En 1965, a cargo de la dictadura pronorteamericana del general Suharto
Por Rosa Moussaoui / L´Humanite /Traducción de Canarias Semanal
Una comisión nacional de los derechos humanos presentó, a finales de julio, en Jakarta, un informe por el que se califica de “crímenes contra la humanidad” la sangrienta represión anticomunista de 1965 que costó la vida a más de un millón de hombres y mujeres, miembros reales o supuestos del Partido Comunista Indonesio (PKI).
Una comisión nacional de los derechos humanos presentó, a finales de julio, en Jakarta, un informe por el que se califica de “crímenes contra la humanidad” la sangrienta represión anticomunista de 1965. Por primera vez, en Indonesia, se dió un paso adelante hacia el reconocimiento oficial de las masacres anticomunistas de 1965-1966, que costaron la vida a más de un millón de hombres y mujeres, miembros reales o supuestos del Partido Comunista Indonesio (PKI).
Una Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió, a finales de julio, un informe sobre esta oscura secuencia histórica de “violaciones de los derechos humanos” y de “crímenes contra la humanidad”.
El documento analiza detenidamente estos crímenes en masa, cometidos con el pretexto del “restablecimiento de la seguridad y el orden” que luego se encargaría de impooner el propio general Suharto.
MAS DE UN MILLÓN DE COMUNISTAS FUERON MASACRADOS EN INDONESIA
Por Rosa Moussaoui / L´Humanite /Traducción de Canarias Semanal
Una comisión nacional de los derechos humanos presentó, a finales de julio, en Jakarta, un informe por el que se califica de “crímenes contra la humanidad” la sangrienta represión anticomunista de 1965 que costó la vida a más de un millón de hombres y mujeres, miembros reales o supuestos del Partido Comunista Indonesio (PKI).
Una comisión nacional de los derechos humanos presentó, a finales de julio, en Jakarta, un informe por el que se califica de “crímenes contra la humanidad” la sangrienta represión anticomunista de 1965. Por primera vez, en Indonesia, se dió un paso adelante hacia el reconocimiento oficial de las masacres anticomunistas de 1965-1966, que costaron la vida a más de un millón de hombres y mujeres, miembros reales o supuestos del Partido Comunista Indonesio (PKI).
Una Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió, a finales de julio, un informe sobre esta oscura secuencia histórica de “violaciones de los derechos humanos” y de “crímenes contra la humanidad”.
El documento analiza detenidamente estos crímenes en masa, cometidos con el pretexto del “restablecimiento de la seguridad y el orden” que luego se encargaría de impooner el propio general Suharto.
COMO NUESTRO DICTADOR DOMÉSTICO, SUHARTO MURIÓ EN LA CAMA SIN QUE SE LE HUBIERA HECHO JUSTICIA
Otros aspectos de esta operación genocida fueron la esclavitud, las desapariciones forzadas, las deportaciones en campos de concentración, la tortura, las violaciones, la prostitución forzada.
El Partido Comunista indonesio contaba en todo el Archipiélago antes de la masacre con 3,5 millones de miembros y 15 millones de simpatizantes. Aliados con el gobierno nacionalista de Sukarno, los comunistas se convirtieron en el objetivo principal de una oleada de inaudita violencia cuando en septiembre de 1965 el general Suharto acusó a militares próximos al PCI de estar fomentado una tentativa de golpe de estado.
El general Suharto, apoyado por los Estados Unidos, encabezó una sangrienta represión, movilizando a los sectores reaccionarios y a la derecha religiosa.
En 1966, Suharto desplazó a Sukarno del poder, poniendo fin a una experiencia política muy original, iniciada por éste con el movimiento de los No Alineados. El país se hundió a partir de entonces en una larga noche hasta la caída del dictador, que expulsado del poder por enormes movilizaciones callejeras en 1998. Suharto murió en 2008, sin haber respondido de sus crímenes.
Para los supervivientes de las masacres de 1965, como para los familiares de las víctimas, las prohibiciones y las discriminaciones se han sido permanenes hasta nuestros días. "Como ex presos políticos, nos es difícil obtener un crédito bancario, una ayuda al alojamiento. Los empleos de funcionarios nos están prohibidos (…), no podemos ser ni maestros, ni médicos”, contestó Bedjo Untung, superviviente de un campo de concentración de Suharto, al ser entrevistado por la cadena anglófona Channel News Asia.
Nur Kholis, el Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, indicó al Gobierno indonesio que deben presentarse excusas oficiales a las víctimas de aquella terrible masacre, asi como proceder a las reparaciones correspondientes. Pero en un país donde la cultura de la impunidad y la amnesia colectiva prevalecen aún, los partidarios de los Derechos Humanos dudan que sus gestiones puedan dar resultados. Algunos supervivientes no excluyen recurrir a la Justicia Internacional para el reconocimiento del genocidio del que fueron victimas más de un millón de personas.
Desde Canarias semanal
Otros aspectos de esta operación genocida fueron la esclavitud, las desapariciones forzadas, las deportaciones en campos de concentración, la tortura, las violaciones, la prostitución forzada.
El Partido Comunista indonesio contaba en todo el Archipiélago antes de la masacre con 3,5 millones de miembros y 15 millones de simpatizantes. Aliados con el gobierno nacionalista de Sukarno, los comunistas se convirtieron en el objetivo principal de una oleada de inaudita violencia cuando en septiembre de 1965 el general Suharto acusó a militares próximos al PCI de estar fomentado una tentativa de golpe de estado.
El general Suharto, apoyado por los Estados Unidos, encabezó una sangrienta represión, movilizando a los sectores reaccionarios y a la derecha religiosa.
En 1966, Suharto desplazó a Sukarno del poder, poniendo fin a una experiencia política muy original, iniciada por éste con el movimiento de los No Alineados. El país se hundió a partir de entonces en una larga noche hasta la caída del dictador, que expulsado del poder por enormes movilizaciones callejeras en 1998. Suharto murió en 2008, sin haber respondido de sus crímenes.
Para los supervivientes de las masacres de 1965, como para los familiares de las víctimas, las prohibiciones y las discriminaciones se han sido permanenes hasta nuestros días. "Como ex presos políticos, nos es difícil obtener un crédito bancario, una ayuda al alojamiento. Los empleos de funcionarios nos están prohibidos (…), no podemos ser ni maestros, ni médicos”, contestó Bedjo Untung, superviviente de un campo de concentración de Suharto, al ser entrevistado por la cadena anglófona Channel News Asia.
Nur Kholis, el Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, indicó al Gobierno indonesio que deben presentarse excusas oficiales a las víctimas de aquella terrible masacre, asi como proceder a las reparaciones correspondientes. Pero en un país donde la cultura de la impunidad y la amnesia colectiva prevalecen aún, los partidarios de los Derechos Humanos dudan que sus gestiones puedan dar resultados. Algunos supervivientes no excluyen recurrir a la Justicia Internacional para el reconocimiento del genocidio del que fueron victimas más de un millón de personas.
Desde Canarias semanal
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