Los 'demócratas' occidentales y la vocación del travesti

Los 'demócratas' occidentales y la vocación del travesti

Sara Rosenberg.- 
Hay algo incomprensible o bien es tan claro que deslumbra, pero una se pregunta cómo es que las voces de los demócratas europeos (y de los Estados Unidos, Canadá y Australia) siempre tan corales, guarden silencio frente al golpe de estado en Paraguay. Sólo el bloque de la izquierda europea ha sido claro en su condena y en la demanda de respeto por la elección popular y el sistema democrático. El Vaticano, con rápidos zapatos rojos dio su apoyo al golpe el mismo día, y ayer colocó en boca de Franco (¡qué apellido!) una redonda e impoluta hostia para purgar y perdonar crímenes, latrocinios, entregas y cualquier otra abyección derivada de su cargo de gerente de Monsanto, la Usaid y el FMI. Y también la sagrada hostia bendice el esfuerzo hecho por este señor gerente para evitar y vetar la entrada de Venezuela en el Mercosur.

El silencio es elocuente, y además revela con claridad la larga lista de intervenciones militares, financieras y políticas que en nombre de la defensa de la democracia han llevado a cabo estos descarados demócratas de occidente. La democracia del robo y para el robo funciona así.


La democracia que defienden los pueblos del mundo es otra. Implica el respeto a la Constitución y la defensa de las leyes para hacer que se cumplan. Y por eso los “demócratas de guante blanco”, señores de bancos y empresas, de cruz y metralla, de tortura, invasión y destrucción intervienen y apoyan golpes o intentos de golpes contra la democracia cada vez que pueden. Estos demócratas actúan tal como actúa la mafia -son la mafia- que no reconoce ninguna legitimidad, ninguna Constitución, ninguna elección democrática, ninguna expresión de las mayorías. No escatiman jamás en su violencia, dirigidos por el alfil negro de los crueles juegos de drones que matan a la distancia en nombre del gran imperio. Pero siempre acusan a otros de las masacres, siempre son otros los que ejercen violencia, en este viejo y atroz guión de la muerte constante para conseguir acumular más poder y más dinero para ese uno por ciento que dirige el imperio.


Una intervención muy cercana en el tiempo es la de Libia. Los demócratas europeos levantaron sus cínicas voces para decir que había que acabar con el malvado Gadafi, pusieron precio a su cabeza, bombardearon y asesinaron a miles de personas, sumieron a Libia en el caos y entregaron el poder a los mercenarios y a las empresas que ahora se reparten el país. La cifra de horrores, muertes y todo tipo de violaciones a los más elementales derechos humanos no ha cesado de crecer. Libia fue arrasada y hoy su población está en manos de la mafia que como ave carroñera se diputa el cadáver, mientras el petróleo, el gas y la población son saqueados impunemente.


Qué bellas voces se alzaron durante aquellos días para hacer ondear la bandera de la democracia: el imperio Prisa al completo con todos sus escribas a sueldo, el Partido Popular, el Psoe, la mal llamada izquierda que tocada en sus íntimas y protuberantes fibras antigadafistas-antidictatoriales apoyó la invasión de la Otan, junto a la UE, la ONU, y detrás la opinión pública hiper-televisiva que ni sabía que existía un país llamado Libia, pero acudieron prestos a sumarse al coro contra el dictador y se estremecieron pidiendo una rápida intervención bombardeadora que liberara al pueblo libio de tamaño monstruo.


Y esa ciudadanía altamente corroída por la desinformación o la ignorancia, asistió tranquilamente al espectáculo de las bombas de la Otan que caían sobre escuelas, hospitales, radios, barrios, fábricas de Libia, en nombre de la “democracia”. Después, el segundo acto mostró cómo se perseguía, se asesinaba a mansalva y se daba luz verde a la cacería del negro y de la población civil. ¿Alguien se atrevería a decir que Libia se ha transformado en un país democrático? Y así seguimos, masacran a la población de Afganistán para controlar la producción de droga que garantiza el consumo de occidente y un alto rendimiento bancario -blanqueo de capitales y grandes negocios del narcotráfico-, masacran a la población de Pakistán, de Palestina, de Irak, de Siria, y de tantos otros lugares siempre en nombre de la democracia occidental y como no, cristiana.


Los gobiernos de la Europa demócrata dan asco. Y da asco porque no hay un solo golpe militar, un solo golpe de estado contra la democracia que tanto dicen defender que no hayan organizado y/o apoyado por ellos. La Faes, con el ubicuo Aznar a la cabeza es sólo un ejemplo, que tuvo una intervención directa en el intento de golpe del 2002 en Venezuela. (Hay mucha información y videos en la red, basta con escribir “Faes y golpe de estado”, “ USAID y golpe de estado”).


La lista es larga y no estaría bien que los medios consiguieran que se nos olvide: intento de golpe contra el gobierno electo por amplia mayoría en Venezuela, varios intentos de golpe contra el gobierno electo por amplia mayoría de Ecuador, varios intentos de golpe contra el gobierno electo por mayoría de Bolivia. En estos golpes los “demócratas” fracasaron y aprendieron que cuando los pueblos están organizados y decididos a luchar para defender lo que han conquistado gracias a verdaderas democracias no resulta tan fácil dar un golpe. La resistencia popular, la defensa de la democracia popular es la garantía del fracaso de los golpes preparados y financiados por el imperio. Sin embargo siguen intentándolo y cuentan con mucho dinero y muchos medios para corromper y organizar a sectores que siempre están listos a arrodillarse y a participar en los suculentos negocios de la mafia. Condición humana, diría mi amiga Alessandra con tristeza.


