ana
Margarita Martínez, quien se casa en 1995 con el cubano Juan Pablo
Roque.
Roque era un piloto de las Fuerzas Armadas
cubanas que, en marzo de 1992, deserta de Cuba, nada nueve kilómetros
durante siete horas para llegar a la playa de la base estadounidense de
Guantánamo y levanta los brazos ante los marines gritando "soy un
oficial cubano, estoy desertando". En tres semanas Estados Unidos le da
la residencia y Roque se instala en Miami entre los aplausos de la
comunidad anticastrista. Al poco tiempo es reclutado por Hermanos al
Rescate. Bajo el pretexto de socorrer a los balseros que intentan llegar
a Estados Unidos desde Cuba, la organización se dedica a violar el
espacio aéreo cubano, hostigar aeronaves cubanas y lanzar panfletos en
La Habana llamando a la sublevación contra el Gobierno.
Atractivo –le llaman el Richard Gere del exilio– y con esa aureola
heroica de piloto que se pasa al otro bando tras la hazaña de recorrer a
nado un mar infestado de tiburones, se convierte en personaje habitual
de las televisiones y la prensa de Miami. Una semana después de su
llegada, conoce a Ana Margarita. Se casan el 1 de abril de 1995, en lo
que la comunidad anticastrista denomina "el casamiento de la década".
Lo que nadie sabía es que Roque era un agente de los servicios de
seguridad cubanos, que la fuga estaba diseñada por el Ministerio del
Interior de su país y que su misión era infiltrarse en la comunidad
anticastrista para conocer sus actividades e informar a La Habana. En
aquellas fechas Cuba está sufriendo constantes atentados terroristas
organizados por las asociaciones de la Florida.
El 24
de febrero de 1996 dos aviones de la organización Hermanos al Rescate
que llevan meses violando el espacio aéreo cubano, tras ser advertidos
en numerosas ocasiones desde las torres de control cubanas y
formalizadas las quejas a Estados Unidos, son derribados por la Fuerza
Aérea Cubana, lo que provoca un incidente internacional que llega
incluso al Consejo de Seguridad de la ONU.
Un día
antes Juan Pablo Roque abandona Estados Unidos de forma clandestina.
Para ello tiene que ir en autobús a la ciudad de Fort Lauderdale y tomar
un avión hasta Tampa. Otro agente le entrega en esa ciudad un pasaje de
avión a Cancún y desde allí en vuelo directo regresa a La Habana.
Aparición sorpresa en televisión
A las pocas horas del derribo de los aviones de Hermanos al Rescate,
Roque aparece en las pantallas de CNN Internacional, entrevistado en la
capital cubana por la periodista Lucia Newman. Allí revela que la
supuesta organización humanitaria no sólo viola constantemente el
espacio aéreo cubano, poniendo en peligro la seguridad de los vuelos
regulares civiles, sino que también utiliza los aviones para infiltrar
armas y explosivos para realizar atentados terroristas en la isla.
En
Miami, desde los directivos de Hermanos al Rescate hasta su esposa Ana
Margarita Martínez, todos se quedan petrificados ante el televisor.
Martínez, que nunca tuvo una especial significación política,
avergonzada por el engaño y necesitada de presentarse ante la comunidad
anticastrista lo más alejada ideológicamente de su esposo, se convierte
en una virulenta militante contra el Gobierno de Fidel Castro.
Su primer paso es anular su matrimonio en un tribunal civil.
Seguidamente, según sus abogados, se considera "víctima de un acto
terrorista" y demanda al Estado cubano argumentado que "un espía cubano
se casó con ella y la usó para ocultar sus actividades de espionaje".
Los abogados de Ana Margarita exigen una reparación material "por haber
sido violentada sexualmente", no por su exmarido Juan Pablo Roque, sino
por el Estado cubano durante los ocho meses de matrimonio.
Muy estratégicamente no demandan al esposo, sabedores sus abogados que
será insolvente y que nunca aparecerá por Estados Unidos, sino que lo
hacen contra el Estado cubano y reclaman que sea indemnizada con los
fondos procedentes de las cuentas congeladas que el Gobierno de Cuba
tiene en bancos de Estados Unidos desde 1960, tras el bloqueo que impuso
Washington a La Habana.
