Elecciones, un terreno hostil

Elecciones, un terreno hostil

Un artículo de Jorge López Ave.
Lo ocurrido en Grecia, donde su particular PP/PSOE ha obtenido votos suficientes para que los agentes financieros europeos puedan seguir gobernando, debería provocar algunas reflexiones y actualizar respuestas a viejas preguntas.
Los resultados confirman que el miedo inyectado en la columna vertebral de la sociedad, lo fue con dosis enorme de obediencia. A la gente se le permite reconocer, incluso admitir, que está mal, pero se le recuerda que sin el amo le puede ir peor, puede llegar a pasar hambre como su vecino de la puerta de enfrente, así que ya sabe lo que toca: obediencia. En situaciones extremas (y Grecia lo está) esto funciona a la perfección: que el verdugo se apiade es la consigna, que si hace falta votarlo para que siga de largo con su guadaña y no se pare en mi casa, sin problema.
De este modo, las elecciones vuelven a demostrar que no son un escenario adecuado, ni siquiera para medir fuerzas o expresión de las luchas populares como se ha teorizado siempre desde las organizaciones revolucionarias. Estamos ante la constatación de que se trata de una mera herramienta de los poderosos, de la derecha, para perpetuarse en el poder por siglos y que nadie pueda cuestionarlos porque detrás tienen los dichosos votos, granjeados en años de miedos e ignorancias. Todo esto es tan sabido como que no se conoce caso alguno en Europa de un triunfo electoral de la izquierda, excluimos aquí, claro está, a los que sólo aspiran a administrar el capitalismo, es decir, a lo que se denominan socialdemócratas, centro-izquierda, o reformismos de izquierdas y que las más de las veces aparecen ante el electorado con el pomposo nombre de “Partidos Socialistas”, o coaliciones cuya vocación y destino final es darle los votos a los anteriores, pero tanto unos como otros jamás estarán dispuestos a la construcción del socialismo, es decir, a ejercer de izquierda. Ellos sí, mil veces han gobernado regiones y países europeos sin que se haya visto tras su paso otra cosa que capitalismo. Por eso el tema electoral ni se lo cuestionan, forma parte intrínseca y necesaria de su naturaleza.
Caben pues algunas preguntas que no son novedosas pero sí necesarias, ¿no se pierden muchas fuerzas y mucho tiempo en diseñar tácticas y estrategias electorales, que a la postre lo único que hacen es servir para que lo más reaccionario de la sociedad justifique su democracia y su posterior triunfo? ¿Qué pasaría si la izquierda deslegitimase con su ausencia todo el proceso tal como ha hecho desde siempre el anarquismo?¿No se ha elaborado demasiada literatura y dado una importancia que no tiene al hecho de tener algún diputado que diga verdades en las instituciones, pero que pierda siempre las votaciones porque no va a pasar nunca de ser minoría? ¿La idea de cambio total en un país pasa por que en cada elección vaya aumentando el número de diputados revolucionarios o por ir sumando gente en las movilizaciones contra el capitalismo? ¿Serán ambas herramientas definitivamente incompatibles? ¿Las millones de personas que engrosan la abstención desde los barrios obreros y periféricos, son sólo desclasados e ignorantes por no sumarse al cuerpo de la revolución proletaria o están queriendo decir algo más? 
Tenemos respuestas a todo lo anterior, pero quizás  la realidad ha cambiado de un modo tan rápido y contundente que no sería malo revisarlas. No nos podemos permitir el lujo de seguir perdiendo elecciones hasta la victoria final, mientras la burguesía sonríe por la eficacia de sus inventos para controlar masas y convertir a heroicos pueblos en apenas consumidores/electores.
De inSurgente

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