Pero claro que aprendieron. En el caso de Honduras vieron que era mucho más rentable secuestrar a un presidente por la noche y encarcelarlo, como sucedió con el presidente electo de Honduras. Asaltaron la casa de don Manuel Zelaya, lo apresaron y lo destituyeron, poniendo en su lugar a un títere de los “demócratas”. Y no está de mas recordar que Honduras es importante en la enorme geoestrategia del narcotráfico, entre otras cosas.


En Paraguay fraguaron una causa jurídica insostenible para acusar al presidente Lugo y después realizar ese juicio de los fantoches congresistas que representan sólo a los intereses de los terratenientes, los narcotraficantes y las multinacionales. Congresistas que desde el primer día se opusieron a las reformas que el presidente Lugo proponía y que llevó adelante en beneficio del pueblo paraguayo. Muy pocas, es verdad, porque desde el comienzo contó con un congreso que siempre votó en su contra hasta que terminó dando un golpe de estado, travestido en destitución por un juicio-escena teatral de mala calidad.


Estoy segura que algunos sectores de la izquierda harán muchas críticas a Lugo, porque considerarán que no es “suficientemente revolucionario” o porque “le gusta el culto a la personalidad” o porque “habla como cristiano” o por cualquier otra cosa . Suele suceder y es frecuente escuchar estas críticas personales que jamás comprenden lo que significa la palabra proceso , y menos aún las contradicciones profundas que implica un proceso de cambio, cuando ese proceso de cambio se hace dentro del estado burgués y dentro de las pautas que marcan los límites de la democracia burguesa. Procesos democráticos y de democracias participativas que permiten crear organización, educar políticamente y luchar por el bienestar de masas condenadas al hambre y la miseria desde hace mas de 500 años. La crítica a la lentitud de los procesos es esencial y bienvenida siempre que sea para avanzar y no para denostar y envilecer con análisis personales cuando no psicológicos a quienes cargan con el peso de llevarlos adelante.


Por eso, defender la legitimidad y el derecho constitucional es esencial en este momento en el que los “demócratas de occidente” abaten con cinismo y con sangre la democracia misma y su sentido. Al mismo tiempo que los pueblos de Europa y de Estados Unidos son obligados al sometimiento y a la pérdida de todos sus derechos sociales y civiles. En nombre de la “democracia” el golpe de estado financiero se va consumando día tras día. Y se criminaliza cualquier protesta social con leyes represivas cada vez más asfixiantes. Sin trabajo, sin derechos y además callados. Ese es el ideal de la democracia que el capitalismo necesita y que pretende imponernos.


En América otras democracias están siendo posibles. Democracias que aún con muchos problemas han optado por la defensa de los derechos humanos y sociales de las mayorías. Democracias capaces de defender la soberanía y el derecho de los pueblos a elegir y a gobernarse. Democracias que han dado clara muestra de ser democracias que no aceptan los mandatos criminales del imperio. Democracias que defienden las diferencias, la pluralidad y la igualdad. Democracias que defienden la elección de las mayorías y que son capaces de dialogar en paz para resolver los conflictos propios de este tiempo de grandes cambios. Democracias que hacen cumplir las leyes y la constitución, democracias que ponen al desnudo los vicios de los gobiernos que se llenan la boca hablando de democracias mientras ejercitan una atroz dictadura financiera y militar.


Pero los cínicos demócratas han aprendido y hemos de estar alertas. En Bolivia los levantamientos de policías que reclaman más salario, el de los médicos que reclaman menos horas de trabajo, y de otros sectores que siempre están movidos por intereses sectoriales -y por los dineros de sus jefes de la Usaid disfrazados en múltiples ongs, ayuda al desarrollo, y un largo etcétera- son instrumentados para esta nueva política golpista desestabilizadora y lanzados contra el gobierno del presidente compañero Evo Morales, elegido por la mayoría.


En Argentina –y casi de manera simultánea- los dueños de los latifundios, las últimas caceroladas de los ricos que quieren seguir evadiendo impuestos, y ahora los camioneros y transportistas en este último lockout patronal, cumplieron y cumplen en el mismo papel. No desean dialogar, ni negociar, desean golpear y desestabilizar. Y esto sólo puede llamarse golpismo, terrorismo, creación de las condiciones para el descontento y la inseguridad.


Como un ramalazo he recordado las huelgas patronales y el desabastecimiento con que la burguesía castigaba a Salvador Allende. Corren vientos de golpe y hay que detenerlos.


La defensa de la democracia en América Latina es vital también para la defensa de la democracia y la justicia en Europa. Debemos cerrar filas en contra de los atropellos de la mafia y del capital financiero militar, que nos desangra aquí y allí y que nos impide ejercitar nuestros derechos a una vida digna, en paz y con justicia.


La solidaridad internacional es imprescindible. Condenemos con fuerza el golpe de estado en Paraguay, el avasallamiento a la legitimidad y al derecho constitucional.


Las leyes sólo pueden cumplirse si están en manos del pueblo, y de los gobiernos que defienden los intereses del pueblo, pero en el caso de Paraguay está claro que una vez más estamos frente a un golpe que ha utilizado a un congreso corrupto que atenta contra la ciudadanía, la ley y la constitución. ¿Os suena? ¿Podríamos decirlo de nosotros mismos, después de tanto decretazo, tanta ley injusta, tanto abuso de poder ? Es posible que sí, y por eso más que nunca, la lucha de los pueblos latinoamericanos es también la nuestra.

Por la democracia socialista y la paz con justicia.

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