Sexo con un espía
Como señala magistralmente el escritor brasileño Fernando Morais en su libro Los últimos soldados de la guerra fría,
Ana Margarita se presenta ante la influyente comunidad de Miami como
una "anticomunista ferviente" y afirma que "el sexo practicado con Juan
Pablo no era consensual", puesto que quien dormía con ella era un agente
de Fidel Castro, y no el desertor por el cual Roque se había hecho
pasar y de quien ella se enamoró.
"Al consentir en
practicar el sexo con Roque", afirman los abogados, "la demandante
Martínez no tenía conocimiento de que se trataba de un agente de Cuba".
Y, como el casamiento de los dos fue una farsa montada por Cuba, es la
República de Cuba la que tenía que pagar por el sufrimiento al que ella
había sido sometida.
Los abogados de Ana Margarita
desarrollan sus padecimientos en 73 puntos para cuantificar la
indemnización. Entre ellos detallan los daños físicos, morales y
materiales que la República de Cuba le ocasionó: lesión corporal, dolor y
sufrimiento provocados por los "coitos no consentidos", angustia
mental, gastos médicos para la rehabilitación emocional y pérdida de la
capacidad para disfrutar de la vida.
Todas las
reclamaciones contra Cuba fueron posibles gracias a leyes federales
aprobadas en 1996 y 2002, que permiten a ciudadanos demandar a gobiernos
extranjeros por actos de terrorismo, y ayudan a las víctimas a recibir
compensación de Estados considerados terroristas por Estados Unidos,
como Cuba, Irán y Corea del Norte. Además Cuba no se presenta para su
defensa en los tribunales estadounidenses.
Como
resultado, Ana Margarita gana dos juicios en 2001 contra el Gobierno
cubano, que es condenado por la justicia de Miami a pagar nada menos que
7,175 millones de dólares por daños personales y otros 20 millones de
dólares por daños punitivos, según la sentencia del juez Alan Postman,
por el papel canalla del Gobierno cubano en el fraude. Nunca en la
historia se había considerado que un Estado fuera responsable y tuviera
que indemnizar con más de 27 millones de dólares a una persona por haber
tenido relaciones sexuales consentidas con un funcionario.
Ana Margarita no ha conseguido la totalidad del dinero, pero el
expresidente George Bush ordenó en 2005 que le pagaran de esas cuentas
198.000 dólares y, mientras tanto, la esposa humillada se ha podido
quedar, como pago parcial de la sentencia, con tres aviones cubanos que
llegaron a territorio estadounidense. De modo que los secuestros aéreos
que son considerados una acción terrorista en todo el mundo, en Estados
Unidos son un mecanismo de pago de sentencias contra el terrorismo a
costa de la víctima a la que le han secuestrado el avión, el Estado
cubano.
Red Avispa
Juan
Pablo Roque no era el único agente cubano que se encontraba en Estados
Unidos con el objeto de infiltrarse en las organizaciones anticastristas
que en la década de los noventa estaban organizando atentados en suelo
cubano con el objeto de ahuyentar el turismo. Bajo la denominación "Red
Avispa", trece agentes recogían información para intentar impedir los
atentados. Gracias a su intervención, se interceptaron mercenarios,
explosivos y armas destinadas a atentar contra civiles e instalaciones
cubanas.
Cuando Fidel Castro hizo llegar un informe
sobre esas actividades terroristas contra Cuba a Bill Clinton para pedir
su colaboración, la respuesta del FBI fue detener a los agentes
cubanos. Roque fue el único que logró evitar la detención al haber
salido de Estados Unidos apenas unos días antes. Cinco de los agentes
cubanos fueron condenados a largas condenas de prisión o cadena perpetua
por los tribunales de Florida en un ambiente de linchamiento local
promovido por los grupos anticastristas. El Gobierno cubano lleva años
en una campaña internacional exigiendo su liberación explicando que su
misión era, precisamente, luchar contra el terrorismo. En Cuba, bajo la
denominación de "Los Cinco" son considerados unos héroes antiterroristas
que lograron evitar muertes y atentados en la isla.
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