“Che, un hombre nuevo”: Una mirada distinta
José Arce - labutaca.net
Caen las bombas sobre los campos mientras resuenan los versos de “Los heraldos negros”, de César Vallejo. Quien recita es Ernesto Guevara, que grabó para su esposa sus poemas favoritos en una serie de cintas, hasta hoy inéditas, que quedarían como triste último legado de su voz desanimada. Asesinado en octubre de 1967, su figura, profusamente recordada en todo tipo de formatos, tanto escritos como audiovisuales, tanto documentales como de ficción, nunca ha sido olvidada, convertido ya en el que es posiblemente el mayor icono del pasado siglo. “Che, un hombre nuevo” nace del impulso del director Tristán Bauer y la guionista Carolina Scaglione, que han dedicado una década de ardua investigación para ofrecernos esta obra que conmemora el cuarenta aniversario de la desaparición de quien ya es inmortal.
Su mayor acierto es lograr ofrecer, por imposible que parezca, un enfoque distinto en su recuerdo de la figura de Guevara. El cineasta filma desde la subjetiva sinceridad de los propios textos, reflexiones y pensamientos escritos y hablados del revolucionario, apartando así cualquier escama de panfletarismo o propagandas interesadas ─más allá de lo evidente, tratándose de un homenaje a una vida admirada─; su cámara recorre con paciencia las líneas garabateadas por la propia mano del guerrillero, enfatizando su ansia de saber, su formación constante, su entrega total y absoluta a un ideal al que brindó su vida personal, y por extensión, familiar, narrados los textos en off desde la voz pausada y templada de su sobrino, Rafael Guevara. Su fe en el pueblo, su percepción de América Latina como un todo orgánico, su amor por los suyos y sus impresiones de los barbudos compañeros con los que compartió armas y fervores en la lucha contra la Cuba de Fulgencio Batista… un todo minúsculo en comparación a lo experimentado en sus intensos 39 años, pero un todo honesto y sincero, al fin y al cabo.
El apabullante despliegue de material de todo tipo y naturaleza al que ha logrado acceder el equipo convierte el documental ─en el que no se olvidan las recreaciones que ayudan a fluir las transiciones de la historia─ en un más que considerable ejemplo de trabajo de investigación, una labor encomiable que por su esfuerzo supera las trabas narrativas de un conjunto que se extiende por encima de las dos horas de duración y que se pliega en ocasiones ante la repetición de temáticas y momentos históricos por todos conocidos. Pero la pasión implícita de Bauer y los suyos, así como su capacidad para lograr trascender los actos del protagonista y convertir su discurso y actitud en un terrible canto a la libertad universal en un momento en el que el mundo luce su podredumbre moral, económica y social como lo ha hecho en pocos episodios de nuestra historia, convierten “Che, un hombre nuevo” en un himno a la independencia, la igualdad y la justicia abiertamente estimable. Aunque es de temer que su ejemplo, una vez más, resulte poco fructífero.
José Arce - labutaca.net
Caen las bombas sobre los campos mientras resuenan los versos de “Los heraldos negros”, de César Vallejo. Quien recita es Ernesto Guevara, que grabó para su esposa sus poemas favoritos en una serie de cintas, hasta hoy inéditas, que quedarían como triste último legado de su voz desanimada. Asesinado en octubre de 1967, su figura, profusamente recordada en todo tipo de formatos, tanto escritos como audiovisuales, tanto documentales como de ficción, nunca ha sido olvidada, convertido ya en el que es posiblemente el mayor icono del pasado siglo. “Che, un hombre nuevo” nace del impulso del director Tristán Bauer y la guionista Carolina Scaglione, que han dedicado una década de ardua investigación para ofrecernos esta obra que conmemora el cuarenta aniversario de la desaparición de quien ya es inmortal.
Su mayor acierto es lograr ofrecer, por imposible que parezca, un enfoque distinto en su recuerdo de la figura de Guevara. El cineasta filma desde la subjetiva sinceridad de los propios textos, reflexiones y pensamientos escritos y hablados del revolucionario, apartando así cualquier escama de panfletarismo o propagandas interesadas ─más allá de lo evidente, tratándose de un homenaje a una vida admirada─; su cámara recorre con paciencia las líneas garabateadas por la propia mano del guerrillero, enfatizando su ansia de saber, su formación constante, su entrega total y absoluta a un ideal al que brindó su vida personal, y por extensión, familiar, narrados los textos en off desde la voz pausada y templada de su sobrino, Rafael Guevara. Su fe en el pueblo, su percepción de América Latina como un todo orgánico, su amor por los suyos y sus impresiones de los barbudos compañeros con los que compartió armas y fervores en la lucha contra la Cuba de Fulgencio Batista… un todo minúsculo en comparación a lo experimentado en sus intensos 39 años, pero un todo honesto y sincero, al fin y al cabo.
El apabullante despliegue de material de todo tipo y naturaleza al que ha logrado acceder el equipo convierte el documental ─en el que no se olvidan las recreaciones que ayudan a fluir las transiciones de la historia─ en un más que considerable ejemplo de trabajo de investigación, una labor encomiable que por su esfuerzo supera las trabas narrativas de un conjunto que se extiende por encima de las dos horas de duración y que se pliega en ocasiones ante la repetición de temáticas y momentos históricos por todos conocidos. Pero la pasión implícita de Bauer y los suyos, así como su capacidad para lograr trascender los actos del protagonista y convertir su discurso y actitud en un terrible canto a la libertad universal en un momento en el que el mundo luce su podredumbre moral, económica y social como lo ha hecho en pocos episodios de nuestra historia, convierten “Che, un hombre nuevo” en un himno a la independencia, la igualdad y la justicia abiertamente estimable. Aunque es de temer que su ejemplo, una vez más, resulte poco fructífero.
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