EN EL NOMBRE DE ESPAÑA, por Santi Ortiz

EN EL NOMBRE DE ESPAÑA, por Santi Ortiz

Publicado en http://dueloliterae.blogspot.com.es/
 
 ...lo más doloroso para los españoles que aún pensamos por cuenta propia, es que nuestro Gobierno se atreve a entrar en el asunto en el nombre de España, pretendiendo convertir el problema de una empresa privada en un asunto de Estado, tratando de identificar los intereses capitalistas de REPSOL con los de nuestra nación, del mismo modo que el imperialismo estadounidense establecía que “los intereses de la United Fruit Company son los intereses de EE.UU.”
 
Foto: Derrame de Repsol en la Amazonía. Fuente: www.publico.es

La Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) ha concedido fondos recientemente a la Fundación Repsol. Su objetivo es el de ejecutar un proyecto de apoyo a comunidades de la Amazonia ecuatoriana, donde realizan su actividad petrolera. Este hecho ha generado una oleada de indignación, tanto entre las ONG españolas que actúan en Ecuador, como entre el Movimiento 15M asentado en ese país, denominado Acampada Quito. Consideran que la AECID ha contribuido a limpiar la imagen de la petrolera, que en Ecuador acumula denuncias de violación de los derechos humanos de las poblaciones indígenas y daños graves al medioambiente. (Fuente: Diario El Mundo, 27-01-2012)


EN EL NOMBRE DE ESPAÑA, por Santi Ortiz
En esto llega el ministro de Industria, José Manuel Soria, y con pose de Aznar metido en póquer, endurece el gesto y lanza advertencias contra el gobierno argentino con un tono amenazante que ya nos gustaría ver cuando las mafias de Bruselas y del FMI nos retuercen la vida con sus chantajes económicos y ajustes estructurales. Después le toca el turno al ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, quien, hecho un basilisco, se coloca el casco de antidisturbios, saca la porra y da todo un recital de “diplomacia” amenazando con boicotear la carne y la soja argentina. Al coro se une la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, braveando con adoptar “todas las medidas a su alcance” para defender “los intereses de España”.
Algo no concuerda. El despliegue de arrogancias, soberbias, copetes y jactancias con que la España oficial y sus perros mediáticos echan fierros contra el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner me transporta a un tiempo de virreinatos, coloniaje e imperio que creía felizmente superado hace mucho más de un siglo. Y a fe que lo está; aunque estos esperpentos de la farsa política hayan quedado empantanados en unos trasnochados delirios de grandeza que mal se avienen con la mayordomía y servilismo que practican con la plutocracia a la que sirven.
La causa de todo este alboroto no es otra que las pretensiones del gobierno argentino de tomar el control de la empresa YPF, filial de REPSOL, bajo la acusación de no invertir lo suficiente para garantizar el abastecimiento energético del país. Al parecer, la política de distribución de dividendos de la empresa es cuatro veces superior a la media de la industria petrolera y ello conlleva que el volumen de inversiones sea insuficiente no sólo para aumentar la oferta de hidrocarburos en una economía que aspira al desarrollo, sino para evitar una caída constante del nivel de reservas. En definitiva, que el Gobierno de Cristina Fernández busca anteponer el interés de su propia nación y de su pueblo a la voracidad capitalista de una empresa privada –en su mayor parte– y transnacional, que se enfrenta a varias causas judiciales abiertas en algunos de los países donde opera por violar los Derechos Humanos, causar daños medioambientales irreversibles e importantes impactos sociales.
En vez de copiar su ejemplo –nacionalizando la Banca que nos está llevando a la ruina, valga por caso–, los altaneros miembros del Gobierno se ciñen el sable colonial y prenden su soflama marrullera reprendiendo al gobierno argentino como si fuera un súbdito, como si la bandera del imperio no se hubiese rendido definitivamente a las huestes del general Sucre en la pampa de Ayacucho hace ya ciento ochenta y siete años.
Sin embargo, lo peor de todo, lo más doloroso para los españoles que aún pensamos por cuenta propia, es que nuestro Gobierno se atreve a entrar en el asunto en el nombre de España, pretendiendo convertir el problema de una empresa privada en un asunto de Estado, tratando de identificar los intereses capitalistas de REPSOL con los de nuestra nación, del mismo modo que el imperialismo estadounidense establecía que “los intereses de la United Fruit Company son los intereses de EE.UU.”

Ya ocurrió lo mismo con el Gobierno de Zapatero cuando Evo Morales decidió nacionalizar los yacimientos de hidrocarburos de Bolivia, escandalizado ante el hecho de que REPSOL se llevara más del ochenta por ciento de los beneficios, dejando el resto de migajas al país. Al parecer, entre las dos caras del Jano de la alternancia se da la creencia de que los “sudacas” de allende el Atlántico pertenecen a una clase inferior por Naturaleza, que jamás conseguirá salvar la distancia que le separa de nuestros superiores genes imperiales, por mucho que esto contradiga a la Historia y a la propia Biología.

Con tal engreimiento se comportó también nuestro regio cazador de paquidermos
cuando se atrevió a mandar a callar al presidente venezolano en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, allá por noviembre del 2007, pese a ser Hugo Chaves el presidente latinoamericano más veces ratificado por sus electores y el rey de España el único de los presentes que ostentaba su cargo por cuna y sin el concurso de las urnas. También en aquella Cumbre, el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, cargó contra otra multinacional española: la Unión Fenosa, a la que puso como ejemplo de la rapacidad de las transnacionales españolas en América Latina, cuyas prácticas darían a un redivivo Bartolomé de las Casas para escribir otro libro negro sobre la explotación indígena.

Al pueblo español hay que advertirle para que no se deje llevar por el discurso del Gobierno y de los medios de comunicación neoliberales. Nuestro interés, el del pueblo, el de la mayoría de los españoles, es antagónico al de Botín, Mario Conde o Antonio Brufau, presidente de REPSOL, y de los accionistas que de ella se lucran, por muy españoles que sean. Es ilegítimo que el Gobierno invoque el nombre de España para defender intereses particulares que en nada se identifican con la Nación. Además, no hay una, sino muchas Españas: la que expropia y la que es expropiada; la que se enriquece y la que, en consecuencia, se ve empobrecida; la del capital y la del trabajo; la del privilegio y la de la justicia; la de las multinacionales y la de las pequeñas y medianas empresas; la que se aprovecha de la crisis y la que la padece; la que en silencio otorga y la que se indigna; la que se resigna y la que lucha.
Los intereses de REPSOL no pueden estar por encima de la soberanía de los países que explota, así que hace bien la señora Kirchner en tomar medidas para evitar que el ejercicio de un verdadero monopolio privado por parte de la empresa ponga en peligro la independencia económica de Argentina. Apoyo, pues, su iniciativa. Y si lo hiciera en nombre de España –cosa que por decencia no haré– tendría la seguridad de contar con muchísimo más respaldo para ello que el Gobierno y la casta de privilegiados que defiende.

Comentarios